lunes, 29 de octubre de 2012

Audio reflexión sobre las lecturas del domingo 4 de noviembre de 2012

Les invito a escuchar mi reflexión sobre las lecturas del domingo 4 de noviembre de 2012. ¿Es posible la felicidad? ¡promete Dios la felicidad la hombre?
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REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 4 DE NOVIEMBRE DE 2012



DOMINGO XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO “B”

  1. LECTURAS

Deuteronomio 6, 2-6: << En aquellos días, habló Moisés al pueblo, diciendo: "Teme al Señor, tu Dios, guardando todos sus mandatos y preceptos que te manda, tú, tus hijos y tus nietos, mientras viváis; así prolongarás tu vida. Escúchalo, Israel, y ponlo por obra, para que te vaya bien y crezcas en número. Ya te dijo el Señor, Dios de tus padres: "Es una tierra que mana leche y miel." Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria". >>

Salmo 17: << Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza; / Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador. Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, / mi fuerza salvadora, mi baluarte. / Invoco al Señor de mi alabanza / y quedo libre de mis enemigos. Viva el Señor, bendita sea mi Roca, / sea ensalzado mi Dios y Salvador. / Tú diste gran victoria a tu rey, / tuviste misericordia de tu Ungido. >>

Hebreos 7, 23-28: << Hermanos: Ha habido multitud de sacerdotes del Antiguo Testamento, porque la muerte les impedía permanecer; como éste, en cambio, permanece para siempre, tiene el sacerdocio que no pasa. De ahí que puede salvar definitivamente a los que por medio de él se acercan a Dios, porque vive siempre para interceder en su favor. Y tal convenía que fuese nuestro sumo sacerdote: santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y encumbrado sobre el cielo. Él no necesita ofrecer sacrificios cada día- como los sumos sacerdotes, que ofrecían primero por los propios pecados, después por los del pueblo-, porque lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. En efecto, la Ley hace a los hombres sumos sacerdotes llenos de debilidad. En cambio, las palabras del juramento, posterior a la Ley, consagran al Hijo, perfecto para siempre. >>

Marcos 12, 28b-34: << En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: "¿Qué mandamiento es el primero de todos?" Respondió Jesús: "-El primero es: "Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser." El segundo es éste: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." No hay mandamiento mayor que éstos." El escriba replicó: "Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios. Jesús, viendo, que había respondido sensatamente, le dijo: "No estás lejos del reino de Dios." Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas. >>

2.     REFLEXIÓN
Felicidad o salvación, quimera o realidad
Jorge Arévalo Nájera

Permítaseme la libertad de hacer un  brevísimo preámbulo para sentar la perspectiva desde la que abordaremos los textos de éste domingo. En efecto, en el fondo, lo que el hombre busca desde siempre es alcanzar un estado existencial de absoluto gozo y plenitud de sentido. En todo quehacer humano, por pueril o grandioso que parezca, late veladamente este anhelo.

En las etapas más primitivas de su historia, lo ha buscado mediante la satisfacción de sus más elementales necesidades (un lugar seguro y a salvo de los depredadores que amenazan su vida, una ración de alimento que calme su apetito, pieles que le protejan del frío y un grupo humano con el cual satisfacer su ser gregario), más adelante, en el sedentarismo que favorece el desarrollo de una cultura, además de la satisfacción de sus necesidades básicas, el hombre comienza una frenética búsqueda por el sentido profundo de la vida y lo busca mediante la elaboración de complejos sistemas mítico/religiosos/teológicos que pretenden dar razón del imprevisible y ambiguo comportamiento de la naturaleza.

Pero esto tampoco basta y aparece la ciencia, como herramienta para dominar y manipular la naturaleza para la consecución de su sueño, pero al paso del tiempo se da cuenta que la respuesta no está en la ciencia por portentosa que esta pueda llegar a ser y se lanza a la empresa de construir maravillosas ideas filosóficas con las cuales dar razón y sentido al existencial humano.

A decir verdad, no obstante las valiosas aportaciones que las diversas ramas del saber humano han traído a la palestra en el esfuerzo por esclarecer los caminos que lleven a la realización plena, hoy por hoy el hombre sigue buscando y preguntándose ¿Cómo llegar a la meta?, milenios enteros de esfuerzo y echando una mirada retrospectiva  a la historia del hombre aparecen portentosas construcciones producto de la iniciativa humana; civilizaciones maravillosas, pasmosos sistemas de  pensamiento, esquemas socioeconómicos variopintos resultado de sesudas investigaciones de los grandes genios de la política y la economía… y al final resultan un fiasco, una cortina de humo que esconde el más estrepitoso fracaso.

