lunes, 24 de septiembre de 2012

Audio/reflexión sobre las lecturas del domingo 30 de septiembre de 2012.

Te invito a escuchar mi reflexión sobre las lecturas del domingo 30 de septiembre de 2012. El tema es la arrogancia y el peligro que entraña para la vida del cristiano.
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VÍNCULO: http://www.ivoox.com/reflexion-30-septiembre-2012-xxvi-ordinario-ciclo-b-audios-mp3_rf_1448350_1.html


Reflexión sobre las lecturas del domingo 30 de septiembre de 2012.



1.      LECTURAS
Números 11, 25-29: << En aquellos días, el Señor bajó en la nube y habló con Moisés. Tomando algo del espíritu que reposaba sobre él, se lo pasó a los setenta ancianos. Al posarse sobre ellos el espíritu, se pusieron a profetizar enseguida. Habían quedado en el campamento dos del grupo, llamados Eldad y Medad. Aunque estaban en la lista, no habían acudido a la tienda. Pero el espíritu se posó sobre ellos, y se pusieron a profetizar en el campamento. Un muchacho corrió a contárselo a Moisés: "Eldad y Medad están profetizando en el campamento." Josué, hijo de Nun, ayudante de Moisés desde joven, intervino: "Señor mío, Moisés, prohíbeselo." Moisés le respondió: "¿Estás celoso de mí?" ¡Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el espíritu del Señor!". >>
Salmo 18: << La ley del Señor es perfecta / y es descanso del alma; / el precepto del Señor es fiel / e instruye al ignorante. La voluntad del Señor es pura / y eternamente estable; / los mandamientos del Señor son verdaderos / y enteramente justos. Aunque tu siervo vigila / para guardarlos con cuidado, / ¿quien conoce sus faltas? / Absuélveme de lo que se me oculta. Preserva a tu siervo de la arrogancia, / para que no me domine: / así quedaré libre e inocente / del gran pecado. >>
Santiago 5, 1-6: << Ahora, vosotros, los ricos, llorad y lamentaos por las desgracias que van a caer sobre vosotros. Vuestra riqueza está corrompida y vuestros vestidos están apolillados. Vuestro oro y vuestra plata están herrumbrados, y esa herrumbre será un testimonio contra vosotros y devorará vuestra carne como el fuego. ¡Habéis amontonado riqueza, precisamente ahora, en el tiempo final! El jornal defraudado a los obreros que han cosechado vuestros campos está clamando contra vosotros; y los gritos de los segadores han llegado hasta el oído del Señor de los ejércitos. Habéis vivido en este mundo con lujo y entregados al placer. Os habéis cebado para el día de la matanza. Condenasteis y matasteis al justo; él no os resiste. >>
Marcos 9, 38-43. 45. 47-48: << En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús: "Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros." Jesús respondió: "No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro. El que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga.
Y, si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies al infierno. Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos el infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga". >>
2.      REFLEXIÓN
Humildes para evitar el infierno
Jorge Arévalo Nájera

