lunes, 31 de diciembre de 2012

CURSO BÍBLICO << ¿QUIÉN ES EL DIOS DE LA BIBLIA? DESTRUYENDO LAS FALSAS IMÁGENES DE DIOS >>

Hola a todos, les invito al curso que tendré el honor de impartir desde el próximo sábado 5 de enero y hasta el sábado 25 de mayo, vía Internet.

Puedes acceder a mayor información a través del enlace siguiente: 

https://www.dropbox.com/s/f9y98c11r4yb36s/Curso%20b%C3%ADblico_Qui%C3%A9n%20es%20el%20Dios%20de%20la%20Biblia..pdf

Si de cualquier modo quieres información más detallada o si deseas inscribirte, envíame tus datos completos -antes del sábado- (nombre y correo electrónico) para que te envíe los datos de la cuenta donde deberás depositar tu cuota de recuperación mensual o por el total del curso y así puedas recibir en tu correo el material de la primera sesión.

Los datos puedes enviármelos a mi correo (jarevalonajera@gmail.com).

Una abrazo.

Audio/Reflexión sobre las lecturas del domingo 6 de enero del 2013 Ciclo C Epifanía del Señor

Les invito a escuchar mi reflexión sobre las lecturas del domingo 6 de enero de 2013_Epifanía del Señor.
Sigan el vínculo:http://www.ivoox.com/reflexion-sobre-lecturas-del-6-enero-audios-mp3_rf_1679011_1.html

Reflexión sobre las lecturas del domingo 6 de enero del 2013 Ciclo C Epifanía del Señor


LECTURAS
Is 60,1-6: << ¡Levántate, resplandece, porque llega tu luz y la gloria del Señor brilla sobre ti! Porque las tinieblas cubren la tierra y una densa oscuridad, a las naciones, pero sobre ti brillará el Señor y su gloria aparecerá sobre ti. Las naciones caminarán a tu luz y los reyes, al esplendor de tu aurora. Mira a tu alrededor y observa: todos se han reunido y vienen hacia ti; tus hijos llegan desde lejos y tus hijas son llevadas en brazos. Al ver esto, estarás radiante, palpitará y se ensanchará tu corazón, porque se volcarán sobre ti los tesoros del mar y las riquezas de las naciones llegarán hasta ti. Te cubrirá una multitud de camellos, de dromedarios de Madián y de Efá. Todos ellos vendrán desde Sabá, trayendo oro e incienso, y pregonarán las alabanzas del Señor. >>
Sal 71: << Comunica, Señor, al rey tu juicio, y tu justicia al que es hijo de reyes; así tu siervo saldrá en defensa de tus pobres y regirá a tu pueblo justamente. Florecerá en sus días la justicia y reinará la paz, era tras era. De mar a  mar se extenderá su reino y de un extremo al otro de la tierra. Los reyes de occidente y de las islas le ofrecerán sus dones. Ante él se postrarán todos los reyes y todas las naciones. Al débil librará del poderoso y ayudará al que se encuentra sin amparo; se apiadará del desvalido y pobre y salvará la vida al desdichado. >>
Ef 3,2-3.5-6: <<  Porque seguramente habrán oído hablar de la gracia de Dios, que me ha sido dispensada en beneficio de ustedes. Fue por medio de una revelación como se me dio a conocer este misterio, tal como acabo de exponérselo en pocas palabras. Que no fue manifestado a las generaciones pasadas, pero que ahora ha sido revelado por medio del Espíritu a sus santos apóstoles y profetas. Este misterio consiste en que también los paganos participan de una misma herencia, son miembros de un mismo Cuerpo y beneficiarios de la misma promesa en Cristo Jesús, por medio del Evangelio. >>
Mt 2, 1-12: << Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron: « ¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo». Al enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén. Entonces reunió a todos los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo, para preguntarles en qué lugar debía nacer el Mesías. «En Belén de Judea, le respondieron, porque así está escrito por el Profeta:
Y tú, Belén, tierra de Judá,
ciertamente no eres la menor
entre las principales ciudades de Judá,
porque de ti surgirá un jefe
que será el Pastor de mi pueblo, Israel».