Nada parece satisfacer el hambre y la sed que pulsionan al hombre hacia un plus de realización que siempre aparece como algo inalcanzable, como una quimera alienante que carcome la esperanza hasta reducirla a una visión inmediatista y utilitarista que se agota en el aquí y el ahora, convirtiendo al humano en el más terrible depredador de sí mismo.

Lo más que logra con todos sus esfuerzos son unos pocos y efímeros instantes de bienestar que se esfuman con el soplo tempestuoso de los avatares de la vida.
 
Y sin embargo, en el horizonte de nuestra vida, de tú vida y la mía, aparece La Buena Noticia ¡Resulta que hay un camino infalible hacia aquello que hemos soñado desde siempre! ¡”Teme al Señor tu Dios y guarda todos sus preceptos y mandatos…para que seas feliz y…te multipliques en una tierra que mana leche y miel”! y aquí aparece la perspectiva a la que apunta nuestra reflexión, una perspectiva creyente que reconoce como único camino hacia la plenitud la escucha atenta de la Palabra que nos revela al misterio humano y al Misterio divino.

Pero, ¿de que se trata?, ¿de cumplir una serie de mandatos y de vivir un sentimiento de temor con respecto a Dios? ¡Qué fácil! (dirán algunos, sobre todo los más cumplidores de las normas religiosas) y por otro lado, no es difícil tener miedo ante lo desconocido y sobre todo ante la imagen de Dios que nos han inculcado desde pequeños, el Dios juez severísimo que desde los altos cielos observa con mirada crítica y encolerizada a los gusanos llamados hombres que se arrastran lastimeramente por la vida, esperando el momento oportuno para descargar el justo castigo sobre ellos.

Y en una visión más moderada, basta un poco de sentido común y de sensibilidad religiosa para sentir cierto sobrecogimiento ante Dios dada su magnificencia y absolutez.

No obstante, a decir por el testimonio objetivo de los que nos decimos discípulos de Jesús, no parece que el gozo inherente a una buena noticia de tal envergadura y que era la característica distintiva de la cristiandad primitiva, sea una característica de la cristiandad actual. Vamos por la vida viviendo como ateos prácticos, como si Dios no existiera, es decir como si no tuviera nada que ver en nuestra historia cotidiana, la cual vemos como un lastre, como un valle de lágrimas del cual esperamos vernos liberados una vez que muramos. Es como si la alegre noticia del Dios que ya nos ha liberado de la esclavitud, del pecado y de la muerte, nunca hubiera sido recibida y en su lugar se nos hubiera anunciado un evangelio apócrifo de  tristeza y  derrota ¡Tristes  cristianos somos! O quizás debiera decir ¡de ninguna manera cristianos!

Resulta que ya desde tiempos mosaicos el camino estaba marcado, y en la plenitud de los tiempos ese camino se ha hecho de naturaleza humana, se ha hecho historia y por lo tanto la posibilidad se ha concretizado, se ha realizado en Jesús y queda abierta la puerta para que todo el que lo desee entre al gozo de su Señor. En Jesús, el camino (antes propuesta irrealizable) se ha recorrido, él es el primogénito de entre muchos hermanos y el testigo digno de ser creído, y por ello, como dice la Carta a los Hebreos, con toda justicia puede ser nuestro sumo sacerdote, “porque se ha ofrecido a sí mismo de una vez y para siempre en sacrificio eterno, de ahí que sea capaz de salvar, para siempre, a los que por su medio se acercan a Dios” 

Y aquí, “salvar” significa dar plenitud de sentido a la existencia humana, por lo tanto, solo Cristo puede llevar al hombre a la plenificación de su ser. Pero aclaremos de una vez por todas, que en la teología bíblica, dicha salvación no se reserva para un momento ulterior a la vida histórica, la salvación inicia intrahistóricamente y alcanza su cenit en la dimensión de la eternidad.

La salvación empieza  aquí y  ahora o no tiene lugar en ninguna parte, la plenitud de sentido de la existencia humana se experimenta ya en la historia. Cierto que de manera parcial, fragmentaria y entre sombras, pero sin embargo tan real como el aire que respiramos y la voz del hermano que nos canta (como dice el famoso cántico cristiano).
El gozo en el Espíritu, la paz que va más allá de todo entendimiento y categorías humanas ¡es ya posible desde hace 2000 años y lo seguimos esperando para un futuro indeterminado!

