Te invito a escuchar mi reflexión sobre las lecturas del domingo 30 de septiembre de 2012. El tema es la arrogancia y el peligro que entraña para la vida del cristiano.
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lunes, 24 de septiembre de 2012
Reflexión sobre las lecturas del domingo 30 de septiembre de 2012.
1.
LECTURAS
Números 11,
25-29:
<< En aquellos días, el Señor bajó en la nube y habló con Moisés. Tomando
algo del espíritu que reposaba sobre él, se lo pasó a los setenta ancianos. Al
posarse sobre ellos el espíritu, se pusieron a profetizar enseguida. Habían
quedado en el campamento dos del grupo, llamados Eldad y Medad. Aunque estaban
en la lista, no habían acudido a la tienda. Pero el espíritu se posó sobre
ellos, y se pusieron a profetizar en el campamento. Un muchacho corrió a contárselo
a Moisés: "Eldad y Medad están profetizando en el campamento." Josué,
hijo de Nun, ayudante de Moisés desde joven, intervino: "Señor mío,
Moisés, prohíbeselo." Moisés le respondió: "¿Estás celoso de
mí?" ¡Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el espíritu
del Señor!". >>
Salmo 18: <<
La ley del Señor es perfecta / y es descanso del alma; / el precepto del Señor
es fiel / e instruye al ignorante. La voluntad del Señor es pura / y
eternamente estable; / los mandamientos del Señor son verdaderos / y
enteramente justos. Aunque tu siervo vigila / para guardarlos con cuidado, /
¿quien conoce sus faltas? / Absuélveme de lo que se me oculta. Preserva a tu
siervo de la arrogancia, / para que no me domine: / así quedaré libre e
inocente / del gran pecado. >>
Santiago 5,
1-6: <<
Ahora, vosotros, los ricos, llorad y lamentaos por las desgracias que van a caer
sobre vosotros. Vuestra riqueza está corrompida y vuestros vestidos están
apolillados. Vuestro oro y vuestra plata están herrumbrados, y esa herrumbre
será un testimonio contra vosotros y devorará vuestra carne como el fuego.
¡Habéis amontonado riqueza, precisamente ahora, en el tiempo final! El jornal
defraudado a los obreros que han cosechado vuestros campos está clamando contra
vosotros; y los gritos de los segadores han llegado hasta el oído del Señor de
los ejércitos. Habéis vivido en este mundo con lujo y entregados al placer. Os
habéis cebado para el día de la matanza. Condenasteis y matasteis al justo; él
no os resiste. >>
Marcos 9,
38-43. 45. 47-48: << En aquel tiempo, dijo Juan
a Jesús: "Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y
se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros." Jesús
respondió: "No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre
no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor
nuestro. El que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os
aseguro que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos
pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra
de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale
entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no
se apaga.
Y, si tu pie te hace
caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos
pies al infierno. Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar
tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos el infierno, donde
el gusano no muere y el fuego no se apaga". >>
2.
REFLEXIÓN
Humildes para
evitar el infierno
Jorge Arévalo Nájera
La humildad es una
actitud espiritual irrenunciable en el auténtico discípulo de Cristo, no es una
sugerencia que el Señor nos hace, es un imperativo, una exigencia para poder
seguirlo y así entrar en la dinámica del reino de Dios. Las lecturas que nos
son proclamadas este domingo iluminan de un modo u otro la problemática que
debe afrontar la comunidad cristiana tarde o temprano respecto a esta actitud
espiritual.
Los cristianos
afirmamos que a nosotros se nos ha revelado el Misterio de la forma más plena,
radical y definitiva en la persona de Jesús de Nazaret. Que en nuestras
sagradas letras se nos da a conocer la mismísima encarnación del Absoluto y que
se nos ha dado en custodia este misterio de salvación.
Y todo esto es cierto,
en el depósitum fidei de la Iglesia[1]se
contiene fielmente y sin error el testimonio del plan que Dios ha ido tejiendo
a lo largo de la historia de la salvación y que ha visto su culminación en la
encarnación del Verbo. Es la Iglesia quien ha visto y palpado la gloria del Dios
encarnado que ha puesto su morada entre los hombres. Y también es cierto que el
Señor ha confiado a la Iglesia este misterio para que lo difunda íntegra y
fielmente al mundo entero para su redención.
Pero nunca deberemos
olvidar que cuando Dios elige, ya sea a un colectivo humano (caso de Israel y
de la Iglesia), ya sea a una persona particular (caso de las revelaciones
particulares) no es para privilegiarlo de forma exclusiva, como si de formar un
grupo humano de élite se tratara. La elección particular es hecha siempre con la
mirada puesta en la humanidad entera, en el bien común. Dios elige para que a
través del elegido, su gracia se extienda universalmente, sin excepción de
personas.
Sin embargo, con
demasiada frecuencia la Iglesia se ha llenado de un falso y maligno orgullo
excluyente y violento que le hace pensar que posee privilegios que la
convierten en una especie de entidad supra-mundana con derecho a imponer sobre
los demás sus propios criterios y su propia verdad. La historia muestra
fehacientemente que esta actitud ha llevado a la Iglesia a cometer los peores
abusos, llegando inclusive a la monstruosa pretensión de querer controlar la
conciencia de los hombres. Es evidente que esta Iglesia no es la que quiere Jesús,
y es más, siendo honestos debemos afirmar que un grupo humano que se comporta
de esa manera ni siquiera es Iglesia.
Pero este problema no
es exclusivo de los creyentes actuales, en el texto del libro de los Números
esto queda ejemplificado: ya en la comunidad israelita primigenia, en los
tiempos de Moisés, los dirigentes religiosos se sintieron dueños y señores del
espíritu (fuerza dinámica) con la que el Señor había dotado a Moisés para la
conducción profética del pueblo, pero que estaba destinada -en el momento histórico
en que vivió el caudillo- al bien de todos y cada uno de los israelitas. Al
mismo tiempo, ese don otorgado a Moisés era simplemente la prefigura del don
escatológico universal que Dios otorgaría en los tiempos mesiánicos al pueblo
entero.
