lunes, 23 de abril de 2012

Audio/Reflexión sobre las lecturas del 4° domingo de Pascua 2012.

Te invito a escuchar el audio de mi reflexión sobre las lecturas del domingo 29 de abril del 2012, 4° domingo de Pascua. El tema es el "nombre" de Jesús y la felicidad humana.
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REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 29 DE ABRIL DEL 2012 4° DOMINGO DE PASCUA CICLO B



1.      LECTURAS
Hechos de los apóstoles 4,8-12; << En aquellos días, Pedro, lleno de Espíritu Santo, dijo:
-«Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un beneficio a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; pues, que quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre, se presenta éste sano ante vosotros. Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular; ningún otro puede salvar; bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos.» >>

Sal 117; << Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de hombres, mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los jefes. Te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación.  La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor. Tu eres mi Dios, te doy gracias; Dios mío, yo te ensalzo. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. >>

1 Juan 3, 1-2; << Queridos hermanos: Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. >>

Juan 10, 11-18; << En aquel tiempo, dijo Jesús: - «Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre.» >>

2.      REFLEXIÓN
Sólo en el nombre de Jesús de Nazaret somos rescatados de la muerte
Jorge Arévalo Nájera

En la primera lectura de este domingo 4° de Pascua, tomada de los Hechos de los Apóstoles, Pedro responde al cuestionamiento de los dirigentes judíos acerca del origen del poder con que se ha sanado a un enfermo. El mensaje y la praxis de Jesús estuvieron encaminados a liberar al hombre de todas las fuerzas que le atan y le impiden lograr la vida en plenitud, es decir, la felicidad entendida en categorías cristianas. Y en este proyecto de Jesús, la ley y el culto han quedado ubicados en su justa posición como instancias sujetas al beneficio del hombre y por otro lado, son asociadas al proyecto del Nazareno todos los esfuerzos realizados que coadyuven a la felicidad humana, incluidos los de aquellos que no pertenecen nominalmente al movimiento de Jesús[1].
Mientras a Jesús le interesó la vida humana lograda en plenitud, a sus detractores y enemigos lo que les interesaba era la “legalidad”, la “pureza cultual” y el beneficio del hombre quedaba supeditado a la superestructura ritual y legal de la religión. Por eso, acusaron a Jesús de blasfemo, de quebrantador anarquista de las sacrosantas instituciones y acabaron colgándolo de un madero.
No fue distinta la situación cuando los discípulos, años después de la muerte y resurrección de Jesús se dispersaron por el mundo para anunciar el mismo mensaje de Jesús. Los jefes del pueblo (escribas y ancianos especialistas en la ley y su interpretación) no se fijan en el bien que los discípulos aportan al hombre y cuya sanación física es solamente el signo sensible de un beneficio mayor. Ya en vida los dirigentes religiosos llamaron a Jesús “Belcebul” (príncipe de los demonios)[2]  porque obraba portentos a favor del hombre en el contexto del obligatorio descanso sabático y en el presente histórico del ministerio de Pedro, se sigue cuestionando la legitimidad de la acción de Jesús que se prolonga a través de su comunidad.
Pedro responde sin ambigüedades y con toda la autoridad de Dios (dice el texto que está lleno de Espíritu Santo) que ese poder o autoridad (exousía) con que la comunidad cura a los enfermos procede del mismo Jesús que ellos han crucificado y desechado. No es casualidad que en la perícopa de Mateo donde los jefes identifican a Jesús con Belcebul, Jesús les advierta sobre el pecado imperdonable contra el Espíritu Santo, porque negar que las acciones de Jesús son obra de Dios es cerrarse a la acción definitiva del Padre que ya se realiza en la historia y en el fondo es negarse a recibir la vida nueva que se inicia a causa del perdón de los pecados, ¿qué puede hacer Dios ante tal contumacia (tenacidad y dureza en mantener un error)? ¡La salvación no se impone, se propone a la libre aceptación del hombre!
Por eso, la acción liberadora del Hijo del Hombre es ya juicio, exigencia de postura que no admite dilaciones, ¡es en el nombre de Jesús Nazareno que se ha sanado/liberado al hombre que estaba enfermo! Es preciso aclarar, para poder entender adecuadamente el porqué de la controversia, que para la mentalidad judía la enfermedad es signo de maldición divina a causa del pecado, preludio de la muerte y que solamente mediante rituales y prescripciones legales es posible recibir el perdón de Dios y por lo tanto la salud. Jesús ha roto este esquema mental religioso y ha mostrado que el perdón es gratuito, que Dios no está airado con los pecadores, que los ama y que incluso está dando su vida (en la persona de Jesús) para rescatarlos.
Por otro lado, el “nombre” para los judíos significa la esencia dinámica de una persona y en este sentido, la misma etimología del nombre Jesús (Yahvé salva) apunta directamente a su misterio personal. Es una esencia en relación, en salida permanente hacia los otros, realizada en el encuentro con los pecadores, con los pobres y marginados. De tal modo que es un hombre para y con los hombres. Y esa “salida” de Jesús tiene un objetivo, la felicidad de los hombres que solamente es lograda en el encuentro de comunión con Dios. Jesús no ve otra forma de ser felices.
Ahora bien, a Dios no se puede llegar más que a través de la mediación de Jesús (no ha sido dado a los hombres bajo el cielo otro nombre en el que se puedan salvar) que no es religiosa (cultos y leyes) sino existencial y eminentemente práxica. Se pone en práctica la Palabra en el contexto específico en el que se vive y entonces uno se ve sumergido en el “nombre” de Jesús y se descubre sanado, salvado, redimido, plenificado, gozoso, abrazado por la paz que procede de Dios y que el mundo no puede dar.
La Pascua de Jesús es una permanente invitación a sumergirnos en el nombre de Jesús Nazareno para ser rescatados de las garras de la muerte, hagamos nuestra esta invitación y dejémonos sumergir en el Misterio de aquel que por amor a nosotros (sus ovejas) ha dado su vida para hacernos hijos, unirnos con todos los hombres bajo el mando de un mismo Pastor y conducirnos a los pastos nuevos de la vida en plenitud.
Gracia y paz.


[1] "Juan le respondió diciendo: Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba fuera demonios, pero él no nos sigue; y se lo prohibimos, porque no nos seguía. Pero Jesús dijo: No se lo prohibáis; porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre, que luego pueda decir mal de mí. Porque el que no es contra nosotros, por nosotros es" (Marcos 9.38-40)
[2] Mt 12,22-32

domingo, 22 de abril de 2012

Oración de envío misionero cristiano.