Con razón Marx declaraba (y sigue declarando) a los que pensaban de éste modo como alienados, desvinculados de su identidad y realidad histórica y a la espera de algo intangible que no se podía ni se puede comprobar.

Entonces, volviendo al texto de la primera lectura, no se trata de cumplir una normatividad religiosa ni de un sentimiento de miedo ante el misterio que nos supera. ¿De que se trata pues? Las palabras clave en el texto del Deuteronomio en este punto son dos: Guardar y practicar.

Guardar hace alusión a la escucha atenta y reverente de la Palabra, que se medita e interioriza hasta convertirla en una presencia permanente y punto de referencia indiscutible en el ethos humano. Practicar es poner por obra dicha Palabra, para impactar y transformar según el Evangelio al mundo que nos rodea.

Guardar y practicar son dos caras de una misma moneda, desvinculadas, devienen en actitudes patológicas que desvirtúan la vida cristiana: solo guardar es una actitud intimista de fuga del mundo, es un escape alienante de las realidades mundanas y se priva a los demás de la acción eficaz del discipulado. Solo praxis, resulta en un activismo desarraigado de su sustrato sobrenatural que es la Palabra y por lo  mismo, pierde su eficacia de transformación definitiva.

Por eso, Jesús cita la oración con que todo judío empieza su día: “Escucha Israel…”,  todo parte de la escucha, sin ella no inicia de ningún modo la vida espiritual. Escuchar es una actitud de permanente apertura a la revelación que Dios va haciendo al hombre a lo largo de toda su vida con el único objeto de llevarlo a la tierra que mana leche y miel. De aquí que la obediencia (de ob audire= ponerse bajo la escucha) constituya una clave indefectible a la vida espiritual del cristiano.

Para ello, después de recibir el baño de gracia que es la Palabra dirigida por Dios, el hombre es invitado en primer lugar a desterrar de su existencia toda realidad que se haya convertido en absoluta (idolatría), para después poder amar a Dios.

El amor al Señor se lleva a cabo en tres instancias o desde tres dimensiones del hombre: En primer lugar, con todo el corazón. Si el corazón es en el pensamiento bíblico el órgano simbólico en donde reside la sabiduría profunda, aquella que permite al hombre discernir entre las diversas realidades que se le ponen delante, para optar por aquellas que le lleven según la voluntad divina hacia su cenit antropológico, entonces, amar a Dios con todo el corazón significa vivir de continuo en referencia absoluta y definitiva a lo que el Padre vaya comunicando al discípulo. Y esto significa  que nada de lo que piensa, dice y hace el creyente tiene carta de ciudadanía independiente de Dios. Todo es por Dios, se dirige a él y se realiza en él.

Con toda tu alma (entiéndase vida, el hombre todo en cuanto ser dinámico y alentado por el soplo divino). A Dios se le ama dinámicamente, en movimiento, no desde la quietud de una “fe” inmóvil que se desgasta inexorablemente hacia la muerte. La fe es siempre viva y por ello, el amor a Dios se patentiza en un éxodo continuo, lento y fatigoso pero siempre posibilitador de encuentro con aquel que es la Vida.

Con todas tus fuerzas: Si la fuerza es la capacidad en movimiento, y si dicha capacidad es el aliento mismo de Dios insuflado en la nariz del hombre, entonces quiere decir que éste es invitado a poner en movimiento, a hacer concreción histórica el don con que ha sido obsequiado.

Amar a Dios es erradicar los ídolos y entronizar a Dios como auténtico Kyrios, es aprender el fatigoso proceso de la escucha para discernir lo bueno y lo malo (amar a Dios con todo el corazón),  es ponernos en camino permanente hacia la fuente de la vida (con toda el alma) para transformar el mundo con y desde la gracia (con todas tus fuerzas).

Sin embargo, Jesús curiosamente agrega un elemento que no aparece en el texto deuteronómico: “con toda tu mente”, el término “mente” hace referencia a la mentalidad, a la cosmovisión, a la manera concreta de interpretar la realidad. Para amar a Dios, es necesario cambiar esa mentalidad, erradicar los parámetros interpretativos con los que nos acercamos a la realidad y asumir los parámetros de Dios “hay que tener la misma mente de Cristo” dirá Pablo en alguno de sus escritos. Los criterios del cristiano son los de Dios y no otros, él ve el mundo desde la óptica de la fe y no desde la mera lógica humana, sus ojos miran desde la esperanza y la fe que revelan la verdad de las cosas.