Pero los dirigentes no
lo entendían así y por eso su reacción encolerizada que pretende acallar despóticamente
a los “usurpadores” del don profético: << ¡prohíbeselo! >>, le exige
Josué a Moisés. El problema –según estos dirigentes- era que Eldad y Medad –aunque
pertenecientes al grupo de los 70 ancianos- no habían acudido al lugar
prescrito para recibir oficialmente el don, podríamos decir que no habían
seguido los cauces oficiales.
En la estrecha
mentalidad religiosa –excluyente y sectarista- del grupo no hay lugar para la
libertad de Dios. ¿Acaso el Señor no puede hacer lo que quiera con sus
carismas? ¿Vamos nosotros a imponer un coto a la acción libérrima de Dios que
quiere beneficiar a todos los hombres con su don profético? Inclusive, en el
plano de la acción sacramental de la Iglesia no debemos caer en reduccionismo
facilones y fundamentalistas que pretenden constreñir la acción de Dios a los
sacramentos de la Iglesia, como si el Señor no pudiera comunicar su Espíritu a
aquellos que sin culpa no han recibido el bautismo o como si aquellos que
mueren sin haber recibido el sacramento de la reconciliación estuvieran per se en estado de des-gracia…<< ¡Ojalá todo el pueblo del Señor fuera
profeta y recibiera el espíritu del Señor!" >>
El Salmo hace eco a las mociones que
suscita la primera lectura y después de alabar las bondades de la Ley del
Señor, anuncia enfáticamente la absoluta necesidad que el creyente tiene de la
misericordia de Dios dada la incapacidad del hombre para responder a la bondad
infinita del Señor manifestada en su ley.
Entonces, el salmista
hace una petición, un ruego al Señor; << Preserva a tu siervo de la arrogancia, / para que no me domine: / así
quedaré libre e inocente / del gran pecado. >> Resulta evidente que
el autor tiene en mente el gran tema de la caída del hombre. ¿Cuál fue la causa
de la desgracia del género humano? Según el libro del Génesis, ante la
enseñanza de Dios que prohíbe a la pareja primordial comer del fruto de los árboles
de la sabiduría y de la vida, el hombre opta por escuchar a la astuta serpiente
y decide prestarle sus adhesión, convirtiéndose a sí mismo en el arrogante
poseedor de los criterios que le permitan ser sabio y alcanzar la vida
perdurable.
La serpiente les ha
dicho << vendréis a ser como dioses
>> y ellos se lo han creído. Se pierde el verdadero entendimiento del misterio
creatural humano, del misterio divino amoroso y paternal, del misterio fraterno
del otro y del misterio cósmico. Empieza entonces la vorágine de violencia y
muerte que desemboca en el diluvio –símbolo de las fuerzas caóticas que
pretenden engullir la creación de Dios-. Por eso y con justa razón el salmista
llama a la arrogancia humana “el gran mal”.
Tal vez, uno de las
formas concretas en las que se manifiesta con mayor claridad el ansia de
poder/arrogancia, sea la acumulación de riquezas. La epístola de Santiago
pone el dedo en la llaga; los ricos están condenados a la perdición eterna. El
testimonio en la Escritura –tanto en el A.T como en el N.T- sobre este punto es
unánime, la riqueza es causa de condenación.
¿Acaso Dios pondera la
miseria y quiere que todos los hombres nos convirtamos en parias desarrapados
itinerantes? Desde luego que no, el Señor quiere una vida digna para todos, con
las necesidades básicas –materiales, psicológicas y espirituales- resueltas.
El problema está en
poner la confianza en las posesiones, en acumular y no compartir. Para el
cristiano de corazón indiviso simplemente no pasa por su cabeza la idea de
acumular (hacerse rico) por la sencilla razón de que nada considera como suyo
en forma exclusiva, todo es de Dios y para Dios y por lo tanto, para los necesitados
de su entorno. Por más que gane en sus negocios o en su trabajo, nunca será rico
porque él es libre del apego a los bienes y comparte todo lo suyo con los que
nada tienen. Para él los lujos no existen, porque sabe bien que mientras
existan personas que viven en extrema pobreza, poseer cosas superfluas sería un
grave pecado, un robo porque les estaría quitando a sus hermanos lo que les
pertenece por derecho divino. En el fondo, el gran problema de la riqueza está
en que su fundamento es la arrogancia, la pretensión de querer gestionar la
propia vida desde las solas fuerzas humanas.
El que es rico no puede
abrirse a la misericordia de Dios, él confía en su cuenta bancaria, ¡con dinero
baila el perro! y se abren todas las puertas, la sociedad le alaba como
triunfador, los placeres más exquisitos se hacen accesibles y se va generando
una burbuja impermeable a la Palabra que cuestiona e incomoda, se va
desarrollando una mentalidad capaz de convertir en ideología inocua el
Evangelio. Por eso Jesús afirma enfáticamente que ¡no se puede servir a Dios y
al dinero![2]
El evangelio de Marcos,
a modo de inclusión (en literatura, la inclusión es un recurso mediante el cual
un tema se desarrolla presentando un conjunto de ideas, en las que el primero y
el último texto sirven para dar inicio y concluir el tema central, mientras que
los textos que quedan incluidos profundizan dicho tema) concluye o cierra la
reflexión sobre el tema explícito de la arrogancia/orgullo y su contraparte positiva
que es la humildad.
Los discípulos/Iglesia,
representados por Juan, no están de acuerdo con que un grupo no oficial, es
decir, no perteneciente nominalmente a la Comunidad discipular, esté haciendo
las obras de Jesús y que ellos consideran prerrogativa eclesial. Para Jesús, todo el que realiza signos que
remiten a Dios es de los suyos, sin fronteras ni divisiones.