Herodes mandó llamar secretamente a los magos y después de averiguar con precisión la fecha en que había aparecido la estrella, los envió a Belén, diciéndoles: «Vayan e infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje». Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría, y al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones: oro, incienso y mirra. Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro camino. >>
  1. REFLEXIÓN
La gloria del Señor amanece en los que le buscan
Jorge Arévalo Nájera
La primera lectura, tomada del profeta Isaías, es un oráculo de consuelo para Jerusalén, la ciudad tantas veces asediada, tomada y destruida. Aquí, y en otros lugares del mismo libro, aparece representada como una mujer, madre y esposa, a quien se anuncia el regreso de sus hijos dispersos, el homenaje de los pueblos extranjeros.
La imagen de las tinieblas sobre el mundo que son barridas por el sol divino, por la luz de una nueva aurora, es una imagen recurrente a todo lo largo de la Escritura, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Una imagen, por otra parte, presente en la mayoría de las religiones y de las culturas antiguas y modernas. Dios se ha formado un pueblo para que su luz brille y se irradie mediante él. Es verdad que Israel nunca concibió el proselitismo como parte de su identidad, pero siempre pensó que de algún modo, la plenitud de la historia contendría la sumisión a Dios por parte de los pueblos paganos.
Sin embargo, la tradición profética sí que intuyó la misión de Israel de cara al mundo, la obligación de hacer brillar la luz de Dios para atraer al mundo entero. La elección es un privilegio, pero también es una responsabilidad y un compromiso. La espiritualidad intimista que se solaza en la gratificación del saberse elegido y en la formación de un gueto esotérico exclusivista no es lo propio del pueblo que se ha escogido Dios. Pero, ¿De qué manera Israel/Iglesia debe responder a esa elección? Isaías nos lo muestra de manera concreta:
 1.- <<Levántate>>: La palabra alude a una clase de vida cualitativamente superior, y aunque efectivamente el Antiguo Testamento –a excepción de la literatura deuterocanónica, es decir los libros que fueron compuestos entre los siglos II y I a.C, y redactados en griego- no conoció la noción de <<resurrección>>, sin embargo, sí que concebía la acción vitalizadora de Dios más allá de la muerte. Levantarse es una formulación imperativa de Dios, que exhorta a Israel a vivir de acuerdo con la alianza, de una manera distinta al resto del mundo, que es imaginado como rodeado por la tiniebla del desconocimiento del Dios que se ha manifestado a Israel.
2.- <<Brilla >>: Así como los cuerpos son opacos y solamente son visibles porque reflejan la luz, el pueblo de Dios no brilla por sí mismo, la luz le viene de fuera. Ahora bien, la luz en la simbología bíblica hace referencia a la inteligencia y la fe es la luz que permite al hombre vislumbrar la realidad que está más allá de la apariencia. El pueblo puede brillar porque Dios habita en medio de él y la fe es la herramienta que permite a Israel caminar según los criterios de Dios, y al hacerlo, comparte su brillo al mundo entero.
3.- <<La gloria del Señor amanece sobre ti >>: La gloria es la manifestación victoriosa de Dios, que se concretiza en una forma de vida testimonial. Dios vence en su pueblo, que se convierte en el amanecer de la gloria divina en medio de un mundo rodeado por la oscuridad.
El Salmo resuena con este clásico canto de entronización real: Si Israel ha de brillar, necesita de un auténtico rey que le conduzca con justicia divina (provea al pueblo de lo necesario para su plenitud), que le otorgue la paz (plenitud en los cuatro ejes relacionales humanos; con Dios, consigo mismo, con los demás y con el cosmos), que domine al mal (simbolizado por las aguas marítimas), y que se le reconozca su potestad absoluta sobre los reyes de la tierra y las naciones, y finalmente, manifieste su poder liberando a los pobres y protegiendo a los afligidos.
En la lectura tomada de la carta a los Efesios, también se habla de epifanía, de manifestación y revelación de cosas ocultas. No para desconcertarnos o sumirnos en el temor, sino todo lo contrario: para llenarnos de alegría al conocer el plan misterioso de Dios. «Que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la Promesa en Jesucristo, por el Evangelio». Es el fin ideal de todo particularismo y discriminación, de toda exclusión o segregación.
«Gentiles» somos todos los pueblos de la tierra que no estamos étnicamente vinculados con el judaísmo. Ellos, los judíos, se consideraban el único pueblo elegido. Ahora comparten su elección con la humanidad entera, «en Jesucristo», «por el Evangelio». Decimos que es el fin «ideal» de todo particularismo porque eso hay que convertirlo en realidad, sabiendo que como Dios no hace acepción de personas, tampoco nosotros podemos hacerlas. Que hemos de convertir en realidad aquello de que «todo hombre, todo ser humano, es mi hermano». Que no existe razón alguna para despreciar a nadie, ni por su raza, ni por su lengua, ni por su religión, ni por su particular cultura, ni por su condición social, ni por ninguna razón.
San Pablo está en lo cierto al decir que se le reveló un misterio «que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos», pues hasta ahora seguimos pensando que hay muchas razones para considerarnos distintos, superiores, «elegidos por Dios, depositarios únicos de la salvación», mejores que los demás. El misterio de que habla San Pablo es precisamente ese: que Dios nos considera a todos iguales, y nos ama en consecuencia, a todos por igual, con particular predilección por los que nosotros nos empeñamos en excluir.
Con respecto a la lectura del evangelio de Mateo, es necesario hacer un acercamiento histórico de cómo pudo haber sido el acontecimiento que nos evoca el evangelio, o por qué quedó guardado en la memoria del naciente cristianismo.
Herodes el Grande reinó en Judea a partir del año 40 antes de nuestra era. Su gobierno fue auspiciado por el Senado Romano. Herodes, de origen extranjero, nació en Edom, uno de los enemigos tradicionales de Israel. La lucha por mantenerse en el poder a costa de lo que fuera, fue una de sus banderas. Hasta el punto que en su vejez se negó constantemente a abandonar el trono, no teniendo escrúpulo alguno en asesinar a alguno de sus hijos por temor a ser traicionado. Su ejército dejó una marca de violencia y de sangre imposible de borrar de las memoria judía.
Toda esta espiral de violencia se acrecentó más al saberse de la existencia de un legítimo sucesor de David que podría reclamar para sí el trono. El relato del capítulo 2 de Mateo, es como un eco y una transposición de esta situación conflictiva. El gran rey, del que todavía se guarda vivo recuerdo a finales del siglo I de nuestra era, se convertía en el adversario del verdadero rey; él era el faraón perseguidor del nuevo Moisés y por tanto el símbolo de los poderosos de este mundo.
El Salmo habla de reyes y Mateo de magos. ¿Quiénes eran estos magos en tiempos de Jesús? Eran sabios, paganos conocedores de la astrología, de las matemáticas y de una gran cantidad de ciencias, con el único fin de conocer a Dios. Según Mateo, en los tiempos mesiánicos, la universalidad de Jesús abarca también a aquellos que por otros medios, distintos a los de la fe, manifiestan su búsqueda permanente del Dios de la Vida. Los Magos, alertados por el “surgir de un astro”, vienen a postrarse ante Jesús. La ciencia se postra: en una época en que las creencias astrales estaban extendidas, era necesario que el evangelista subrayase la supremacía del Señor sobre los elementos del mundo.
Otra finalidad de tipo polémico y muy importante existe también en el relato: Herodes y Jerusalén no reconocen al Mesías y le ponen una trampa; por el contrario, los Magos extranjeros, símbolo de las naciones paganas son los primeros que vienen a adorar al Salvador. Éste es uno de los temas más trabajados por esa comunidad evangélica de Mateo.
Para ella queda claro, que el Dios que se nos revela en la persona del Señor Jesucristo, no le pertenece a ningún pueblo, a ninguna raza, a ninguna nación, y tampoco a ninguna religión. Dios es para todos y, todos los pueblos están llamados a congregarse en torno a él. La fiesta de la Epifanía es una ocasión privilegiada para abordar ante el pueblo de Dios el tema del diálogo de religiones, y la reformulación del cristianismo y de su teología a la luz de planteamientos que tengan en cuenta esa pluralidad de religiones. No cabe duda, la gloria del Señor amanece en los que le buscan.
Gracia y paz.

lunes, 24 de diciembre de 2012

AUDIO/REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 30 DE DICIEMBRE DE 2012 LA SAGRADA FAMILIA

Te invito a escuchar mi reflexión sobre las lecturas del próximo domingo 30 de diciembre de 2012_La Sagrada Familia. 

Sigue el vínculo: http://www.ivoox.com/reflexion-30-diciembre-2012-sagrada-familia-c-audios-mp3_rf_1668544_1.html

REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 30 DE DICIEMBRE DE 2012 LA SAGRADA FAMILIA



1.      LECTURAS
1 Sam 1,20-22.24-28: << Ana concibió, y a su debido tiempo dio a luz un hijo, al que puso el nombre de Samuel, diciendo: “Se lo he pedido al Señor”. El marido, Elcaná, subió con toda su familia para ofrecer al Señor el sacrificio anual y cumplir su voto.  Pero Ana no subió, porque dijo a su marido: “No iré hasta que el niño deje de mamar. Entonces lo llevaré, y él se presentará delante del Señor y se quedará allí para siempre”. Cuando el niño dejó de mamar, lo subió con ella, llevando además un novillo de tres años, una medida de harina y un odre de vino, y lo condujo a la Casa del Señor en Silo. El niño era aún muy pequeño. Y después de inmolar el novillo, se lo llevaron a Elí; Ella dijo: “Perdón, señor mío; ¡por tu vida, señor!, yo soy aquella mujer que estuvo aquí junto a ti, para orar al Señor.  Era este niño lo que yo suplicaba al Señor, y él me concedió lo que le pedía. Ahora yo, a mi vez, se lo cedo a él: para toda su vida queda cedido al Señor”. Después se postraron delante del Señor. >>
Sal 83: << Anhelando los atrios del Señor se consume mi alma. Todo mi ser de gozo se estremece y el Dios vivo es la causa. Dichosos los que viven en tu casa, te alabarán para siempre; dichosos los que encuentran en ti su fuerza y la esperanza de su corazón. Escucha mi oración Señor de los ejércitos; Dios de Jacob, atiéndeme. Míranos, Dios y protector nuestro, y contempla el rostro de tu Mesías. >>
1 Jn 3,1-2. 21-24: << ¡Miren cómo nos amó el Padre!   Quiso que nos llamáramos hijos de Dios, y nosotros lo somos realmente. Si el mundo no nos reconoce, es porque no lo ha reconocido a él. Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todavía. Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. Queridos míos, si nuestro corazón no nos hace ningún reproche, podemos acercarnos a Dios con plena confianza, y él nos concederá todo cuanto le pidamos, porque cumplimos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada. Su mandamiento es este: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos los unos a los otros como él nos ordenó. El que cumple sus mandamientos permanece en Dios, y Dios permanece en él; y sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado. >>
Lc 2,41-52: << Sus padres iban todos los años a Jerusalén en la fiesta de la Pascua. Cuando el niño cumplió doce años, subieron como de costumbre,  y acabada la fiesta, María y José regresaron, pero Jesús permaneció en Jerusalén sin que ellos se dieran cuenta. Creyendo que estaba en la caravana, caminaron todo un día y después comenzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos. Como no lo encontraron, volvieron a Jerusalén en busca de él.
 Al tercer día, lo hallaron en el Templo en medio de los doctores de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas.  Y todos los que lo oían estaban asombrados de su inteligencia y sus respuestas. Al verlo, sus padres quedaron maravillados y su madre le dijo: «Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados». Jesús les respondió: « ¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?». Ellos no entendieron lo que les decía. Él regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su corazón. Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia delante de Dios y de los hombres. >>