Por ello, solo quien así mira el mundo y todo lo que hay en él, es capaz de amar al prójimo (y sabemos a quien consideraba prójimo Jesús) como a sí mismo. El que ama a Dios descubre en esa misma medida su realidad personal y no puede más que exclamar admirado: ¡Cuán bello soy pues mi belleza no radica en mí sino en el amor antecedente de Dios que embellece todas las cosas! Y por ello, se siente interpelado por el prójimo y es capaz de lanzarse a la loca aventura de amarlo como a sí mismo.

La felicidad es un concepto pagano que consiste en la ausencia total de sufrimiento y la permanencia continua del placer. Tal cosa no es lo que predica y promete Jesús. Él promete y cumple la plenitud de sentido, el gozo en el Espíritu, la paz que sobrepasa todo entendimiento, la fuerza de la fe que mueve montañas y es capaz de transformar los corazones, promete el Reino de Dios que acoge a todos los hombres.

Jesús no es el medio para ser felices (si le engañaron haciéndole creer tal cosa, vaya y reclámele a su catequista por andar enseñando falsedades y haberlo mantenido en la ignorancia tanto tiempo), Jesús es ¡el salvador del mundo!

Quizás que sea por eso que el hombre no ha podido encontrar la felicidad, lleva milenios buscando lo que no existe, cuando aquello que le da la auténtica paz es ya posible desde hace cerca de 2000 años. La pregunta es ¿Hasta cuándo seguiremos buscando la felicidad? ¿Cuándo nos decidiremos a ser auténticos discípulos y sorprender gratamente al Señor?

                                                             Gracia y paz.

lunes, 22 de octubre de 2012

AUDIO REFLEXIÓN LECTURAS DOMINGO 28 DE OCTUBRE DE 2012

Te invito a escuchar mi reflexión sobre las lecturas de la Eucaristía del domingo 28 de octubre: " La marcha de los ciegos que retornan al camino".
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REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL DOMINGO 28 DE OCTUBRE DE 2O12