La humildad es una actitud espiritual irrenunciable en el auténtico discípulo de Cristo, no es una sugerencia que el Señor nos hace, es un imperativo, una exigencia para poder seguirlo y así entrar en la dinámica del reino de Dios. Las lecturas que nos son proclamadas este domingo iluminan de un modo u otro la problemática que debe afrontar la comunidad cristiana tarde o temprano respecto a esta actitud espiritual.
Los cristianos afirmamos que a nosotros se nos ha revelado el Misterio de la forma más plena, radical y definitiva en la persona de Jesús de Nazaret. Que en nuestras sagradas letras se nos da a conocer la mismísima encarnación del Absoluto y que se nos ha dado en custodia este misterio de salvación.
Y todo esto es cierto, en el depósitum fidei de la Iglesia[1]se contiene fielmente y sin error el testimonio del plan que Dios ha ido tejiendo a lo largo de la historia de la salvación y que ha visto su culminación en la encarnación del Verbo. Es la Iglesia quien ha visto y palpado la gloria del Dios encarnado que ha puesto su morada entre los hombres. Y también es cierto que el Señor ha confiado a la Iglesia este misterio para que lo difunda íntegra y fielmente al mundo entero para su redención.
Pero nunca deberemos olvidar que cuando Dios elige, ya sea a un colectivo humano (caso de Israel y de la Iglesia), ya sea a una persona particular (caso de las revelaciones particulares) no es para privilegiarlo de forma exclusiva, como si de formar un grupo humano de élite se tratara. La elección particular es hecha siempre con la mirada puesta en la humanidad entera, en el bien común. Dios elige para que a través del elegido, su gracia se extienda universalmente, sin excepción de personas.
Sin embargo, con demasiada frecuencia la Iglesia se ha llenado de un falso y maligno orgullo excluyente y violento que le hace pensar que posee privilegios que la convierten en una especie de entidad supra-mundana con derecho a imponer sobre los demás sus propios criterios y su propia verdad. La historia muestra fehacientemente que esta actitud ha llevado a la Iglesia a cometer los peores abusos, llegando inclusive a la monstruosa pretensión de querer controlar la conciencia de los hombres. Es evidente que esta Iglesia no es la que quiere Jesús, y es más, siendo honestos debemos afirmar que un grupo humano que se comporta de esa manera ni siquiera es Iglesia.
Pero este problema no es exclusivo de los creyentes actuales, en el texto del libro de los Números esto queda ejemplificado: ya en la comunidad israelita primigenia, en los tiempos de Moisés, los dirigentes religiosos se sintieron dueños y señores del espíritu (fuerza dinámica) con la que el Señor había dotado a Moisés para la conducción profética del pueblo, pero que estaba destinada -en el momento histórico en que vivió el caudillo- al bien de todos y cada uno de los israelitas. Al mismo tiempo, ese don otorgado a Moisés era simplemente la prefigura del don escatológico universal que Dios otorgaría en los tiempos mesiánicos al pueblo entero.
Pero los dirigentes no lo entendían así y por eso su reacción encolerizada que pretende acallar despóticamente a los “usurpadores” del don profético: << ¡prohíbeselo! >>, le exige Josué a Moisés. El problema –según estos dirigentes- era que Eldad y Medad –aunque pertenecientes al grupo de los 70 ancianos- no habían acudido al lugar prescrito para recibir oficialmente el don, podríamos decir que no habían seguido los cauces oficiales.
En la estrecha mentalidad religiosa –excluyente y sectarista- del grupo no hay lugar para la libertad de Dios. ¿Acaso el Señor no puede hacer lo que quiera con sus carismas? ¿Vamos nosotros a imponer un coto a la acción libérrima de Dios que quiere beneficiar a todos los hombres con su don profético? Inclusive, en el plano de la acción sacramental de la Iglesia no debemos caer en reduccionismo facilones y fundamentalistas que pretenden constreñir la acción de Dios a los sacramentos de la Iglesia, como si el Señor no pudiera comunicar su Espíritu a aquellos que sin culpa no han recibido el bautismo o como si aquellos que mueren sin haber recibido el sacramento de la reconciliación estuvieran per se en estado de des-gracia…<< ¡Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el espíritu del Señor!" >>
El Salmo hace eco a las mociones que suscita la primera lectura y después de alabar las bondades de la Ley del Señor, anuncia enfáticamente la absoluta necesidad que el creyente tiene de la misericordia de Dios dada la incapacidad del hombre para responder a la bondad infinita del Señor manifestada en su ley.
Entonces, el salmista hace una petición, un ruego al Señor; << Preserva a tu siervo de la arrogancia, / para que no me domine: / así quedaré libre e inocente / del gran pecado. >> Resulta evidente que el autor tiene en mente el gran tema de la caída del hombre. ¿Cuál fue la causa de la desgracia del género humano? Según el libro del Génesis, ante la enseñanza de Dios que prohíbe a la pareja primordial comer del fruto de los árboles de la sabiduría y de la vida, el hombre opta por escuchar a la astuta serpiente y decide prestarle sus adhesión, convirtiéndose a sí mismo en el arrogante poseedor de los criterios que le permitan ser sabio y alcanzar la vida perdurable.
La serpiente les ha dicho << vendréis a ser como dioses >> y ellos se lo han creído. Se pierde el verdadero entendimiento del misterio creatural humano, del misterio divino amoroso y paternal, del misterio fraterno del otro y del misterio cósmico. Empieza entonces la vorágine de violencia y muerte que desemboca en el diluvio –símbolo de las fuerzas caóticas que pretenden engullir la creación de Dios-. Por eso y con justa razón el salmista llama a la arrogancia humana “el gran mal”.
Tal vez, uno de las formas concretas en las que se manifiesta con mayor claridad el ansia de poder/arrogancia, sea la acumulación de riquezas. La epístola de Santiago pone el dedo en la llaga; los ricos están condenados a la perdición eterna. El testimonio en la Escritura –tanto en el A.T como en el N.T- sobre este punto es unánime, la riqueza es causa de condenación.
¿Acaso Dios pondera la miseria y quiere que todos los hombres nos convirtamos en parias desarrapados itinerantes? Desde luego que no, el Señor quiere una vida digna para todos, con las necesidades básicas –materiales, psicológicas y espirituales- resueltas.
El problema está en poner la confianza en las posesiones, en acumular y no compartir. Para el cristiano de corazón indiviso simplemente no pasa por su cabeza la idea de acumular (hacerse rico) por la sencilla razón de que nada considera como suyo en forma exclusiva, todo es de Dios y para Dios y por lo tanto, para los necesitados de su entorno. Por más que gane en sus negocios o en su trabajo, nunca será rico porque él es libre del apego a los bienes y comparte todo lo suyo con los que nada tienen. Para él los lujos no existen, porque sabe bien que mientras existan personas que viven en extrema pobreza, poseer cosas superfluas sería un grave pecado, un robo porque les estaría quitando a sus hermanos lo que les pertenece por derecho divino. En el fondo, el gran problema de la riqueza está en que su fundamento es la arrogancia, la pretensión de querer gestionar la propia vida desde las solas fuerzas humanas.
El que es rico no puede abrirse a la misericordia de Dios, él confía en su cuenta bancaria, ¡con dinero baila el perro! y se abren todas las puertas, la sociedad le alaba como triunfador, los placeres más exquisitos se hacen accesibles y se va generando una burbuja impermeable a la Palabra que cuestiona e incomoda, se va desarrollando una mentalidad capaz de convertir en ideología inocua el Evangelio. Por eso Jesús afirma enfáticamente que ¡no se puede servir a Dios y al dinero![2]
El evangelio de Marcos, a modo de inclusión (en literatura, la inclusión es un recurso mediante el cual un tema se desarrolla presentando un conjunto de ideas, en las que el primero y el último texto sirven para dar inicio y concluir el tema central, mientras que los textos que quedan incluidos profundizan dicho tema) concluye o cierra la reflexión sobre el tema explícito de la arrogancia/orgullo y su contraparte positiva que es la humildad.
Los discípulos/Iglesia, representados por Juan, no están de acuerdo con que un grupo no oficial, es decir, no perteneciente nominalmente a la Comunidad discipular, esté haciendo las obras de Jesús y que ellos consideran prerrogativa eclesial.  Para Jesús, todo el que realiza signos que remiten a Dios es de los suyos, sin fronteras ni divisiones.
Todo el que va por la vida liberando a los hombres de sus esclavitudes, de sus falsas ideologías, de sus dolencias, pertenece a Jesús. A estos, quizá separados nominalmente de la Iglesia pero empeñados en ir por el mundo haciendo el bien, Jesús los llama “pequeñuelos, chiquillos” llenos de fe, adheridos a Él existencialmente y previene –mucho ojo, amable lector- a su Iglesia sobre el peligro que se cierne sobre todo aquel que confunde la nueva vida del discipulado con el fanatismo religioso excluyente y violento, con la arrogancia de sentirse dueños absolutos de la verdad por muy Iglesia que sea.
Permanezcamos atentos para erradicar permanentemente la arrogancia que puede convertirse en piedra de molino atada a nuestros cuellos y sumergirnos sin remedio en el infierno de la violencia y la ruptura con Dios.
                                                                                      Gracia y paz.


