Te invito a escuchar el audio de mi reflexión para este domingo 1 de julio del 2012. El tema es ¿Inmortalidad del Alma o Resurrección?
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martes, 26 de junio de 2012
REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL DOMINGO 1 DE JULIO DE 2012_3° ORDINARIO CICLO B_2012
REFLEXIÓN SOBRE
LAS LECTURAS DEL 1 DE JULIO DE 2012
XIII DOMINGO
ORDINARIO CICLO B
1. LECTURAS
Sabiduría
1,13-15; 2,23-24:
<< Dios no hizo la muerte ni goza destruyendo los vivientes. Todo lo creó
para que subsistiera; las criaturas del mundo son saludables: no hay en ellas
veneno de muerte, ni el abismo impera en la tierra. Porque la justicia es
inmortal. Dios creó al hombre para que nunca muriera, porque lo hizo a imagen de su propio ser; pero la
muerte entró en el mundo por la envidia del diablo; y la experimentan quienes
le pertenecen >>
Salmo 29: << Te ensalzaré, Señor,
porque me has librado / y no has dejado que mis enemigos se rían de mí. /
Señor, sacaste mi vida del abismo, / me hiciste revivir cuando bajaba a la
fosa. Tañed para el Señor, fieles suyos, / dad gracias a su nombre santo; / su
cólera dura un instante; / su bondad, de por vida; / al atardecer nos visita el
llanto; / por la mañana, el júbilo. Escucha, Señor, y ten piedad de mí; /
Señor, socórreme. / Cambiaste mi luto en danzas. / Señor, Dios mío, te daré
gracias por siempre. >>
2 Corintios
8,7.9.13-15:
<< Hermanos: Ya que sobresalís en todo: en la fe, en la palabra, en el
conocimiento, en el empeño y en el cariño que nos tenéis, distinguíos también
ahora por vuestra generosidad. Porque ya sabéis lo generoso que fue nuestro
Señor Jesucristo: siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con
su pobreza. Pues no se trata de aliviar a otros, pasando vosotros estrecheces;
se trata de igualar. En el momento actual, vuestra abundancia remedia la falta
que ellos tienen; y un día, la abundancia de ellos remediará vuestra falta; así
habrá igualdad. Es lo que dice la Escritura: "Al que recogía mucho no le
sobraba; y al que recogía poco no le faltaba". >>
Marcos
5,21-43:
<< En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se
le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. Se acercó un
jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies,
rogándole con insistencia: "Mi niña está en las últimas; ven, pon las
manos sobre ella, para que se cure y viva." Jesús se fue con él,
acompañado de mucha gente [que lo apretujaba]. Había una mujer que padecía
flujos de sangre desde hacía doce años. Muchos médicos la habían sometido a
toda clase de tratamientos, y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en
vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por
detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con sólo tocarle el
vestido curaría. Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias, y notó
que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se
volvió en seguida, en medio de la gente, preguntando: "¿Quién me ha tocado
el manto?" Los discípulos le contestaron: "Ves como te apretuja la
gente y preguntas "¿Quién me ha tocado?""
Él
seguía mirando alrededor, para ver quién había sido. La mujer se acercó
asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies
y le confesó todo. Él le dijo: "Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y
con salud." Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de
la sinagoga para decirle: "Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al
maestro?" Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la
sinagoga: "No temas; basta que tengas fe." No permitió que lo
acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago.
Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que
lloraban y se lamentaban a gritos. Entró y les dijo: "¿Qué estrépito y qué
lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida." Se reían de él.
Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus
acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y dijo:
"Talitha qumi" (que significa: "Contigo hablo, niña,
levántate"). La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar; tenía
doce años. Y se quedaron viendo visiones. Les insistió en que nadie se
enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña. >>
2. REFLEXIÓN
¿Inmortalidad
o resurrección?
Lic. Jorge Arévalo
Nájera
Tal vez el sueño más
acariciado por el hombre sea la permanencia sin límites, el no morir jamás, la
inmortalidad pues. La pulsión natural hacia la vida, el instinto de
conservación genera una repulsa visceral y violenta hacia la muerte, hacia la
disolución del ser, hacia la no permanencia.
