Hola a todos, les invito al curso que tendré el honor de impartir desde el próximo sábado 5 de enero y hasta el sábado 25 de mayo, vía Internet.
Puedes acceder a mayor información a través del enlace siguiente:
https://www.dropbox.com/s/f9y98c11r4yb36s/Curso%20b%C3%ADblico_Qui%C3%A9n%20es%20el%20Dios%20de%20la%20Biblia..pdf
Si de cualquier modo quieres información más detallada o si deseas inscribirte, envíame tus datos completos -antes del sábado- (nombre y correo electrónico) para que te envíe los datos de la cuenta donde deberás depositar tu cuota de recuperación mensual o por el total del curso y así puedas recibir en tu correo el material de la primera sesión.
Los datos puedes enviármelos a mi correo (jarevalonajera@gmail.com).
Una abrazo.
lunes, 31 de diciembre de 2012
Audio/Reflexión sobre las lecturas del domingo 6 de enero del 2013 Ciclo C Epifanía del Señor
Les invito a escuchar mi reflexión sobre las lecturas del domingo 6 de enero de 2013_Epifanía del Señor.
Sigan el vínculo:http://www.ivoox.com/reflexion-sobre-lecturas-del-6-enero-audios-mp3_rf_1679011_1.html
Sigan el vínculo:http://www.ivoox.com/reflexion-sobre-lecturas-del-6-enero-audios-mp3_rf_1679011_1.html
Reflexión sobre las lecturas del domingo 6 de enero del 2013 Ciclo C Epifanía del Señor
LECTURAS
Is 60,1-6:
<< ¡Levántate, resplandece, porque llega tu luz y la gloria del Señor
brilla sobre ti! Porque las tinieblas cubren la tierra y una densa oscuridad, a
las naciones, pero sobre ti brillará el Señor y su gloria aparecerá sobre ti. Las
naciones caminarán a tu luz y los reyes, al esplendor de tu aurora. Mira a tu
alrededor y observa: todos se han reunido y vienen hacia ti; tus hijos llegan
desde lejos y tus hijas son llevadas en brazos. Al ver esto, estarás radiante, palpitará
y se ensanchará tu corazón, porque se volcarán sobre ti los tesoros del mar y
las riquezas de las naciones llegarán hasta ti. Te cubrirá una multitud de
camellos, de dromedarios de Madián y de Efá. Todos ellos vendrán desde Sabá, trayendo
oro e incienso, y pregonarán las alabanzas del Señor. >>
Sal 71:
<< Comunica, Señor, al rey tu juicio, y tu justicia al que es hijo de
reyes; así tu siervo saldrá en defensa de tus pobres y regirá a tu pueblo
justamente. Florecerá en sus días la justicia y reinará la paz, era tras era.
De mar a mar se extenderá su reino y de
un extremo al otro de la tierra. Los reyes de occidente y de las islas le
ofrecerán sus dones. Ante él se postrarán todos los reyes y todas las naciones.
Al débil librará del poderoso y ayudará al que se encuentra sin amparo; se
apiadará del desvalido y pobre y salvará la vida al desdichado. >>
Ef 3,2-3.5-6:
<< Porque seguramente habrán oído
hablar de la gracia de Dios, que me ha sido dispensada en beneficio de ustedes.
Fue por medio de una revelación como se me dio a conocer este misterio, tal
como acabo de exponérselo en pocas palabras. Que no fue manifestado a las
generaciones pasadas, pero que ahora ha sido revelado por medio del Espíritu a
sus santos apóstoles y profetas. Este misterio consiste en que también los
paganos participan de una misma herencia, son miembros de un mismo Cuerpo y
beneficiarios de la misma promesa en Cristo Jesús, por medio del Evangelio.
>>
Mt 2, 1-12:
<< Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos
magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron: « ¿Dónde está el
rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y
hemos venido a adorarlo». Al enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y
con él toda Jerusalén. Entonces reunió a todos los sumos sacerdotes y a los
escribas del pueblo, para preguntarles en qué lugar debía nacer el Mesías. «En
Belén de Judea, le respondieron, porque así está escrito por el Profeta:
Y
tú, Belén, tierra de Judá,
ciertamente
no eres la menor
entre
las principales ciudades de Judá,
porque
de ti surgirá un jefe
que
será el Pastor de mi pueblo, Israel».
Herodes mandó llamar
secretamente a los magos y después de averiguar con precisión la fecha en que
había aparecido la estrella, los envió a Belén, diciéndoles: «Vayan e
infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado,
avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje». Después de oír al rey,
ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta
que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Cuando vieron la estrella se
llenaron de alegría, y al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su
madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le
ofrecieron dones: oro, incienso y mirra. Y como recibieron en sueños la
advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por
otro camino. >>
- REFLEXIÓN
La gloria del Señor amanece en
los que le buscan
Jorge Arévalo Nájera
La primera lectura,
tomada del profeta Isaías, es un oráculo de consuelo para Jerusalén,
la ciudad tantas veces asediada, tomada y destruida. Aquí, y en otros lugares
del mismo libro, aparece representada como una mujer, madre y esposa, a quien
se anuncia el regreso de sus hijos dispersos, el homenaje de los pueblos
extranjeros.
La imagen de las
tinieblas sobre el mundo que son barridas por el sol divino, por la luz de una
nueva aurora, es una imagen recurrente a todo lo largo de la Escritura, tanto
en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Una imagen, por otra parte, presente
en la mayoría de las religiones y de las culturas antiguas y modernas. Dios se
ha formado un pueblo para que su luz brille y se irradie mediante él. Es verdad
que Israel nunca concibió el proselitismo como parte de su identidad, pero
siempre pensó que de algún modo, la plenitud de la historia contendría la
sumisión a Dios por parte de los pueblos paganos.
Sin embargo, la
tradición profética sí que intuyó la misión de Israel de cara al mundo, la
obligación de hacer brillar la luz de Dios para atraer al mundo entero. La
elección es un privilegio, pero también es una responsabilidad y un compromiso.
La espiritualidad intimista que se solaza en la gratificación del saberse
elegido y en la formación de un gueto esotérico exclusivista no es lo propio
del pueblo que se ha escogido Dios. Pero, ¿De qué manera Israel/Iglesia debe
responder a esa elección? Isaías nos lo muestra de manera concreta:
1.- <<Levántate>>: La
palabra alude a una clase de vida cualitativamente superior, y aunque
efectivamente el Antiguo Testamento –a excepción de la literatura
deuterocanónica, es decir los libros que fueron compuestos entre los siglos II
y I a.C, y redactados en griego- no conoció la noción de
<<resurrección>>, sin embargo, sí que concebía la acción
vitalizadora de Dios más allá de la muerte. Levantarse es una formulación
imperativa de Dios, que exhorta a Israel a vivir de acuerdo con la alianza, de
una manera distinta al resto del mundo, que es imaginado como rodeado por la
tiniebla del desconocimiento del Dios que se ha manifestado a Israel.
2.- <<Brilla
>>: Así como los cuerpos son opacos y
solamente son visibles porque reflejan la luz, el pueblo de Dios no brilla por
sí mismo, la luz le viene de fuera. Ahora bien, la luz en la simbología bíblica
hace referencia a la inteligencia y la fe es la luz que permite al hombre
vislumbrar la realidad que está más allá de la apariencia. El pueblo puede
brillar porque Dios habita en medio de él y la fe es la herramienta que permite
a Israel caminar según los criterios de Dios, y al hacerlo, comparte su brillo
al mundo entero.
3.- <<La gloria
del Señor amanece sobre ti >>: La gloria es la
manifestación victoriosa de Dios, que se concretiza en una forma de vida
testimonial. Dios vence en su pueblo, que se convierte en el amanecer de la
gloria divina en medio de un mundo rodeado por la oscuridad.