Todo el que va por la
vida liberando a los hombres de sus esclavitudes, de sus falsas ideologías, de
sus dolencias, pertenece a Jesús. A estos, quizá separados nominalmente de la
Iglesia pero empeñados en ir por el mundo haciendo el bien, Jesús los llama “pequeñuelos,
chiquillos” llenos de fe, adheridos a Él existencialmente y previene –mucho ojo,
amable lector- a su Iglesia sobre el peligro que se cierne sobre todo aquel que
confunde la nueva vida del discipulado con el fanatismo religioso excluyente y
violento, con la arrogancia de sentirse dueños absolutos de la verdad por muy
Iglesia que sea.
Permanezcamos atentos
para erradicar permanentemente la arrogancia que puede convertirse en piedra de
molino atada a nuestros cuellos y sumergirnos sin remedio en el infierno de la
violencia y la ruptura con Dios.
Gracia
y paz.
[1]
La expresión depositum fidei se
encuentra en las dos cartas de san Pablo a Timoteo (1 Tim 6,20; 2 Tim 1,14) y
en relación con la noción de « doctrina de la fe». Significa propiamente el
patrimonio de fe que, confiado a la Iglesia, exige ser transmitido por ella
fielmente y explicado sin errores.
[2] Lc
16,13
domingo, 23 de septiembre de 2012
Audio homilía P. César Corres_domingo 23 de septiembre de 2012
Te invito a escuchar la excelente homilía del P. Corres, pronunciada para la Comunidad del Camino el domingo 23 de septiembre de 2012.
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lunes, 17 de septiembre de 2012
AUDIO REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 23 DE SEPTIEMBRE DE 2012 XXV DOMINGO ORDINARIO CICLO B
Les invito a escuchar mi reflexión sobre las lecturas del domingo 23 de septiembre de 2012. Tema: << Démosle sentido al
sufrimiento y luchemos contra el mal >>
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REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 23 DE SEPTIEMBRE DE 2012 XXV DOMINGO ORDINARIO CICLO B
1. LECTURAS
Sabiduría 2,
12. 17-20: << Se dijeron los impíos:
"Acechemos al justo, que nos resulta incómodo: se opone a nuestras
acciones, nos echa en cara nuestros pecados, nos reprende nuestra educación
errada; veamos si sus palabras son verdaderas, comprobando el desenlace de su
vida. Si es el justo hijo de Dios, él lo auxiliará y lo librará del poder de
sus enemigos; lo someteremos a la prueba de la afrenta y la tortura, para
comprobar su moderación y apreciar su paciencia; lo condenaremos a muerte
ignominiosa, pues dice que hay quien se ocupa de él". >>
Salmo 53:
<< Oh Dios, sálvame por tu nombre, / sal por mí con tu poder. / Oh Dios,
escucha mi súplica, / atiende mis palabras. Porque unos insolentes se alzan
contra mí, / y hombres violentos me persiguen a muerte, / sin tener presente a
Dios. Pero Dios es mi auxilio, / el Señor sostiene mi vida. / Te ofreceré un
sacrificio voluntario, / dando gracias a tu nombre, que es bueno. >>
Santiago 3,
16-4, 3: << Queridos hermanos: Donde
hay envidias y rivalidades, hay desorden y toda clase de males. La sabiduría
que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz,
comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante y sincera.
Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia. ¿De
dónde proceden las guerras y las contiendas entre vosotros? ¿No es de vuestras
pasiones, que luchan en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis; matáis,
ardéis en envidia y no alcanzáis nada; os combatís y os hacéis la guerra. No
tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para dar
satisfacción a vuestras pasiones. >>
Marcos 9,
30-37: << En aquel tiempo, Jesús y
sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que
nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: "El
Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y,
después de muerto, a los tres días resucitará." Pero no entendían aquello,
y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les
preguntó: "¿De qué discutíais por el camino?" Ellos no contestaron,
pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó
llamó a los Doce y les dijo: "Quien quiera ser el primero, que sea el
último de todos y el servidor de todos." Y, acercando a un niño, lo puso
en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: "El que acoge a un niño como éste
en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al
que me ha enviado". >>
2.
REFLEXIÓN
Démosle sentido al
sufrimiento y luchemos contra el mal
Jorge Arévalo Nájera
Nada más natural para
un cristiano que buscar en Dios el auxilio oportuno en sus tribulaciones. Sobre
todo, en un mundo marcado por la violencia, la corrupción y la amenaza
constante a la vida, el creyente levanta la mirada y clama por la protección
del Señor.
Sin embargo, lo que
vemos en la experiencia cotidiana es que tanto justos como injustos sufren
calamidades; secuestros, enfermedades, robos, violaciones a los derechos
humanos y toda suerte de percances les alcanzan por igual a unos y a otros. Y
entonces, uno tiene que preguntarse que querrá decir Dios cuando en la Biblia
se afirman cosas como estas; << Si
es el justo hijo de Dios, lo auxiliará y lo librará del poder de sus enemigos.
>> o << lo condenaremos a
muerte ignominiosa, pues dice que hay quien se ocupa de él". >>
Vayamos por pasos, y lo
primero que hay que dejar bien en claro es lo siguiente: del sufrimiento y los
desastres nadie se ve libre, somos criaturas finitas, caducas y por eso mismo,
sujetos a las leyes intrahistóricas. Tarde o temprano el sufrimiento se hará
presente en nuestras vidas y debemos saber que Dios nada tiene que ver –como causa-,
ni con el sufrimiento inevitable (desastres naturales, pérdida de los seres
queridos, envejecimiento y pérdida paulatina de facultades, algunas
enfermedades, las pérdidas del trabajo, etc.) ni con el sufrimiento evitable (algunas
enfermedades, la traición de los amados,
el que causan las relaciones humanas opresoras, las estructuras sociales
injustas, etc.)
Un asegunda cosa que
debemos tener en cuenta, es que Dios tampoco remedia los males al estilo del
genio de la lámpara de Aladino, o como curandero que desaparece por arte de
magia las enfermedades, o como prestidigitador que aparece bolillos de la chistera
para alimentar a los hambrientos o como titiritero que mueve los hilos de los acontecimientos
para evitar que un hermano conductor de micro-bus nos haga el favor de
convertirnos en tortilla o como bolsa de trabajo celestial para conseguirnos un
bien remunerado empleo.