En la filosofía griega
se articula de un modo coherente este anhelo con el concepto de “inmortalidad
del alma”. Dado que la realidad objetiva es que todos los hombres mueren – y el
cadáver parece ser la prueba contundente de ello- entonces habrá que construir
un concepto que se corresponda con el ancestral sueño del hombre y así, el
dualismo antropológico resultará ser la respuesta perfecta al dilema. En esta
visión antropológica el hombre es un ser compuesto por un elemento material
(cuerpo) que es como su cárcel y otro elemento inmaterial (alma) que es la
verdadera esencia humana.
Lo material es caduco y
pasajero, acaba descomponiéndose y en realidad nada importa, es solamente como
el penoso vestido del alma durante su tránsito terreno. Cuando el hombre muere,
realmente lo único que muere es la envoltura corporal, los barrotes de la
prisión son derribados y el alma –que de suyo es inmortal- se remonta hacia el
mundo de las ideas para retornar a su lugar originario.
Al cristianismo
primitivo, donde se gestó la revelación inspirada de Dios, la idea de la
inmortalidad del alma le es totalmente ajena, simple y sencillamente porque la
antropología semita no es dualista. Para la Biblia, el hombre es un ser
UNITARIO y por lo tanto INDIVISIBLE. Y ese ser unitario se manifiesta relacionándose
desde diversas dimensiones (corpórea,
anímica, espiritual, carnal) consigo mismo, con Dios, con los otros y con el
cosmos. Dicho de otra manera, el hombre no tiene un cuerpo, es un cuerpo; no
tiene un alma, es un alma; no tiene carne, es carne; no tiene un espíritu, es
espíritu.
Por eso, cuando el
hombre muere, muere todo él, todas y cada una de sus dimensiones experimentan
la realidad de la muerte, no queda una sola partícula con vida. Yo sé, amable
lector que lo que estoy afirmando puede resultar de difícil aceptación porque
hemos sido evangelizados y catequizados erróneamente, aplicando categorías
conceptuales griegas a textos bíblicos que fueron escritos desde categorías
semitas[1].
Sin embargo, si
queremos vivir con mayor fidelidad nuestra fe cristiana, es necesario hacer un
esfuerzo por adentrarnos en las categorías mentales y expresivas de aquella
fascinante cultura y desde ellas interpretar los textos sagrados que rigen
nuestra vida de creyentes.
Todo esto viene a
colación y a manera de introducción a nuestra reflexión dominical porque el
tema que articula la liturgia de la Palabra es precisamente el binomio
muerte/vida. Pero vayamos al análisis de los textos que hoy nos propone la
Iglesia como Palabra de Dios. La primera lectura, tomada del libro de la Sabiduría[2]
afirma sin ambages tres cosas; Dios no ha creado la muerte, el
hombre fue creado para no morir jamás y que la muerte solamente la experimentan
los pecadores. No podemos olvidar que en la época en que fue escrito este libro
(muy probablemente entre los años 50 y 30 a.C) ya la mentalidad helenista
(griega) permeaba por todo el mundo entonces conocido y aunque el autor bíblico
pertenece a la tradición teológica israelita y conoce las categorías semitas,
su lenguaje es necesariamente tomado de la filosofía griega.
Por otro lado, también
debemos tomar en cuenta que la revelación de Dios es progresiva y el concepto
de inmortalidad del alma que aquí retoma el autor del libro, es solamente un
paso hacia la revelación definitiva que sobre la muerte y la vida se nos dará
en Cristo y que se formulará con el nuevo concepto de “resurrección”. Es verdad
que podría deducirse de este texto que en los orígenes primordiales, el hombre
fue creado inmortal y que solamente con el pecado la muerte se introdujo como
un componente humano.
Sin embargo, y conforme
a los más recientes estudios exegéticos del Génesis -donde aparecen los relatos
a los que alude el autor del libro de la Sabiduría y que hablan del origen del
hombre- la intención de los textos genesíacos no es narrarnos el estado ontológico
del hombre antes de la caída, sino explicarnos teológicamente la causa de la
muerte espiritual del hombre. En efecto, si la muerte biológica fuera resultado
del pecado, entonces Adán y Eva hubieran caído fulminados al momento de comer
del fruto del árbol prohibido. Bien sabido es que fueron arrojados del jardín
(símbolo de la vida plena en comunión con Dios) y que este “ser arrojados” es imagen
de la muerte espiritual, pero protegidos por la señal de Dios y su promesa
mesiánica. En el único sentido que puede ser aceptado que la muerte física es
fruto del pecado es cuando la violencia arranca la vida al inocente (mito de
Caín y Abel), pero nunca la muerte biológica es vista en la Biblia como
resultado de un cambio ontológico del ser inmortal del hombre que por el pecado
viene a resultar mortal.