El Salmo resuena con este clásico canto
de entronización real: Si Israel ha de brillar, necesita de un auténtico rey
que le conduzca con justicia divina (provea al pueblo de lo necesario para su
plenitud), que le otorgue la paz (plenitud en los cuatro ejes relacionales
humanos; con Dios, consigo mismo, con los demás y con el cosmos), que domine al
mal (simbolizado por las aguas marítimas), y que se le reconozca su potestad
absoluta sobre los reyes de la tierra y las naciones, y finalmente, manifieste
su poder liberando a los pobres y protegiendo a los afligidos.
En la lectura tomada de
la carta a los Efesios,
también se habla de epifanía, de manifestación y revelación de cosas ocultas.
No para desconcertarnos o sumirnos en el temor, sino todo lo contrario: para
llenarnos de alegría al conocer el plan misterioso de Dios. «Que
también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de
la Promesa en Jesucristo, por el Evangelio». Es el fin ideal de todo
particularismo y discriminación, de toda exclusión o segregación.
«Gentiles» somos todos
los pueblos de la tierra que no estamos étnicamente vinculados con el judaísmo.
Ellos, los judíos, se consideraban el único pueblo elegido. Ahora comparten su
elección con la humanidad entera, «en Jesucristo», «por el Evangelio». Decimos
que es el fin «ideal» de todo particularismo porque eso hay que convertirlo en
realidad, sabiendo que como Dios no hace acepción de personas, tampoco nosotros
podemos hacerlas. Que hemos de convertir en realidad aquello de que «todo
hombre, todo ser humano, es mi hermano». Que no existe razón alguna para despreciar
a nadie, ni por su raza, ni por su lengua, ni por su religión, ni por su
particular cultura, ni por su condición social, ni por ninguna razón.
San Pablo está en lo
cierto al decir que se le reveló un misterio «que no había sido manifestado a
los hombres en otros tiempos», pues hasta ahora seguimos pensando que hay
muchas razones para considerarnos distintos, superiores, «elegidos por Dios,
depositarios únicos de la salvación», mejores que los demás. El misterio de que
habla San Pablo es precisamente ese: que Dios nos considera a todos iguales, y
nos ama en consecuencia, a todos por igual, con particular predilección por los
que nosotros nos empeñamos en excluir.
Con respecto a la
lectura del evangelio de Mateo, es necesario hacer un acercamiento histórico
de cómo pudo haber sido el acontecimiento que nos evoca el evangelio, o por qué
quedó guardado en la memoria del naciente cristianismo.
Herodes el Grande reinó
en Judea a partir del año 40 antes de nuestra era. Su gobierno fue auspiciado
por el Senado Romano. Herodes, de origen extranjero, nació en Edom, uno de los
enemigos tradicionales de Israel. La lucha por mantenerse en el poder a costa
de lo que fuera, fue una de sus banderas. Hasta el punto que en su vejez se
negó constantemente a abandonar el trono, no teniendo escrúpulo alguno en
asesinar a alguno de sus hijos por temor a ser traicionado. Su ejército dejó
una marca de violencia y de sangre imposible de borrar de las memoria judía.
Toda esta espiral de
violencia se acrecentó más al saberse de la existencia de un legítimo sucesor
de David que podría reclamar para sí el trono. El relato del capítulo 2 de
Mateo, es como un eco y una transposición de esta situación conflictiva. El
gran rey, del que todavía se guarda vivo recuerdo a finales del siglo I de
nuestra era, se convertía en el adversario del verdadero rey; él era el faraón
perseguidor del nuevo Moisés y por tanto el símbolo de los poderosos de este
mundo.
El Salmo habla de reyes
y Mateo de magos. ¿Quiénes eran estos magos en tiempos de Jesús? Eran sabios,
paganos conocedores de la astrología, de las matemáticas y de una gran cantidad
de ciencias, con el único fin de conocer a Dios. Según Mateo, en los tiempos
mesiánicos, la universalidad de Jesús abarca también a aquellos que por otros
medios, distintos a los de la fe, manifiestan su búsqueda permanente del Dios
de la Vida. Los Magos, alertados por el “surgir de un astro”, vienen a postrarse
ante Jesús. La ciencia se postra: en una época en que las creencias astrales
estaban extendidas, era necesario que el evangelista subrayase la supremacía
del Señor sobre los elementos del mundo.
Otra finalidad de tipo
polémico y muy importante existe también en el relato: Herodes y Jerusalén no
reconocen al Mesías y le ponen una trampa; por el contrario, los Magos
extranjeros, símbolo de las naciones paganas son los primeros que vienen a
adorar al Salvador. Éste es uno de los temas más trabajados por esa comunidad
evangélica de Mateo.
Para ella queda claro,
que el Dios que se nos revela en la persona del Señor Jesucristo, no le
pertenece a ningún pueblo, a ninguna raza, a ninguna nación, y tampoco a
ninguna religión. Dios es para todos y, todos los pueblos están llamados a
congregarse en torno a él. La fiesta de la Epifanía es una ocasión privilegiada
para abordar ante el pueblo de Dios el tema del diálogo de religiones, y la
reformulación del cristianismo y de su teología a la luz de planteamientos que
tengan en cuenta esa pluralidad de religiones. No cabe duda, la gloria del
Señor amanece en los que le buscan.
Gracia y paz.
lunes, 24 de diciembre de 2012
AUDIO/REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 30 DE DICIEMBRE DE 2012 LA SAGRADA FAMILIA
Te invito a escuchar mi reflexión sobre las lecturas del próximo domingo 30 de diciembre de 2012_La Sagrada Familia.
Sigue el vínculo: http://www.ivoox.com/reflexion-30-diciembre-2012-sagrada-familia-c-audios-mp3_rf_1668544_1.html
Sigue el vínculo: http://www.ivoox.com/reflexion-30-diciembre-2012-sagrada-familia-c-audios-mp3_rf_1668544_1.html
REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 30 DE DICIEMBRE DE 2012 LA SAGRADA FAMILIA
1.
LECTURAS
1 Sam
1,20-22.24-28:
<< Ana concibió, y a su debido tiempo dio a luz un hijo, al que puso el
nombre de Samuel, diciendo: “Se lo he pedido al Señor”. El marido, Elcaná,
subió con toda su familia para ofrecer al Señor el sacrificio anual y cumplir
su voto. Pero Ana no subió, porque dijo
a su marido: “No iré hasta que el niño deje de mamar. Entonces lo llevaré, y él
se presentará delante del Señor y se quedará allí para siempre”. Cuando el niño
dejó de mamar, lo subió con ella, llevando además un novillo de tres años, una
medida de harina y un odre de vino, y lo condujo a la Casa del Señor en Silo.
El niño era aún muy pequeño. Y después de inmolar el novillo, se lo llevaron a
Elí; Ella dijo: “Perdón, señor mío; ¡por tu vida, señor!, yo soy aquella mujer
que estuvo aquí junto a ti, para orar al Señor. Era este niño lo que yo suplicaba al Señor, y
él me concedió lo que le pedía. Ahora yo, a mi vez, se lo cedo a él: para toda
su vida queda cedido al Señor”. Después se postraron delante del Señor.