Atribuir a Dios el
sufrimiento humano es una auténtica herejía, él únicamente quiere nuestro bien
y felicidad, y eso incluye la salud, el
amor, las condiciones sociológicas dignas, etc. Otra cosa es decir que en medio
del sufrimiento, Dios se haga presente para comunicar al hombre su gracia, su
poder y fortaleza para que pueda convertir lo que parece una desgracia en punto
de partida para la experiencia salvífica y el crecimiento espiritual. En eso
estoy totalmente de acuerdo porque la teología neotestamentaria así lo afirma.
Pero también esperar
que Dios solucione mágicamente las problemáticas humanas es una ingenuidad intolerable
de nuestra parte y una falta de respeto para con Dios y para con el mismo
hombre que ha sido dotado con los dones necesarios para proyectar
responsablemente vías de solución a la mayor parte de las cosas que le causan
sufrimiento (muchas enfermedades pueden ser prevenidas y curadas si actuamos
responsablemente para con nuestra salud. La solución al hambre del mundo, a la pobreza
extrema, a la guerra, a los entramados sociales injustos, etc., está al alcance de las posibilidades humanas,
basta con renunciar al egoísmo, al acaparamiento de los bienes, al ansia de poder.
El mal y el sufrimiento moral y social pueden ser evitados si los seres humanos
decidimos ser más solidarios y justos los unos con los otros. Ya con esto,
estaríamos erradicando la mayor parte del sufrimiento humano sobre la faz de la
tierra.
Entonces –estará pensando
más de alguno de ustedes, amables lectores- ¿estamos a merced de las azarosas
circunstancias de la vida? ¿De qué sirve entonces la oración de petición? ¿No
existen acaso los milagros?
Al respecto, debo
afirmar que es una constante en la teología bíblica la afirmación de que Dios
tiene “control” sobre la historia, que ésta es dirigida hacia un punto de
realización máxima que se dará en el ésjaton, pero que ya se vive –aunque de
manera precaria- en el aquí y el ahora de la historia. A esto se le llama “historia
de la salvación”, que ha empezado ya con la creación misma del hombre y que
culminará con la resurrección universal.
Pero esto no quiere
decir que Dios determine de antemano o a cada instante, todos y cada uno de los
sucesos que acontecen en la historia. El mundo en devenir tiene una autonomía
relativa, se desarrolla bajo sus propios dinamismos al nivel de lo inmanente. Usted
decide desde que calcetines se pone hasta la elección de la persona con la cual
compartir el resto de su vida; Usted decide si quiere vivir egoístamente o
quiere compartir sus bienes con los demás. Dios suscita en el corazón de todos,
con el poder de su Espíritu, deseos, sentimientos, ideas que tienen como único
fin convertirlo en un ser humano más libre y feliz, pero no anula la libertad
de elección y decisión del hombre y es finalmente él quien en última instancia decide
abrirse o no a la gracia, construir un mundo más digno y humano o un mundo
tenebroso y esclavizante.
No estamos pues a
merced del azar o la casualidad, somos los únicos seres creados que tienen la
posibilidad y la capacidad espiritual de descubrir en todos los acontecimientos
de la vida al Dios-poderoso-en-todo que nos ama y nos llama a la vida. Podemos
así, darle un sentido de trascendencia a cualquier circunstancia, por más
dolorosa y absurda que parezca.
Recuerdo bien una frase
de la bella película “El Gladiador”, donde el dueño de los gladiadores dice a
uno de ellos instantes antes de la lucha; “Nadie
puede elegir el momento de su muerte, pero todos podemos elegir la forma en que
moriremos” y parafraseando, podemos decir que “nadie puede evitar el sufrimiento, pero todos podemos –con la gracia de
Dios- elegir el sentido que le daremos al sufrimiento”
¿Qué decir entonces de
la oración de petición si sabemos ya que por una parte, Dios conoce de sobra nuestras
necesidades y ya quiere nuestro bien- incluso antes que se lo pidamos-, y que
por otro lado, Dios no quitará nuestra enfermedad mágicamente, no nos dará
trabajo ni solucionará irresponsablemente el hambre del mundo? A mi parecer,
este tipo de oración en la que solemos pedir a Dios por nuestras necesidades no
debe desaparecer de la práctica cristiana, Jesús mismo nos invita a pedir con
insistencia.
Pero debemos darle el
auténtico sentido que tiene en la espiritualidad de un cristiano maduro en la
fe. Los efectos benéficos que tiene en la persona son los siguientes:
·
El que pide reconoce que Dios es Padre
bueno y la fuente de todo bien.
·
Que debe abrirse a la acción divina.
·
Despierta una certeza de confianza en
Dios.
·
Cuando es petición por los demás, genera
conciencia solidaria.
Debemos erradicar las
peticiones mágicas o excesivamente individualistas que desvirtúan el sentido de
la oración.
¿Y qué decir de los
milagros? De acuerdo a la Biblia, los milagros no consisten en hechos prodigiosos
contrarios a la naturaleza y en el Nuevo Testamento son signos poderosos realizados
por Jesús para mover a la conversión, para anunciar proféticamente la irrupción
del Reino de Dios en la historia. Pero esos signos poderosos requieren de la
respuesta y asentimiento libre de los destinatarios del signo, tan es así que
Jesús no puede realizarlos ante la incredulidad de sus paisanos galileos.
Una y otra vez Jesús
indica que es la fe/respuesta de los hombres la que sana, la que libera, la que
produce pues el signo. Jesús devuelve la pelota al campo del hombre. Es la fe
la que provoca los cambios fisiológicos que pueden dar lugar a una sanación física,
pero a la base de esa sanación –que es solamente un signo- está el auténtico
milagro del hombre que se abre a Jesús y su Buena Noticia. Hoy los milagros siguen
sucediendo, millones de seres humanos aman a pesar de cualquier circunstancia
adversa, comparten sus precarios bienes, saben agradecer a Dios en todo tiempo
y lugar, luchan por la justicia y levantan su voz contra toda forma de
esclavitud, creen en el amor como única arma para vencer al odio.