Te comparto la bella oración católica que se pronuncia para enviar misioneros a proclamar la Buena Nueva de Jesucristo. Sigue el vínculo:


lunes, 16 de abril de 2012

AUDIO REFLEXIÓN DOMINGO 22 DE ABRIL 2012_3° DE PASCUA

Te invito a escuchar mi reflexión sobre las lecturas del domingo 22 de abril del 2012 (temas de la conversión y el perdón de los pecados). Sigue el vínculo:




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REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 22 DE ABRIL DEL 2012 3° DOMINGO DE PASCUA CICLO B



1.      LECTURAS

Hechos de los Apóstoles 3,13-15.17-19; << En aquellos días, Pedro dijo a la gente: - «El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y rechazasteis ante Pilato, cuando había decidido soltarlo. Rechazasteis al santo, al justo, y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos. Sin embargo, hermanos, sé que lo hicisteis por ignorancia, y vuestras autoridades lo mismo; pero Dios cumplió de esta manera lo que había dicho por los profetas, que su Mesías tenía que padecer. Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados.» >>
Sal 4, 2. 7. 9; << Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío; tú que en el aprieto me diste anchura, ten piedad de mí y escucha mi oración. Hay muchos que dicen: « ¿Quién nos hará ver la dicha, si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?» En paz me acuesto y en seguida me duermo, porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo. >>
1Juan 2, 1-5; << Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el justo. Él es victima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero. En esto sabemos que lo conocemos: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: «Yo lo conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él. >>
Lucas 24, 35-48; << En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: - «Paz a vosotros.» Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo: - « ¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.» Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: -« ¿Tenéis ahí algo que comer?» Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: - «Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse.» Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.
Y añadió: -«Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto.» >>
2.      REFLEXIÓN
Resucitados para pregonar la conversión y el perdón de los pecados
Jorge Arévalo Nájera
El acontecimiento de la Pascua de Jesús es narrado en los evangelios con miras a iluminar la espiritualidad (forma concreta de vivir el dato revelado) de los discípulos, o dicho en términos más teológicos “las narraciones pascuales no tienen el objetivo primario de darnos a conocer el misterio cristológico, sino de iluminar el horizonte del misterio eclesiológico que se inaugura con la Pascua de Cristo”.
En efecto, de poco o nada serviría “conocer” lo sucedido a Jesús si esto no tuviera una incidencia directa en la vida de sus seguidores. Ya se ha gastado mucha tinta en sutiles disquisiciones acerca de la naturaleza gloriosa del cuerpo del Resucitado, que si era invisible o material, que si traspasaba paredes, que si salió caminando o volando del sepulcro, que si traspasaba la materia entonces que necesidad había de mover la roca, etc., etc. Todos esos malabarismos Pseudo-teológicos lo único que hacen es distraer la atención de lo que es esencial al mensaje Pascual.
Este 3er domingo de Pascua, la Liturgia de la Palabra centra su atención en dos aspectos fundamentales de la vida nueva en Cristo: la conversión y el perdón de los pecados. Vayamos aclarando estos dos tan importantes conceptos teológicos para evitar malos entendidos.
Conversión: En la primera lectura, de los Hechos de los Apóstoles, Pedro echa en cara la culpa del asesinato de Jesús al pueblo y a sus dirigentes. No hay medias tintas, optaron por indultar a un asesino y ellos mismos se convirtieron en deicidas, mataron al autor de la vida. Pero no tengamos demasiada prisa por excluirnos del grupo al que Pedro dirige su invectiva. Es verdad que históricamente fueron los dirigentes judíos y romanos los que conspiraron contra Jesús y acabaron dándole muerte, pero no olvidemos que según la  teología bíblica, existe indefectiblemente un vínculo ontológico solidario entre todos los miembros de la raza humana de todas las épocas y condiciones. No es una simple metáfora afirmar que todos los hombres participamos en el asesinato de Jesús.
Por otro lado, en tanto que Jesús no murió para siempre sino que vive y su lugar propio de residencia es el hombre, entonces cada vez que optamos por los valores de la cultura de la muerte, que mata, oprime y aliena a millones de seres humanos, estamos atentando contra la vida misma que es Jesús. Cada vez que preferimos la violencia sobre la mansedumbre, la riqueza sobre la pobreza, la primacía sobre el servicio, el odio sobre el perdón, el acaparamiento sobre la compartición, estamos matando al autor de la vida.
Cada vez que poseo a mi pareja buscando solamente mi placer egoísta y me olvido de que el acto sexual es el gesto que ratifica la entrega total y definitiva al otro, estoy optando por indultar a Barrabás y condenar a Jesús a la crucifixión.
Para una vivencia auténtica del cristianismo es absolutamente indispensable el reconocimiento, la aceptación humilde de las propias culpas, de la connivencia con el mal. No se trata, desde luego, de abogar por el desarrollo de un sentimiento patológico culpígeno que asfixia todo germen de libertad y más que ayudar al hombre, lo hunde en las arenas movedizas de la falaz mentalidad que le hace sentirse incapaz e indigno. Más bien se trata del sano reconocimiento de las propias responsabilidades de cara al pecado personal y social para poder dar pasos hacia una vida libre y plena. ¿Cómo poder salir de la esclavitud si ni siquiera existe la conciencia de ser esclavos?
Claro que se necesita arrojo y valentía para atreverse a reconocer ante uno mismo y ante los demás las propias culpas, enfrentarse con los aterradores demonios interiores y las oscuras oquedades del alma no es nada sencillo, pero el mismo Espíritu que nos convence de nuestro pecado, nos empodera para enfrentarnos a él aferrándonos a Cristo.
He aquí el segundo paso de la conversión; el cambio de mentalidad, la metánoia.  Convertirse significa etimológicamente hacer que algo o alguien se transforme en algo o alguien distinto de lo que era, en este caso, se trata de asumir una mentalidad distinta, de pensar, de enjuiciar la realidad (personal y exterior) con criterios que hasta el momento de la conversión no eran parte del marco interpretativo con que la persona aprehende la realidad y la dota de significado.
Si ponemos ejemplos concretos podríamos decir lo siguiente; si usted piensa (y no se trata de auto-engañarnos sino de hacer un ejercicio de introspección sincera) que las agresiones deben responderse con agresiones para evitar que los demás abusen y piensa que la máxima evangélica de “poner la otra mejilla cuando alguien te abofetea” es simplemente imposible de llevar a cabo si queremos sobrevivir en este mundo violento, entonces la conversión significaría invertir los parámetros, atreverse a pensar que renunciar a toda forma de violencia para asumir la convicción de que la mansedumbre es el camino que construye el Reino. Si piensa que la revancha ante la ofensa es lo único sensato, entonces la conversión significaría pensar que el perdón es la única forma de vencer en el conflicto.
Solamente hagamos una precisión pertinente; en gramática cristiana, “pensar” hace referencia a la adhesión totalizadora a la propuesta de Jesús, no a una adhesión intelectual a un determinado código ético o a unos ciertos dichos de Jesús. En la mentalidad del Nazareno, el pensar es ya una acción concreta y definitiva (el que odia en su corazón a su hermano es ya un homicida).  Es en el corazón que uno se convierte, es del corazón que brotan las obras buenas o malas y es en el corazón/mente que se adhiere o se rechaza al Mesías.
Perdón de los pecados: De acuerdo a la teología del Nuevo Testamento, el perdón de los pecados no es la consecuencia de la conversión sino el presupuesto que posibilita la conversión. En otras palabras, es posible convertirse porque se experimenta el perdón gratuito de Dios. Así por ejemplo en el relato de la mujer adúltera o en la parábola del hijo pródigo. Entonces, ¿por qué las lecturas de hoy parecen invertir la perspectiva?
Esta aparente contradicción se resuelve fácilmente si consideramos dos aspectos: la conversión no es el cumplimiento legalista de normas religiosas y el pecado no es simplemente la transgresión legalista de esas normas. Por lo tanto, el perdón no es en primer lugar una especie de “olvido” divino sobre las transgresiones humanas.
La conversión es un cambio de mentalidad que es fruto del amor derramado gratuitamente por Dios sobre la vida errada del hombre (pecado) que al sentirse y saberse amado de tal forma, abre su mente/corazón a la potencia de la gracia que así le empodera para vivir lo que parece imposible (el Evangelio). En realidad se trata de un círculo virtuoso que se experimenta históricamente con elementos intercambiables (perdón gracioso-reconocimiento del pecado-cambio de mentalidad) porque en muchas ocasiones primero el hombre se descubre pecador y se abre a la necesidad del perdón, pero en otras ocasiones se experimenta amado, descubre su pecado y cambia de mentalidad, se adhiere a Jesús.
De cualquier modo, sea como sea la experiencia personal, Jesús nos envía a todos y cada uno a pregonar solemnemente que la Pascua nos ha liberado de las ataduras del pecado, nos ha hecho conocer la verdad de la mente de Cristo y que esta misma experiencia está destinada a todos los hombres, sin distinción de razas, credos, ideologías políticas o preferencias sexuales, porque en Cristo Jesús han sido crucificadas todas las diferencias y una nueva humanidad unida en el amor ha surgido en la Pascua.
Gracia y paz.