2.      REFLEXIÓN
Una nueva familia de hijos que encuentran en su Padre la  fuerza y la esperanza de su corazón.
Jorge Arévalo Nájera
Tradicionalmente, cuando se predica o se escribe sobre la sagrada familia formada por Jesús, María y José, se ensalzan las virtudes –indudables- de los padres, ya sea de la madre o del padre putativo; su fidelidad a Dios, su piedad, su ternura, responsabilidad, etc. Y desde luego se nos dice que la familia de Jesús es un modelo, un paradigma a seguir en la vida de toda familia humana.
Y todo eso está muy bien, seguramente que otra sociedad tendríamos si las familias encarnaran en sus circunstancias concretas y particulares los valores de la sagrada familia.
Sin embargo, hoy quisiera reflexionar con Ustedes otras perspectivas teológicas y espirituales que pueden desprenderse de las lecturas que hoy se nos proclaman en la asamblea eucarística y que pueden iluminar la vida de las comunidades cristianas.
La primera lectura y el evangelio (1 Sam y Lucas, respectivamente) enmarcan la reflexión en el contexto del símbolo religioso judío por excelencia que es el Templo. El niño Samuel es llevado al Templo para ser entregado en servicio perpetuo a Dios. Sabemos que Samuel fue un importantísimo juez y profeta de Israel, que ungió al primer rey Saúl y al más extraordinario rey que jamás tuvo Israel, David.
El profeta es fruto de una acción prodigiosa de Dios sobre el vientre estéril de Ana, su madre y aquí encontramos un punto de similitud con Jesús. Ambos provienen, no del mero deseo humano, sino sobre todo de la misericordia de Dios por su pueblo. Samuel es tipo, prefigura del profeta escatológico que será Jesús. Desde luego que Jesús llevará la profecía a niveles jamás pensados e inclusive convertirá en profetas con el don de su Espíritu a todos aquellos que se adhieran a su persona y hagan suyo su mensaje.
Lucas nos presenta la escena en la que el niño Jesús acude al Templo y entabla un diálogo de preguntas y respuestas con los doctores, es decir, los personajes más conocedores de las Escrituras y la Ley israelitas. Es evidente que no debemos pensar en un reportaje histórico por parte del evangelista. De hecho, esta famosísima escena no es la más importante de la perícopa, que en su conjunto es una catequesis teológica que pretende mostrar a Jesús como el Hijo de Dios cuyo lugar apropiado es la casa de su Padre y cuya actividad única es la de << ocuparse de las cosas de su Padre. >>
Aquí podríamos muy bien pensar en un exquisito juego de imágenes: por un lado Jesús es profeta, pero no es cualquier profeta, Él mismo es la Palabra que se dice en una carne concreta. Por otro lado, él no ha sido llamado por su Padre para ungir a nadie porque él mismo es el Rey y su unción no puede dársela ningún hombre, será el mismo Espíritu quien le ungirá para que reine con poder y gloria sobre el cosmos entero.
Además, Jesús está en el templo, pero Él mismo es el nuevo Templo no construido por manos humanas, sino levantado por el poder de Dios que le resucitará de entre los muertos. Pero no será un Templo/Casa exclusivista sino que en Él, los hombres de toda raza y lugar, sin distinción alguna serán invitados a adorar en espíritu y verdad al Dios de la vida, que les aguarda como Padre amoroso y no como juez iracundo.
El Salmo canta con singular pasión y ardor el anhelo que consume el alma del creyente por pisar los atrios de la casa del Señor. ¡Ay, si los católicos acudiéramos a la Misa movidos por ese ardor, por ese anhelo de encontrarnos con el Señor, nadie se dormiría en la proclamación de la Palabra, nadie saldría con cara de pocos amigos! ¡Ay, si algunos curas entendieran y vivieran esto, no regañarían a los niños por manifestar alegría de encontrarse con sus amiguitos o a los adultos por mostrar signos “poco decorosos” y “demasiado escandalosos” en “la casa de Dios”! ¡Ay, si entendiéramos todos que ningún templo de edificación humana es “casa de Dios”, sino que es la misma comunidad el lugar en el que Dios habita y que la alegría es el signo distintivo de los adoradores en espíritu!
Mientras el templo siga siendo el lugar donde nos reunimos los temerosos hijos del dios de las prescripciones, de los mandamientos, de la retribución y del castigo, y mientras no descubramos que NOSOTROS MISMOS SOMOS LA CASA DE DIOS, la deseable experiencia del salmista -la “dicha de los que viven en su casa”-, nos quedará muy lejos.
Pero todavía hay que decir más, y es la 1 Juan la que en esta ocasión viene en nuestra ayuda. Contempla extasiado el misterio de la filiación humana desde su origen, desde el amor del Padre… ¡Miren cómo nos amó el Padre!
He aquí otro gran problema en la espiritualidad cristiana; tratamos a duras penas de vivir el Evangelio porque en el fondo lo consideramos una pesada carga, añadida a la ya de por sí dificultosa existencia en este “valle de lágrimas”. La doctrina y las normas ocupan el lugar central y así es imposible vivir las categorías del Reino de Dios. Olvidamos que es el amor de Dios el origen de todo, inclusive de nuestro ser, y así, convertimos el cristianismo en una religión más, incapaz de alegrarnos el corazón de manera definitiva.
¡Es la intimidad con Dios la que nos pone en contacto existencial con ese amor! ¡Es en el silencio interior que se puede escuchar la Buena Noticia del Dios que nos ama! ¡Es en la realidad última del ser, en el rincón donde yo soy yo y nadie más, donde sólo Dios y yo somos y estamos, donde podremos hacernos amigos del Señor!
Ya me parece ver la cara de incredulidad de algunos hermanos y amigos que se preguntan: ¿y entonces, la caridad, la solidaridad con los que sufren, en dónde queda? ¿No es más importante esto que los rezos y plegarias? ¡Vayamos a la lucha de la vida y olvidémonos de misticismos alienantes!
Sin embargo, debo disentir con esta forma de pensar. No hablo de rezos aprendidos de memoria y recitados de forma irreflexiva, hablo de oración contemplativa, de adoración silenciosa, de << permanecer mucho tiempo, muchas veces en la soledad con aquel que sabemos nos ama. >>[1]
Contrariamente a lo que muchos piensan, este tipo de oración resulta ser el arma subversiva más eficaz en contra de toda clase de pietismo religioso y de inmovilidad espiritual. La transformación interior que se produce –al tiempo de Dios, claro está- en el orante deviene en una suerte de ebullición, de inquietud, de movimiento explosivo que va invadiendo todas las esferas de la exterioridad y obviamente lleva al contacto solidario con los sufrientes y olvidados de la sociedad. Si esto no acontece, entonces la oración está siendo para el creyente una forma de escape, un refugio artificioso que destruye la vida espiritual.
También la auténtica oración contemplativa es el antídoto perfecto para el activismo espiritual. Algunos cristianos piensan que “haciendo cosas” (marchas a favor de los derechos humanos, plantones para apoyar a los desarraigados de su tierra, etc.) están actuando de un modo congruente y responsable con su fe. No digo que esto no sea necesario, pero no es lo primero ni lo único.
Jesús dice que la oración (en el sentido que he venido explicando) es el sustrato de una activa y fructífera solidaridad con los hermanos. De hecho, no lo olvidemos, Jesús tenía por costumbre retirarse a lugares solitarios para orar a su Padre y solo después bajaba a encontrarse con los enfermos y endemoniados para sanarlos y comunicarles la Buena Nueva del Reino.
Pero volvamos al texto de 1 Jn y acabemos con la reflexión. Esta experiencia contemplativa del amor de Dios es la que permite entender que la comunidad no es un club de amigos, ni un lugar de reunión para fans de Jesús, sino que es un organismo vivo formado por hermanos que confiadamente se acercan a Dios con conciencia irreprochable porque hacen lo que su Padre Dios les enseña y le agrada; creer en el nombre de su Hijo y amarse los unos a los otros como él los amó.
Así, los cristianos estamos llamados a vivir como la familia de Dios que encuentra en él su fuerza y su esperanza.
Gracia y paz.