Si fuera de otro modo,
no podría explicarse teológicamente la muerte de los santos o la de los
bautizados, pues según Pablo, los renacidos en Cristo ya no están sujetos al
poder del pecado y de la muerte y sin embargo hasta aquellos que lograron una
comunión espiritual excelsa con Jesús murieron. Y si esto es así, entonces la
única muerte que Dios no ha querido ni creado es la espiritual, la que en
efecto proviene del pecado y que experimentan los que viven en él, se entregan
a él y que le pertenecen.
Dios rescata de esta
muerte –la otra, la biológica es un mero trámite hacia la vida definitiva- y
por ello es que el salmista (Salmo 29) alaba a Dios. ¿De qué serviría una
revivificación del cadáver si a fin de cuentas volveríamos a morir? ¿De qué
serviría una vida histórica sin término? Ni lo uno ni lo otro harían digno a
Dios de ser alabado porque de cualquier modo seguiríamos encerrados en las
categorías intrahistóricas y sin esperanza de trascendencia.
Y sin embargo, san
Pablo, en su segunda
carta a los Corintios nos da un
mensaje claro y sencillo: el único ámbito existencial en el que se puede
empezar a experimentar la realidad de una vida auténtica sin término es el de
la fraternidad compartida, el de la solidaridad con los más necesitados, el de
una generosidad que sin ser entendida como un despojamiento de lo propio hasta
el extremo de quedarse sin nada, si que implica la compartición de lo que se
posee hasta el punto de lograr la equidad social. ¿Parece muy secular la idea? ¿Demasiado
alejada de la especulación teológica sobre la muerte y la vida que hasta el
momento veníamos elaborando? Pues resulta que si el discurso teológico no
aterriza en la concreción histórica, no sirve para nada, es un esfuerzo inútil
y una pérdida de tiempo. El Evangelio es ante todo una Palabra que se hace
vida, que se encarna en la solidaridad con los sufrientes y desde allí, se hace
teología, exégesis y doctrina.
Finalmente, el
evangelio de Marcos
nos presenta la visión cristiana de la vida sin fin. El relato no trata de la
revivificación de un cadáver sino de una resurrección, que son cosas bien
distintas. Marcos apela a una serie de símbolos para pintarnos un cuadro
plástico de extraordinaria belleza y profunda teología.
Jairo representa a las
autoridades religiosas, la “muchachita” es el pueblo (alusión al # 12 de sus
años) que está bajo su tutela. La religión, tal como es presentada y enseñada
por los jefes religiosos solamente está causando la agonía del pueblo de Dios.
Sin embargo, se abre la esperanza porque algunos jefes intuyen en Jesús la
única posibilidad de salvación y acuden a él. Marcos intercala el pasaje de la
hemorroísa (mujer con flujo de sangre) que también representa al pueblo que ha
ido perdiendo la vida a lo largo de su historia (12 años enferma) y que busca
por sí misma, al margen de la institución religiosa el contacto con Jesús. Se
abre paso por entre la muchedumbre que estorba, y venciendo su miedo y el
peligro de muerte que significa tocar al rabino carismático (las mujeres con
flujo de sangre podían ser lapidadas si tocaban a un rabino) toca su manto (que
simboliza la persona). Tocar el manto significa hacer suya la Palabra de Jesús,
vivir de acuerdo a sus enseñanzas, asumir sus principios y valores…y estar
dispuesto a morir por él.
Solamente así se logra
adquirir la vida/fuerza que brota de Jesús y se alcanza la plenitud de la
existencia (paz) y la salud (salvación). Marcos deja a la hemorroísa y continúa
con la hijita de Jairo. Mientras que los que pertenecen a la casa de Jairo
(sinagoga) creen que la niña ha muerto y viven ya en el duelo, en contraste,
Jesús afirma que la niña no está muerta, a pesar de las apariencias, solamente
está dormida, aún hay esperanza. El sueño es como la antesala de la muerte pero
no la muerte misma.
Marcos nos aporta un
dato bellísimo, Jesús entra a la sinagoga con el padre, la madre y los
discípulos (los que le acompañaban). Los “padres” simbolizan toda la tradición
religiosa israelita encarnada en el resto fiel de Israel que se abandona en la
confianza a Jesús y “entra donde estaba la niña”, que más que un lugar físico
es una mentalidad religiosa que le ha sido imbuida y está a punto de matarla.