>>
Sal 83: << Anhelando los atrios del
Señor se consume mi alma. Todo mi ser de gozo se estremece y el Dios vivo es la
causa. Dichosos los que viven en tu casa, te alabarán para siempre; dichosos
los que encuentran en ti su fuerza y la esperanza de su corazón. Escucha mi
oración Señor de los ejércitos; Dios de Jacob, atiéndeme. Míranos, Dios y
protector nuestro, y contempla el rostro de tu Mesías. >>
1 Jn 3,1-2.
21-24:
<< ¡Miren cómo nos amó el Padre! Quiso
que nos llamáramos hijos de Dios, y nosotros lo somos realmente. Si el mundo no
nos reconoce, es porque no lo ha reconocido a él. Queridos míos, desde ahora
somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todavía. Sabemos que
cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. Queridos
míos, si nuestro corazón no nos hace ningún reproche, podemos acercarnos a Dios
con plena confianza, y él nos concederá todo cuanto le pidamos, porque
cumplimos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada. Su mandamiento es este: que
creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos los unos a los otros
como él nos ordenó. El que cumple sus mandamientos permanece en Dios, y Dios
permanece en él; y sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que
nos ha dado. >>
Lc 2,41-52: << Sus padres iban todos
los años a Jerusalén en la fiesta de la Pascua. Cuando el niño cumplió doce
años, subieron como de costumbre, y
acabada la fiesta, María y José regresaron, pero Jesús permaneció en Jerusalén
sin que ellos se dieran cuenta. Creyendo que estaba en la caravana, caminaron
todo un día y después comenzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos. Como
no lo encontraron, volvieron a Jerusalén en busca de él.
Al tercer día, lo hallaron en el Templo en
medio de los doctores de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que lo oían estaban asombrados de
su inteligencia y sus respuestas. Al verlo, sus padres quedaron maravillados y
su madre le dijo: «Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y
yo te buscábamos angustiados». Jesús les respondió: « ¿Por qué me buscaban? ¿No
sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?». Ellos no entendieron
lo que les decía. Él regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos.
Su madre conservaba estas cosas en su corazón. Jesús iba creciendo en
sabiduría, en estatura y en gracia delante de Dios y de los hombres. >>
2.
REFLEXIÓN
Una nueva familia de hijos
que encuentran en su Padre la fuerza y
la esperanza de su corazón.
Jorge
Arévalo Nájera
Tradicionalmente,
cuando se predica o se escribe sobre la sagrada familia formada por Jesús, María
y José, se ensalzan las virtudes –indudables- de los padres, ya sea de la madre
o del padre putativo; su fidelidad a Dios, su piedad, su ternura, responsabilidad,
etc. Y desde luego se nos dice que la familia de Jesús es un modelo, un
paradigma a seguir en la vida de toda familia humana.
Y todo eso está muy
bien, seguramente que otra sociedad tendríamos si las familias encarnaran en
sus circunstancias concretas y particulares los valores de la sagrada familia.
Sin embargo, hoy
quisiera reflexionar con Ustedes otras perspectivas teológicas y espirituales
que pueden desprenderse de las lecturas que hoy se nos proclaman en la asamblea
eucarística y que pueden iluminar la vida de las comunidades cristianas.
La primera lectura y el
evangelio (1 Sam
y Lucas, respectivamente) enmarcan la reflexión en el contexto del símbolo
religioso judío por excelencia que es el Templo. El niño Samuel es llevado al
Templo para ser entregado en servicio perpetuo a Dios. Sabemos que Samuel fue
un importantísimo juez y profeta de Israel, que ungió al primer rey Saúl y al más
extraordinario rey que jamás tuvo Israel, David.
El profeta es fruto de
una acción prodigiosa de Dios sobre el vientre estéril de Ana, su madre y aquí
encontramos un punto de similitud con Jesús. Ambos provienen, no del mero deseo
humano, sino sobre todo de la misericordia de Dios por su pueblo. Samuel es
tipo, prefigura del profeta escatológico que será Jesús. Desde luego que Jesús
llevará la profecía a niveles jamás pensados e inclusive convertirá en profetas
con el don de su Espíritu a todos aquellos que se adhieran a su persona y hagan
suyo su mensaje.
Lucas nos presenta la
escena en la que el niño Jesús acude al Templo y entabla un diálogo de
preguntas y respuestas con los doctores, es decir, los personajes más
conocedores de las Escrituras y la Ley israelitas. Es evidente que no debemos
pensar en un reportaje histórico por parte del evangelista. De hecho, esta
famosísima escena no es la más importante de la perícopa, que en su conjunto es
una catequesis teológica que pretende mostrar a Jesús como el Hijo de Dios cuyo
lugar apropiado es la casa de su Padre y cuya actividad única es la de <<
ocuparse de las cosas de su Padre. >>
Aquí podríamos muy bien
pensar en un exquisito juego de imágenes: por un lado Jesús es profeta, pero no
es cualquier profeta, Él mismo es la Palabra que se dice en una carne concreta.
Por otro lado, él no ha sido llamado por su Padre para ungir a nadie porque él
mismo es el Rey y su unción no puede dársela ningún hombre, será el mismo Espíritu
quien le ungirá para que reine con poder y gloria sobre el cosmos entero.
Además, Jesús está en
el templo, pero Él mismo es el nuevo Templo no construido por manos humanas,
sino levantado por el poder de Dios que le resucitará de entre los muertos. Pero
no será un Templo/Casa exclusivista sino que en Él, los hombres de toda raza y
lugar, sin distinción alguna serán invitados a adorar en espíritu y verdad al
Dios de la vida, que les aguarda como Padre amoroso y no como juez iracundo.
El Salmo canta con singular pasión y
ardor el anhelo que consume el alma del creyente por pisar los atrios de la
casa del Señor. ¡Ay, si los católicos acudiéramos a la Misa movidos por ese
ardor, por ese anhelo de encontrarnos con el Señor, nadie se dormiría en la
proclamación de la Palabra, nadie saldría con cara de pocos amigos! ¡Ay, si
algunos curas entendieran y vivieran esto, no regañarían a los niños por
manifestar alegría de encontrarse con sus amiguitos o a los adultos por mostrar
signos “poco decorosos” y “demasiado escandalosos” en “la casa de Dios”! ¡Ay,
si entendiéramos todos que ningún templo de edificación humana es “casa de Dios”,
sino que es la misma comunidad el lugar en el que Dios habita y que la alegría
es el signo distintivo de los adoradores en espíritu!
Mientras el templo siga
siendo el lugar donde nos reunimos los temerosos hijos del dios de las
prescripciones, de los mandamientos, de la retribución y del castigo, y
mientras no descubramos que NOSOTROS MISMOS SOMOS LA CASA DE DIOS, la deseable
experiencia del salmista -la “dicha de los que viven en su casa”-, nos quedará
muy lejos.
Pero todavía hay que
decir más, y es la 1 Juan la que en esta
ocasión viene en nuestra ayuda. Contempla extasiado el misterio de la filiación
humana desde su origen, desde el amor del Padre… ¡Miren cómo nos amó el Padre!
He aquí otro gran
problema en la espiritualidad cristiana; tratamos a duras penas de vivir el
Evangelio porque en el fondo lo consideramos una pesada carga, añadida a la ya
de por sí dificultosa existencia en este “valle de lágrimas”. La doctrina y las
normas ocupan el lugar central y así es imposible vivir las categorías del
Reino de Dios. Olvidamos que es el amor de Dios el origen de todo, inclusive de
nuestro ser, y así, convertimos el cristianismo en una religión más, incapaz de
alegrarnos el corazón de manera definitiva.
¡Es la intimidad con
Dios la que nos pone en contacto existencial con ese amor! ¡Es en el silencio
interior que se puede escuchar la Buena Noticia del Dios que nos ama! ¡Es en la
realidad última del ser, en el rincón donde yo soy yo y nadie más, donde sólo
Dios y yo somos y estamos, donde podremos hacernos amigos del Señor!
Ya me parece ver la
cara de incredulidad de algunos hermanos y amigos que se preguntan: ¿y entonces,
la caridad, la solidaridad con los que sufren, en dónde queda? ¿No es más
importante esto que los rezos y plegarias? ¡Vayamos a la lucha de la vida y
olvidémonos de misticismos alienantes!