[1] Santa Teresa de Ávila, Libro de la Vida, N° 8

lunes, 17 de diciembre de 2012

Audio/reflexión domingo 23 de diciembre de 2012_4° de Adviento.

Los invito a escuchar mi reflexión sobre las lecturas del 4° domingo de Adviento ciclo C: << Pequeños gigantes o gigantes pequeños? >> Sigan el vínculo.

VÍNCULO AUDIO: http://www.ivoox.com/reflexion-23-diciembre-2012-4-adviento-audios-mp3_rf_1649721_1.html

REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 23 DE DICIEMBRE DE 2012 (4° DOMINGO DE ADVIENTO CICLO C)


REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 23 DE DICIEMBRE DE 2012 (4° DOMINGO DE ADVIENTO CICLO C)

1.     LECTURAS

Mi 5,1-4: << Así dice el Señor: "Pero tú, Belén de Efrata, pequeña entre las aldeas de Judá, de ti saldrá el jefe de Israel. Su origen es desde lo antiguo, de tiempo inmemorial. La entrega hasta el tiempo en que la madre dé a luz, y el resto de sus hermanos retornará a los hijos de Israel. En pie, pastoreará con la fuerza del Señor, por el nombre glorioso del Señor, su Dios. Habitarán tranquilos, porque se mostrará grande hasta los confines de la tierra, y éste será nuestra paz". >>
Sal 79: << Pastor de Israel, escucha, tú que te sientas sobre querubines, resplandece. Despierta tu poder y ven a salvarnos. Dios de los ejércitos, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó, y que tú hiciste vigorosa. Que tu mano proteja a tu escogido, al hombre que tú fortaleciste. No nos alejaremos de ti: danos vida, para que invoquemos tu nombre. >>
Heb 10,5-10: << Hermanos: Cuando Cristo entró en el mundo dijo: "Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: "Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad." Primero dice: "No quieres ni aceptas sacrificios ni ofrendas, holocaustos ni víctimas expiatorias", que se ofrecen según la Ley. Después añade: "Aquí estoy yo para hacer tu voluntad." Niega lo primero, para afirmar lo segundo. Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre. >>
Lc 1,39-45: << En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: "¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá". >>

  1. REFLEXIÓN

¿Pequeños gigantes o gigantes  pequeños?

Jorge Arévalo nájera

Los polos opuestos en la visión que el hombre tiene de si mismo son, por un lado, la consideración de que es un ser creado para la grandeza, que los límites son para los mediocres, que si se lo propone puede lograr cualquier cosa, solo hace falta “bucear” en el inmenso cúmulo de posibilidades que anidan en su interior y aprender a desarrollarlas. En esta visión antropológica ya todo ha sido dado, solo es cuestión de esfuerzo y perseverancia (huele a “deísmo” ¿no?)

Por otro lado, y me temo que con demasiada insistencia en la evangelización y predicación cristiana, se mira al hombre como absoluta indigencia, mediocridad e incapacidad para lograr nada por sí mismo. No hay nada que hacer, el hombre es pecado de continuo y solo la frustración acecha por los vericuetos de la historia para fagocitar al hombre de una vez y para siempre. Todo es por tanto vanidad y falacia, la vacuidad de la vida se hace intolerable y el hombre se abandona en un derrotismo existencial (esto huele a mezcla de luteranismo exacerbado y existencialismo ateo ¿verdad?)

Evidentemente estoy “cargando las tintas” y exagerando hasta extremos que probablemente no se den en la cotidianidad de los hombres comunes y corrientes, como usted o como yo, y sin embargo la influencia de ambas ideologías sí que ha sido y es fundamental en la construcción del entramado social dentro del cual nos desarrollamos en nuestra vida y desde luego en una sana espiritualidad cristiana.

Ambas presentaciones padecen de graves defectos en la concepción humana que aportan y las lecturas de este Domingo 4° de Adviento, nos ayudan a corregir. Siendo el Adviento un tiempo de preparación para recibir al Kyrios, Señor de cielos y tierra, al dominador de todo, al que rige con justicia y salva a su pueblo, y que también es (no lo olvidemos) el primer “hombre nuevo” en la resurrección, él mismo es el nuevo Adán de cuyo sustrato nace una nueva humanidad. En Cristo, el “homo absconditus” es transformado en “homo revelatus”, él es pues el “ecce homo”, el auténtico y definitivo hombre, aquello que el Padre soñó para su criatura se cumple perfectamente en Cristo.

Así pues, en él y solo en él el hombre puede vislumbrar su auténtica identidad y vocación, y como de alguna manera toda palabra revelada, aún la consignada en el Antiguo Testamento, es manifestación de Cristo puesto que él es la Palabra, dejemos que las lecturas nos conduzcan de la mano en la revelación que hoy Cristo nos hace acerca de nosotros, pues no es de poca importancia precisar lo que en Cristo se ilumina del hasta entonces encriptado misterio antropológico.

Según Miqueas, es de Belén de Efrata, calificada como “pequeña entre las aldeas de Judá” (y miren que es ya decir mucho, puesto que las aldeas de Judá no eran precisamente emporios en ningún sentido), como haciendo énfasis en la insignificancia del “lugar” donde comienza todo, donde Dios hace su irrupción definitiva en la historia para conducir a la humanidad hasta las alturas de la vida definitiva. ¿Qué importancia puede tener que “el jefe de Israel” como dice el profeta, hubiera nacido en ese insignificante lugar o en otro cualquiera?