Esta mentalidad es la del fariseísmo religioso, la del ritualismo sin vida que
aleja al hombre del Dios de la vida.
Jesús la toca
(referencia al Dios encarnado que asume el pecado del hombre) y la
levanta/resucita con su Palabra poderosa que genera comunión de vida (contigo
hablo, niña, levántate) y así suscita una vida nueva caracterizada por la
libertad y el éxodo/discipulado permanente (se levanto de inmediato y se puso a
caminar).
Pero este nuevo pueblo
resucitado que nace del encuentro con el Resucitado, requiere del alimento
permanente de la Eucaristía. En efecto, en el NT la referencia a “comer” hace
alusión siempre a la Eucaristía, al alimento para los caminantes y que es
comunicación de la vida misma de Cristo). Así pues, decimos no a la
inmortalidad del alma y damos el sí a la vida definitiva que nos es comunicada
por y en Jesús.
Gracia y paz.
[1] Se
dice de cierta cultura del oriente radicada en la tierra de Canaán y a la que
pertenecieron los escritores bíblicos.
[2] La
SABIDURÍA es el Libro más reciente del Antiguo Testamento. Fue escrito en
griego, muy probablemente entre los años 50 y 30 a. C., por un judío de
Alejandría, la gran ciudad egipcia convertida en el primer centro cultural del
mundo mediterráneo.
lunes, 18 de junio de 2012
AUDIO REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 24 DE JUNIO DE 2012
Te invito a escuchar el audio de mi reflexión sobre las lecturas del domingo 24 de junio de 2012. Tema: Profetas de nuestro tiempo. Sigue el vínculo:
AUDIO REFLEXIÓN LECTURAS 24 DE JUNIO 2012_PROFETAS DE NUESTRO TIEMPO
AUDIO REFLEXIÓN LECTURAS 24 DE JUNIO 2012_PROFETAS DE NUESTRO TIEMPO
REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL DOMINGO 24 DE JUNIO DE 2012
1.
LECTURAS
Isaías 49,1-6: << Escuchadme, islas;
atended, pueblos lejanos: Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las
entrañas maternas, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada,
me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba
y me dijo: "Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso." Mientras yo
pensaba: "En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis
fuerzas", en realidad mi derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo tenía
mi Dios. Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo,
para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel -tanto me honró el
Señor, y mi Dios fue mi fuerza-: "Es poco que seas mi siervo y
restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te
hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la
tierra". >>
Salmo 138: << Señor, tú me sondeas y me
conoces; me conoces cuando me siento o me levanto, de lejos penetras mis
pensamientos; distingues mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son
familiares. Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno. Te
doy gracias, porque me has escogido portentosamente, porque son admirables tus
obras. Conocías hasta el fondo de mi alma. No desconocías mis huesos, cuando, en
lo oculto, me iba formando, y entretejiendo en lo profundo de la tierra.
>>
Hechos
13,22-26:
<< En aquellos días, dijo Pablo: "Dios nombró rey a David, de quien
hizo esta alabanza: "Encontré a David, hijo de Jesé, hombre conforme a mi
corazón, que cumplirá todos mis preceptos." Según lo prometido, Dios sacó
de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Antes de que llegara, Juan
predicó a todo Israel un bautismo de conversión; y, cuando estaba para acabar
su vida, decía: "Yo no soy quien pensáis; viene uno detrás de mí a quien
no merezco desatarle las sandalias." Hermanos, descendientes de Abrahán y todos
los que teméis a Dios: a vosotros se os ha enviado este mensaje de
salvación." >>
Lucas
1,57-66.80:
<< A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se
enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran
misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y
lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: "¡No!
Se va a llamar Juan." Le replicaron: "Ninguno de tus parientes se
llama así." Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se
llamase. El pidió una tablilla y escribió: "Juan es su nombre." Todos
se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y
empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió
la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban
diciendo: "¿Qué va ser este niño?" Porque la mano del Señor estaba
con él. El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto
hasta que se presentó a Israel. >>
2. REFLEXIÓN
Profetas elegidos desde
el vientre materno para ser heraldos del Esposo
Jorge Arévalo Nájera
Hoy la Iglesia celebra
jubilosa el natalicio de Juan Bautista y la liturgia de la Palabra nos presenta
un extraordinario panorama teológico/espiritual, no sólo para reflexionar sobre
tan importante figura dentro de la historia de la salvación, sino y sobre todo para
descubrir las implicaciones que para nuestra vida tiene Juan Bautista si lo
consideramos como figura simbólica de todo discípulo del Cristo.