lunes, 9 de abril de 2012

AUDIO REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL DOMINGO 15 DE ABRIL DEL 2012_2° DE PASCUA

Te invito a escuchar mi reflexión sobre las lecturas del domingo 15 de abril del 2012:2° de Pascua.
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AUDIO REFLEXIÓN 15 ABRIL 2012

REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 15 DE ABRIL DEL 2012 2° DOMINGO DE PASCUA



1.      LECTURAS
Hechos de los Apóstoles 4, 32-35: <<  La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba sus bienes como propios, sino que todo era común entre ellos.  Los Apóstoles daban testimonio con mucho poder de la resurrección del Señor Jesús y gozaban de gran estima.  Ninguno padecía necesidad, porque todos los que poseían tierras o casas las vendían y ponían el dinero a disposición de los Apóstoles, para que se distribuyera a cada uno según sus necesidades.
Sal 117, 2-4. 16ab-18. 22-24: <<  Que lo diga el pueblo de Israel: ¡es eterno su amor! Que lo diga la familia de Aarón: ¡es eterno su amor! Que lo digan los que temen al Señor: ¡es eterno su amor!   «La mano del Señor es sublime,  la mano del Señor hace proezas.»  No, no moriré: viviré para publicar lo que hizo el Señor.  El Señor me castigó duramente,  pero no me entregó a la muerte. La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular  Esto ha sido hecho por el Señor  y es admirable a nuestros ojos. Este es el día que hizo el Señor: alegrémonos y regocijémonos en él. >>
1 Juan 5, 1-6: << Queridos hermanos: El que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y el que ama al Padre ama también al que ha nacido de él. La señal de que amamos a los hijos de Dios es que amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. El amor a Dios consiste en cumplir sus mandamientos, y sus mandamientos no son una carga, porque el que ha nacido de Dios, vence al mundo. Y la victoria que triunfa sobre el mundo es nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Jesucristo vino por el agua y por la sangre; no solamente con el agua, sino con el agua y con la sangre. Y el Espíritu da testimonio porque el Espíritu es la verdad. >>
Juan 20, 19-31: << Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: « ¡La paz esté con ustedes!» Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: « ¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes.» Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: «Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan.» Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: « ¡Hemos visto al Señor!» Él les respondió: «Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré.»
Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: « ¡La paz esté con ustedes!» Luego dijo a Tomás: «Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe.»  Tomás respondió: « ¡Señor mío y Dios mío!» Jesús le dijo: «Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!» Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro. Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre. >>
Comunión y testimonio para hacer experiencia del Resucitado
Jorge Arévalo Nájera
Hablemos claro y fuerte; ¡Si no es posible tener un contacto real y personal con Jesús Resucitado entonces el cristianismo es una farsa y más valdría a los creyentes buscar otros caminos que satisfagan sus búsquedas!
Recuerdo con viveza una etapa de crisis en mi vida de fe; un domingo de Pascua, estando en la celebración eucarística, plantado frente a una imagen de Jesús Buen Pastor, la duda llegó de repente, como una ola avasalladora que te toma desprevenido, te golpea y arrastra al fondo del mar y el pánico te invade. ¿Será verdad que resucitó Jesús? ¿No será todo un engaño, tal vez no de mala fe, pero un engaño a fin de cuentas? ¿No habrá terminado todo en la cruz y la única actitud sensata será, como los peregrinos de Emaús, regresarme a mi aldea y continuar con la vida de antes?
La piedra angular de mi vida, la que sostenía todo y desde la cual interpretaba mi propia identidad y daba sentido existencial a mi vida, parecía no estar de repente y todo amenazaba con derrumbarse. Fue realmente un momento –demasiado largo para mi gusto- angustiante. ¿Cómo puedo relacionarme con alguien al cual no puedo ver, escuchar ni tocar? Las mediaciones me estorbaban, me parecían un mero pretexto para engañar bobos.
Lo más absurdo era que en mi corazón no desaparecía el amor por Jesús y ese amor me lastimaba porque el amor exige de suyo el contacto real con el amado y era frustrante amar a un muerto. El Señor fue misericordioso conmigo y finalmente me dio la certeza en la fe sobre la realidad de la Pascua, pero esto significó un proceso largo y fatigoso no exento de trabajo espiritual en el que tuve que dar pasos concretos para preparar mi corazón para la experiencia del Resucitado.
Las lecturas de este domingo nos muestran precisamente la interacción absolutamente necesaria entre la gratuidad de la manifestación libérrima del Resucitado y la actitud discipular que permite recibir y captar con hondura la realidad inédita de la resurrección.
En la primera lectura, de los Hechos de los Apóstoles, se nos muestra el contexto propio y primario de la experiencia del Resucitado: la Iglesia, o mejor aún, el ámbito eclesial. No se trata de pertenecer nominalmente a una institución, sino de una actitud existencial que se llama eclesialidad y que se encuentra articulada sobre dos ejes: la koinonía (comunión/compartición) y el testimonio de vida.
Hablo aquí del término “Iglesia” en su sentido más amplio, en cuanto al conjunto de seres humanos que son convocados por Dios a la vida en el amor y responden positivamente uniéndose de diversas maneras para construir la sociedad alternativa proyectada por Dios y manifestada por Jesús. Sin embargo, no niego que la eclesialidad universal conozca un punto de inflexión sacramental en la comunidad que se reúne para celebrar el Misterio el primer día de la semana, el Dies Domini (el Día del Señor o Domingo), pero esa reunión celebrativa no es excluyente sino que abraza los esfuerzos de todos los hombres de buena voluntad para vivir la eclesialidad universal.
Pues bien, es en este ámbito sacramental/eclesial que se da la experiencia del resucitado. Hoy es común escuchar la falsa e ilusoria premisa de que es posible relacionarse con Jesús en la privacidad de la intimidad personal, sin referencia a la Iglesia. Desengañémonos, esto NO ES POSIBLE si atendemos a la revelación unánimemente constatada en la Sagrada Escritura. Desde luego que es posible para la mente humana construir una “relación” intimista con Jesús, que inclusive puede parecer –y aquí radica el principal peligro- verdadera, emotiva y sincera, pero esto no quiere decir que sea real.
Lo único que garantiza el espacio para la manifestación del Resucitado es estar insertado en una dinámica eclesial, permanecer unidos indivisiblemente en un mismo criterio de discernimiento de lo real (un mismo corazón) y un mismo impulso vital que conduce la vida (una misma alma). Pero con esto, no está dicho todo, esa unidad debe hacerse visible y concreta en la koinonía (comunión) y el marturéo (testimonio) de cara al mundo.
En efecto, no hay experiencia del Resucitado sin la compartición de bienes y de vida. Mientras los que se dicen discípulos de Cristo no practiquen la compartición real y efectiva de bienes materiales y espirituales, ad intra (hacia dentro de la misma comunidad) y ad extra (hacia fuera de ella misma), no puede hablarse de cristianismo auténtico. La prueba irrefutable de que algo no anda bien en una comunidad que se dice cristiana es el desfase entre pobreza y riqueza en su interior. Si hay hermanos que tienen carencias elementales en el rubro económico mientras que hay otros que viven opulentamente, entonces esa comunidad, simple y sencillamente no es cristiana, puede ser un conjunto de aspirantes al discipulado, un grupo de fans del Jesús revolucionario, carismático o maestro de moral, pero no es todavía comunidad de discípulos que siguen las huellas de Jesús Mesías.
Pero tampoco lo es si no existe el testimonio de una vida congruente entre lo que se dice creer y lo que se vive. Al cristiano no se le pide perfección al estilo griego en la vivencia de las virtudes, sino opciones reales que demuestren una progresiva adhesión a Cristo. Se puede caer e inclusive retroceder, pero no se permite claudicar, el cristiano se define como un caminante permanente que se levanta de todas las caídas y vuelve a retomar el camino con la mirada transida de esperanza porque puesta siempre en Jesús que le precede. Ese es el testimonio que el mundo espera y necesita de los cristianos.
Por otro lado, la koinonía y el testimonio son la prueba eficaz de que se ama a Cristo, porque, como dice la 1 Jn, el amor a Dios se verifica en el amor a los hermanos (koinonía) y de este modo se cumplen sus mandamientos y se muestra la fe/adhesión existencial a Jesús. Los hijos de Dios, los que han nacido de lo alto (la cruz) y ahora experimentan la fuerza invencible del Resucitado no saben ni pueden vivir de otro modo.
Dice el autor de la carta que << Jesucristo vino por el agua y por la sangre; no solamente con el agua, sino con el agua y con la sangre. >> En muchos textos del AT se relacionan íntimamente el símbolo del agua y la Palabra de Dios (cf. Is 55,10-11, texto que acabamos de escuchar en la liturgia de la Vigilia Pascual) y en el NT la carta a los Efesios 5, 25-26 afirma: << Maridos,  amad a vuestras mujeres,  así como Cristo amó a la iglesia,  y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra. >> Si partimos de los hechos de que el agua en Juan es símbolo de la vida comunicada (brota agua del costado abierto del crucificado que se derrama sobre el centurión) y  de que Jesús es la Palabra de Dios encarnada, entonces es válido afirmar que Jesucristo vino como Palabra vivificante (agua). Por otro lado, la sangre simboliza también la vida pero en cuanto entregada hasta la muerte por amor (brota también del traspasado).
Vivir como resucitados significa entonces, adherirse de forma total a la Palabra definitiva que Dios ha dicho en Cristo y entregar la vida como él la entregó << ámense los unos a los otros como yo los he amado>>
Pero ya me voy extendiendo demasiado en esta reflexión y quiero terminar mencionando la imagen que Juan nos presenta en el cuarto evangelio acerca de Jesús Resucitado como portador de las marcas de su pasión y revelándose en la asamblea eucarística de la Iglesia. La intención de Juan no es dogmatizar la creencia en la resurrección de Jesús como una burda revivificación del cadáver con todo y heridas físicas. Más bien, la imagen es un recurso literario que pretende, por un lado, afirmar la plena identidad entre el Resucitado (incognoscible en su absoluta novedad) y el Jesús traspasado por los clavos y la lanza a causa de su amor por los hombres y su fidelidad al proyecto del Padre. Así, el Resucitado que otorga la paz/plenitud a su comunidad no es otro que aquel que los amó hasta el extremo en la última cena y que les dio el mandato de hacerse siervos los unos de los otros para que el mundo crea y creyendo, tenga vida en abundancia.
Gracia y paz.