Y no nos apresuremos a la fácil respuesta que apunta a un cumplimiento literal de las profecías mesiánicas en las que se alude a Belén, pues también existen fuertes y nada despreciables testimonios en las fuentes neotestamentarias que señalan a Nazaret como aldea natal de Jesús. A mi entender, y alejándonos un poco de la especializada discusión al respecto, me parece que hay dos puntos de particular importancia que vale la pena rescatar. Por un lado, entender el cumplimiento literal de las profecías bíblicas es (por decir lo menos) una falta total de conocimiento del fenómeno profético israelita y nos lleva directamente a un falseamiento del mensaje fundamental entrañado en el mensaje del profeta. Estos importantísimos personajes bíblicos no son vulgares adivinos al estilo de Nostradamus o las ridículas pitonisas modernas que tanto venden en los medios de comunicación y que explotan un concepto inexistente en la teología israelita: EL FUTURO como una realidad ya prefijada y a la cual es posible acceder mediante alguna facultad especial.

Sin abundar en el tema puesto que eso rebasaría la intención de estas reflexiones, debo precisar que los profetas proclaman un futuro bienaventurado o desastroso siempre POSIBLE según la fidelidad del pueblo a la alianza pactada con Yahvé. Ahora bien, según esta perspectiva la profecía de Miqueas bien podría interpretarse en otra línea, que es la del contenido SIMBÓLICO-TEOLÓGICO del nombre hebreo “Bet-lehem”, que literalmente significa “casa del pan” y allí si que encontramos una riqueza interpretativa extraordinaria, sobre todo en una lectura cristológica.

En el Nuevo Testamento, la palabra “pan” es referida en primerísimo lugar a Cristo mismo (sobre todo en la teología joánica): Cristo es el pan de vida bajado del cielo (encarnación), quien come de ese pan no vuelve a tener hambre (quien hace suya la encarnación del Hijo hace suyo el fruto, que es la vida definitiva), en tanto que Cristo es el pan y él da el pan, es su carne lo que da por la vida del mundo (su carne es él en cuanto impactó exteriormente el mundo y esto quedo patentizado plásticamente en la dramaticidad de la crucifixión del justo por antonomasia)  Desde luego que la tradición sinóptica (Mateo, Marcos y Lucas-Hechos) ya contiene elementos que apuntan en la misma dirección y el pasaje del saciamiento del hambre por parte de Jesús hacia las multitudes derrengadas (mal llamado “multiplicación de los panes”) es muestra de esto, allí Jesús es presentado como el único capaz de satisfacer la profunda hambre del mundo. Por otro lado, en el evangelio de Marcos, Jesús es “aldea del consuelo” (Cafarnaún) y por ello, donde está Jesús, está el consuelo escatológico de Dios anunciado por Isaías y por ello, inicia su itinerario práxico-proclamador precisamente en el Cafarnaún histórico.

Jesús es pues aldea-casa y pan-vida. Anuncio de bienaventuranza (El Reino de Dios está ya al alcance de la mano y es anunciado a los pequeños) y vida definitiva que se alcanza en la consumición de su carne (asumir la misma vida de Jesús) Así, la pequeñez geográfica y sociológica de Belén es aprovechada para prefigurar a Cristo, que abraza la pequeñez como única opción y camino hacia la plenitud y la consecución del proyecto del Padre. Y es precisamente la pequeñez, la insignificancia ante el mundo aquello que posibilita la manifestación de la loca grandeza de Dios. Es la impotencia el germen del poder, la debilidad el triunfo del amor, el fracaso del don la eficacia del Evangelio, la estupidez de Dios (la cruz del Hijo) la sabiduría escondida que hará florecer al cosmos en la consumación de la historia.

Claro que a estas alturas, quizás el lector haya empezado a pensar que así las cosas, el Evangelio no parece apetecible y más bien es bastante desagradable o mejor aún, Jorge desvaría envuelto en calentura. Bueno, si he logrado al menos eso me doy por satisfecho. Y es que realmente se requiere una inversión total de los valores que nos han sido enseñados en los diversos ámbitos de la cultura, la religión, la familia etc. Y que nos han hecho pensar que el camino del evangelio es hacia arriba, que el cielo está arriba y lógicamente hay que “subir” para llegar y claro que subir significa escalar posiciones sociales y económicas y alcanzar un cierto “status” de prestigio para desde allí mirar dubitativamente a los desgraciados del mundo para “echarles una manita” (claro, siempre y cuando no afecte seriamente nuestro bolsillo y seguridad) ¡y ahora resulta que todo empieza en Belén, que el hacerse como niños es presupuesto ineludible para ser discípulo y entrar en el Reino, que la forma de ser reyes de la creación es mediante el servicio a los excluidos del mundo, que los seguidores de Jesús van en pos de la cruz y que en ella son más que vencedores, que la cruz no es el presupuesto para la resurrección sino que ella es ya la vida que nace de lo alto!

Y sin embargo, es desde estas categorías que Dios ilumina al mundo, que se levanta para pastorear a su pueblo, ¡Que ésa es la fuerza y la majestad del Señor! Y es lo único que permite “habitar tranquilos”, que es ésta y no otra la paz que anhela el corazón humano. Según el Salmo, la fuerza creadora de nuevos mundos está escondida en estas categorías “tú, que estás rodeado de querubines, manifiéstate…” permanece oculta a los ojos del mundo, pero para aquellos que le creen a Dios (hacen existencia sus criterios) se revela aquello que jamás vio ni escuchó ojo ni oído humano y se convierte en fuerza invencible en Cristo Jesús, custodio de su vida.

La voluntad del Señor es que el hombre viva y a eso vino y viene El Mesías, y su forma de dar vida es morir por nosotros, su sacrificio es fuente de vida porque la vida entregada genera vida en abundancia. Los sacrificios antiguos han quedado suprimidos, el único y eterno sacrificio del Hijo “nos santifica por la ofrenda el cuerpo de Jesús Mesías, hecha una vez por todas” ¿Impresionantes palabras verdad?, conmovedoras y desde luego muy sensatas aplicadas a Jesús… después de todo ¡El es el Hijo de Dios! ¿No?, él podía hacer eso y más. Pues resulta que el misterio cristológico no es exclusivo con respecto a sus discípulos, más aún, ES INCLUSIVO  y esto quiere decir que lo que se dice de Jesús tiene repercusiones eclesiológicas y discipulares. Así, Jesús dice “Mayores obras que estas haríais si tuvierais fe” y “Sed perfectos como vuestro Padre es perfecto” y podríamos decir que un gran porcentaje de las frases atribuidas a Jesús y que se dirigen a sus seguidores  están formuladas en imperativo, lo cual implica que el discípulo auténtico está llamado a ser OTRO CRISTO, a ser la concreción sacramental del Ungido por excelencia. Desde luego que dichas palabras del Maestro no deben ser entendidas como un conjunto de preceptos más que cargar al fardo de la ley antigua, sino más bien como expresión verbal de una realidad que ya es posible vivir en virtud de la Gracia y la disposición volitiva del hombre (en ése orden).