En efecto, el recurso
bíblico de utilizar los personajes históricos para crear figuras simbólicas que
resultan ser prototipos del discípulo en sus diversas dimensiones espirituales está
atestiguado en multitud de pasajes del Nuevo Testamento. De este modo, los
ciegos, tullidos o leprosos que históricamente curó Jesús trascienden las
barreras del espacio y del tiempo para convertirse en figuras simbólicas que
nos representan a todos los que queremos seguir al profeta galileo e Hijo de
Dios.
Del mismo modo, María, José, Zacarías e Isabel,
pero también Herodes, Pilato y las autoridades judías de un modo u otro somos
nosotros mismos. Juan Bautista no podía ser la excepción.
En la primera lectura,
del libro de Isaías,
se nos narra –siempre con una intención
catequética/teológica para la Iglesia- la vocación del profeta. Esto quiere
decir que su vocación es paradigmática, ejemplar de una vocación universal a la
que todo discípulo está llamado. En Cristo la profecía es un don para todos (el
pueblo de Dios es todo él profético) y no solamente para unos cuantos estrafalarios
personajes dotados de alguna clase de superpoder para adivinar el futuro.
Todos somos llamados
desde el vientre materno de la Iglesia, en el bautismo morimos al pecado, somos
engendrados por Dios como hijos y nacemos a la vida nueva del Resucitado para
que al modo de él, seamos profetas de Dios; guardados en su mano poderosa,
portadores de una palabra afilada como espada de doble filo capaz de descubrir
las intenciones del corazón humano y exponer en toda su crudeza la ambigüedad y
el pecado, siendo como flechas bruñidas (y por lo tanto irrompibles y
brillantes) que en manos del Señor atraviesan raudas el aire para impactar
certeramente las estructuras empecatadas del mundo, valientes porque confiados
en que nuestro salario es Dios mismo y antorchas vivas que iluminan anunciando
el designio universal de la salvación que ha llegado…¡Hermosa y esperanzadora imagen
del profeta cristiano!
El Salmo responde a las mociones que
suscita el bellísimo texto de Isaías y agradece la acción portentosa y amorosa
de Dios que actúa en el profeta desde el mismísimo seno materno. Recordemos que
el verbo “conocer” (en hebreo << yadah
>>) no se refiere al conocimiento intelectual o conceptual de una
realidad. Esta palabra se reserva para hablar de un conocimiento experiencial,
relacional, de profunda interacción de respeto y aceptación del otro. Este tipo
de conocimiento queda expresado de manera plena en la relación conyugal, en la
que los cónyuges se entregan y se reciben mutuamente con la totalidad de su ser
y generan un “conocimiento” que nadie, ni la madre siquiera puede tener del
misterio personal de los individuos.
Dios conoce de este
modo a los hombres, está involucrado en su totalidad divina en el proceso
creacional de su criatura, tanto como el alfarero pone toda su alma (nesamá) en la creación de su obra
maestra, única e irrepetible. El verbo hebreo yasar (formar) es propio del quehacer artesanal del alfarero (yoser) y la imagen trae consigo toda la
carga emotiva que le es propia al quehacer del artesano y a su gozo cuando por
fin contempla su obra acabada en la cual de algún modo se refleja su mismo
corazón.
Podríamos aventurarnos
a afirmar que entonces, el ser profeta no es un añadido a la naturaleza humana,
sino que forma parte de su identidad más profunda. Así lo ha formado Dios desde
la urdimbre más profunda de sus entrañas, lo ha ido modelando de tal forma que
su ser todo es profético.
Es verdad que en la
Escritura pareciera que sólo unos cuantos son elegidos para el ministerio profético,
pero tal vez y desde una lectura cristológica deberíamos replantearnos si ese
llamado es exclusivo o si solamente algunos son los que descubren el llamado
universal a la profecía.