domingo, 8 de abril de 2012

AUDIO REFLEXIÓN LECTURAS VIGILIA PASCUAL

Te invito a escuchar mi reflexión sobre las lecturas de la Vigilia Pascual 2012. Sigue el vínculo.


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REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL SÁBADO 7 DE ABRIL DEL 2012 SOLEMNE VIGILIA PASCUAL



1.     LECTURAS
*Debido a la cantidad y extensión de las lecturas que se proclaman en esta Solemnidad, remito al lector al misal mensual o anual o inclusive a los textos mismos en la Biblia.
2. REFLEXIÓN
De la vieja creación al sepulcro vacío
Jorge Arévalo Nájera
La noche lóbrega ha pasado, el Getsemaní y el Gólgota son mudos testigos del horror y la ignominia infligidos al Justo cuyo crimen fue pasar por el mundo haciendo el bien, sanando las heridas, reconciliando al hombre con Dios y consigo mismo. La sociedad violenta y excluyente lo convirtió en “chivo expiatorio” sobre el cual descargar sus propias culpas.
Es ya la mañana del domingo, todos –incluso sus más cercanos discípulos- creen que el Hijo del Hombre reposa en su fracaso, envuelto en su traje mortuorio en una tumba. Las mujeres –símbolo de la Iglesia- acuden presurosas para embalsamar con aromas y ungüentos a aquel que aman…pero, ¿qué es lo que encuentran?
Vayamos por partes, porque para comprender en toda su hondura el extraordinario texto del evangelio de Marcos, con el que culmina la proclamación de la Palabra de esta festividad, es necesario echar al menos una mirada a todos los textos que le preceden y que preparan el corazón y el entendimiento de la asamblea para la plena revelación de Cristo que se dice a sí mismo en su Evangelio.
El criterio hermenéutico que utilizaremos para esta reflexión es el de una lectura cristológica de los pasajes del Antiguo Testamento, en los que buscaremos los elementos prefigurativos que anuncian a Cristo, para después mirar la forma en que se cumplen plenamente en el Nuevo Testamento.
En la primera lectura, del libro del Génesis (1,1-2,2), la creación aparece como una obra portentosa de Dios cuya culminación es el hombre. Todo es pensado y dicho por el Señor en vistas a proveer al hombre de un espacio vital para que ejerza su señorío. Cuando Dios contempla su creación, después de crear al hombre, exulta de alegría y exclama ¡Todo es muy bueno!, es decir, todo corresponde exactamente a su identidad, todo es tal y como Dios lo ha querido. Al hombre se le otorga la capacidad y la encomienda –don y tarea- de ser fecundo y dominar la tierra. La primera creación es pues un proyecto y no una labor terminada. Queda abierta la posibilidad y un horizonte de realización es presentado al hombre. Cristo es el telos, la finalidad de la creación, el punto omega hacia el cual se dirige y el hombre es el encargado en la historia de encaminar por buen rumbo al cosmos mismo sumergiéndolo con su testimonio en el torrente de vida divina.
En la segunda lectura, también del libro del Génesis (22,1-8), aparece la prueba terrible de Abraham al cual Dios le pide el sacrificio de su hijo amado Isaac. Si vamos más allá de una lectura superficial del texto, podemos descubrir que el problema de fondo es la idolatría; Abraham ha entronizado en su corazón al hijo de la promesa y éste ha desplazado a Dios. Ese es el gran drama del hombre de todos los tiempos, presta atención a la voz tentadora de las creaturas, que le han sido dadas para que las someta y él pervierte el orden divino y las convierte en amas esclavizantes, en señores y dueños de su vida. Dios previene en esta noche santa de la Pascua/liberación a todos los discípulos sobre la gran amenaza que se cierne sobre ellos y al mismo tiempo les hace vislumbrar el horizonte de resolución para ese peligro… ¡mata al ídolo en tu corazón, aprende a vivir en libertad y Dios te devolverá de un modo nuevo lo que amas!¡En Cristo todo es recapitulado, asumido y recuperado porque él mismo ha crucificado la idolatría en su cuerpo colgado del madero!
En la tercera lectura, del libro del Éxodo, mediante una narración de género épico, se nos presenta el glorioso pasaje del paso del pueblo israelita a través del mar y la victoria de Yahvé sobre el ejército egipcio. Dos elementos importantes a tomar en cuenta: la libertad a la que nos llama Dios (liberación de Egipto) es una tarea permanente, siempre habrá un “mar” (símbolo de las fuerzas opositoras al proyecto liberador de Dios) por delante, un muro que parece infranqueable y Dios nos invita a la confianza total y absoluta <<Diles a los israelitas que se pongan en marcha>>. Imagine el lector la escena; detrás está el ejército más poderoso del mundo con toda su fuerza y delante está el mar imponente esperando abrir sus fauces para devorar al pueblo. Para el pueblo no hay opción, debe caminar hacia adelante confiado solamente en el Dios que le invita a la libertad. Detrás solamente hay esclavitud y opresión, fracaso existencial.
Este pasaje se repite una y otra vez en la vida del discípulo de Cristo, los “egiptos” multiformes de la actualidad amenazan con toda su potencia esclavizante y el “mar” siempre está delante con todo su aparato ideológico que nos hace pensar que la muerte es una muralla infranqueable y que la tierra de la promesa es una utopía inalcanzable. Pero recordemos que la Pascua de Cristo es nuestra pascua y que es la prueba irrefutable de que para Dios nada es imposible.
La cuarta lectura (Is 54,5-14) se abre con la solemne afirmación de que el Dios creador es el mismo que quiere hacer una alianza de amor irrompible a pesar del fracaso del pueblo de cara al proyecto liberador del Padre. Tal fracaso no se reduce al que se constata históricamente en el pueblo de Israel sino que adquiere tintes prototípicos y alcanza la experiencia de todos los hombres. Pero la misericordia del tiempo presente (el de la historia) aplaza para el ésjaton el juicio final y Dios vuelve una y otra vez a proponerse como alianza permanente de amor y fidelidad, él quiere desposarse con el hombre, hacerlo suyo en el tálamo nupcial y sembrar en él la semilla de la vida y desterrar para siempre el miedo a la muerte. ¿Qué otra cosa es la Pascua de Cristo sino la constatación solemne de que el último y más temible enemigo –la muerte- ha sido ya derrotado?