En el pasaje evangélico lucano, los personajes mencionados juegan (más allá de su dimensión histórica como personajes de carne y hueso) un papel emblemático-teológico. María es precisamente figura de la pequeña y frágil comunidad cristiana que lleva en su seno al Mesías anunciado desde antiguo. Es de notar que nos es presentada como una pequeñina que corre presurosa entre las montañas (como el alegre mensajero de la buena nueva anunciado por los profetas), y si en la simbología israelita los “montes” significan los ídolos en cuyos brazos se abandona Israel, entonces la noticia es buena porque ha llegado la liberación de la idolatría, que se dice “consuelo” en la teología profética, liberación y consuelo que son don mesiánico que llega mediante una comunidad en apariencia insignificante, frágil barquichuela amenazada por las fuerzas mundanas que ya en más de una ocasión han estado a punto de destruirla. Y sin embargo, la presencia de aquel que es el salvador del mundo, por libérrima decisión divina, depende de la pronunciación de unas palabras humanas que cambiarán para siempre la historia de la humanidad de una manera que aún hoy día no hemos descubierto del todo ¡”Aquí estoy Dios mío; vengo para hacer tu voluntad! Afirma de Jesús la Carta a los Hebreos y la virgen de Sión hará suya la disposición encerrada en ellas “Yo soy la esclava del Señor, que se cumpla en mí tu palabra” (Lc 1,38).

Pensar queridos hermanos que la economía salvífica de Dios dependa en esa forma de la colaboración humana es realmente para poner los pelos de punta, pero también para maravillarnos con la paradójica realidad de la comunidad cristiana a la que pertenecemos. Por un lado somos insignificancia y aparente fracaso de cara al mundo, pero precisamente por ello, espacio privilegiado para llevar a un mundo estéril  y condenado a la muerte (Isabel) a aquel que es La Buena Noticia, para que la savia vital corra por sus anquilosadas arterias y la vida sea suscitada en su ser ¡Somos la oportunidad para que se cumpla lo que el Señor anunció!

Nuestra grandeza pues no radica en nosotros mismos, está fuera, está en la mirada graciosa de Dios que se posa un día sobre nosotros y nos invita a abrazar la pequeñez de los Hijos de Dios, en los cuales se manifiesta la magnificencia radiante de su Señor. He allí la realidad de la identidad humana: ¡Somos pequeños gigantes!

Gracia y paz.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Audio/reflexión sobre las lecturas del domingo 16 de diciembre de 2012.

Hola a todos; les invito a escuchar mi reflexión sobre las lecturas del domingo 16 de diciembre de 2012-3° domingo de Adviento Ciclo C. 

Tema:" EL descentramiento provoca la compartición"

Sigan el vínculo: http://www.ivoox.com/descentramiento-del-ser-provoca-comparticion_md_1635367_1.mp3

REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL DOMINGO 16 DE DICIEMBRE DEL 2012 (3° DE ADVIENTO CICLO C)


LECTURAS
So 3,14-18: << Regocíjate, hija de Sión, grita de júbilo, Israel; alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén. El Señor ha cancelado tu condena, ha expulsado a tus enemigos. El Señor será el rey de Israel, en medio de ti, y ya no temerás. Aquel día dirán a Jerusalén: "No temas, Sión, no desfallezcan tus manos. El Señor, tu Dios, en medio de ti, es un guerrero que salva. Él se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta". >>
Is 12,2-6 << El Señor es mi Dios y salvador: confiaré y no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación. Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación. Dad gracias al Señor, invocad su nombre, contad a los pueblos sus hazañas, proclamad que su nombre es excelso. Tañed para el Señor, que hizo proezas, anunciadlas a toda la tierra; gritad jubilosos, habitantes de Sión: "Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel." >>
Flp 4,4-7 << Hermanos: Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres. Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca. Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y súplica con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. >>
Lc 3,10-18 <<En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan: "¿Entonces, qué hacemos?" Él contestó: "El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo." Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron: "Maestro, ¿qué hacemos nosotros?" Él les contestó: "No exijáis más de lo establecido." Unos militares le preguntaron: "¿Qué hacemos nosotros?"
 Él les contestó: "No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga." El pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: "Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizara con Espíritu Santo y fuego; tiene en la mano el bieldo para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga." Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba el Evangelio. >>