La razón cristológica
de lo que afirmo la empieza a perfilar Lucas en los Hechos de los Apóstoles; es necesario
que los profetas anuncien la llegada del Mesías para que los corazones de los
hombres se preparen al encuentro con Cristo. Los profetas son los exponentes de
la esencia de la revelación, de la ley y las promesas. Surgen en momentos
aciagos en los que parece perderse de vista la esencia misma de Dios que es la
misericordia y el perdón, la justicia social y la paz.
Cuando las instancias
oficiales religiosas o políticas pierden el horizonte liberador, se pervierten
y establecen pactos con los poderes establecidos olvidándose de los sufrientes
del mundo con tal de mantener una posición o privilegios mundanos, entonces los
profetas deben levantarse como heraldos del Señor, desarraigar y plantar, destruir
y edificar, anunciar y denunciar toda forma de opresión, violencia y exclusión.
Cristo no es recibido en
plenitud en los corazones sin un anuncio profético previo, es necesario
preparar a los hombres inmersos en una cultura secularizada para que a través
de la concientización sobre la propia participación en la generación y
sostenimiento de estructuras sociales opuestas a la libertad y al amor, el
corazón se ensanche, enderece sus sendas, abaje los montes y eleve las simas
para recibir al Esposo que viene a consumar las bodas.
Esto es precisamente lo
que afirma el evangelio de Lucas al narrarnos el episodio en el que los
padres del profeta le imponen el nombre de Juan. Bien sabemos que el “nombre”
en la mentalidad bíblico/semita no es simplemente una etiqueta para distinguir.
El “nombre” tiene toda una carga de identidad, de sentido existencial, de misión.
Así, Juan significa “Yahvé tiene
misericordia o Yahvé se apiada” y ¿de quién ha tenido misericordia? ¡Ni más
ni menos que de Isabel (representación del Israel estéril y caduco al que Yahvé
le ha concedido la última posibilidad de dar fruto si acepta el mensaje del último
profeta veterotestamentario que Dios ha suscitado en sus entrañas) y del viejo
Zacarías (que significa “Yahvé se acuerda”), imagen del anquilosado sacerdocio
incapaz de realizar el auténtico Zicaron (acto cultico que actualiza la salvación)
y de proferir una palabra de bendición para su pueblo y cuya última oportunidad
es abrirse a la novedad de la palabra profética que prepara el advenimiento del
Mesías.
En efecto, nosotros, el nuevo pueblo de Dios
estamos llamados a ser nuevos Bautistas y quizá la última oportunidad para que
el mundo agonizante cambie su esterilidad por fecundidad que salte hasta la
vida eterna abriéndose al Esposo que está viniendo.
Gracia
y paz.
HOMILÍA P. CÉSAR CORRES DOMINGO 17 JUNIO 2012
Te invito a escuchar la homilía pronunciada por el P. César Corres para la Comunidad del Camino el domingo 17 de junio de 2012. Sigue el vínculo:
AUDIO HOMILÍA P. CÉSAR CORRES DOMINGO 17 JUNIO 2012
AUDIO HOMILÍA P. CÉSAR CORRES DOMINGO 17 JUNIO 2012
miércoles, 13 de junio de 2012
HOMILÍA P. CÉSAR CORRES_10 JUNIO 2012
Te invito a escuchar la homilía pronunciada por el P: César Corres Cadavieco para la Comunidad del Camino el domingo 10 de junio de 2012. Sigue el vínculo:
AUDIO HOMILÍA P. CÉSAR CORRES 10 JUNIO 2012
AUDIO HOMILÍA P. CÉSAR CORRES 10 JUNIO 2012
martes, 12 de junio de 2012
Reflexión sobre las lecturas del domingo 17 de junio del 2012_XI Ordinario Ciclo B.
Te invito a escuchar mi reflexión sobre las lecturas del domingo 17 de junio de 2012. Tema: la metáfora del árbol aplicada al realidad del reino de Dios. Sigue el vínculo:
http://www.ivoox.com/reflexion-domingo-17-junio-2012-xi-ordinario-ciclo-b-audios-mp3_rf_1281998_1.html
REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 17 DE JUNIO DE 2012 XI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO B
1. LECTURAS
Ezequiel
17,22-24:
<< Así dice el Señor Dios: "Arrancaré una rama del alto cedro y la
plantaré. De sus ramas más altas arrancaré una tierna y la plantaré en la cima
de un monte elevado; la plantaré en la montaña más alta de Israel, para que
eche brotes y dé fruto y se haga un cedro noble. Anidarán en él aves de toda
pluma, anidarán al abrigo de sus ramas. Y todos los árboles silvestres sabrán
que yo soy el Señor, que humilla los árboles altos y ensalza los árboles
humildes, que seca los árboles lozanos y hace florecer los árboles secos. Yo,
el Señor, lo he dicho y lo haré". >>
Salmo 91: << Es bueno dar gracias al
Señor y tocar para tu nombre, oh Altísimo, proclamar por la mañana tu
misericordia y de noche tu fidelidad. El justo crecerá como una palmera, se
alzará como un cedro del Líbano; plantado en la casa del Señor, crecerá en los
atrios de nuestro Dios. En la vejez seguirá dando fruto y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo, que en mi Roca no existe la maldad.