En definitiva, Dios no causa el sufrimiento y
nos invita a creer en Él para abrirnos a su gracia, darle sentido al
sufrimiento y luchar denodadamente para
acabar con el mal en el mundo.
Gracia y paz.
lunes, 10 de septiembre de 2012
AUDIO/REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 16 DE SEPTIEMBRE DE 2012 XXIV DOMINGO ORDINARIO CICLO B
Les invito a escuchar mi reflexión sobre las lecturas del domingo 16 de septiembre de 2012.
Tema: << Un no rotundo a la violencia y un sí definitivo al Evangelio >>
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REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 16 DE SEPTIEMBRE DE 2012 XXIV DOMINGO ORDINARIO CICLO B
1.
LECTURAS
Isaías 50,
5-9ª: << El Señor me abrió el oído;
yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me aplastaban, las
mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni
salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí
el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado. Tengo cerca a mi
defensor, ¿quién pleiteará contra mí? Comparezcamos juntos. ¿Quién tiene algo
contra mí? Que se me acerque. Mirad, el Señor me ayuda, ¿quién me condenará?
>>
Salmo 114:
<< Amo al Señor, porque escucha / mi voz suplicante, / porque inclina su
oído hacia mí / el día que lo invoco. Me envolvían redes de muerte, / me
alcanzaron los lazos del abismo, / caí en tristeza y angustia. / Invoqué el
nombre del Señor, / "Señor, salva mi vida." El Señor es benigno y
justo, / nuestro Dios es compasivo; / el Señor guarda a los sencillos: / estando
yo sin fuerzas, me salvó. Arrancó mi alma de la muerte, / mis ojos de las
lágrimas, / mis pies de la caída. / Caminaré en presencia del Señor / en el
país de la vida. >>
Santiago 2,
14-18:
<< ¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene
obras? ¿Es que esa fe lo podrá salvar? Supongamos que un hermano o una hermana
andan sin ropa y faltos de alimento diario, y que uno de vosotros les dice:
"Dios os ampare; abrigaos y llenaos el estómago", y no le dais lo
necesario para el cuerpo; ¿de que sirve? Esto pasa con la fe: si no tiene
obras, por sí sola está muerta. Alguno dirá: "Tú tienes fe, y yo tengo
obras. Enséñame tu fe sin obras, y yo, por las obras, te probaré mi fe."
>>
Marcos 8,
27-35:
<< En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de
Cesarea de Filipo; por el camino, preguntó a sus discípulos: "¿Quién dice
la gente que soy yo?" Ellos le contestaron: "Unos, Juan Bautista;
otros, Elías; y otros, uno de los profetas." Él les preguntó: "Y
vosotros, ¿quién decís que soy?" Pedro le contestó: "Tú eres el
Mesías." Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y empezó a
instruirlos: "El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser
condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y
resucitar a los tres días." Se lo explicaba con toda claridad. Entonces
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a
los discípulos, increpó a Pedro: "¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú
piensas como los hombres, no como Dios!" Después llamó a la gente y a sus
discípulos, y les dijo: "El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí
mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la
perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará”.
>>
2.
REFLEXIÓN
Un no rotundo a la
violencia y un sí definitivo al Evangelio
Lic. Jorge Arévalo Nájera
En México, a lo largo
de todo el mes de septiembre, celebramos la Independencia de la República, el
espíritu patriota ondea en cada bandera colocada en las ventanas o en los automóviles.
El 15 por la noche, a eso de las 23 horas, todos entonamos el Himno Nacional y
con fervor gritamos a voz en cuello vivas para nuestra patria y para los héroes
que nos dieron libertad.
Y todo esto está muy
bien, fomentar el amor a nuestra tierra y los valores de la libertad, la
fraternidad y la dignidad es algo básico para lograr el desarrollo de una nación
fuerte y solidaria. Sin embargo, hoy me gustaría reflexionar sobre un aspecto
al que casi nadie pone atención –quizá porque resulta chocante y de mal gusto
en estos tiempos- y que me parece de vital importancia para los cristianos.
El Evangelio de
Jesucristo es claro y contundente: la violencia es un mal que debe ser
erradicado por completo de la vida del discípulo. Esta afirmación constituye un
verdadero axioma espiritual y doctrinal. Es un imperativo que no admite
concesiones, el Reino de Dios pertenece a los mansos y humildes, no a los que
asumen la violencia como ideología desde la cual se pueda construir una
sociedad más justa y humana.
El derramamiento de la
sangre del opresor, su aniquilación violenta para imponer un sistema político
supuestamente más bondadoso no está permitido para el cristiano. Jesús
simplemente nunca promovió el derrocamiento beligerante del imperio romano que
gobernaba, por el contrario, impuso como requisito para ser su discípulo el amor
al enemigo (y en el contexto de Jesús, los jefes religiosos y políticos en
Palestina son los enemigos que oprimen a los pobres).
Según Jesús, la
violencia solamente engendra violencia y sin una conversión interior, toda
conquista de la libertad acaba convirtiéndose tarde o temprano en plataforma
para que los inescrupulosos y corruptos se hagan del poder nuevamente. ¿Acaso
no fue eso lo que ocurrió en nuestro querido México? La ideología libertaria
independentista sucumbió muy pronto a los aviesos intereses de los que en el
fondo únicamente anhelaban ocupar los sitios privilegiados del poder. Tanta
sangre derramada en aras de una utopía no puede justificarse ni mucho menos
sacralizarse.
No hay auténtica
libertad social sin previa libertad personal, no es posible construir un país
auténticamente libre sin que antes sus habitantes hayan optado radicalmente por
una conversión profunda de su mentalidad.
Existen muchos
enunciados de la fe cristiana que hoy resultan inaceptables para el mundo, consideradas
como locuras o patrañas, como sueños irrealizables que alienan a los seres
humanos y los sumen en la más profunda mediocridad. ¡Hay que despertar de una
vez por todas del pernicioso influjo cristiano y tomar las riendas de nuestra
historia! Y sigue resonando el grito desgarrador de los existencialistas ateos
¡hay que matar a Dios para que el hombre viva!