  1. REFLEXIÓN
EL DESCENTRAMIENTO DEL SER,  PROVOCA LA COMPARTICIÓN
Lic. Jorge Arévalo Nájera
Estamos ya celebrando el tercer domingo de Adviento y en este tiempo fuerte de preparación para la Navidad, las lecturas nos invitan a iniciar un proceso clave en la espiritualidad cristiana, una actitud permanente de descentramiento del ser.
¿Qué significa esto? Es de suma importancia responder con claridad, ya que sin dicha actitud, la vida cristiana puede ser cualquier otra cosa, pero no vida cristiana. En el tiempo del profeta Sofonías, que profetizó en tiempos de Josías (640-609), justamente antes de que comenzara el ministerio de Jeremías, Judá vivía bajo la dominación Asiria y se vivía en su interior un gran desorden religioso, el orgullo y la rebeldía eran las grandes culpas de Israel que el profeta denuncia.
Sin embargo, se vislumbra –ante el debilitamiento de Asiria- una restauración nacional, acompañada de una reforma religiosa. Sofonías reduce sin embargo, la salvación a un pequeño resto fiel, aquel que precisamente logre el descentramiento del ser. La indicación espacial <<Dios está en medio de ti >> evidentemente que posee valencia simbólica y expresa la centralidad de Dios en la vida del pueblo.
Pero el sentido es muy fuerte, no es simplemente un modo de hablar acerca de una cierta importancia de Dios en la vida humana, se trata de ocupar el centro de esa vida, y eso desde luego significa que no solamente las realidades mundanas deben ser desplazadas, sino que inclusive el mismo “Yo” debe serlo.  Dios no quiere ser una “realidad más o menos importante”, ¡Él quiere serlo todo en tu vida!
Desde luego que, a poco de pensarlo, la idea empieza a inquietar y llega inclusive a ser realmente amedrentadora del espíritu humano, porque resulta que estamos acostumbrados a vivir una religiosidad precisamente inversa, en la que nosotros ocupamos el centro de la relación con Dios, y a Él le dejamos –si bien le va- ser una especie de satélite que gira a nuestro alrededor y al que dejamos intervenir cuando nos conviene (cuando nos ataca alguna enfermedad, perdemos un ser querido, el trabajo no marcha muy bien, etc.) y entonces le invocamos para que acuda ipso facto a remediar nuestras “necesidades”.
Así construimos a nuestra medida al <<dios agencia de colocación de trabajos>>, al <<dios endereza-jorobados>>, al <<dios cumple-caprichos>>, al <<dios permisivo>>, al <<dios asegura estatus>>, <<al dios guardaespaldas>>, etc. Sin darnos cuenta que Dios es el Absoluto, el Totalmente Otro, el Inmanipulable y que siempre que queremos echarle el guante, su rostro se desdibuja hasta convertirse en un fetiche, un ídolo que si bien deja tranquilas nuestras conciencias, es solamente una entelequia ficticia sin sustento en la realidad.
Renunciar al <<Yo>> como centro de la relación con Dios y abrazar el siempre ignoto Misterio, dejando que Él rija mis pasos, marque rumbo y sea el eje rector de mi existencia, la criba por donde pasen todas y cada una de mis decisiones, es el único modo de relacionarse con el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.
Y no es un dios cualquiera, es el Dios revelado plenamente en la persona de su Hijo Jesús. Entonces, como dice el profeta Isaías, << El Señor es mi Dios y salvador, con Él estoy seguro y nada temo. >> se puede estar seguro y libre del miedo, pues Dios se convierte en la fuerza, la alegría y la plenitud del creyente. La kénosis (abajamiento o vaciamiento del yo) no significa desaparecer en la nada ni diluir la humanidad personal asimilándose en la divinidad, más bien significa la eclosión de todas las potencialidades humanas, la libertad más plena y la alegría inefable de descubrir por fin, la identidad del ser, hasta entonces oculto tras la oscuridad del pecado, de una vida errante y sin sentido.
Este estado de total armonía en todo el nodo multirelacional humano es lo que la Biblia llama <<Shalom>> y es lo que en la carta a los Filipenses, Pablo nos invita a alcanzar. Pero desde luego, la gracia del Shalom, su total gratuidad, no exime al hombre de su esfuerzo y en la carta se exigen tres acciones humanas, fruto de su voluntad: <<presentad a Dios vuestras peticiones, mediante la oración y la súplica, acompañadas de la acción de gracias >>
En primer lugar, es necesario presentar peticiones al Padre, la pregunta es ¿Qué significado tiene hacerlo, si por un lado, Dios ya conoce de antemano todo lo que existe en nuestro corazón, sueños, anhelos, tristezas, miedos, etc. y por otro lado, finalmente Él da al hombre lo que le conviene, pues al tener el conocimiento inmediato de todo lo real, sabe exactamente lo que cada quien necesita para que alcance su plenitud creatural?
Pues bien, aún cuando lo anterior es cierto, lo importante en la petición es el reconocimiento de la dependencia del creyente en referencia a la providencia de Dios, a su gracia, a su amor, a su majestad, a su ser fuente de Vida. Al pedir, se reconoce la radical indigencia, pero también la total cercanía con el Padre amoroso, la filiación participada del Hijo. Pido porque soy hijo, pero por eso mismo, pido lo que creo que necesito, pero pido esperando recibir lo que el Padre quiera darme, porque sé que eso es lo conveniente para mí.
Por eso, la petición se hace siempre en forma de oración, y ¿qué es la oración, sino la actitud de escucha permanente de la Palabra que se revela en la historia, en nuestra historia y en la de los demás?, ¿Qué es la oración sino contemplación del Misterio para dejarse arrobar por su inefable belleza/bondad? Si el cristiano se atreve a pedir en oración, esta petición orante tiene forma de súplica (pedir, rogar con sumisión), sometidos por amor a la decisión siempre benevolente del Padre. Nada de jactancias ridículas que pretenden arrancarle a Dios determinadas bendiciones, en cambio, total sumisión ante la suprema Bondad. En el auténtico creyente, la jactancia farisaica del cumplimiento de las prescripciones de la ley religiosa, da paso a una vida eucarística, es decir a una vida toda ella constante acción de gracias, de alabanza y reconocimiento de la acción amorosa de Dios en la historia personal.
El evangelista Lucas, responde con una respuesta sencilla, directa, sin elaboraciones teológicas complicadas, la pregunta esencial del cristianismo ¿Qué debemos hacer?, ¿Qué debemos hacer en este Adviento –tiempo litúrgico que puntualiza la totalidad de la vida cristiana- para preparar el camino del Señor viniente?
Cosas concretas, al alcance de la mano y que inciden directamente en el tejido más profundo de la sociedad; << El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo… No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga. >>  Sencillo, pero no fácil ¿verdad?, para lograrlo, es necesario el descentramiento del “Yo” para dejar que Dios se entronice en el centro del ser, solamente entonces seremos capaces de la liberarnos de los apegos a las cosas materiales, relativizarlas y compartirlas…no cabe duda, el descentramiento pro-voca (hace que se produzca) la compartición.
Gracia y paz.

lunes, 3 de diciembre de 2012

AUDIO REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL DOMINGO 9 DE DICIEMBRE DE 2012 (2° DE ADVIENTO-CICLO C)

Hola, les invito a escuchar mi reflexión sobre las lecturas del 2° domingo de Adviento Ciclo C.

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REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL DOMINGO 9 DE DICIEMBRE DE 2012 (2° DE ADVIENTO-CICLO C)