[1] La expresión depositum fidei se encuentra en las dos cartas de san Pablo a Timoteo (1 Tim 6,20; 2 Tim 1,14) y en relación con la noción de « doctrina de la fe». Significa propiamente el patrimonio de fe que, confiado a la Iglesia, exige ser transmitido por ella fielmente y explicado sin errores.
[2] Lc 16,13

domingo, 23 de septiembre de 2012

Audio homilía P. César Corres_domingo 23 de septiembre de 2012

Te invito a escuchar la excelente homilía del P. Corres, pronunciada para la Comunidad del Camino el domingo 23 de septiembre de 2012.

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lunes, 17 de septiembre de 2012

AUDIO REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 23 DE SEPTIEMBRE DE 2012 XXV DOMINGO ORDINARIO CICLO B

Les invito a escuchar mi reflexión sobre las lecturas del domingo 23 de septiembre de 2012. Tema: << Démosle sentido al sufrimiento y luchemos contra el mal >>

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REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 23 DE SEPTIEMBRE DE 2012 XXV DOMINGO ORDINARIO CICLO B



1.      LECTURAS
Sabiduría 2, 12. 17-20: << Se dijeron los impíos: "Acechemos al justo, que nos resulta incómodo: se opone a nuestras acciones, nos echa en cara nuestros pecados, nos reprende nuestra educación errada; veamos si sus palabras son verdaderas, comprobando el desenlace de su vida. Si es el justo hijo de Dios, él lo auxiliará y lo librará del poder de sus enemigos; lo someteremos a la prueba de la afrenta y la tortura, para comprobar su moderación y apreciar su paciencia; lo condenaremos a muerte ignominiosa, pues dice que hay quien se ocupa de él". >>
Salmo 53: << Oh Dios, sálvame por tu nombre, / sal por mí con tu poder. / Oh Dios, escucha mi súplica, / atiende mis palabras. Porque unos insolentes se alzan contra mí, / y hombres violentos me persiguen a muerte, / sin tener presente a Dios. Pero Dios es mi auxilio, / el Señor sostiene mi vida. / Te ofreceré un sacrificio voluntario, / dando gracias a tu nombre, que es bueno. >>
Santiago 3, 16-4, 3: << Queridos hermanos: Donde hay envidias y rivalidades, hay desorden y toda clase de males. La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante y sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia. ¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, que luchan en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis; matáis, ardéis en envidia y no alcanzáis nada; os combatís y os hacéis la guerra. No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para dar satisfacción a vuestras pasiones. >>
Marcos 9, 30-37: << En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará." Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: "¿De qué discutíais por el camino?" Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó llamó a los Doce y les dijo: "Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos." Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: "El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado". >>