XXX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO B
1. LECTURAS
Jeremías 31, 7-9: << Así dice el Señor: "Gritad de alegría por Jacob, regocijaos por el mejor de los pueblos: proclamad, alabad y decid: El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel. Mirad que yo os traeré del país del norte, os congregaré de los confines de la tierra. Entre ellos hay ciegos y cojos, preñadas y paridas: una gran multitud retorna. Se marcharon llorando, los guiaré entre consuelos: los llevaré a torrentes de agua, por un camino llano en que no tropezarán. Seré un padre para Israel, Efraín será mi primogénito". >>
Salmo 125: << Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares. Hasta los gentiles decían: "El Señor ha estado grande con ellos." El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. Que el Señor cambie nuestra suerte,  como los torrentes del Negueb. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares. Al ir, iban llorando,  llevando la semilla: al volver, vuelven cantando,  trayendo sus gavillas. >>
Hebreos 5, 1-6: << Hermanos: Todo sumo sacerdote, escogido entre los hombres, está puesto para presentar a los hombres en el culto a Dios: para ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, ya que él mismo está envuelto en debilidades. A causa de ellas, tiene que ofrecer sacrificios por sus propios pecados, como por los del pueblo. Nadie puede arrogarse este honor: Dios es quien llama, como en el caso de Aarón. Tampoco Cristo se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote, sino aquel que le dijo: "Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy", o, como dice otro pasaje de la Escritura: "Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec". >>
Marcos 10, 46-52: << En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: "Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí." Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: "Hijo de David, ten compasión de mí." Jesús se detuvo y dijo: "Llamadlo." Llamaron al ciego, diciéndole: "Ánimo, levántate, que te llama." Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: "¿Qué quieres que haga por ti?" El ciego le contestó: "Maestro, que pueda ver." Jesús le dijo: "Anda, tu fe te ha curado." Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino. >>
2. REFLEXIÓN
La marcha de los ciegos que retornan al camino
Jorge Arévalo Nájera
Habría que imaginarse –para poder entender el significado que para el pueblo de Israel tenía el retorno del destierro- los años de sufrimiento, de sequedad y desesperanza de los israelitas que se negaban a abandonar la fe y tradiciones de sus padres. Largo tiempo lejos de su tierra, aquella tierra que Yahvé había prometido a sus antepasados y que ahora solo era un doloroso recuerdo que incluso se desdibujaba en la mente de las generaciones que habían nacido en Babilonia.
La voz profética de Jeremías anuncia un tiempo de gozo y de salvación: << Esto dice el Señor: "Griten de alegría por Jacob, regocíjense por el mejor de los pueblos>> Entre los que regresan vienen << el ciego y el cojo >>, es decir, aquellos que no han sido capaces de inteligir la voluntad de Dios manifestada en los acontecimientos de la historia y por ello, han sido incapaces de caminar como hombres libres abriéndose paso hacia la tierra de la libertad. Sin embargo -nos dice el profeta- también vienen la mujer encinta y la que acaba de dar a luz, es decir que el retorno trae consigo la esperanza y el horizonte de futuro que parecía haber desaparecido en tierra extranjera.
La multitud de los que retornan viene llorando, todavía esta formada por ciegos y cojos aunque la esperanza viene con ellos. La consolación de Dios, caro tema profético que en el fondo significa no solamente ni en primer lugar, una suerte de “apapacho” en las espaldas de los israelitas, sino sobre todo, la destrucción definitiva de la idolatría para hacer del hombre un ser libre, capaz de entregar su corazón al único que merece recapitular las ansias y los sueños ancestrales humanos.
Dios promete también guiar a su pueblo por un camino llano en el que no tropezarán en su éxodo hacia los torrentes de agua. Es claro el simbolismo utilizado, << el torrente de agua >>, significa la dínamis del Espíritu de Dios mediante el cual el pueblo será conducido por un <<camino>>, -a su vez símbolo del seguimiento-. Así, el retorno físico a la tierra de los ancestros es solamente el pretexto de Jeremías para hablarnos de un itinerario espiritual que se propone a los creyentes de todos los tiempos. ¿No es verdad que todos en algún momento somos hijos que se exilian de la casa del Padre por hacer suyos los criterios del mundo y así, nos convertimos en ciegos y cojos? ¡Pues para nosotros es el anuncio del profeta! ¡Anuncio de esperanza y alegría!...siempre y cuando en nuestro corazón anide, aún exiliados, la nostalgia del amor paterno y de algún modo seamos “sobrevivientes de Israel”.
El Salmo es la expresión litúrgica del gozo que provoca la contemplación del glorioso retorno: << Cuando el Señor nos hizo volver del cautiverio, creíamos soñar…>> ¡Ensoñación, risa, canto, júbilo!, emociones multiformes que estallan en el corazón de los que han experimentado la liberación que Dios les otorga.
La lectura de la Carta a los Hebreos parece interrumpir abruptamente la alegre ensoñación en que nos han metido tanto Jeremías como el Salmo. Un lenguaje cultual que habla de sumos sacerdotes, ofrecimiento de dones y sacrificios por los pecados, elección sacerdotal, nos introduce en un mundo un tanto ajeno a nuestra mentalidad. Lo importante es descubrir el por qué la Comisión Litúrgica ha colocado este pasaje como segunda lectura, precisamente después del Salmo y antes del Evangelio.
 Me parece que la palabra/concepto que hace de liga entre la primera y segunda lectura es <<hijo>>, ya que en Jeremías leemos << Yo soy para Israel un Padre y Efraín es mi primogénito>> y en Hebreos << Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy>>, con lo cual queda claro que Israel es tipo filial, anticipación y prefigura del Hijo por antonomasia, que es Jesús. Israel es así, paradigma y anuncio figurativo del sumo sacerdote que habrá por fin de introducir en el mundo divino al universo entero. Al ser Jesús víctima propiciatoria y oferente sacerdotal, se convierte en camino que lleva a la Vida.
Queda así preparado el ambiente para el mensaje del evangelio de Marcos; Bartimeo, personificación de aquella multitud derrengada y exiliada, postrada a la orilla del camino/seguimiento, impulsado por la esperanza en las promesas que se habrían de cumplir en la persona del <<hijo de David>>, grita, anhelando recibir el don de la vista/inteligencia para poder reconocer el único camino que vale la pena recorrer, el único camino por el que vale la pena dejar todas las seguridades (representadas por el manto).
El auténtico milagro radica en la revelación que Jesús hace a Bartimeo: <<Tu fe te ha salvado>>, es verdad que la salvación/plenitud humana es gracia de Dios revelada en Jesucristo, pero es la fe/adhesión del hombre la que hace operativa esa salvación, es la fe la que ilumina y da una visión teológica a los antes enceguecidos ojos, permitiendo así iniciar el seguimiento de aquel que con toda seguridad puede conducir la marcha de los ciegos que retornan al camino, y llevarnos hacia los torrentes de agua que vivifican el desierto. Como dice bellamente el Cardenal Hans Urs von Balthasar “El que estaba excluido de la luz, encuentra el camino de vuelta a casa”
Gracia y paz.

martes, 16 de octubre de 2012

La desproporción entre el esfuerzo y los resultados.