Pero tal vez, la
afirmación cristiana que más escándalo causa es la del Dios crucificado, que
apuesta por la renuncia absoluta a toda forma de violencia y que aparece en su
portada como uno que pende de la cruz del patíbulo reservado para los disidentes
y subversivos del orden establecido. La debilidad es la única fuerza –a decir
de los cristianos- que puede hacer posible el surgimiento histórico de un mundo
nuevo al que ellos llaman Reino de Dios.
Pero el escándalo no es
solo de los incrédulos ateos, también al interior de la comunidad discipular el
escándalo se hace presente. Ni los discípulos de la primera hora ni la mayoría
de los de ahora quieren para sus vidas la cruz de Cristo. No creemos que de la muerte,
de la renuncia a los privilegios personales en pro del bien de los demás, del
perdón irrestricto, de la mansedumbre y de la pobreza pueda brotar una vida
nueva pletórica de libertad y gozo, de plenitud y sentido.
Sin duda, no se trata
de morir estúpidamente, ni de renunciar a los derechos propios por causa de una
baja autoestima, ni de pasar por alto toda suerte de atropellos por una co-dependencia
patológica, ni de permitir a los demás golpearnos física o psicológicamente por
miedo o cobardía, ni mucho menos de promover la miseria como estado de vida. Dios
quiere que los hombres se reconozcan dignos y luchen por lograr que se
reconozca la dignidad de todos, quiere que encuentren sentido pleno a sus vidas,
que vivan con alegría y paz.
Todo esto fue por lo
que luchó y dio su vida Jesús de Nazaret. Pero la cruz demuestra por un lado el
infinito amor de Dios para con el hombre, pero por otro lado enseña el odio más
acendrado del hombre para con Dios. Hay una resistencia ancestral hacia la
Palabra que quiere abrirse paso en la historia y los corazones humanos. Ya en
el evangelio del domingo anterior, se nos presenta a Jesús horadando,
perforando los oídos del sordo para hacer penetrar su Palabra.
Hoy, el libro del
profeta Isaías nos presenta un trozo del
famoso “Canto del Siervo Doliente” y comienza señalando la acción que Dios ha
ejercido en su siervo << me ha
abierto el oído >> y la respuesta que éste ha dado a la acción de
Dios << y yo no me he resistido >>.
Pero también aparece la
acción violenta de algunos que se oponen a la conducta del siervo que es
resultado de su no resistencia a la Palabra, le ultrajan y pelean contra él, al
grado de amenazar su vida. Ante esto, el siervo se mantiene fiel a la Palabra y
confía en que el Señor le librará. Desde antiguo, los cristianos adjudicaron a
Jesús este oráculo profético identificándolo con el siervo doliente. Sin duda
que se trata de un “vaticinio posterior al evento”, en el que se interpreta la
persona de Jesús a la luz del oráculo, pero no podemos negar que a la base de
tal interpretación esté una actitud fundamental del Jesús histórico que asume
la no violencia como eje fundamental de su praxis y predicación.
La epístola de Santiago
es incisiva y desarticula toda pretensión intimista por parte del discípulo. La
fe tiene que traducirse, expresarse mediante obras. No es que las obras salven,
la salvación es pura gracia, pero de hecho, no hay fe auténtica sin obras que
la manifiesten.
Pero, ¿de qué obras
habla Santiago? No son ciertamente obras religiosas en el sentido legalista del
término (asistencias a Misa, donativos, rezos, horas cumplidas en algún
apostolado, etc.), son obras que tienen que ver con la solidaridad y la ayuda
para con los que pasan hambre y pasan frío. Así de concreta es la propuesta y
la exigencia del Evangelio, sin el socorro a los desprotegidos no hay fe ni
vida cristiana. Todo lo demás será válido siempre y cuando nos ayude a vivir
cada vez a mayor profundidad el amor hacia el prójimo, pero si las prácticas
religiosas nos encierran en una especie de burbuja aséptica que nos aisla de
los sufrientes, entonces seguramente es hora de renovar nuestra fe.
Podríamos decir que toda
la vida cristiana se resuelve por la respuesta que seamos capaces de dar a la
pregunta que formula Jesús en el evangelio de Marcos: << ¿Quién
dicen vosotros que soy Yo? >> No se trata de una pregunta que pueda
resolverse desde el ámbito doctrinal. El sentido de la pregunta exige una
profunda revisión de posturas existenciales, práxicas. ¿Qué dicen al mundo tus
obras acerca de lo que significa Jesús para ti?
Recordemos, la fe en
Jesús consiste en una adhesión totalizadora (de la inteligencia racional,
emocional y espiritual; en una confesión lingüística y en un testimonio de una
vida toda ella volcada en servicio solidario a los que sufren) que marca indeleblemente
el rumbo de la existencia. Y no olvidemos que para Jesús no hay lugar en el
corazón para ningún tipo de violencia.
Gracia y paz.
martes, 4 de septiembre de 2012
Audio/Reflexión sobre las lecturas del domingo 9 de septiembre de 2012.
Audio/reflexión sobre las lecturas del domingo 9 de septiembre de 2012. Tema: La Omnipotencia y la bondad suprema de Dios a la luz de los textos proclamados.
Sigue el vínculo:
http://www.ivoox.com/reflexion-domingo-9-septiembre-2012-xxiii-ordinario-ciclo-b-audios-mp3_rf_1408506_1.html
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REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 9 DE SEPTIEMBRE DE 2012 XXIII DOMINGO ORDINARIO, CICLO B
1. LECTURAS
Isaías 35,4-7a:
<< Decid a los apocados de corazón: «Sed fuertes, no temáis. Mirad a
vuestro Dios que trae el desquite, viene en persona, resarcirá y os salvará» Se
despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un
ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará. Porque han brotado aguas en el
desierto, torrentes en la estepa; el páramo será un estanque, lo reseco un
manantial. >>
Salmo
145,7.8-9a.9bc-10: << Él mantiene su fidelidad perpetuamente, hace
justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los
cautivos. El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se
doblan, el Señor ama a los justos, el Señor guarda a los peregrinos. Sustenta
al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina
eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad. >>
Santiago 2,1-5:
<< Hermanos míos: No juntéis la fe en nuestro Señor Jesucristo glorioso
con el favoritismo. Por ejemplo: llegan dos hombres a la reunión litúrgica. Uno
va bien vestido y hasta con anillos en los dedos; el otro es un pobre
andrajoso. Veis al bien vestido y le decís: «Por favor, siéntate aquí, en el
puesto reservado.» Al pobre, en cambio: «Estate ahí de pie o siéntate en el
suelo.» Si hacéis eso, ¿no sois inconsecuentes y juzgáis con criterios malos?