2.      REFLEXIÓN
Démosle sentido al sufrimiento y luchemos contra el mal
Jorge Arévalo Nájera
Nada más natural para un cristiano que buscar en Dios el auxilio oportuno en sus tribulaciones. Sobre todo, en un mundo marcado por la violencia, la corrupción y la amenaza constante a la vida, el creyente levanta la mirada y clama por la protección del Señor.
Sin embargo, lo que vemos en la experiencia cotidiana es que tanto justos como injustos sufren calamidades; secuestros, enfermedades, robos, violaciones a los derechos humanos y toda suerte de percances les alcanzan por igual a unos y a otros. Y entonces, uno tiene que preguntarse que querrá decir Dios cuando en la Biblia se afirman cosas como estas; << Si es el justo hijo de Dios, lo auxiliará y lo librará del poder de sus enemigos. >> o << lo condenaremos a muerte ignominiosa, pues dice que hay quien se ocupa de él". >>
Vayamos por pasos, y lo primero que hay que dejar bien en claro es lo siguiente: del sufrimiento y los desastres nadie se ve libre, somos criaturas finitas, caducas y por eso mismo, sujetos a las leyes intrahistóricas. Tarde o temprano el sufrimiento se hará presente en nuestras vidas y debemos saber que Dios nada tiene que ver –como causa-, ni con el sufrimiento inevitable (desastres naturales, pérdida de los seres queridos, envejecimiento y pérdida paulatina de facultades, algunas enfermedades, las pérdidas del trabajo, etc.) ni con el sufrimiento evitable (algunas enfermedades,  la traición de los amados, el que causan las relaciones humanas opresoras, las estructuras sociales injustas, etc.)
Un asegunda cosa que debemos tener en cuenta, es que Dios tampoco remedia los males al estilo del genio de la lámpara de Aladino, o como curandero que desaparece por arte de magia las enfermedades, o como prestidigitador que aparece bolillos de la chistera para alimentar a los hambrientos o como titiritero que mueve los hilos de los acontecimientos para evitar que un hermano conductor de micro-bus nos haga el favor de convertirnos en tortilla o como bolsa de trabajo celestial para conseguirnos un bien remunerado empleo.
Atribuir a Dios el sufrimiento humano es una auténtica herejía, él únicamente quiere nuestro bien y felicidad, y eso incluye  la salud, el amor, las condiciones sociológicas dignas, etc. Otra cosa es decir que en medio del sufrimiento, Dios se haga presente para comunicar al hombre su gracia, su poder y fortaleza para que pueda convertir lo que parece una desgracia en punto de partida para la experiencia salvífica y el crecimiento espiritual. En eso estoy totalmente de acuerdo porque la teología neotestamentaria así lo afirma.
Pero también esperar que Dios solucione mágicamente las problemáticas humanas es una ingenuidad intolerable de nuestra parte y una falta de respeto para con Dios y para con el mismo hombre que ha sido dotado con los dones necesarios para proyectar responsablemente vías de solución a la mayor parte de las cosas que le causan sufrimiento (muchas enfermedades pueden ser prevenidas y curadas si actuamos responsablemente para con nuestra salud.  La solución al hambre del mundo, a la pobreza extrema, a la guerra, a los entramados sociales injustos, etc.,  está al alcance de las posibilidades humanas, basta con renunciar al egoísmo, al acaparamiento de los bienes, al ansia de poder. El mal y el sufrimiento moral y social pueden ser evitados si los seres humanos decidimos ser más solidarios y justos los unos con los otros. Ya con esto, estaríamos erradicando la mayor parte del sufrimiento humano sobre la faz de la tierra.
Entonces –estará pensando más de alguno de ustedes, amables lectores- ¿estamos a merced de las azarosas circunstancias de la vida? ¿De qué sirve entonces la oración de petición? ¿No existen acaso los milagros?
Al respecto, debo afirmar que es una constante en la teología bíblica la afirmación de que Dios tiene “control” sobre la historia, que ésta es dirigida hacia un punto de realización máxima que se dará en el ésjaton, pero que ya se vive –aunque de manera precaria- en el aquí y el ahora de la historia. A esto se le llama “historia de la salvación”, que ha empezado ya con la creación misma del hombre y que culminará con la resurrección universal.
Pero esto no quiere decir que Dios determine de antemano o a cada instante, todos y cada uno de los sucesos que acontecen en la historia. El mundo en devenir tiene una autonomía relativa, se desarrolla bajo sus propios dinamismos al nivel de lo inmanente. Usted decide desde que calcetines se pone hasta la elección de la persona con la cual compartir el resto de su vida; Usted decide si quiere vivir egoístamente o quiere compartir sus bienes con los demás. Dios suscita en el corazón de todos, con el poder de su Espíritu, deseos, sentimientos, ideas que tienen como único fin convertirlo en un ser humano más libre y feliz, pero no anula la libertad de elección y decisión del hombre y es finalmente él quien en última instancia decide abrirse o no a la gracia, construir un mundo más digno y humano o un mundo tenebroso y esclavizante.
No estamos pues a merced del azar o la casualidad, somos los únicos seres creados que tienen la posibilidad y la capacidad espiritual de descubrir en todos los acontecimientos de la vida al Dios-poderoso-en-todo que nos ama y nos llama a la vida. Podemos así, darle un sentido de trascendencia a cualquier circunstancia, por más dolorosa y absurda que parezca.
Recuerdo bien una frase de la bella película “El Gladiador”, donde el dueño de los gladiadores dice a uno de ellos instantes antes de la lucha; “Nadie puede elegir el momento de su muerte, pero todos podemos elegir la forma en que moriremos” y parafraseando, podemos decir que “nadie puede evitar el sufrimiento, pero todos podemos –con la gracia de Dios- elegir el sentido que le daremos al sufrimiento

¿Qué decir entonces de la oración de petición si sabemos ya que por una parte, Dios conoce de sobra nuestras necesidades y ya quiere nuestro bien- incluso antes que se lo pidamos-, y que por otro lado, Dios no quitará nuestra enfermedad mágicamente, no nos dará trabajo ni solucionará irresponsablemente el hambre del mundo? A mi parecer, este tipo de oración en la que solemos pedir a Dios por nuestras necesidades no debe desaparecer de la práctica cristiana, Jesús mismo nos invita a pedir con insistencia.
Pero debemos darle el auténtico sentido que tiene en la espiritualidad de un cristiano maduro en la fe. Los efectos benéficos que tiene en la persona son los siguientes:
·         El que pide reconoce que Dios es Padre bueno y la fuente de todo bien.
·         Que debe abrirse a la acción divina.
·         Despierta una certeza de confianza en Dios.
·         Cuando es petición por los demás, genera conciencia solidaria.
Debemos erradicar las peticiones mágicas o excesivamente individualistas que desvirtúan el sentido de la oración.
¿Y qué decir de los milagros? De acuerdo a la Biblia, los milagros no consisten en hechos prodigiosos contrarios a la naturaleza y en el Nuevo Testamento son signos poderosos realizados por Jesús para mover a la conversión, para anunciar proféticamente la irrupción del Reino de Dios en la historia. Pero esos signos poderosos requieren de la respuesta y asentimiento libre de los destinatarios del signo, tan es así que Jesús no puede realizarlos ante la incredulidad de sus paisanos galileos.
Una y otra vez Jesús indica que es la fe/respuesta de los hombres la que sana, la que libera, la que produce pues el signo. Jesús devuelve la pelota al campo del hombre. Es la fe la que provoca los cambios fisiológicos que pueden dar lugar a una sanación física, pero a la base de esa sanación –que es solamente un signo- está el auténtico milagro del hombre que se abre a Jesús y su Buena Noticia. Hoy los milagros siguen sucediendo, millones de seres humanos aman a pesar de cualquier circunstancia adversa, comparten sus precarios bienes, saben agradecer a Dios en todo tiempo y lugar, luchan por la justicia y levantan su voz contra toda forma de esclavitud, creen en el amor como única arma para vencer al odio.
 En definitiva, Dios no causa el sufrimiento y nos invita a creer en Él para abrirnos a su gracia, darle sentido al sufrimiento  y luchar denodadamente para acabar con el mal en el mundo.
Gracia y paz.