En la quinta lectura es otra vez Isaías (55,1-11) el que nos habla en nombre de Dios; la escucha de la Palabra es la actitud que permite al hombre satisfacer sus más hondas necesidades (simbolizadas en el texto por el hambre y la sed). No busques en otras realidades lo que solamente se encuentra en Dios, no gastes tu energía y tus dones en lo que no alimenta, no busques con tu esfuerzo lo que se te otorga gratuitamente. La más honda necesidad humana es la libertad y esa sólo está en Dios. El hombre libre del miedo a la muerte es invencible, nada le ata, ninguna amenaza puede condicionar su actuar y su pensar y por ello, puede construir sociedades alternativas justas y humanas. Este es el gran sueño, la utopía polarizadora de todos los sueños y anhelos.
Y el logro de esta utopía es precisamente lo que anuncia Isaías para los tiempos mesiánicos mediante una nueva alianza definitiva y perpetua. Pero si bien, este pacto será absolutamente gratuito, el hombre debe asumir una actitud fundamental para hacer suya dicha alianza: ¡la escucha atenta de la Palabra y el cambio de mentalidad!…<< Como bajan del cielo la lluvia y la nieve y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar,…así será la Palabra que sale de mi boca: no volverá a mí sin resultado, sino que hará mi voluntad y cumplirá su misión >> y <<mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, sus caminos no son mis caminos >>. Ya puede intuirse que esta profecía de Isaías anuncia a Cristo mismo, Palabra viviente del Padre que se auto-exilia del seno Trinitario y no ha de volver a él hasta haber consumado la plenitud del género humano.
El profeta Baruc (3,9-15.32-4,4) hace hincapié en la escucha/adhesión atenta a la Palabra que Dios dirige a su pueblo como el único medio para adquirir la sabiduría que lleva a la vida, es decir que solamente mediante la escucha es posible discernir y asumir los caminos que coadyuvan a lograr el desarrollo pleno de la identidad humana. ¡Cuan difícil nos resulta la escucha, acostumbrados a la verborrea superficial para ocultar nuestro profundo terror a lo que el silencio pueda revelarnos! Y sin embargo, Dios es Palabra, comunicación, invitación a la receptividad de su Misterio que se nos dice en Cristo.
Ezequiel (36,16-28) indica la forma concreta en la que Dios ha de llevar a cumplimiento la nueva alianza y asegurarse de que esta vez el hombre no fracase y acabe perdiéndose en la idolatría; ¡infundirá un corazón nuevo en el hombre, un corazón capaz de escuchar y consonar al ritmo del corazón de Dios para que pueda vivir los preceptos que otorgan y conducen por los caminos de libertad! Se prefigura sin duda la donación del Espíritu, la inhabitación trinitaria que transforma el ontos (ser) del hombre caduco y cerrado sobre sí  mismo en un hombre capaz de comunión con Dios desde la libertad.
Se abren entonces las lecturas del Nuevo Testamento que revelan plenamente lo que se prefigura en el Antiguo. Veamos de qué modo:
San Pablo, en su carta a los Romanos (6,3-11), indica con total claridad la acción escatológica y definitiva de Dios en el hombre << ¿No saben ustedes que todos los que hemos sido incorporados a Cristo Jesús por medio del bautismo, hemos sido incorporados a él en su muerte? >> ¿Qué es incorporar sino hacer que algo forme parte de una realidad que antes no era la suya? En efecto, antes del bautismo era imposible vivir la Palabra de Vida, ser fieles a la alianza de amor simple y sencillamente porque ERA AJENA A NOSOTROS, algo externo que había que asumir penosamente, una carga imposible de llevar. La Buena Noticia de parte de Dios es que ahora esa Ley se hace más íntima al hombre que el mismo ser del hombre, es inherente a él, su ontos meramente creatural ha sido transformado en un ontos divinizado, cristificado en virtud del bautismo, cuyo primer efecto es hacer morir el pecado y la muerte para hacer emerger al hombre nuevo que vive al modo de Cristo, en total entrega al Padre y a los hombres. ¿Qué otra cosa es la resurrección sino el nacimiento a una forma de vida cualificada por el Espíritu de Cristo?
Finalmente, el exquisito texto de Marcos (16,1-7) cierra el banquete de la Palabra en esta Noche Santa. El amor es el motor que sigue moviendo a los discípulos (cuyo símbolo en este texto son las mujeres) a pesar del aparente fracaso de Jesús se encaminan a embalsamar su cuerpo. Es verdad, se encuentran sumergidos en la vieja y diabólica mentalidad de creer que la muerte tiene la última palabra en la historia, que los poderes opresores son inamovibles (la piedra era muy grande), pero el amor por ese extraño rabino galileo que les ha robado el corazón será la piedra angular sobre la que se construirá el edificio de la fe. Ya Dios se encargará de remover la piedra que te impide descubrir que la muerte ha sido vencida, tú camina hacia el sepulcro, busca a Jesús a pesar de todo y te llevarás la sorpresa más grande de tu vida, un regalo que cambiará para siempre el rumbo de tu existencia… ¡la tumba está vacía, la muerte no pudo retenerlo a Él y no puede retenerte tampoco a ti!  ¡Deja que resuene en tu corazón el anuncio del joven vestido de blanco; “No está aquí, ha resucitado”! ¡Deja que esas palabras inunden tu corazón y desalojen cualquier otra palabra del mundo, siente renacer la esperanza y abandona el miedo! ¡Ponte en camino porque la vieja creación ha pasado, abandona el sepulcro y encamina tus pasos a la Galilea de la vida cotidiana porque allí te aguarda el autor de la vida para cumplirte sus promesas!
Feliz Pascua de Resurrección.