Sin embargo, debo
disentir con esta forma de pensar. No hablo de rezos aprendidos de memoria y
recitados de forma irreflexiva, hablo de oración contemplativa, de adoración
silenciosa, de << permanecer mucho
tiempo, muchas veces en la soledad con aquel que sabemos nos ama. >>[1]
Contrariamente a lo que
muchos piensan, este tipo de oración resulta ser el arma subversiva más eficaz
en contra de toda clase de pietismo religioso y de inmovilidad espiritual. La
transformación interior que se produce –al tiempo de Dios, claro está- en el
orante deviene en una suerte de ebullición, de inquietud, de movimiento
explosivo que va invadiendo todas las esferas de la exterioridad y obviamente
lleva al contacto solidario con los sufrientes y olvidados de la sociedad. Si
esto no acontece, entonces la oración está siendo para el creyente una forma de
escape, un refugio artificioso que destruye la vida espiritual.
También la auténtica
oración contemplativa es el antídoto perfecto para el activismo espiritual. Algunos
cristianos piensan que “haciendo cosas” (marchas a favor de los derechos
humanos, plantones para apoyar a los desarraigados de su tierra, etc.) están
actuando de un modo congruente y responsable con su fe. No digo que esto no sea
necesario, pero no es lo primero ni lo único.
Jesús dice que la oración
(en el sentido que he venido explicando) es el sustrato de una activa y fructífera
solidaridad con los hermanos. De hecho, no lo olvidemos, Jesús tenía por
costumbre retirarse a lugares solitarios para orar a su Padre y solo después
bajaba a encontrarse con los enfermos y endemoniados para sanarlos y
comunicarles la Buena Nueva del Reino.
Pero volvamos al texto
de 1 Jn y acabemos con la reflexión. Esta experiencia contemplativa del amor de
Dios es la que permite entender que la comunidad no es un club de amigos, ni un
lugar de reunión para fans de Jesús, sino que es un organismo vivo formado por
hermanos que confiadamente se acercan a Dios con conciencia irreprochable
porque hacen lo que su Padre Dios les enseña y le agrada; creer en el nombre de
su Hijo y amarse los unos a los otros como él los amó.
Así, los cristianos
estamos llamados a vivir como la familia de Dios que encuentra en él su fuerza
y su esperanza.
Gracia y paz.
lunes, 17 de diciembre de 2012
Audio/reflexión domingo 23 de diciembre de 2012_4° de Adviento.
Los invito a escuchar mi reflexión sobre las lecturas del 4° domingo de Adviento ciclo C: << Pequeños gigantes o gigantes pequeños? >> Sigan el vínculo.
VÍNCULO AUDIO: http://www.ivoox.com/reflexion-23-diciembre-2012-4-adviento-audios-mp3_rf_1649721_1.html
VÍNCULO AUDIO: http://www.ivoox.com/reflexion-23-diciembre-2012-4-adviento-audios-mp3_rf_1649721_1.html
REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 23 DE DICIEMBRE DE 2012 (4° DOMINGO DE ADVIENTO CICLO C)
REFLEXIÓN SOBRE
LAS LECTURAS DEL 23 DE DICIEMBRE DE 2012 (4° DOMINGO DE ADVIENTO CICLO C)
1. LECTURAS
Mi 5,1-4: << Así dice el Señor:
"Pero tú, Belén de Efrata, pequeña entre las aldeas de Judá, de ti saldrá
el jefe de Israel. Su origen es desde lo antiguo, de tiempo inmemorial. La
entrega hasta el tiempo en que la madre dé a luz, y el resto de sus hermanos
retornará a los hijos de Israel. En pie, pastoreará con la fuerza del Señor,
por el nombre glorioso del Señor, su Dios. Habitarán tranquilos, porque se
mostrará grande hasta los confines de la tierra, y éste será nuestra paz".
>>
Sal 79: << Pastor de Israel, escucha, tú que te
sientas sobre querubines, resplandece. Despierta tu poder y ven a salvarnos.
Dios de los ejércitos, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu
viña, la cepa que tu diestra plantó, y que tú hiciste vigorosa. Que tu mano
proteja a tu escogido, al hombre que tú fortaleciste. No nos alejaremos de ti:
danos vida, para que invoquemos tu nombre. >>
Heb 10,5-10: << Hermanos: Cuando Cristo
entró en el mundo dijo: "Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me
has preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias.
Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: "Aquí estoy, oh Dios,
para hacer tu voluntad." Primero dice: "No quieres ni aceptas
sacrificios ni ofrendas, holocaustos ni víctimas expiatorias", que se
ofrecen según la Ley. Después añade: "Aquí estoy yo para hacer tu
voluntad." Niega lo primero, para afirmar lo segundo. Y conforme a esa
voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo,
hecha una vez para siempre. >>
Lc 1,39-45: << En aquellos días,
María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró
en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María,
saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a
voz en grito: "¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu
vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo
llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que
has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá". >>
- REFLEXIÓN
¿Pequeños
gigantes o gigantes pequeños?
Jorge Arévalo nájera
Los polos opuestos en la visión que el hombre tiene de si mismo son, por
un lado, la consideración de que es un ser creado para la grandeza, que los
límites son para los mediocres, que si se lo propone puede lograr cualquier
cosa, solo hace falta “bucear” en el inmenso cúmulo de posibilidades que anidan
en su interior y aprender a desarrollarlas. En esta visión antropológica ya
todo ha sido dado, solo es cuestión de esfuerzo y perseverancia (huele a
“deísmo” ¿no?)
Por otro lado, y me temo que con demasiada insistencia en la evangelización
y predicación cristiana, se mira al hombre como absoluta indigencia,
mediocridad e incapacidad para lograr nada por sí mismo. No hay nada que hacer,
el hombre es pecado de continuo y solo la frustración acecha por los vericuetos
de la historia para fagocitar al hombre de una vez y para siempre. Todo es por
tanto vanidad y falacia, la vacuidad de la vida se hace intolerable y el hombre
se abandona en un derrotismo existencial (esto huele a mezcla de luteranismo
exacerbado y existencialismo ateo ¿verdad?)
Evidentemente estoy “cargando las tintas” y exagerando hasta extremos
que probablemente no se den en la cotidianidad de los hombres comunes y
corrientes, como usted o como yo, y sin embargo la influencia de ambas
ideologías sí que ha sido y es fundamental en la construcción del entramado
social dentro del cual nos desarrollamos en nuestra vida y desde luego en una
sana espiritualidad cristiana.
Ambas presentaciones padecen de graves defectos en la concepción humana
que aportan y las lecturas de este Domingo 4° de Adviento, nos ayudan a
corregir. Siendo el Adviento un tiempo de preparación para recibir al Kyrios,
Señor de cielos y tierra, al dominador de todo, al que rige con justicia y
salva a su pueblo, y que también es (no lo olvidemos) el primer “hombre nuevo”
en la resurrección, él mismo es el nuevo Adán de cuyo sustrato nace una nueva
humanidad. En Cristo, el “homo absconditus” es transformado en “homo
revelatus”, él es pues el “ecce homo”, el auténtico y definitivo hombre,
aquello que el Padre soñó para su criatura se cumple perfectamente en Cristo.
Así pues, en él y solo en él el hombre puede vislumbrar su auténtica
identidad y vocación, y como de alguna manera toda palabra revelada, aún la
consignada en el Antiguo Testamento, es manifestación de Cristo puesto que él
es la Palabra ,
dejemos que las lecturas nos conduzcan de la mano en la revelación que hoy Cristo
nos hace acerca de nosotros, pues no es de poca importancia precisar lo que en
Cristo se ilumina del hasta entonces encriptado misterio antropológico.
Según Miqueas, es de Belén de
Efrata, calificada como “pequeña entre las aldeas de Judá” (y miren que es ya
decir mucho, puesto que las aldeas de Judá no eran precisamente emporios en
ningún sentido), como haciendo énfasis en la insignificancia del “lugar” donde
comienza todo, donde Dios hace su irrupción definitiva en la historia para
conducir a la humanidad hasta las alturas de la vida definitiva. ¿Qué
importancia puede tener que “el jefe de Israel” como dice el profeta, hubiera
nacido en ese insignificante lugar o en otro cualquiera?