lunes, 10 de septiembre de 2012

AUDIO/REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 16 DE SEPTIEMBRE DE 2012 XXIV DOMINGO ORDINARIO CICLO B

Les invito a escuchar mi reflexión sobre las lecturas del domingo 16 de septiembre de 2012.
Tema: << Un no rotundo a la violencia y un  sí definitivo al Evangelio >>

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REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 16 DE SEPTIEMBRE DE 2012 XXIV DOMINGO ORDINARIO CICLO B



1.      LECTURAS
Isaías 50, 5-9ª: << El Señor me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me aplastaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado. Tengo cerca a mi defensor, ¿quién pleiteará contra mí? Comparezcamos juntos. ¿Quién tiene algo contra mí? Que se me acerque. Mirad, el Señor me ayuda, ¿quién me condenará? >>
Salmo 114: << Amo al Señor, porque escucha / mi voz suplicante, / porque inclina su oído hacia mí / el día que lo invoco. Me envolvían redes de muerte, / me alcanzaron los lazos del abismo, / caí en tristeza y angustia. / Invoqué el nombre del Señor, / "Señor, salva mi vida." El Señor es benigno y justo, / nuestro Dios es compasivo; / el Señor guarda a los sencillos: / estando yo sin fuerzas, me salvó. Arrancó mi alma de la muerte, / mis ojos de las lágrimas, / mis pies de la caída. / Caminaré en presencia del Señor / en el país de la vida. >>
Santiago 2, 14-18: << ¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Es que esa fe lo podrá salvar? Supongamos que un hermano o una hermana andan sin ropa y faltos de alimento diario, y que uno de vosotros les dice: "Dios os ampare; abrigaos y llenaos el estómago", y no le dais lo necesario para el cuerpo; ¿de que sirve? Esto pasa con la fe: si no tiene obras, por sí sola está muerta. Alguno dirá: "Tú tienes fe, y yo tengo obras. Enséñame tu fe sin obras, y yo, por las obras, te probaré mi fe." >>
Marcos 8, 27-35: << En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino, preguntó a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que soy yo?" Ellos le contestaron: "Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas." Él les preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy?" Pedro le contestó: "Tú eres el Mesías." Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y empezó a instruirlos: "El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días." Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: "¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!" Después llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: "El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará”. >>