Texto completo de la homilía del Santo Padre de la Vigilia Pascual 2012


8 abril, 2012
Queridos hermanos y hermanas;
Pascua es la fiesta de la nueva creación. Jesús ha resucitado y no morirá de nuevo. Ha descerrajado la puerta hacia una nueva vida que ya no conoce ni la enfermedad ni la muerte. Ha asumido al hombre en Dios mismo. «Ni la carne ni la sangre pueden heredar el reino de Dios», dice Pablo en la Primera Carta a los Corintios (15,50). El escritor eclesiástico Tertuliano, en el siglo III, tuvo la audacia de escribir refriéndose a la resurrección de Cristo y a nuestra resurrección: «Carne y sangre, tened confianza, gracias a Cristo habéis adquirido un lugar en el cielo y en el reino de Dios» (CCL II, 994). Se ha abierto una nueva dimensión para el hombre. La creación se ha hecho más grande y más espaciosa. La Pascua es el día de una nueva creación, pero precisamente por ello la Iglesia comienza la liturgia con la antigua creación, para que aprendamos a comprender la nueva. Así, en la Vigilia de Pascua, al principio de la Liturgia de la Palabra, se lee el relato de la creación del mundo. En el contexto de la liturgia de este día, hay dos aspectos particularmente importantes. En primer lugar, que se presenta a la creación como una totalidad, de la cual forma parte la dimensión del tiempo. Los siete días son una imagen de un conjunto que se desarrolla en el tiempo. Están ordenados con vistas al séptimo día, el día de la libertad de todas las criaturas para con Dios y de las unas para con las otras. Por tanto, la creación está orientada a la comunión entre Dios y la criatura; existe para que haya un espacio de respuesta a la gran gloria de Dios, un encuentro de amor y libertad. En segundo lugar, que en la Vigilia Pascual, la Iglesia comienza escuchando ante todo la primera frase de la historia de la creación: «Dijo Dios: “Que exista la luz”» (Gn 1,3). Como una señal, el relato de la creación inicia con la creación de la luz. El sol y la luna son creados sólo en el cuarto día. La narración de la creación los llama fuentes de luz, que Dios ha puesto en el firmamento del cielo. Con ello, los priva premeditadamente del carácter divino, que las grandes religiones les habían atribuido. No, ellos no son dioses en modo alguno. Son cuerpos luminosos, creados por el Dios único. Pero están precedidos por la luz, por la cual la gloria de Dios se refleja en la naturaleza de las criaturas.
¿Qué quiere decir con esto el relato de la creación? La luz hace posible la vida. Hace posible el encuentro. Hace posible la comunicación. Hace posible el conocimiento, el acceso a la realidad, a la verdad. Y, haciendo posible el conocimiento, hace posible la libertad y el progreso. El mal se esconde. Por tanto, la luz es también una expresión del bien, que es luminosidad y crea luminosidad. Es el día en el que podemos actuar. El que Dios haya creado la luz significa: Dios creó el mundo como un espacio de conocimiento y de verdad, espacio para el encuentro y la libertad, espacio del bien y del amor. La materia prima del mundo es buena, el ser es bueno en sí mismo. Y el mal no proviene del ser, que es creado por Dios, sino que existe en virtud de la negación. Es el «no».
En Pascua, en la mañana del primer día de la semana, Dios vuelve a decir: «Que exista la luz». Antes había venido la noche del Monte de los Olivos, el eclipse solar de la pasión y muerte de Jesús, la noche del sepulcro. Pero ahora vuelve a ser el primer día, comienza la creación totalmente nueva. «Que exista la luz», dice Dios, «y existió la luz». Jesús resucita del sepulcro. La vida es más fuerte que la muerte. El bien es más fuerte que el mal. El amor es más fuerte que el odio. La verdad es más fuerte que la mentira. La oscuridad de los días pasados se disipa cuando Jesús resurge de la tumba y se hace él mismo luz pura de Dios. Pero esto no se refiere solamente a él, ni se refiere únicamente a la oscuridad de aquellos días. Con la resurrección de Jesús, la luz misma vuelve a ser creada. Él nos lleva a todos tras él a la vida nueva de la resurrección, y vence toda forma de oscuridad. Él es el nuevo día de Dios, que vale para todos nosotros.
Pero, ¿cómo puede suceder esto? ¿Cómo puede llegar todo esto a nosotros sin que se quede sólo en palabras sino que sea una realidad en la que estamos inmersos? Por el sacramento del bautismo y la profesión de la fe, el Señor ha construido un puente para nosotros, a través del cual el nuevo día viene a nosotros. En el bautismo, el Señor dice a aquel que lo recibe: Fiat lux, que exista la luz. El nuevo día, el día de la vida indestructible llega también para nosotros. Cristo nos toma de la mano. A partir de ahora él te apoyará y así entrarás en la luz, en la vida verdadera. Por eso, la Iglesia antigua ha llamado al bautismo photismos, iluminación.
¿Por qué? La oscuridad amenaza verdaderamente al hombre porque, sí, éste puede ver y examinar las cosas tangibles, materiales, pero no a dónde va el mundo y de dónde procede. A dónde va nuestra propia vida. Qué es el bien y qué es el mal. La oscuridad acerca de Dios y sus valores son la verdadera amenaza para nuestra existencia y para el mundo en general. Si Dios y los valores, la diferencia entre el bien y el mal, permanecen en la oscuridad, entonces todas las otras iluminaciones que nos dan un poder tan increíble, no son sólo progreso, sino que son al mismo tiempo también amenazas que nos ponen en peligro, a nosotros y al mundo. Hoy podemos iluminar nuestras ciudades de manera tan deslumbrante que ya no pueden verse las estrellas del cielo. ¿Acaso no es esta una imagen de la problemática de nuestro ser ilustrado? En las cosas materiales, sabemos y podemos tanto, pero lo que va más allá de esto, Dios y el bien, ya no lo conseguimos identificar. Por eso la fe, que nos muestra la luz de Dios, es la verdadera iluminación, es una irrupción de la luz de Dios en nuestro mundo, una apertura de nuestros ojos a la verdadera luz.
Queridos amigos, quisiera por último añadir todavía una anotación sobre la luz y la iluminación. En la Vigilia Pascual, la noche de la nueva creación, la Iglesia presenta el misterio de la luz con un símbolo del todo particular y muy humilde: el cirio pascual. Esta es una luz que vive en virtud del sacrificio. La luz de la vela ilumina consumiéndose a sí misma. Da luz dándose a sí misma. Así, representa de manera maravillosa el misterio pascual de Cristo que se entrega a sí mismo, y de este modo da mucha luz. Otro aspecto sobre el cual podemos reflexionar es que la luz de la vela es fuego. El fuego es una fuerza que forja el mundo, un poder que transforma. Y el fuego da calor. También en esto se hace nuevamente visible el misterio de Cristo. Cristo, la luz, es fuego, es llama que destruye el mal, transformando así al mundo y a nosotros mismos. Como reza una palabra de Jesús que nos ha llegado a través de Orígenes, «quien está cerca de mí, está cerca del fuego». Y este fuego es al mismo tiempo calor, no una luz fría, sino una luz en la que salen a nuestro encuentro el calor y la bondad de Dios.
El gran himno del Exsultet, que el diácono canta al comienzo de la liturgia de Pascua, nos hace notar, muy calladamente, otro detalle más. Nos recuerda que este objeto, el cirio, se debe principalmente a la labor de las abejas. Así, toda la creación entra en juego. En el cirio, la creación se convierte en portadora de luz. Pero, según los Padres, también hay una referencia implícita a la Iglesia. La cooperación de la comunidad viva de los fieles en la Iglesia es algo parecido al trabajo de las abejas. Construye la comunidad de la luz. Podemos ver así también en el cirio una referencia a nosotros y a nuestra comunión en la comunidad de la Iglesia, que existe para que la luz de Cristo pueda iluminar al mundo.
Roguemos al Señor en esta hora que nos haga experimentar la alegría de su luz, y pidámosle que nosotros mismos seamos portadores de su luz, con el fin de que, a través de la Iglesia, el esplendor del rostro de Cristo entre en el mundo (cf. Lumen gentium, 1). Amén.