Y no nos apresuremos a la fácil respuesta que apunta a un cumplimiento
literal de las profecías mesiánicas en las que se alude a Belén, pues también
existen fuertes y nada despreciables testimonios en las fuentes
neotestamentarias que señalan a Nazaret como aldea natal de Jesús. A mi
entender, y alejándonos un poco de la especializada discusión al respecto, me
parece que hay dos puntos de particular importancia que vale la pena rescatar.
Por un lado, entender el cumplimiento literal de las profecías bíblicas es (por
decir lo menos) una falta total de conocimiento del fenómeno profético
israelita y nos lleva directamente a un falseamiento del mensaje fundamental
entrañado en el mensaje del profeta. Estos importantísimos personajes bíblicos
no son vulgares adivinos al estilo de Nostradamus o las ridículas pitonisas
modernas que tanto venden en los medios de comunicación y que explotan un
concepto inexistente en la teología israelita: EL FUTURO como una realidad ya
prefijada y a la cual es posible acceder mediante alguna facultad especial.
Sin abundar en el tema puesto que eso rebasaría la intención de estas
reflexiones, debo precisar que los profetas proclaman un futuro bienaventurado
o desastroso siempre POSIBLE según la fidelidad del pueblo a la alianza pactada
con Yahvé. Ahora bien, según esta perspectiva la profecía de Miqueas bien
podría interpretarse en otra línea, que es la del contenido SIMBÓLICO-TEOLÓGICO
del nombre hebreo “Bet-lehem”, que literalmente significa “casa del pan” y allí
si que encontramos una riqueza interpretativa extraordinaria, sobre todo en una
lectura cristológica.
En el Nuevo Testamento, la palabra “pan” es referida en primerísimo
lugar a Cristo mismo (sobre todo en la teología joánica): Cristo es el pan de
vida bajado del cielo (encarnación), quien come de ese pan no vuelve a tener
hambre (quien hace suya la encarnación del Hijo hace suyo el fruto, que es la
vida definitiva), en tanto que Cristo es el pan y él da el pan, es su carne lo
que da por la vida del mundo (su carne es él en cuanto impactó exteriormente el
mundo y esto quedo patentizado plásticamente en la dramaticidad de la
crucifixión del justo por antonomasia) Desde luego que la tradición sinóptica (Mateo,
Marcos y Lucas-Hechos) ya contiene elementos que apuntan en la misma dirección
y el pasaje del saciamiento del hambre por parte de Jesús hacia las multitudes
derrengadas (mal llamado “multiplicación de los panes”) es muestra de esto,
allí Jesús es presentado como el único capaz de satisfacer la profunda hambre
del mundo. Por otro lado, en el evangelio de Marcos, Jesús es “aldea del
consuelo” (Cafarnaún) y por ello, donde está Jesús, está el consuelo
escatológico de Dios anunciado por Isaías y por ello, inicia su itinerario
práxico-proclamador precisamente en el Cafarnaún histórico.
Jesús es pues aldea-casa y pan-vida. Anuncio de bienaventuranza (El
Reino de Dios está ya al alcance de la mano y es anunciado a los pequeños) y
vida definitiva que se alcanza en la consumición de su carne (asumir la misma
vida de Jesús) Así, la pequeñez geográfica y sociológica de Belén es
aprovechada para prefigurar a Cristo, que abraza la pequeñez como única opción
y camino hacia la plenitud y la consecución del proyecto del Padre. Y es
precisamente la pequeñez, la insignificancia ante el mundo aquello que
posibilita la manifestación de la loca grandeza de Dios. Es la impotencia el
germen del poder, la debilidad el triunfo del amor, el fracaso del don la
eficacia del Evangelio, la estupidez de Dios (la cruz del Hijo) la sabiduría
escondida que hará florecer al cosmos en la consumación de la historia.
Claro que a estas alturas, quizás el lector haya empezado a pensar que
así las cosas, el Evangelio no parece apetecible y más bien es bastante
desagradable o mejor aún, Jorge desvaría envuelto en calentura. Bueno, si he
logrado al menos eso me doy por satisfecho. Y es que realmente se requiere una
inversión total de los valores que nos han sido enseñados en los diversos
ámbitos de la cultura, la religión, la familia etc. Y que nos han hecho pensar
que el camino del evangelio es hacia arriba, que el cielo está arriba y
lógicamente hay que “subir” para llegar y claro que subir significa escalar
posiciones sociales y económicas y alcanzar un cierto “status” de prestigio
para desde allí mirar dubitativamente a los desgraciados del mundo para
“echarles una manita” (claro, siempre y cuando no afecte seriamente nuestro
bolsillo y seguridad) ¡y ahora resulta que todo empieza en Belén, que el
hacerse como niños es presupuesto ineludible para ser discípulo y entrar en el
Reino, que la forma de ser reyes de la creación es mediante el servicio a los
excluidos del mundo, que los seguidores de Jesús van en pos de la cruz y que en
ella son más que vencedores, que la cruz no es el presupuesto para la
resurrección sino que ella es ya la vida que nace de lo alto!
Y sin embargo, es desde estas categorías que Dios ilumina al mundo, que
se levanta para pastorear a su pueblo, ¡Que ésa es la fuerza y la majestad del
Señor! Y es lo único que permite “habitar tranquilos”, que es ésta y no otra la
paz que anhela el corazón humano. Según
el Salmo, la fuerza creadora de nuevos mundos está escondida en estas
categorías “tú, que estás rodeado de querubines, manifiéstate…” permanece
oculta a los ojos del mundo, pero para aquellos que le creen a Dios (hacen
existencia sus criterios) se revela aquello que jamás vio ni escuchó ojo ni
oído humano y se convierte en fuerza invencible en Cristo Jesús, custodio de su
vida.
La voluntad del Señor es que el hombre viva y a eso vino y viene El
Mesías, y su forma de dar vida es morir por nosotros, su sacrificio es fuente
de vida porque la vida entregada genera vida en abundancia. Los sacrificios
antiguos han quedado suprimidos, el único y eterno sacrificio del Hijo “nos
santifica por la ofrenda el cuerpo de Jesús Mesías, hecha una vez por todas”
¿Impresionantes palabras verdad?, conmovedoras y desde luego muy sensatas
aplicadas a Jesús… después de todo ¡El es el Hijo de Dios! ¿No?, él podía hacer
eso y más. Pues resulta que el misterio cristológico no es exclusivo con
respecto a sus discípulos, más aún, ES INCLUSIVO y esto quiere decir que lo que se dice de
Jesús tiene repercusiones eclesiológicas y discipulares. Así, Jesús dice
“Mayores obras que estas haríais si tuvierais fe” y “Sed perfectos como vuestro
Padre es perfecto” y podríamos decir que un gran porcentaje de las frases
atribuidas a Jesús y que se dirigen a sus seguidores están formuladas en imperativo, lo cual
implica que el discípulo auténtico está llamado a ser OTRO CRISTO, a ser la
concreción sacramental del Ungido por excelencia. Desde luego que dichas
palabras del Maestro no deben ser entendidas como un conjunto de preceptos más
que cargar al fardo de la ley antigua, sino más bien como expresión verbal de
una realidad que ya es posible vivir en virtud de la Gracia y la disposición
volitiva del hombre (en ése orden).