2.      REFLEXIÓN
Un no rotundo a la violencia y un sí definitivo al Evangelio
Lic. Jorge Arévalo Nájera
En México, a lo largo de todo el mes de septiembre, celebramos la Independencia de la República, el espíritu patriota ondea en cada bandera colocada en las ventanas o en los automóviles. El 15 por la noche, a eso de las 23 horas, todos entonamos el Himno Nacional y con fervor gritamos a voz en cuello vivas para nuestra patria y para los héroes que nos dieron libertad.
Y todo esto está muy bien, fomentar el amor a nuestra tierra y los valores de la libertad, la fraternidad y la dignidad es algo básico para lograr el desarrollo de una nación fuerte y solidaria. Sin embargo, hoy me gustaría reflexionar sobre un aspecto al que casi nadie pone atención –quizá porque resulta chocante y de mal gusto en estos tiempos- y que me parece de vital importancia para los cristianos.
El Evangelio de Jesucristo es claro y contundente: la violencia es un mal que debe ser erradicado por completo de la vida del discípulo. Esta afirmación constituye un verdadero axioma espiritual y doctrinal. Es un imperativo que no admite concesiones, el Reino de Dios pertenece a los mansos y humildes, no a los que asumen la violencia como ideología desde la cual se pueda construir una sociedad más justa y humana.
El derramamiento de la sangre del opresor, su aniquilación violenta para imponer un sistema político supuestamente más bondadoso no está permitido para el cristiano. Jesús simplemente nunca promovió el derrocamiento beligerante del imperio romano que gobernaba, por el contrario, impuso como requisito para ser su discípulo el amor al enemigo (y en el contexto de Jesús, los jefes religiosos y políticos en Palestina son los enemigos que oprimen a los pobres).
Según Jesús, la violencia solamente engendra violencia y sin una conversión interior, toda conquista de la libertad acaba convirtiéndose tarde o temprano en plataforma para que los inescrupulosos y corruptos se hagan del poder nuevamente. ¿Acaso no fue eso lo que ocurrió en nuestro querido México? La ideología libertaria independentista sucumbió muy pronto a los aviesos intereses de los que en el fondo únicamente anhelaban ocupar los sitios privilegiados del poder. Tanta sangre derramada en aras de una utopía no puede justificarse ni mucho menos sacralizarse.
No hay auténtica libertad social sin previa libertad personal, no es posible construir un país auténticamente libre sin que antes sus habitantes hayan optado radicalmente por una conversión profunda de su mentalidad.  
Existen muchos enunciados de la fe cristiana que hoy resultan inaceptables para el mundo, consideradas como locuras o patrañas, como sueños irrealizables que alienan a los seres humanos y los sumen en la más profunda mediocridad. ¡Hay que despertar de una vez por todas del pernicioso influjo cristiano y tomar las riendas de nuestra historia! Y sigue resonando el grito desgarrador de los existencialistas ateos ¡hay que matar a Dios para que el hombre viva!
Pero tal vez, la afirmación cristiana que más escándalo causa es la del Dios crucificado, que apuesta por la renuncia absoluta a toda forma de violencia y que aparece en su portada como uno que pende de la cruz del patíbulo reservado para los disidentes y subversivos del orden establecido. La debilidad es la única fuerza –a decir de los cristianos- que puede hacer posible el surgimiento histórico de un mundo nuevo al que ellos llaman Reino de Dios.
Pero el escándalo no es solo de los incrédulos ateos, también al interior de la comunidad discipular el escándalo se hace presente. Ni los discípulos de la primera hora ni la mayoría de los de ahora quieren para sus vidas la cruz de Cristo. No creemos que de la muerte, de la renuncia a los privilegios personales en pro del bien de los demás, del perdón irrestricto, de la mansedumbre y de la pobreza pueda brotar una vida nueva pletórica de libertad y gozo, de plenitud y sentido.
Sin duda, no se trata de morir estúpidamente, ni de renunciar a los derechos propios por causa de una baja autoestima, ni de pasar por alto toda suerte de atropellos por una co-dependencia patológica, ni de permitir a los demás golpearnos física o psicológicamente por miedo o cobardía, ni mucho menos de promover la miseria como estado de vida. Dios quiere que los hombres se reconozcan dignos y luchen por lograr que se reconozca la dignidad de todos, quiere que encuentren sentido pleno a sus vidas, que vivan con alegría y paz.
Todo esto fue por lo que luchó y dio su vida Jesús de Nazaret. Pero la cruz demuestra por un lado el infinito amor de Dios para con el hombre, pero por otro lado enseña el odio más acendrado del hombre para con Dios. Hay una resistencia ancestral hacia la Palabra que quiere abrirse paso en la historia y los corazones humanos. Ya en el evangelio del domingo anterior, se nos presenta a Jesús horadando, perforando los oídos del sordo para hacer penetrar su Palabra.
Hoy, el libro del profeta Isaías nos presenta un trozo del famoso “Canto del Siervo Doliente” y comienza señalando la acción que Dios ha ejercido en su siervo << me ha abierto el oído >> y la respuesta que éste ha dado a la acción de Dios << y yo no me he resistido >>.
Pero también aparece la acción violenta de algunos que se oponen a la conducta del siervo que es resultado de su no resistencia a la Palabra, le ultrajan y pelean contra él, al grado de amenazar su vida. Ante esto, el siervo se mantiene fiel a la Palabra y confía en que el Señor le librará. Desde antiguo, los cristianos adjudicaron a Jesús este oráculo profético identificándolo con el siervo doliente. Sin duda que se trata de un “vaticinio posterior al evento”, en el que se interpreta la persona de Jesús a la luz del oráculo, pero no podemos negar que a la base de tal interpretación esté una actitud fundamental del Jesús histórico que asume la no violencia como eje fundamental de su praxis y predicación.
La epístola de Santiago es incisiva y desarticula toda pretensión intimista por parte del discípulo. La fe tiene que traducirse, expresarse mediante obras. No es que las obras salven, la salvación es pura gracia, pero de hecho, no hay fe auténtica sin obras que la manifiesten.
Pero, ¿de qué obras habla Santiago? No son ciertamente obras religiosas en el sentido legalista del término (asistencias a Misa, donativos, rezos, horas cumplidas en algún apostolado, etc.), son obras que tienen que ver con la solidaridad y la ayuda para con los que pasan hambre y pasan frío. Así de concreta es la propuesta y la exigencia del Evangelio, sin el socorro a los desprotegidos no hay fe ni vida cristiana. Todo lo demás será válido siempre y cuando nos ayude a vivir cada vez a mayor profundidad el amor hacia el prójimo, pero si las prácticas religiosas nos encierran en una especie de burbuja aséptica que nos aisla de los sufrientes, entonces seguramente es hora de renovar nuestra fe.
Podríamos decir que toda la vida cristiana se resuelve por la respuesta que seamos capaces de dar a la pregunta que formula Jesús en el evangelio de Marcos: << ¿Quién dicen vosotros que soy Yo? >>  No se trata de una pregunta que pueda resolverse desde el ámbito doctrinal. El sentido de la pregunta exige una profunda revisión de posturas existenciales, práxicas. ¿Qué dicen al mundo tus obras acerca de lo que significa Jesús para ti?
Recordemos, la fe en Jesús consiste en una adhesión totalizadora (de la inteligencia racional, emocional y espiritual; en una confesión lingüística y en un testimonio de una vida toda ella volcada en servicio solidario a los que sufren) que marca indeleblemente el rumbo de la existencia. Y no olvidemos que para Jesús no hay lugar en el corazón para ningún tipo de violencia.
Gracia y paz.

martes, 4 de septiembre de 2012

Audio/Reflexión sobre las lecturas del domingo 9 de septiembre de 2012.

 Audio/reflexión sobre las lecturas del domingo 9 de septiembre de 2012. Tema: La Omnipotencia y la bondad suprema de Dios a la luz de los textos proclamados.