Queridos hermanos, escuchad: ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres del mundo
para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino, que prometió a los que lo
aman? >>
Marcos 7,31-37:
<< En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón,
camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo
que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos. Él,
apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la
saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: -«Effetá»,
esto es: «Ábrete.» Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba
de la lengua y hablaba sin dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie;
pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en
el colmo del asombro decían: -«Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y
hablar a los mudos.» >>
2.
REFLEXIÓN
Jesús hace
posible lo que parece imposible, derrotar el mal.
Jorge Arévalo
Nájera
Se suele afirmar que << para Dios todo es posible y que Dios es la
bondad en grado supremo >> y estos parece datos adquiridos por los
creyentes, a tal grado que ya no se cuestionan tales axiomas, al menos no a
nivel de los contenidos doctrinales que definen la fe cristiana.
Sin embargo, no creo
que los postulados dogmáticos exijan la credulidad infantil de los discípulos
de Cristo, más bien pienso que toda afirmación religiosa debe pasar por la
criba de un análisis que, si bien puede partir del presupuesto de la fe, debe
considerar los aportes que las ciencias bíblicas hoy ponen a nuestro alcance
para sacar a luz y actualizar los datos consignados en la Sagrada Escritura.
Todo esto viene a
cuento porque no me parece evidente lo que la gente quiere decir cuando alude a
los axiomas de la omnipotencia y la bondad suprema de Dios y para ello aduce
textos de la Biblia como los que hoy se nos proclaman en la primera lectura y
el evangelio. Sin embargo, es válido y hasta deseable hacerse las siguientes
preguntas: ¿Puede Dios, de hecho, realizar todo lo que desea? ¿Podría hacer que
al mismo tiempo y en el mismo espacio, un oso fuera también una hormiga? ¿Qué
un cuadrado tuviera cinco lados? ¿Qué usted fuera yo?
Desde las categorías de
la filosofía griega y haciendo un malabarismo de abstracción es posible afirmar
que en teoría la respuesta pueda ser positiva. Sin embargo, la experiencia
objetiva no resulta ser punto de apoyo para tal teoría, ¿o es que alguien ha
experimentado en la realidad un oso/hormiga, un cuadrado de cinco lados o dos personas
con identidades intercambiables?
Pero más acuciante
resulta todavía la pregunta sobre la bondad de Dios cuando constatamos
objetivamente y sin prejuicios lo que sucede a nuestro alrededor: ¿acaso es
posible negar que muchos hombres buenos y justos sufren toda suerte de
calamidades y que muchos hombres perversos gozan sin preocupaciones en este
mundo? ¿Es acaso que Dios, pudiendo evitar el sufrimiento del inocente lo
permite? Y si esto es así, ¿se puede seguir predicando de Dios su bondad
infinita?
¿Será necesario apelar
a los argumentos de siempre –los misterios insondables de la voluntad del
Señor, el sufrimiento purificador, el sufrimiento que acrisola, etc.- y acabar
metiéndonos en peores embrollos teológicos y pastorales? ¿Esos argumentos para
qué sirven a las personas que sufren las injusticias y atropellos de los
poderosos o simplemente de las circunstancias de la vida? ¿Cómo pueden
encontrar consuelo en tales argumentos una mujer violada, una madre que ha
perdido a su hijo por culpa de las drogas, un niño que ve su mundo destrozado
por el cáncer que se ha llevado a su padre, único sostén de la familia?
Creo que si un cristiano
quiere tener un mínimo de coherencia lógica, respetar la revelación de la
Sagrada Escritura y transmitir un mensaje de aliento veraz y eficaz a los que
por cualquier causa sufren en el mundo, tiene que cuestionarse profundamente
sobre el sentido de la omnipotencia y la suprema bondad de Dios. No se trata de
desechar por vía racional estas características de la identidad divina, sino de
buscar las pistas que nos lleven a una comprensión más acorde con la
revelación. Esto es precisamente lo que pretendo aclarar –al menos hasta cierto
punto- en esta reflexión.
En el texto de Isaías, Dios
encomienda a su profeta transmitir un mensaje a los que se sienten faltos de
aliento, temerosos de los duros acontecimientos que están viviendo en el
exilio. Han perdido su patria, su tierra, sus sagradas estructuras y sobre
todo, están en peligro de perder su identidad como pueblo amado y elegido. Se
preguntan ansiosos por las causas del mal que les aqueja y que les hace
experimentar un miedo que les cala hasta los huesos.
En otros textos
proféticos, se les hará ver que fue su propia desobediencia e infidelidad a la
alianza lo que les ha llevado a vivir en tales circunstancias. Pero ahora no es
el tiempo de echarles en cara sus culpas, sino de consolarlos, de abrirles horizontes
de futuro y esperanza. Dios no apaga los pabilos humeantes sino que los
enciende con el fuego de su Espíritu. Recuerde esto amable lector cuando la
vida le parezca demasiado dura, cuando el sufrimiento le golpee con fuerza y le
quite el aliento haciendo vacilar sus rodillas…¡No es el tiempo del abandono
sino el de la salvación que ya viene! ¿Qué no es posible? ¡Dios abrirá sus ojos
para que vea su gloria que se acerca, sus oídos para que escuche los susurros
de su amor apasionado que viene al rescate, afirmará sus rodillas para que
pueda caminar sólidamente atravesando el valle tenebroso y soltará su lengua
para que pueda cantar alabanzas al Dios bueno y poderoso en todo!