En el pasaje evangélico lucano,
los personajes mencionados juegan (más allá de su dimensión histórica como
personajes de carne y hueso) un papel emblemático-teológico. María es
precisamente figura de la pequeña y frágil comunidad cristiana que lleva en su
seno al Mesías anunciado desde antiguo. Es de notar que nos es presentada como
una pequeñina que corre presurosa entre las montañas (como el alegre mensajero
de la buena nueva anunciado por los profetas), y si en la simbología israelita
los “montes” significan los ídolos en cuyos brazos se abandona Israel, entonces
la noticia es buena porque ha llegado la liberación de la idolatría, que se
dice “consuelo” en la teología profética, liberación y consuelo que son don
mesiánico que llega mediante una comunidad en apariencia insignificante, frágil
barquichuela amenazada por las fuerzas mundanas que ya en más de una ocasión
han estado a punto de destruirla. Y sin embargo, la presencia de aquel que es
el salvador del mundo, por libérrima decisión divina, depende de la
pronunciación de unas palabras humanas que cambiarán para siempre la historia
de la humanidad de una manera que aún hoy día no hemos descubierto del todo ¡”Aquí estoy Dios mío; vengo para hacer tu
voluntad! Afirma de Jesús la Carta a
los Hebreos y la virgen de Sión hará suya la disposición encerrada en ellas
“Yo soy la esclava del Señor, que se
cumpla en mí tu palabra” (Lc 1,38).
Pensar queridos hermanos que la economía salvífica de Dios dependa en
esa forma de la colaboración humana es realmente para poner los pelos de punta,
pero también para maravillarnos con la paradójica realidad de la comunidad
cristiana a la que pertenecemos. Por un lado somos insignificancia y aparente
fracaso de cara al mundo, pero precisamente por ello, espacio privilegiado para
llevar a un mundo estéril y condenado a
la muerte (Isabel) a aquel que es La Buena
Noticia , para que la savia vital corra por sus anquilosadas
arterias y la vida sea suscitada en su ser ¡Somos la oportunidad para que se
cumpla lo que el Señor anunció!
Nuestra grandeza pues no radica en nosotros mismos, está fuera, está en
la mirada graciosa de Dios que se posa un día sobre nosotros y nos invita a
abrazar la pequeñez de los Hijos de Dios, en los cuales se manifiesta la
magnificencia radiante de su Señor. He allí la realidad de la identidad humana:
¡Somos pequeños gigantes!
Gracia y paz.
lunes, 10 de diciembre de 2012
Audio/reflexión sobre las lecturas del domingo 16 de diciembre de 2012.
Hola a todos; les invito a escuchar mi reflexión sobre las lecturas del domingo 16 de diciembre de 2012-3° domingo de Adviento Ciclo C.
Tema:" EL descentramiento provoca la compartición"
Sigan el vínculo: http://www.ivoox.com/descentramiento-del-ser-provoca-comparticion_md_1635367_1.mp3
Tema:" EL descentramiento provoca la compartición"
Sigan el vínculo: http://www.ivoox.com/descentramiento-del-ser-provoca-comparticion_md_1635367_1.mp3
REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL DOMINGO 16 DE DICIEMBRE DEL 2012 (3° DE ADVIENTO CICLO C)
LECTURAS
So 3,14-18: << Regocíjate, hija de Sión, grita de júbilo, Israel; alégrate y gózate de
todo corazón, Jerusalén. El Señor ha cancelado tu condena, ha expulsado a tus
enemigos. El Señor será el rey de Israel, en medio de ti, y ya no temerás.
Aquel día dirán a Jerusalén: "No temas, Sión, no desfallezcan tus manos.
El Señor, tu Dios, en medio de ti, es un guerrero que salva. Él se goza y se
complace en ti, te ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta". >>
Is 12,2-6 << El Señor es mi Dios y
salvador: confiaré y no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue
mi salvación. Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación. Dad
gracias al Señor, invocad su nombre, contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso. Tañed para el Señor, que hizo proezas, anunciadlas
a toda la tierra; gritad jubilosos, habitantes de Sión: "Qué grande es en
medio de ti el Santo de Israel." >>
Flp 4,4-7 << Hermanos: Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad
alegres. Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca. Nada
os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y súplica con acción de
gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios. Y la paz de Dios, que
sobrepasa todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en
Cristo Jesús. >>
Lc 3,10-18 <<En aquel tiempo, la gente
preguntaba a Juan: "¿Entonces, qué hacemos?" Él contestó: "El
que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga
comida, haga lo mismo." Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le
preguntaron: "Maestro, ¿qué hacemos nosotros?" Él les contestó:
"No exijáis más de lo establecido." Unos militares le preguntaron:
"¿Qué hacemos nosotros?"
Él les contestó: "No hagáis extorsión ni
os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga." El pueblo estaba en
expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la
palabra y dijo a todos: "Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede
más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizara
con Espíritu Santo y fuego; tiene en la mano el bieldo para aventar su parva y
reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se
apaga." Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba
el Evangelio. >>
- REFLEXIÓN
EL DESCENTRAMIENTO DEL
SER, PROVOCA LA COMPARTICIÓN
Lic. Jorge Arévalo
Nájera
Estamos ya celebrando
el tercer domingo de Adviento y en este tiempo fuerte de preparación para la
Navidad, las lecturas nos invitan a iniciar un proceso clave en la
espiritualidad cristiana, una actitud permanente de descentramiento del ser.
¿Qué significa esto? Es
de suma importancia responder con claridad, ya que sin dicha actitud, la vida
cristiana puede ser cualquier otra cosa, pero no vida cristiana. En el tiempo
del profeta Sofonías,
que profetizó en tiempos de Josías (640-609), justamente antes de que comenzara
el ministerio de Jeremías, Judá vivía bajo la dominación Asiria y se vivía en
su interior un gran desorden religioso, el orgullo y la rebeldía eran las grandes
culpas de Israel que el profeta denuncia.
Sin embargo, se
vislumbra –ante el debilitamiento de Asiria- una restauración nacional,
acompañada de una reforma religiosa. Sofonías reduce sin embargo, la salvación
a un pequeño resto fiel, aquel que precisamente logre el descentramiento del
ser. La indicación espacial <<Dios
está en medio de ti >> evidentemente que posee valencia simbólica y
expresa la centralidad de Dios en la vida del pueblo.
Pero el sentido es muy
fuerte, no es simplemente un modo de hablar acerca de una cierta importancia de
Dios en la vida humana, se trata de ocupar el centro de esa vida, y eso desde
luego significa que no solamente las realidades mundanas deben ser desplazadas,
sino que inclusive el mismo “Yo” debe serlo.
Dios no quiere ser una “realidad más o menos importante”, ¡Él quiere
serlo todo en tu vida!
Desde luego que, a poco
de pensarlo, la idea empieza a inquietar y llega inclusive a ser realmente amedrentadora
del espíritu humano, porque resulta que estamos acostumbrados a vivir una
religiosidad precisamente inversa, en la que nosotros ocupamos el centro de la
relación con Dios, y a Él le dejamos –si bien le va- ser una especie de
satélite que gira a nuestro alrededor y al que dejamos intervenir cuando nos
conviene (cuando nos ataca alguna enfermedad, perdemos un ser querido, el
trabajo no marcha muy bien, etc.) y entonces le invocamos para que acuda ipso facto a remediar nuestras
“necesidades”.
Así construimos a
nuestra medida al <<dios agencia de colocación de trabajos>>, al
<<dios endereza-jorobados>>, al <<dios
cumple-caprichos>>, al <<dios permisivo>>, al <<dios
asegura estatus>>, <<al dios guardaespaldas>>, etc. Sin
darnos cuenta que Dios es el Absoluto, el Totalmente Otro, el Inmanipulable y
que siempre que queremos echarle el guante, su rostro se desdibuja hasta
convertirse en un fetiche, un ídolo que si bien deja tranquilas nuestras
conciencias, es solamente una entelequia ficticia sin sustento en la realidad.
Renunciar al
<<Yo>> como centro de la relación con Dios y abrazar el siempre
ignoto Misterio, dejando que Él rija mis pasos, marque rumbo y sea el eje
rector de mi existencia, la criba por donde pasen todas y cada una de mis
decisiones, es el único modo de relacionarse con el Dios y Padre de nuestro
Señor Jesucristo.