viernes, 6 de abril de 2012

De la Liturgia Católica del Viernes Santo, Oración Universal.

<< Oremos también por todos los hermanos que creen en Cristo, para que Dios nuestro Señor les conceda vivir sinceramente lo que profesan y se digne reunirlos para siempre en un solo rebaño, bajo un solo pastor. Dios todopoderoso y eterno, tú que reúnes a los que están dispersos y los mantienes en la unidad, mira con amor a todos los cristianos, a fin de que, cuantos están consagrados por un solo bautismo, formen una sola familia, unida por el amor y la integridad de la fe. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. >> *De la Liturgia Católica del Viernes Santo, Oración Universal.

miércoles, 4 de abril de 2012

Audio reflexión Viernes Santo 2012

Te invito a escuchar mi reflexión para este Viernes Santo (significado de la cruz en la espiritualidad cristiana).
Sigue el vínculo:


http://www.ivoox.com/reflexion-viernes-santo-2012-audios-mp3_rf_1149821_1.html

REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL VIERNES 6 DE ABRIL DEL 2012 VIERNES SANTO



1.      LECTURAS
Isaías 52, 13-53, 12 << Mirad, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho. Como muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano, así asombrará a muchos pueblos, ante él los reyes cerrarán la boca, al ver algo inenarrable y contemplar algo inaudito. ¿Quién creyó nuestro anuncio?, ¿a quién se reveló el brazo del Señor? Creció en su presencia como brote, como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros, despreciado y desestimado. Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado; pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino; y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca; como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron, ¿quién meditó en su destino? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron. Le dieron sepultura con los malvados; y una tumba con los malhechores, aunque no había cometido crímenes ni hubo engaño en su boca. El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación; verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano. Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos. Le daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre. Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores.
Sal 30 << A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado; tú, que eres justo, ponme a salvo. En tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás. Soy la burla de todos mis enemigos, la irrisión de mis vecinos, el espanto de mis conocidos; me ven por la calle, y escapan de mí. Me han olvidado como a un muerto, me han desechado como a un cacharro inútil. Pero yo confío en ti, Señor, te digo: «Tú eres mi Dios.» En tu mano están mis azares; líbrame de los enemigos que me persiguen. Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia. Sed fuertes y valientes de corazón, los que esperáis en el Señor.

Hebreos 4, 14-16; 5, 7-9 << Hermanos: Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un sumo sacerdote grande, que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios. No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado. Por eso, acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente. Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.
Juan 18, 1-19, 42 << Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo: «Tengo sed.» Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: «Está cumplido.», e inclinando la cabeza, entregó el espíritu. >> * Solamente transcribo Jn 19, 28-29.
2.      REFLEXIÓN
UNA SED QUE SÓLO PUEDE SER CALMADA CON EL AMOR
Jorge Arévalo Nájera