Excelente meditación del P. Larrañaga que nos aporta una clave espiritual para perseverar en la búsqueda de la intimidad con Dios.

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lunes, 15 de octubre de 2012

AUDIO REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL DOMINGO 21 DE OCTUBRE DE 2012

Te invito a escuchar mi reflexión sobre las lecturas del domingo 21 de octubre de 2012, Domingo Mundial de las Misiones. Tema: " Ya es posible acceder a las entrañas del cielo".
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REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 21 DE OCTUBRE DE 2012


XXIX DOMINGO ORDINARIO CICLO B (Día Mundial de las Misiones)

1.      LECTURAS
Is 53,10-11 << El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación: verá su descendencia, prologará sus años. Lo que el Señor quiere prosperará por su mano. Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos. >>
Sal 32,4-5.18-19.20.22 << Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. Que la palabra del Señor es sincera, / y todas sus acciones son leales; / él ama la justicia y el derecho, / y su misericordia llena la tierra. Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, / en los que esperan su misericordia, / para librar sus vidas de la muerte / y reanimarlos en tiempo de hambre. Nosotros aguardamos al Señor: / él es nuestro auxilio y escudo. / Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, / como lo esperamos de ti. >>
Hb 4,14-16 << Hermanos: Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un sumo sacerdote grande, que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios. No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado. Por eso, acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente. >>
Mc 10, 35-45 << En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los hijos del Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: "Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir." Les preguntó:- "¿Qué queréis que haga por vosotros?" Contestaron: "Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda." Jesús replico: "No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?" Contestaron /: "Lo somos" "Jesús les dijo: "El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado." Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, reuniéndolos, les dijo: "Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos". >>