Entonces, desde el
sufrimiento –cuya causa nunca puede ser Dios porque él solamente desea el bien,
la felicidad y la plenitud humanas- Usted descubrirá la profunda verdad que
tienen las palabras del salmista (Salmo); Dios da de comer al hambriento, libera a
los cautivos, hace justicia al oprimido, sustenta al huérfano y a la viuda y
trastorna los caminos del impío.
Si su catequista o su
predicador le han enseñado que Dios va a solucionar su sufrimiento una vez que
Usted se entregue a él, lamento decirle que le han engañado miserablemente
(aunque no pongo en duda la buena voluntad con que lo hayan hecho). Por una
parte, el sufrimiento es parte de la vida, simple y llanamente porque somos
seres finitos, caducos y limitados, y por otro lado, la vida cristiana es y
será un auténtico combate mientras el mundo se erija sobre valores contrarios a
la dignidad del hombre.
¿Dios podría haber hecho un mundo en el que no
hubiera sufrimiento? Eso no lo puedo responder como teólogo, porque el teólogo
cristiano no especula con lo que podría haber sido, sino que busca
explicaciones desde el dato revelado y la Biblia no responde a la pregunta
sobre el porqué de la existencia del mal, simplemente lo constata como un hecho
causado por el pecado y nos da las herramientas para vivirlo desde las
categorías cristianas y combatirlo eficazmente.
Esto es precisamente el
punto neurálgico que toca la carta de Santiago. No habla del mal en general o del mal
que se vive fuera de la comunidad cristiana, sino del que es causado por el
anti-testimonio de sus miembros. En el seno de la sociedad discipular hay
quienes juzgan según las categorías del mundo y
privilegian a los ricos y poderosos y desprecian a los pobres. ¿Puede alguien
imaginar una incongruencia mayor? ¡Jesús privilegió a los miserables del mundo,
a los despreciados por la sociedad y los que se dicen sus discípulos y hermanos
los menosprecian! A estos son a los que Jesús ha llamado -en el evangelio
proclamado el domingo pasado- “hombres de juicios malos” (que juzgan con
criterios del mundo) y “estúpidos” (necios o refractarios a la Palabra).
Tales “cristianos” se
rehúsan a sentarse a la mesa con los pobres, es decir, no quieren hacer
comunión de vida con ellos, no les aceptan como hermanos. Y Santiago no se
refiere con el término “pobres” simplemente a los que carecen de bienes
materiales, el término engloba a cualquiera que es despreciado o marginado, de
tal manera que en el campo semántico caben prostitutas, mendigos, pecadores,
indeseables, etc.
Valdría la pena hacer
un examen de conciencia y revisar nuestras actitudes ante los que entran en
este rango de acuerdo a nuestros criterios, y desde esta perspectiva siempre
habrá “pobres” con los que tendríamos que sentarnos a la mesa de la vida que
nos ofrece Jesús. No hacerlo es despreciar al mismísimo Jesús. Y si somos
capaces de despreciar a los hermanos en el mismo seno de la comunidad, ¿qué no
habremos de hacer con los parias del mundo que no pertenecen a nuestro
“selecto” círculo? Esto es causa de división que crece exponencialmente, va del
ámbito personal al comunitario y finalmente al universal y bien sabemos que el
que divide y mata es Satán, cuidémonos bien de no vivir como sus hijos.
Según Jesús, el mal sale
del corazón del hombre y ya esto debería ponernos muy alertas, asumir nuestra
responsabilidad, dejar de estar
elucubrando fantasiosas teorías sobre el mal y dedicarnos a la tarea de abrir
nuestros corazones al influjo del Espíritu de Cristo.
Finalmente, el
evangelio de Marcos
nos presenta precisamente una hermosa y plástica imagen de lo que es capaz de
lograr en el hombre la acción del Espíritu de Cristo. En la Sagrada Escritura,
las enfermedades son símbolo de actitudes o enfermedades espirituales. Así, la
sordera es la incapacidad culpable, la cerrazón del hombre ante la propuesta de
Dios que le viene en la Palabra, en Jesús. La mudez o tartamudez es consecuencia de la sordera, el que no
escucha la Palabra es incapaz de comunicar una palabra dotada y dotadora de
sentido, solamente puede articular sonidos ininteligibles.
No obstante, Jesús ha
venido a sanar dichas enfermedades. Por eso, ante un hombre sordo y mudo, lo
primero que hace Jesús es apartarlo de la gente, ¿por qué hace Jesús tal cosa? La
“gente o multitud” representa la masa que llena con sus voces ideológicas el
espacio vital del hombre y le distrae de lo esencial. El primer paso consiste
en “apartarlo” del mundanal conjunto de voces discordantes, hay que estar a
solas con Jesús para abrir la posibilidad de la escucha. Lo segundo que hace
Jesús es “meter los dedos en los oídos” del sordo. De acuerdo a la tradición
simbólico/teológica de Israel, Dios había escrito su Ley con sus propios dedos.
Aquí Marcos alude a la nueva Ley que Dios ha escrito en Jesús para los hombres.
Jesús es la Palabra hecha carne, Palabra que toca y puede ser tocada, que es
accesible a la experiencia humana.
El tercer paso del
proceso de sanación llevado a cabo por Jesús es “tocar” con su saliva la lengua
del tartamudo. La saliva era considerada como el vehículo del Espíritu (en el
relato de la creación, Dios besa al hombre formado polvo de la tierra y el beso
es comunicación de las salivas de los amantes). Los rabinos besaban a sus
sucesores como acto simbólico de comunicación de su “espíritu” o
fuerza/carisma. Así, Jesús comunica su Espíritu profético liberador al enfermo
y entonces este empieza a vivir el dinamismo de la vida de Jesús, abierto
siempre a la escucha de la voluntad de Dios y profeta de la Palabra liberadora
de los hombres, convirtiéndose ellos mismos en otros Cristos que hacen posible
lo que parece imposible, derrotar el mal.
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