El Viernes Santo la Iglesia universal medita con el corazón temblando acerca del misterio insondable de la muerte del Hijo de Dios que queda significada en la cruz. Pero la cruz, por la naturaleza misma del que ha muerto en ella, aparece como una realidad que nos presenta dos rostros; Por un lado, efectivamente hace referencia a la destrucción, a la ignominia, a la vergüenza, al dolor, a la pérdida, a la oposición radical del hombre al proyecto salvífico del Padre y por ende al pecado humano.
Es como un recordatorio perpetuo de que el hombre ha querido realizarse en la historia según sus propios criterios y ha dado muerte a la Palabra de vida definitiva. Porque la muerte de Jesús, no es una muerte que el Padre haya predeterminado desde la eternidad, no, lo que el Padre quería era la obediencia absoluta del Hijo y hasta tal punto éste obedeció, que aceptó su muerte como consecuencia lógica de su total oposición a las estructuras pecaminosas con que los hombres oprimen a sus hermanos utilizando a Dios como pretexto para lograr sus propios intereses.
 El Hijo vino a descubrir a los ojos del hombre su pecado y abrir el camino de la salvación, su objetivo era constituir, mediante el cambio de mentalidad y la adhesión de todo el ser del hombre a su persona, un nuevo tipo de ser humano, todos discípulos del único Maestro y por ello, hombres libres y plenos. Pero de tal modo rechazaron su propuesta por ir en contra de sus mezquinos intereses, que acabaron dándole muerte en la forma más denigrante del mundo entonces conocido; la muerte en cruz.
 Pero hay otra dimensión en el signo de la cruz. El Padre sabe recomponer siempre la historia de las equivocadas decisiones humanas y la cruz no podría significar la derrota definitiva de Dios en su afán de salvar al hombre, y así como éste introdujo el mal y el pecado en la historia y Dios reinició su proyecto salvífico en los primeros tiempos, así, en la plenitud de los mismos, asume en su proyecto la cruz del Hijo y la convierte en camino salvífico.
Todo hombre que quiera seguir el camino de Dios, tendrá que asumir la cruz como único modo de realización en plenitud. La cruz es convertida por el Padre en signo de victoria, ¡su Hijo ha vencido en ella, precisamente en ella al pecado y a la muerte! Y si Jesús ha asumido la crucifixión en su proyecto de obediencia al Padre por amor a los hombres, entonces la cruz también es signo de amor entregado hasta el extremo. Aunque la cruz solo adquiere su interpretación definitiva por la resurrección del Hijo, dicha resurrección no es propiamente la victoria de Jesús, es el acontecimiento que revela el valor salvífico de la cruz, es el corolario a la victoria ya alcanzada por el Hijo en Getsemaní y el Gólgota, es la manifestación esplendorosa de esa victoria que se derrama sobre los hombres.
Por ello, la cruz de Cristo es siempre signo profético que anuncia el amor de Dios, que revela el auténtico rostro de la divinidad, que expresa con la más dramática plasticidad al Dios que entrega la vida por los hombres para elevarlos a la categoría de hijos por la efusión de su Espíritu, que brota del costado abierto del crucificado.
Pero también denuncia la obstinada y contumaz mentalidad humana que se rehúsa a abandonar sus criterios y valores egoístas, que aunque bien visto tiene, solo le llevan a la destrucción, a él le parecen deliciosos manjares que no está dispuesto a dejar para asumir el proyecto de Dios, proyecto que siempre le exigirá renunciar a sus supuestos privilegios para optar por los pobres y desposeídos del mundo, mentalidad que le llevará a crucificar al Hijo de Dios, no sólo en el Gólgota de hace casi dos mil años, sino en el Gólgota de la vida cotidiana de los hombres del siglo XXI. Pero la resurrección, nos permite vislumbrar la dimensión edificante del signo profético de la cruz, viéndose así iluminado todo sufrimiento humano cuando éste es injertado por el Espíritu y por la fe del sufriente en el sufrimiento de Cristo que salva al mundo.
 ¡Él es el siervo doliente anunciado por Isaías, que soporta nuestro sufrimiento y lleva sobre sí nuestras culpas!, ¡Él soportó el castigo que nos trae la paz! Jesús es quien en absoluta obediencia, aún y sobre todo en la noche obscura de la ausencia de su Padre, da el salto definitivo y se abandona en brazos del que oculta su rostro ¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu! Esperando contra toda esperanza que Él le librará por ser Dios fiel y verdadero.

Es precisamente por su obediencia, que le lleva a la muerte y una muerte en cruz, que el Padre le exalta y su nombre está sobre todo nombre y es nuestro sumo Sacerdote, el único intermediario entre Dios y los hombres.  La muerte de Jesús, es la culminación de su pasión y a la vez, del proceso de abajamiento de Dios, Él no sabe hacer otra cosa que entregarse, que dar la vida misma por sus criaturas. Desde la eternidad, su proyecto creacional es ya proyecto salvífico, con miras a la plenificación del hombre, y a través del hombre, del cosmos mismo, pero esa plenificación se logra por la gracia, por la donación de la misma vida divina, donación que queda constatada para siempre en la cruz del Hijo.
El bellísimo y dramático texto del evangelio de Juan que se nos ha proclamado, solo puede comprenderse si se atiende al estilo propio del escritor. Todos los escritos de la tradición joánica (Evangelio según san Juan, Apocalipsis y las cartas 1, 2 y 3 de Juan) utilizan muchísimos símbolos para presentar su teología. Por ello, es necesario aclarar el significado de dichos símbolos para acceder a su mensaje y poder actualizarlo en nuestra vida. Vayamos por partes: Las ropas simbolizan en el pensamiento semita o bíblico, la dignidad de la persona o la persona misma en cuanto su valía.
Por otra parte, el número cuatro hace alusión a la universalidad, a los cuatro puntos cardinales y por lo tanto al universo entero. Así, el hecho de que los soldados (romanos evidentemente) se repartan en cuatro partes la ropa significa que precisamente en su muerte, se hace posible que toda la creación reciba la vida que se encontraba condensada en el hombre Jesús y que ahora, libre de toda atadura se expande al universo entero. Lo escandaloso del texto es que sean precisamente los que le han quitado la vida los  primeros en recibir la gracia. La túnica, tejida sin costura ha sido interpretada por la tradición cristiana como imagen de la indivisibilidad de la Iglesia, por ello, se hace hincapié en que era de una sola pieza y sin costura. La Comunidad cristiana por lo tanto, según la teología de Juan, nace de la cruz.  Otro simbolismo importante es el de <<la madre de Jesús>> y <<el discípulo amado>>.
Más allá de la historicidad de los personajes, en la teología joánica juegan un papel representativo: La madre es Israel, el resto fiel que ha acogido el mensaje de Jesús mientras que el discípulo amado es la comunidad cristiana naciente, el nuevo Israel. Ambos grupos se unen en la cruz de donde brota la fraternidad que mantendrá unida a la gran Iglesia. El vinagre representa al amor corrompido, al amor  traidor, quizá el único tipo de amor que el hombre puede dar a Dios y sin embargo, Jesús en su infinita misericordia recibe este amor corrupto, él tiene sed del amor del hombre y si éste solo puede darle vinagre, pues que así sea, se lo bebe.
Y así, todo se cumple, el proyecto de Dios manifestado en Jesús llega a su plenitud cuando éste muere, pero no es de modo alguno una muerte estéril, por el contrario, de ella mana la vida auténtica, la vida definitiva y sin límites <<entregó el Espíritu>>. Pero el odio del hombre hacia Dios no parece conocer límites y ante el amor de Dios que llega hasta la entrega de su propio Hijo, el hombre vuelve a responder con una canallada  y traspasa el costado del crucificado ya muerto.
Pero Dios siempre tiene la última palabra y su amor no se agota, y vuelve a responder con el don de la vida simbolizados por el agua y la sangre. El agua simboliza la vida en cuanto tal y la sangre es la misma vida pero en cuanto entregada. Bautismo y Eucaristía, vida que nace de la muerte y vida llamada a la entrega por amor. He aquí resumida la espiritualidad cristiana a la que estamos llamados: Fraternidad que nace de la experiencia de la cruz, unidad irrompible como característica de los bautizados, acogida maternal para todos y esperanza en que a pesar de nuestro amor corrompido Dios siempre tendrá una forma inédita de salvarnos.
Gracia y paz.