Y no es un dios
cualquiera, es el Dios revelado plenamente en la persona de su Hijo Jesús.
Entonces, como dice el profeta Isaías, << El Señor es mi Dios y salvador,
con Él estoy seguro y nada temo. >> se puede estar seguro y libre
del miedo, pues Dios se convierte en la fuerza, la alegría y la plenitud del
creyente. La kénosis (abajamiento o
vaciamiento del yo) no significa desaparecer en la nada ni diluir la humanidad
personal asimilándose en la divinidad, más bien significa la eclosión de todas
las potencialidades humanas, la libertad más plena y la alegría inefable de
descubrir por fin, la identidad del ser, hasta entonces oculto tras la
oscuridad del pecado, de una vida errante y sin sentido.
Este estado de total
armonía en todo el nodo multirelacional humano es lo que la Biblia llama
<<Shalom>> y es lo que en
la carta a los Filipenses,
Pablo nos invita a alcanzar. Pero desde luego, la gracia del Shalom, su total gratuidad, no exime al
hombre de su esfuerzo y en la carta se exigen tres acciones humanas, fruto de
su voluntad: <<presentad a Dios vuestras peticiones,
mediante la oración y la súplica, acompañadas de la acción de gracias
>>
En primer lugar, es
necesario presentar peticiones al Padre, la pregunta es ¿Qué significado tiene
hacerlo, si por un lado, Dios ya conoce de antemano todo lo que existe en
nuestro corazón, sueños, anhelos, tristezas, miedos, etc. y por otro lado,
finalmente Él da al hombre lo que le conviene, pues al tener el conocimiento
inmediato de todo lo real, sabe exactamente lo que cada quien necesita para que
alcance su plenitud creatural?
Pues bien, aún cuando
lo anterior es cierto, lo importante en la petición es el reconocimiento de la
dependencia del creyente en referencia a la providencia de Dios, a su gracia, a
su amor, a su majestad, a su ser fuente de Vida. Al pedir, se reconoce la
radical indigencia, pero también la total cercanía con el Padre amoroso, la
filiación participada del Hijo. Pido porque soy hijo, pero por eso mismo, pido
lo que creo que necesito, pero pido esperando recibir lo que el Padre quiera
darme, porque sé que eso es lo conveniente para mí.
Por eso, la petición se
hace siempre en forma de oración, y ¿qué es la oración, sino la actitud de
escucha permanente de la Palabra que se revela en la historia, en nuestra
historia y en la de los demás?, ¿Qué es la oración sino contemplación del
Misterio para dejarse arrobar por su inefable belleza/bondad? Si el cristiano
se atreve a pedir en oración, esta petición orante tiene forma de súplica (pedir,
rogar con sumisión), sometidos por amor a la decisión siempre benevolente del
Padre. Nada de jactancias ridículas que pretenden arrancarle a Dios
determinadas bendiciones, en cambio, total sumisión ante la suprema Bondad. En
el auténtico creyente, la jactancia farisaica del cumplimiento de las
prescripciones de la ley religiosa, da paso a una vida eucarística, es decir a
una vida toda ella constante acción de gracias, de alabanza y reconocimiento de
la acción amorosa de Dios en la historia personal.
El evangelista Lucas,
responde con una respuesta sencilla, directa, sin elaboraciones teológicas
complicadas, la pregunta esencial del cristianismo ¿Qué debemos hacer?, ¿Qué
debemos hacer en este Adviento –tiempo litúrgico que puntualiza la totalidad de
la vida cristiana- para preparar el camino del Señor viniente?
Cosas concretas, al
alcance de la mano y que inciden directamente en el tejido más profundo de la
sociedad; << El que tenga dos
túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo
mismo… No hagáis extorsión ni os
aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga.
>> Sencillo, pero no fácil
¿verdad?, para lograrlo, es necesario el descentramiento del “Yo” para dejar
que Dios se entronice en el centro del ser, solamente entonces seremos capaces
de la liberarnos de los apegos a las cosas materiales, relativizarlas y
compartirlas…no cabe duda, el descentramiento pro-voca (hace que se produzca)
la compartición.
Gracia y paz.
lunes, 3 de diciembre de 2012
AUDIO REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL DOMINGO 9 DE DICIEMBRE DE 2012 (2° DE ADVIENTO-CICLO C)
Hola, les invito a escuchar mi reflexión sobre las lecturas del 2° domingo de Adviento Ciclo C.
Sigan el vínculo: http://www.ivoox.com/reflexion-9-diciembre-2012-2-adviento-audios-mp3_rf_1619160_1.html
Sigan el vínculo: http://www.ivoox.com/reflexion-9-diciembre-2012-2-adviento-audios-mp3_rf_1619160_1.html
REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL DOMINGO 9 DE DICIEMBRE DE 2012 (2° DE ADVIENTO-CICLO C)
LECTURAS
Ba 5,1-9 << Jerusalén, despójate de
tu vestido de luto y aflicción y vístete las galas perpetuas de la gloria que
Dios te da, envuélvete en el manto de la justicia de Dios y ponte en la cabeza
la diadema de la gloria del Eterno, porque Dios mostrará tu esplendor a cuantos
viven bajo el cielo. Dios te dará un nombre para siempre: "Paz en la
justicia" y "Gloria en la piedad". Ponte en pie, Jerusalén, sube
a la altura, mira hacia el oriente y contempla a tus hijos, reunidos de oriente
a occidente a la voz del Santo, gozosos invocando a Dios. A pie se marcharon,
conducidos por el enemigo, pero Dios te los traerá con gloria, como llevados en
carroza real. Dios ha mandado abajarse a todos los montes elevados y a las
colinas encumbradas, ha mandado llenarse a los barrancos hasta allanar el
suelo, para que Israel camine con seguridad, guiado por la gloria de Dios. Ha
mandado al boscaje y a los árboles aromáticos hacer sombra a Israel. Porque
Dios guiará a Israel con alegría a la luz de su gloria, con su justicia y su misericordia.
>>
Sal 125 << Cuando el Señor cambió la suerte de Sion, nos
parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares. Hasta
los gentiles decían: "El Señor ha estado grande con ellos." El Señor
ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. Que el Señor cambie nuestra
suerte, como los torrentes del Negueb. Los que sembraban con lágrimas cosechan
entre cantares. Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas. >>
Flp 1,4-6.8-11 << Hermanos: Siempre que
rezo por todos vosotros, lo hago con gran alegría. Porque habéis sido
colaboradores míos en la obra del Evangelio, desde el primer día hasta hoy. Ésta
es mi convicción: que el que ha inaugurado entre vosotros una empresa buena la
llevará adelante hasta el día de Cristo Jesús. Testigo me es Dios de lo
entrañablemente que os echo de menos, en Cristo Jesús. Y esta es mi oración:
que vuestro amor siga creciendo más y más en penetración y en sensibilidad para
apreciar los valores. Así llegaréis al día de Cristo limpios e irreprochables,
cargados de frutos de justicia, por medio de Cristo Jesús, a gloria y alabanza
de Dios. >>
Lc 1,3-6 << En el año quince del
reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y
Herodes virrey de Galilea, y su hermano Felipe virrey de Iturea y Traconítide,
y Lisanio virrey de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la
palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y recorrió toda
la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los
pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías:
"Una
voz grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos;
elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se
enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios".
>>
2. REFLEXIÓN
Vistiéndose con el
esplendor de la gloria
Jorge Arévalo Nájera
El tiempo de adviento es tiempo de esperanza y de
apertura al cambio: cambio de vestido y de nombre (Baruc), cambio de camino
(Isaías). Cambiar, para que todos puedan ver la salvación de Dios.