2. REFLEXIÓN
YA ES POSIBLE ACCEDER A LAS ENTRAÑAS DEL CIELO
Jorge Arévalo Nájera
 Hoy, la Iglesia Católica celebra el “Día Mundial de las Misiones”, y que mejor ocasión para reflexionar sobre esta dimensión característica e irrenunciable de la Iglesia cristiana. La primera lectura, tomada del libro del profeta Isaías, que en la estructura literaria  y teológica del libro se encuentra en la sección conocida como “El cántico del siervo doliente”,  nos da la pauta teológica que será el tenor de toda la liturgia de la Palabra: El sufrimiento expiatorio del siervo de Dios en beneficio del pueblo. Pero desde ya, es menester hacer una aclaración al respecto. Debemos evitar caer en una teología dolorista, que haciendo una lectura literal del texto afirma que Dios –Padre, evidentemente- ha decretado desde la eternidad que para satisfacer la ofensa que el hombre le ha hecho con el pecado, su Hijo es encarnado para ser crucificado y así evitar las consecuencias de su ira desatada.
En esta visión, el sufrimiento del Hijo acaba remplazando la gratuidad de su amor y la imagen del Padre resulta ser la del dios pagano que no le importa sacrificar a su propio Hijo con tal de calmar su ira destructora. La clave soteriológica (salvífica) de esta visión teológica no es el amor sino el sacrificio y se vuelve a caer en las categorías religiosas que tan denodadamente combatieron los profetas y el mismo Jesús.
Es verdad revelada que mediante la cruz el hombre alcanza la salvación, pero aquella resulta no del designio sanguinario del Padre sino del pecado del hombre. La cruz es asumida voluntariamente por Jesús como parte del proyecto amoroso de Dios debido a la cerrazón egoísta del hombre que reacciona con el deicidio (asesinato de Dios) ante la amenaza que el amor le representa. En efecto, Jesús <<cargó con los crímenes de ellos>> como dice el profeta, pero no como un plan trazado de antemano sino como la solución final ante el odio del hombre.
En el texto de Isaías, la figura del siervo no se refiere solamente a un personaje histórico, –que los cristianos identificamos con Jesús- sino que además es un personaje corporativo, incluyente. Esto quiere decir que en el siervo/Jesús se encuentra representado el pueblo, el resto fiel. Esto confiere una dimensión mesiánica a la comunidad cristiana, que es presentada sacramentalmente como el medio histórico que hace presente y operativa la voluntad salvífica del Señor. Pero no nos confundamos, –como de hecho y lamentablemente ha sucedido en múltiples ocasiones a lo largo de la historia-  la Iglesia no es Cristo ni su Reino, la Iglesia es sacramento, signo visible que apunta hacia Dios y su Reino, y en eso reside su grandeza y especificidad, su mordente histórico y la legitimidad de su ser y estar en el mundo.
Además, los triunfalismos están fuera de lugar, pues es el sufrimiento de llevar sobre nuestras espaldas los crímenes del mundo lo que justifica nuestra presencia en él.
El Salmo entona su canto representando la voz de los hombres, que esperan de Dios la salvación: somos sacramento de la misericordia de Dios, que quiere amar en su miseria a todos los hombres precisamente para rescatarlos de ella, somos su presencia providente que quiere allegarles no lo que merecen, sino lo que necesitan para alcanzar su plenitud. Somos aquellos que por frágiles constituimos el espacio de revelación de la fuerza del Amor, somos alimento y liberación para los hambrientos y oprimidos por ser signo de que es posible una vida alternativa a la muerte y la opresión…los hombres aguardan a Dios, y éste ha decidido hacerse presente mediante la pequeñez y caducidad de su comunidad discipular.
 Claro está que esta comunidad es cualificada por ser cuerpo de Cristo, << sumo sacerdote extraordinario, que ha penetrado en los cielos, Jesús, el Hijo de Dios, permanezcamos firmes en la fe que profesamos. Pues no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, ya que fue probado en todo a semejanza nuestra, a excepción del pecado. Acerquémonos, pues, con confianza al trono de la gracia, a fin de obtener misericordia y hallar la gracia del auxilio oportuno. >> (Carta a los Hebreos). Si somos llamados a permanecer firmes en la fe que profesamos, es porque nos alienta el Espíritu de aquel que fue solidario con nosotros hasta el extremo de ser probado en todo a semejanza nuestra, a excepción del pecado, y esto no porque se le haya eximido mágicamente de él, sino porque el pecado no pertenece a la naturaleza ontológica del hombre y Jesús es el hombre perfecto, el <<ecce homo>>, el hombre por antonomasia, más aún, Jesucristo es precisamente no solo quien revela Dios al hombre, sino también el hombre a sí mismo[1], y si esto es así, entonces resulta que ya nada obsta para que podamos penetrar confiadamente, ofrecidos por Cristo en la intimidad de Dios, para obtener misericordia y hallar la gracia del auxilio oportuno. En Cristo se ha realizado, por su sacrificio, lo que el hombre había buscado afanosamente y durante milenios en los sacrificios prefigurativos de todas las religiones: comunión con Dios, conocimiento y penetración existencial del Misterio.
He aquí otra clave para entender adecuadamente el mensaje de la Carta a los Hebreos: la clave sacrificial. Cristo es presentado como Sumo Sacerdote que se ofrece a sí mismo al Padre para expiar los pecados de los hombres. Es al mismo tiempo oferente y víctima. Pero debemos entender la palabra sacrificio no como renuncia dolorista –al modo de las abnegadas madrecitas mexicanas, que renuncian incluso a su propia identidad con tal de darle gusto a sus amados retoños- sino como el abrazo decidido de una vida que se entrega por amor para hacer accesible el camino hacia el Eterno.
 En efecto, la palabra sacrificio significa etimológicamente <<hacer sagrado>>, apartado para Dios, santificado. Este es pues no sólo el camino de Cristo, sino el de todo aquel que quiera seguirle. ¡Cuán difícil entender la sabiduría de Dios para una cultura hedonista en la cual el máximo bien es la comodidad, el individualismo a ultranza, la utilización del otro para alcanzar la satisfacción personal! ¡Qué distinto sería todo si nos descubriéramos como auténticos mistagogos cuya vocación es conducir al mundo hacia el cielo, ya abierto por Cristo!
El evangelista Marcos nos pinta una escena en la que los discípulos quieren precisamente trascender la cercanía histórica con Jesús: «Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.» Están incluso dispuestos a recibir el bautismo de Jesús y a beber el mismo cáliz –aunque no estoy muy seguro que entendieran muy bien de lo que se trataba el asunto, a decir por el abandono que harán a su Maestro-, siempre y cuando al final del día reciban su justa recompensa de ser reconocidos como los principales en el Reino. Una vez más Jesús propone para sus discípulos el remedio perfecto al ego: ¡Sirvan, háganse esclavos de los demás y entonces serán tan grandes como el Hijo del hombre, que no ha venido a ser servido sino a servir! ¡Tal es la misión de la Iglesia, de usted amable lector, mía también, entregar una y otra vez la vida para que todos puedan acceder a las entrañas del cielo!
Gracia y paz.