2 Corintios
5,6-10:
<< Hermanos: Siempre tenemos confianza, aunque sabemos que, mientras sea
el cuerpo nuestro domicilio, estamos desterrados lejos del Señor. Caminamos sin
verlo, guiados por la fe. Y es tal nuestra confianza, que preferimos
desterrarnos del cuerpo y vivir junto al Señor. Por lo cual, en destierro o en
patria, nos esforzamos en agradarle. Porque todos tendremos que comparecer ante
el tribunal de Cristo para recibir premio o castigo por lo que hayamos hecho
mientras teníamos este cuerpo. >>
Marcos
4,26-34: <<
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: "El reino de Dios se parece a un
hombre que echa simiente en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana;
la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va
produciendo la cosecha ella sola: primero los tallos, luego la espiga, después
el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la
siega." Dijo también: "¿Con qué podemos comparar el reino de Dios?
¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es
la semilla más pequeña, pero después brota, se hace más alta que las demás
hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar
en ellas." Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra
acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus
discípulos se lo explicaba todo en privado. >>
2.
REFLEXIÓN
Árboles bajo cuyas
ramas pueden cobijarse todos
Jorge
Arévalo Nájera
Resulta evidente que -a
poco de fijarse con atención en las lecturas que hoy se nos proclaman-, el tema
central que se aborda es el del Reino de Dios. Lo interesante será ir
descubriendo las líneas teológicas y espirituales que se van entretejiendo
magistralmente.
Digamos de entrada que
el Reino de Dios no es un concepto, no es posible definirlo y agotarlo. Jesús
mismo renunció a tal cosa y habló de él en categorías simbólicas, mediante
metáforas analógicas que comparaban el Reino con realidades que resultaban cotidianas
y entendibles a sus contemporáneos. Y Jesús utilizó este lenguaje porque el
símbolo es la categoría lingüística más apropiada para comunicar las realidades
trascendentes, aquellas que no pueden ser apresadas dentro de las estrechas
fronteras del discurso racional. El símbolo abre horizontes de comprensión que
apelan a lo intuitivo, a lo estético, a lo arquetípico y en este sentido a lo
trascendente. En el símbolo, el hombre se abre al misterio y entabla un diálogo
con él.
El símbolo utilizado en
el texto de Ezequiel, en el Salmo y en el evangelio de Marcos es el árbol.
Vayamos pues descubriendo los diversos matices teológicos y espirituales que
este símbolo nos aporta cuando es aplicado al Reino de Dios.
El profeta Ezequiel anuncia que el Señor – se entiende
que en los tiempos mesiánicos- arrancará una rama del “alto cedro” (que no
puede ser otro que Israel) y la plantará en la cima de un alto monte (el monte
alto simboliza a Dios mismo). Por lo tanto, se habla de la elección de uno
proveniente de Israel pero que al mismo tiempo tiene su arraigo fuera de las
estructuras israelitas, en Dios mismo. Precisamente por esto, esta “rama” se
convertirá en un cedro noble cuyas ramas albergarán a toda clase de aves (las
aves simbolizan en las tradiciones rabínicas a los pueblos paganos). Se está
hablando entonces de que en este personaje encontrarán acogida todos los
pueblos, en él se hará realidad la universalidad de la salvación y se romperán
todas las fronteras religiosas e ideológicas para formar un solo pueblo.
Por otro lado, conviene
recordar un dato precioso: los cedros del Líbano eran árboles fuertes,
frondosos, con una madera aromática inigualable. Eran tan apreciados que
Salomón importaba la madera de estos cedros para revestir las paredes del
Templo y su aroma llegó a ser considerado como símbolo del perfume/amor divino
que llenaba su casa. Bien podríamos decir que Ezequiel prefigura en este texto
el nuevo aroma del amor divino que se nos ofrecerá de manera plena y definitiva
en el nuevo Templo que es Cristo Jesús.