En un bello poema Baruc canta con fe jubilosa la hora
en que el Eterno va a cumplir las promesas mesiánicas, va a crear la Nueva
Jerusalén, va a dar su salvación. Jerusalén es presentada como una “madre”
enlutada por sus hijos expatriados. Dios regala a Sión, su esposa, la salvación
como manto regio, le ciñe como diadema la “Gloria” del Eterno.
La Madre
desolada que vio partir a sus hijos, esclavos y encadenados, los va a ver
retornar libres y festejados como un rey cuando va a tomar posesión de su
trono. Le da un nombre nuevo simbólico: “Paz de Justicia-Gloria de
Misericordia”; es decir, Ciudad-Paz como reducto de la plenitud existencial que
proviene del mundo de Dios, ciudad- baluarte
para el mundo precisamente por su trans-mundanidad. Ciudad-Gloria porque
irradiará el amor misericordioso con que Dios le colma y que culminará con el
acto de amor más sublime que pueda existir, la entrega del Hijo en manos de los
pecadores que acabarán crucificándole.
Haciéndose eco de los profetas del destierro, Baruc
dice una palabra consoladora a un pueblo que pasa dificultad: “El Señor se
acuerda de ti”. Ya el segundo Isaías se había preguntado: “¿Puede una madre olvidarse de su criatura? (...) pues aunque ella se
olvide, yo no me olvidaré” (Is 49,15). El Dios fiel no se olvida de
Jerusalén, su esposa, que es invitada ahora a despojarse del luto y vestir “las
galas perpetuas de la Gloria que Dios te da”. Es la salvación que Dios ofrece
para los que ama, de los que se acuerda en su amor.
¿Dónde está nuestro profetismo cristiano? El profeta
no es un adivino, ni alguien que pre-dice los acontecimientos futuros. El
profeta se enfrenta a todo poderío personal y social, habla desde el “clamor de
los pobres” y pretende siempre que haya justicia. Obviamente le preocupa el
futuro del pueblo, la situación sangrante de los pobres. Los profetas surgen en
los momentos de crisis y de cambios para avizorar una situación nueva, llena de
libertad, de justicia, de solidaridad, de paz. La misión del profeta cristiano
es cuestionar los “sistemas” contrarios al Espíritu, defender a toda persona
atropellada y a todo pueblo amenazado, alentar esperanzas en situaciones
catastróficas y promover la conversión hacia actitudes solidarias. Tiene
experiencia del pueblo (vive encarnado) y contacto con Dios (es un místico), y
de ahí obtiene la fuerza para su misión. Por medio de los profetas, Dios guía a
su pueblo “con su justicia y su misericordia” (Bar 5,9). El profeta “allana los
caminos” a seguir.
El Salmo nos canta con bellos tintes, -al mismo tiempo
trágicos y esperanzadores- la transformación a nivel emocional que la acción
prodigiosa de Dios ha gestado en sus corazones. Los sueños se
despiertan, la lengua se desata y entona cánticos de alabanza, la alegría
irrumpe echando fuera la negatividad y la tristeza. Ellos, al irse al exilio,
llevaban semilla, posibilidad de vida, y sin embargo, iban llorando.
Curiosamente ahora que vuelven del cautiverio, vienen alegres…a pesar de que
traen gavillas [1](manojo
de hierbas de poco valor) símbolo de que de ellos no puede esperarse nada, pero
de Dios…de Dios viene la salvación, el fruto abundante. Dios es capaz de
transformar nuestras “gavillas” en fruto abundante. En efecto, Adviento es
tiempo de esperanza, pero no basada en nuestras aptitudes o virtudes, sino en
la venida de aquel que nos rescata de nuestras esclavitudes y nos lleva a un
estado de vida plena inimaginable.
En la carta a los Filipenses se hace hincapié en dos
realidades inherentes a la vida cristiana: por un lado, la permanente acción
plenificadora de Dios, que va llevando al discípulo hacia su total
configuración en Cristo, y por otro lado, la indispensable respuesta del
discípulo a esa graciosa acción (los frutos de justicia que vienen por
Jesucristo). El viejo y aún no del todo superado dilema (al menos en el
imaginario popular, aunque ya zanjado a nivel del discurso teológico, a partir
del Concilio de Trento y recientemente con la declaración conjunta entre
luteranos y católicos sobre el tema de la justificación) de la relación entre
gracia y obras. Es Jesús, en efecto, la causa de la vida nueva, pero las obras
son el resultado visible de esa acción unida indefectiblemente a la respuesta
volitiva del hombre.
En el evangelio de Lucas, al llegar la plenitud de los tiempos, el
mismo Dios anuncia la cercanía del Reino por medio de Juan y asegura con Isaías
que “todos verán la salvación de Dios”
(Lc 3,6). Para el Dios que llega con el don de la salvación debemos preparar el
camino en el hoy de nuestra propia historia. Juan Bautista, profeta precursor
de Jesús, fue hijo de un “mudo” (pueblo en silencio) que renunció al
“sacerdocio” (a los privilegios de la herencia), y nació de una “estéril”
(fruto del Espíritu). Le “vino la palabra” estando apartado del poder y las
categorías idolátricas que rigen la sociedad. La palabra siempre llega en el
desierto (donde sólo hay palabra) y se dirige a los instalados (entre quienes
habitan los ídolos) para desenmascararlos. La palabra profética le costó la
vida a Juan. Su deseo profético es profundo y universal: “todos verán la salvación de Dios”. La salvación viene en la
historia (nuestra historia se hace historia de salvación), con una condición:
la conversión (“preparad el camino del Señor”). ¿Qué debemos hacer para ejercer
nuestro ministerio profético?
La invitación de Isaías, repetida por Juan Bautista
y corroborada por Baruc, nos invita a entrar en el dinamismo de la conversión,
a ponernos en camino, a cambiar. Cambiar desde dentro, creciendo en lo
fundamental, en el amor para “aquilatar
lo mejor” (Flp 1,10). Con la penetración y sensibilidad del amor
escucharemos las exigencias del Señor que llega y saldremos a su encuentro “llenos de los frutos de justicia”
(1,11).
Esa renovación desde dentro tiene su manifestación
externa porque se “abajan los montes”,
se llenan los valles, se endereza lo torcido y se iguala lo escabroso (Bar
5,7). Se liman asperezas, se suprimen desigualdades y se acortan distancias
para que la salvación llegue a todos. La humanidad transformada es la humanidad
reconciliada e igualada, integrada en familia de fe: “los hijos reunidos de Oriente a Occidente” (Bar 5,5).
Convertirse entonces es ensanchar el corazón y
dilatar la esperanza para hacerla a la medida del mundo, a la medida de Dios.
Una humanidad más igualitaria y respetuosa de la dignidad de todos es el mejor
camino para que Dios llegue trayendo su salvación. A cada uno corresponde
examinar qué renuncias impone el enderezar lo torcido o abajar montes o
rellenar valles. Nuestros caminos deben ser rectificados para que llegue Dios.
Adviento es el tiempo litúrgico dedicado por
antonomasia a la esperanza. Y esperar es ser capaz de cambiar, y ser capaz de
soñar con la Utopía, y de provocarla, aún en aquellas situaciones en las que
parece imposible. Dejémonos impregnar por la gracia de este acontecimiento que
se nos aproxima, dejemos que las celebraciones de la Eucaristía y de la
liturgia de estos días nos ayuden a profundizar el misterio que estamos por
celebrar.
Unidos en la esperanza caminamos juntos al encuentro
con Dios. Pero al mismo tiempo, Él camina con nosotros señalando el camino
porque “Dios guiará a Israel entre
fiestas, a la luz de su Gloria, con su justicia y su misericordia” (Bar
5,9).
Gracia y paz.
[1]
1. f. Conjunto de sarmientos, cañas, mieses, ramas, hierba, etc., mayor que el
manojo y menor que el haz.
2. f. Junta de muchas personas y comúnmente de baja
calidad. Gavilla de pícaros. Gente de gavilla.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)