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REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 9 DE SEPTIEMBRE DE 2012 XXIII DOMINGO ORDINARIO, CICLO B



1.      LECTURAS
Isaías 35,4-7a: << Decid a los apocados de corazón: «Sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios que trae el desquite, viene en persona, resarcirá y os salvará» Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará. Porque han brotado aguas en el desierto, torrentes en la estepa; el páramo será un estanque, lo reseco un manantial. >>
Salmo 145,7.8-9a.9bc-10: << Él mantiene su fidelidad perpetuamente, hace justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos. El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos, el Señor guarda a los peregrinos. Sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad. >>
Santiago 2,1-5: << Hermanos míos: No juntéis la fe en nuestro Señor Jesucristo glorioso con el favoritismo. Por ejemplo: llegan dos hombres a la reunión litúrgica. Uno va bien vestido y hasta con anillos en los dedos; el otro es un pobre andrajoso. Veis al bien vestido y le decís: «Por favor, siéntate aquí, en el puesto reservado.» Al pobre, en cambio: «Estate ahí de pie o siéntate en el suelo.» Si hacéis eso, ¿no sois inconsecuentes y juzgáis con criterios malos? Queridos hermanos, escuchad: ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino, que prometió a los que lo aman? >>
Marcos 7,31-37: << En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos. Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: -«Effetá», esto es: «Ábrete.» Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: -«Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.» >>
2.      REFLEXIÓN
Jesús hace posible lo que parece imposible, derrotar el mal.
Jorge Arévalo Nájera