LECTURAS
Ba 5,1-9 << Jerusalén, despójate de tu vestido de luto y aflicción y vístete las galas perpetuas de la gloria que Dios te da, envuélvete en el manto de la justicia de Dios y ponte en la cabeza la diadema de la gloria del Eterno, porque Dios mostrará tu esplendor a cuantos viven bajo el cielo. Dios te dará un nombre para siempre: "Paz en la justicia" y "Gloria en la piedad". Ponte en pie, Jerusalén, sube a la altura, mira hacia el oriente y contempla a tus hijos, reunidos de oriente a occidente a la voz del Santo, gozosos invocando a Dios. A pie se marcharon, conducidos por el enemigo, pero Dios te los traerá con gloria, como llevados en carroza real. Dios ha mandado abajarse a todos los montes elevados y a las colinas encumbradas, ha mandado llenarse a los barrancos hasta allanar el suelo, para que Israel camine con seguridad, guiado por la gloria de Dios. Ha mandado al boscaje y a los árboles aromáticos hacer sombra a Israel. Porque Dios guiará a Israel con alegría a la luz de su gloria, con su justicia y su misericordia. >>
Sal 125 <<  Cuando el Señor cambió la suerte de Sion, nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares. Hasta los gentiles decían: "El Señor ha estado grande con ellos." El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. Que el Señor cambie nuestra suerte, como los torrentes del Negueb. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares. Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas. >>
Flp 1,4-6.8-11 << Hermanos: Siempre que rezo por todos vosotros, lo hago con gran alegría. Porque habéis sido colaboradores míos en la obra del Evangelio, desde el primer día hasta hoy. Ésta es mi convicción: que el que ha inaugurado entre vosotros una empresa buena la llevará adelante hasta el día de Cristo Jesús. Testigo me es Dios de lo entrañablemente que os echo de menos, en Cristo Jesús. Y esta es mi oración: que vuestro amor siga creciendo más y más en penetración y en sensibilidad para apreciar los valores. Así llegaréis al día de Cristo limpios e irreprochables, cargados de frutos de justicia, por medio de Cristo Jesús, a gloria y alabanza de Dios. >>
Lc 1,3-6 << En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes virrey de Galilea, y su hermano Felipe virrey de Iturea y Traconítide, y Lisanio virrey de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías:
"Una voz grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios". >>
2.     REFLEXIÓN
Vistiéndose con el esplendor de la gloria
Jorge Arévalo Nájera
El tiempo de adviento es tiempo de esperanza y de apertura al cambio: cambio de vestido y de nombre (Baruc), cambio de camino (Isaías). Cambiar, para que todos puedan ver la salvación de Dios.
En un bello poema Baruc canta con fe jubilosa la hora en que el Eterno va a cumplir las promesas mesiánicas, va a crear la Nueva Jerusalén, va a dar su salvación. Jerusalén es presentada como una “madre” enlutada por sus hijos expatriados. Dios regala a Sión, su esposa, la salvación como manto regio, le ciñe como diadema la “Gloria” del Eterno.
 La Madre desolada que vio partir a sus hijos, esclavos y encadenados, los va a ver retornar libres y festejados como un rey cuando va a tomar posesión de su trono. Le da un nombre nuevo simbólico: “Paz de Justicia-Gloria de Misericordia”; es decir, Ciudad-Paz como reducto de la plenitud existencial que proviene del mundo de Dios, ciudad- baluarte  para el mundo precisamente por su trans-mundanidad. Ciudad-Gloria porque irradiará el amor misericordioso con que Dios le colma y que culminará con el acto de amor más sublime que pueda existir, la entrega del Hijo en manos de los pecadores que acabarán crucificándole.
Haciéndose eco de los profetas del destierro, Baruc dice una palabra consoladora a un pueblo que pasa dificultad: “El Señor se acuerda de ti”. Ya el segundo Isaías se había preguntado: “¿Puede una madre olvidarse de su criatura? (...) pues aunque ella se olvide, yo no me olvidaré” (Is 49,15). El Dios fiel no se olvida de Jerusalén, su esposa, que es invitada ahora a despojarse del luto y vestir “las galas perpetuas de la Gloria que Dios te da”. Es la salvación que Dios ofrece para los que ama, de los que se acuerda en su amor.
¿Dónde está nuestro profetismo cristiano? El profeta no es un adivino, ni alguien que pre-dice los acontecimientos futuros. El profeta se enfrenta a todo poderío personal y social, habla desde el “clamor de los pobres” y pretende siempre que haya justicia. Obviamente le preocupa el futuro del pueblo, la situación sangrante de los pobres. Los profetas surgen en los momentos de crisis y de cambios para avizorar una situación nueva, llena de libertad, de justicia, de solidaridad, de paz. La misión del profeta cristiano es cuestionar los “sistemas” contrarios al Espíritu, defender a toda persona atropellada y a todo pueblo amenazado, alentar esperanzas en situaciones catastróficas y promover la conversión hacia actitudes solidarias. Tiene experiencia del pueblo (vive encarnado) y contacto con Dios (es un místico), y de ahí obtiene la fuerza para su misión. Por medio de los profetas, Dios guía a su pueblo “con su justicia y su misericordia” (Bar 5,9). El profeta “allana los caminos” a seguir.
El Salmo nos canta con bellos tintes, -al mismo tiempo trágicos y esperanzadores- la transformación a nivel emocional que la acción prodigiosa de Dios ha gestado en sus corazones. Los sueños se despiertan, la lengua se desata y entona cánticos de alabanza, la alegría irrumpe echando fuera la negatividad y la tristeza. Ellos, al irse al exilio, llevaban semilla, posibilidad de vida, y sin embargo, iban llorando. Curiosamente ahora que vuelven del cautiverio, vienen alegres…a pesar de que traen gavillas [1](manojo de hierbas de poco valor) símbolo de que de ellos no puede esperarse nada, pero de Dios…de Dios viene la salvación, el fruto abundante. Dios es capaz de transformar nuestras “gavillas” en fruto abundante. En efecto, Adviento es tiempo de esperanza, pero no basada en nuestras aptitudes o virtudes, sino en la venida de aquel que nos rescata de nuestras esclavitudes y nos lleva a un estado de vida plena inimaginable.
En la  carta a los Filipenses se hace hincapié en dos realidades inherentes a la vida cristiana: por un lado, la permanente acción plenificadora de Dios, que va llevando al discípulo hacia su total configuración en Cristo, y por otro lado, la indispensable respuesta del discípulo a esa graciosa acción (los frutos de justicia que vienen por Jesucristo). El viejo y aún no del todo superado dilema (al menos en el imaginario popular, aunque ya zanjado a nivel del discurso teológico, a partir del Concilio de Trento y recientemente con la declaración conjunta entre luteranos y católicos sobre el tema de la justificación) de la relación entre gracia y obras. Es Jesús, en efecto, la causa de la vida nueva, pero las obras son el resultado visible de esa acción unida indefectiblemente a la respuesta volitiva del hombre.
En el evangelio de Lucas, al llegar la plenitud de los tiempos, el mismo Dios anuncia la cercanía del Reino por medio de Juan y asegura con Isaías que “todos verán la salvación de Dios” (Lc 3,6). Para el Dios que llega con el don de la salvación debemos preparar el camino en el hoy de nuestra propia historia. Juan Bautista, profeta precursor de Jesús, fue hijo de un “mudo” (pueblo en silencio) que renunció al “sacerdocio” (a los privilegios de la herencia), y nació de una “estéril” (fruto del Espíritu). Le “vino la palabra” estando apartado del poder y las categorías idolátricas que rigen la sociedad. La palabra siempre llega en el desierto (donde sólo hay palabra) y se dirige a los instalados (entre quienes habitan los ídolos) para desenmascararlos. La palabra profética le costó la vida a Juan. Su deseo profético es profundo y universal: “todos verán la salvación de Dios”. La salvación viene en la historia (nuestra historia se hace historia de salvación), con una condición: la conversión (“preparad el camino del Señor”). ¿Qué debemos hacer para ejercer nuestro ministerio profético?
La invitación de Isaías, repetida por Juan Bautista y corroborada por Baruc, nos invita a entrar en el dinamismo de la conversión, a ponernos en camino, a cambiar. Cambiar desde dentro, creciendo en lo fundamental, en el amor para “aquilatar lo mejor” (Flp 1,10). Con la penetración y sensibilidad del amor escucharemos las exigencias del Señor que llega y saldremos a su encuentro “llenos de los frutos de justicia” (1,11).
Esa renovación desde dentro tiene su manifestación externa porque se “abajan los montes”, se llenan los valles, se endereza lo torcido y se iguala lo escabroso (Bar 5,7). Se liman asperezas, se suprimen desigualdades y se acortan distancias para que la salvación llegue a todos. La humanidad transformada es la humanidad reconciliada e igualada, integrada en familia de fe: “los hijos reunidos de Oriente a Occidente” (Bar 5,5).
Convertirse entonces es ensanchar el corazón y dilatar la esperanza para hacerla a la medida del mundo, a la medida de Dios. Una humanidad más igualitaria y respetuosa de la dignidad de todos es el mejor camino para que Dios llegue trayendo su salvación. A cada uno corresponde examinar qué renuncias impone el enderezar lo torcido o abajar montes o rellenar valles. Nuestros caminos deben ser rectificados para que llegue Dios.
Adviento es el tiempo litúrgico dedicado por antonomasia a la esperanza. Y esperar es ser capaz de cambiar, y ser capaz de soñar con la Utopía, y de provocarla, aún en aquellas situaciones en las que parece imposible. Dejémonos impregnar por la gracia de este acontecimiento que se nos aproxima, dejemos que las celebraciones de la Eucaristía y de la liturgia de estos días nos ayuden a profundizar el misterio que estamos por celebrar.
Unidos en la esperanza caminamos juntos al encuentro con Dios. Pero al mismo tiempo, Él camina con nosotros señalando el camino porque “Dios guiará a Israel entre fiestas, a la luz de su Gloria, con su justicia y su misericordia” (Bar 5,9).
Gracia y paz.


[1] 1. f. Conjunto de sarmientos, cañas, mieses, ramas, hierba, etc., mayor que el manojo y menor que el haz.
2. f. Junta de muchas personas y comúnmente de baja calidad. Gavilla de pícaros. Gente de gavilla.