¡Cuánta falta hace a la
Iglesia recordar permanentemente que ella no es poseedora absoluta de la verdad
y que nadie está obligado a pertenecer nominalmente a ninguna de sus
concreciones históricas para salvarse! ¡Cristo es el “cedro noble” que convoca
y abriga a todos los hombres y su Iglesia, que es su cuerpo, no puede querer
algo distinto a lo que quiere su Cabeza, ella solamente tiene sentido cuando
despide el aroma de Cristo, aroma que se expande por el mundo a través de su
pequeña, frágil y pobre comunidad!
Precisamente el Salmo 91 apunta en esta dirección al llamar al justo “cedro
del Líbano”. Se refiere, claro está, a ese “resto fiel de Israel” que supo
mantenerse firme en la confianza absoluta en Yahvé, en la esperanza del
cumplimiento de las promesas y en el amor a pesar de la decadencia de las
estructuras religiosas de Israel. Empieza a perfilarse una identificación entre
el Mesías anunciado por Ezequiel y el resto fiel.
Pablo, en la 2 Corintios hace hincapié en la realidad corporal del cristiano.
Nada de espiritualismos facilones que invitarían al escapismo, a la “fuga mundi”, al descompromiso con el
aquí y el ahora. Vale la pena recordar,
para comprender cabalmente el texto paulino, que en la antropología semita
(bíblica), el concepto “cuerpo”
señala la dimensión de manifestación sensible de la interioridad humana. Es
cuerpo el hombre entero en tanto se manifiesta e impacta a los demás, en tanto
entabla relaciones. Se puede ser “cuerpo carnal” si se vive de cara a uno
mismo, sin referencia dialogal positiva a los otros (sobre todo al Otro) y se
puede ser “cuerpo espiritual” si se viven relaciones de apertura y respeto, de
entrega y servicio al Otro y a los
otros.
Es verdad que el
apóstol utiliza formas de expresión con claros acentos dualistas ( << desterrados del Señor mientras permanecemos
en el cuerpo >>), pero su intención no es avalar el dualismo
platónico sino simplemente mostrar que en el plano histórico corpóreo es
imposible la plena comunión con Dios (le vemos sólo en la fe) y que sin
embargo, eso debe ser el aliciente para manifestarnos en el mundo como
auténticos hijos de Dios (se nos tomarán cuentas de lo que hicimos mientras éramos
cuerpo histórico.) Podemos decir sin temor a equivocarnos, que la figura de “los
hijos de Dios” en el Nuevo Testamento es el cumplimiento cabal de la prefigura
del resto fiel, del justo que en el Salmo es llamado “cedro del Líbano”.
En el evangelio de Marcos se
nos muestra la “siembra mesiánica” en la que la semilla que producirá fruto
(cedros del Líbano/árboles de mostaza) es Cristo mismo que se entrega, que se
derrama sin medida en todas las tierras posibles. Ciertamente que la parábola
habla del Reino, pero éste no es algo abstracto, una especie de “lugar mítico”
que ocupa un “espacio mítico”.
El Reino toma
concreción en los hombres que saben recibir la semilla y que sin ellos darse cuenta
va haciendo su labor, procesualmente hasta lograr convertirlos en comunidad de árboles
frondosos, capaces de cobijar/proteger y anidar/dar posibilidad de desarrollo
en plenitud a los pájaros/naciones paganas.
Tal es la gloriosa
encomienda, don y tarea que Jesús da a sus discípulos. ¿Continuaremos con
nuestra mentalidad sectaria y excluyente o de una vez por todas diremos sí a
Jesús y abriremos nuestros brazos como ramas de árbol frondoso para recibir en
ellos y sin distinción a todos los que buscan el consuelo de una patria
definitiva?
Gracia y paz.
domingo, 3 de junio de 2012
Homilía P. César Corres_3 junio 2012 (Santísima Trinidad)
Homilía pronunciada por el P. César Corres para la Comunidad del Camino el 3 de junio de 2012 (La Santísima Trinidad).
Sigue el vínculo:
http://www.ivoox.com/homilia-del-3-junio-2012-santisima-audios-mp3_rf_1265705_1.html
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