 Se suele afirmar que << para Dios todo es posible y que Dios es la bondad en grado supremo >> y estos parece datos adquiridos por los creyentes, a tal grado que ya no se cuestionan tales axiomas, al menos no a nivel de los contenidos doctrinales que definen la fe cristiana.
Sin embargo, no creo que los postulados dogmáticos exijan la credulidad infantil de los discípulos de Cristo, más bien pienso que toda afirmación religiosa debe pasar por la criba de un análisis que, si bien puede partir del presupuesto de la fe, debe considerar los aportes que las ciencias bíblicas hoy ponen a nuestro alcance para sacar a luz y actualizar los datos consignados en la Sagrada Escritura.
Todo esto viene a cuento porque no me parece evidente lo que la gente quiere decir cuando alude a los axiomas de la omnipotencia y la bondad suprema de Dios y para ello aduce textos de la Biblia como los que hoy se nos proclaman en la primera lectura y el evangelio. Sin embargo, es válido y hasta deseable hacerse las siguientes preguntas: ¿Puede Dios, de hecho, realizar todo lo que desea? ¿Podría hacer que al mismo tiempo y en el mismo espacio, un oso fuera también una hormiga? ¿Qué un cuadrado tuviera cinco lados? ¿Qué usted fuera yo?
Desde las categorías de la filosofía griega y haciendo un malabarismo de abstracción es posible afirmar que en teoría la respuesta pueda ser positiva. Sin embargo, la experiencia objetiva no resulta ser punto de apoyo para tal teoría, ¿o es que alguien ha experimentado en la realidad un oso/hormiga, un cuadrado de cinco lados o dos personas con identidades intercambiables?
Pero más acuciante resulta todavía la pregunta sobre la bondad de Dios cuando constatamos objetivamente y sin prejuicios lo que sucede a nuestro alrededor: ¿acaso es posible negar que muchos hombres buenos y justos sufren toda suerte de calamidades y que muchos hombres perversos gozan sin preocupaciones en este mundo? ¿Es acaso que Dios, pudiendo evitar el sufrimiento del inocente lo permite? Y si esto es así, ¿se puede seguir predicando de Dios su bondad infinita?
¿Será necesario apelar a los argumentos de siempre –los misterios insondables de la voluntad del Señor, el sufrimiento purificador, el sufrimiento que acrisola, etc.- y acabar metiéndonos en peores embrollos teológicos y pastorales? ¿Esos argumentos para qué sirven a las personas que sufren las injusticias y atropellos de los poderosos o simplemente de las circunstancias de la vida? ¿Cómo pueden encontrar consuelo en tales argumentos una mujer violada, una madre que ha perdido a su hijo por culpa de las drogas, un niño que ve su mundo destrozado por el cáncer que se ha llevado a su padre, único sostén de la familia?
Creo que si un cristiano quiere tener un mínimo de coherencia lógica, respetar la revelación de la Sagrada Escritura y transmitir un mensaje de aliento veraz y eficaz a los que por cualquier causa sufren en el mundo, tiene que cuestionarse profundamente sobre el sentido de la omnipotencia y la suprema bondad de Dios. No se trata de desechar por vía racional estas características de la identidad divina, sino de buscar las pistas que nos lleven a una comprensión más acorde con la revelación. Esto es precisamente lo que pretendo aclarar –al menos hasta cierto punto- en esta reflexión.
En el texto de Isaías, Dios encomienda a su profeta transmitir un mensaje a los que se sienten faltos de aliento, temerosos de los duros acontecimientos que están viviendo en el exilio. Han perdido su patria, su tierra, sus sagradas estructuras y sobre todo, están en peligro de perder su identidad como pueblo amado y elegido. Se preguntan ansiosos por las causas del mal que les aqueja y que les hace experimentar un miedo que les cala hasta los huesos.
En otros textos proféticos, se les hará ver que fue su propia desobediencia e infidelidad a la alianza lo que les ha llevado a vivir en tales circunstancias. Pero ahora no es el tiempo de echarles en cara sus culpas, sino de consolarlos, de abrirles horizontes de futuro y esperanza. Dios no apaga los pabilos humeantes sino que los enciende con el fuego de su Espíritu. Recuerde esto amable lector cuando la vida le parezca demasiado dura, cuando el sufrimiento le golpee con fuerza y le quite el aliento haciendo vacilar sus rodillas…¡No es el tiempo del abandono sino el de la salvación que ya viene! ¿Qué no es posible? ¡Dios abrirá sus ojos para que vea su gloria que se acerca, sus oídos para que escuche los susurros de su amor apasionado que viene al rescate, afirmará sus rodillas para que pueda caminar sólidamente atravesando el valle tenebroso y soltará su lengua para que pueda cantar alabanzas al Dios bueno y poderoso en todo!
Entonces, desde el sufrimiento –cuya causa nunca puede ser Dios porque él solamente desea el bien, la felicidad y la plenitud humanas- Usted descubrirá la profunda verdad que tienen las palabras del salmista (Salmo); Dios da de comer al hambriento, libera a los cautivos, hace justicia al oprimido, sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna los caminos del impío.
Si su catequista o su predicador le han enseñado que Dios va a solucionar su sufrimiento una vez que Usted se entregue a él, lamento decirle que le han engañado miserablemente (aunque no pongo en duda la buena voluntad con que lo hayan hecho). Por una parte, el sufrimiento es parte de la vida, simple y llanamente porque somos seres finitos, caducos y limitados, y por otro lado, la vida cristiana es y será un auténtico combate mientras el mundo se erija sobre valores contrarios a la dignidad del hombre.
 ¿Dios podría haber hecho un mundo en el que no hubiera sufrimiento? Eso no lo puedo responder como teólogo, porque el teólogo cristiano no especula con lo que podría haber sido, sino que busca explicaciones desde el dato revelado y la Biblia no responde a la pregunta sobre el porqué de la existencia del mal, simplemente lo constata como un hecho causado por el pecado y nos da las herramientas para vivirlo desde las categorías cristianas y combatirlo eficazmente.
Esto es precisamente el punto neurálgico que toca la carta de Santiago. No habla del mal en general o del mal que se vive fuera de la comunidad cristiana, sino del que es causado por el anti-testimonio de sus miembros. En el seno de la sociedad discipular hay quienes juzgan según las categorías del mundo y  privilegian a los ricos y poderosos y desprecian a los pobres. ¿Puede alguien imaginar una incongruencia mayor? ¡Jesús privilegió a los miserables del mundo, a los despreciados por la sociedad y los que se dicen sus discípulos y hermanos los menosprecian! A estos son a los que Jesús ha llamado -en el evangelio proclamado el domingo pasado- “hombres de juicios malos” (que juzgan con criterios del mundo) y “estúpidos” (necios o refractarios a la Palabra).
Tales “cristianos” se rehúsan a sentarse a la mesa con los pobres, es decir, no quieren hacer comunión de vida con ellos, no les aceptan como hermanos. Y Santiago no se refiere con el término “pobres” simplemente a los que carecen de bienes materiales, el término engloba a cualquiera que es despreciado o marginado, de tal manera que en el campo semántico caben prostitutas, mendigos, pecadores, indeseables, etc.
Valdría la pena hacer un examen de conciencia y revisar nuestras actitudes ante los que entran en este rango de acuerdo a nuestros criterios, y desde esta perspectiva siempre habrá “pobres” con los que tendríamos que sentarnos a la mesa de la vida que nos ofrece Jesús. No hacerlo es despreciar al mismísimo Jesús. Y si somos capaces de despreciar a los hermanos en el mismo seno de la comunidad, ¿qué no habremos de hacer con los parias del mundo que no pertenecen a nuestro “selecto” círculo? Esto es causa de división que crece exponencialmente, va del ámbito personal al comunitario y finalmente al universal y bien sabemos que el que divide y mata es Satán, cuidémonos bien de no vivir como sus hijos.
Según Jesús, el mal sale del corazón del hombre y ya esto debería ponernos muy alertas, asumir nuestra responsabilidad,  dejar de estar elucubrando fantasiosas teorías sobre el mal y dedicarnos a la tarea de abrir nuestros corazones al influjo del Espíritu de Cristo.
Finalmente, el evangelio de Marcos nos presenta precisamente una hermosa y plástica imagen de lo que es capaz de lograr en el hombre la acción del Espíritu de Cristo. En la Sagrada Escritura, las enfermedades son símbolo de actitudes o enfermedades espirituales. Así, la sordera es la incapacidad culpable, la cerrazón del hombre ante la propuesta de Dios que le viene en la Palabra, en Jesús. La mudez o tartamudez  es consecuencia de la sordera, el que no escucha la Palabra es incapaz de comunicar una palabra dotada y dotadora de sentido, solamente puede articular sonidos ininteligibles.
No obstante, Jesús ha venido a sanar dichas enfermedades. Por eso, ante un hombre sordo y mudo, lo primero que hace Jesús es apartarlo de la gente, ¿por qué hace Jesús tal cosa? La “gente o multitud” representa la masa que llena con sus voces ideológicas el espacio vital del hombre y le distrae de lo esencial. El primer paso consiste en “apartarlo” del mundanal conjunto de voces discordantes, hay que estar a solas con Jesús para abrir la posibilidad de la escucha. Lo segundo que hace Jesús es “meter los dedos en los oídos” del sordo. De acuerdo a la tradición simbólico/teológica de Israel, Dios había escrito su Ley con sus propios dedos. Aquí Marcos alude a la nueva Ley que Dios ha escrito en Jesús para los hombres. Jesús es la Palabra hecha carne, Palabra que toca y puede ser tocada, que es accesible a la experiencia humana.
El tercer paso del proceso de sanación llevado a cabo por Jesús es “tocar” con su saliva la lengua del tartamudo. La saliva era considerada como el vehículo del Espíritu (en el relato de la creación, Dios besa al hombre formado polvo de la tierra y el beso es comunicación de las salivas de los amantes). Los rabinos besaban a sus sucesores como acto simbólico de comunicación de su “espíritu” o fuerza/carisma. Así, Jesús comunica su Espíritu profético liberador al enfermo y entonces este empieza a vivir el dinamismo de la vida de Jesús, abierto siempre a la escucha de la voluntad de Dios y profeta de la Palabra liberadora de los hombres, convirtiéndose ellos mismos en otros Cristos que hacen posible lo que parece imposible, derrotar el mal.