[1] Cf. Gaudium et Spes, 22

sábado, 13 de octubre de 2012

Perdón a título personal.


Hace algún tiempo un hermano de la Iglesia Luterana se acercó a un sacerdote católico después de la Misa y le preguntó si podría comulgar en una próxima ocasión. La respuesta del ministro me dejó perplejo "pues no es conveniente porque católicos y protestantes no creemos exactamente en lo mismo con respecto a la Eucaristía, no tenemos plena comunión". En alguna ocasión, este mismo hermano me invitó a su celebración eucarística y yo recibí, a la misma pregunta una respuesta totalmente diferente: "claro, hermano, a la mesa del Señor son invitados todos aquellos que crean que Cristo está presente en las especies consagradas de manera real, verdadera y sustancial".
Yo no sé si se trate de ignorancia o de plano de un prejuicio estúpido -bueno, de hecho todos los prejuicios son estúpidos-, pero ¡cuánto mal hace la ignorancia o la estupidez a la unión de la única Iglesia de Cristo. Yo estoy de acuerdo que si no crees en la Presencia de Cristo en el pan y el vino, sería una blasefemia o al menos una falta de respeto manducar las especies consagradas y desde luego que sería una irresponsabilidad ofrecer a Cristo sacramentado a un incrédulo, pero negar la comunión en base a la consideración de que "no se cree de la misma manera" es algo insensato y aberrante. Es confundir la luna con el dedo que la apunta, las palabras con la realidad que significan, el lenguaje con la esencia íntima que se expresa en él. 
¡Un aplauso, sigan así, sumidos en sus prejuicios dogmáticos y la unión que soñó Jesús en su única Iglesia nunca será una realidad! Yo ofrezco, -aunque sea a título personal- una disculpa a mi hermano en Cristo y a todos aquellos que de una u otra forma han sido excluidos o lastimados por esta clase de sacerdotes que se creen poseedores en exclusiva del amadísimo Jesús. Créanme, no todos los católicos ni todos los sacerdotes carecemos de sentido común, sensibilidad y respeto hacia los hermanos que simplemente expresan la misma fe con un lenguaje o unos conceptos diferentes.
Paz y bien.

lunes, 8 de octubre de 2012

Audio Reflexión sobre las lecturas del domingo 14 de octubre de 2012

Te invito a escuchar mi reflexión sobre las lecturas del domingo 14 de octubre de 2012, XXVIII domingo Ordinario, Ciclo B. Sobre la absoluta necesidad de los cristianos de desprenderse de sus riquezas para poder seguir a Jesús.

Sigue el vínculo: http://www.ivoox.com/reflexion-domingo-14-octubre-2012-audios-mp3_rf_1481189_1.html


REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 14 DE OCTUBRE DE 2012, XXVIII DOMINGO ORDINARIO, CICLO B


1. LECTURAS

Sabiduría 7, 7-11: << Supliqué, y se me concedió la prudencia; invoqué, y vino a mí el espíritu de sabiduría. La preferí a cetros y tronos, y, en su comparación, tuve en nada la riqueza. No le equiparé a la piedra más preciosa, porque todo el oro, a su lado, es un poco de arena, y, junto a ella, la plata vale lo que el barro. La quise más que la salud y la belleza, y me propuse tenerla por luz, porque su resplandor no tiene ocaso. Con ella me vinieron todos los bienes juntos, en sus manos había riquezas incontables. >>
Salmo 89: << Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato. Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?  Ten compasión de tus siervos. Por la mañana sácianos de tu misericordia, y toda nuestra vida será alegría y júbilo. Danos alegría, por los días en que nos afligiste, por los años en que sufrimos desdichas. Que tus siervos vean tu acción, y sus hijos tu gloria. Baje a nosotros la bondad del Señor y haga prosperas la obras de nuestras manos. >>
Hebreos 4, 12-13: << La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, penetrante hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos. Juzga los deseos e intenciones del corazón. No hay criatura que escape a su mirada. Todo está patente y descubierto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas. >>
Marcos 10, 17 – 30: << En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?" Jesús le contestó: "¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre. "Él replico: "Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño." Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: "Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme." A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico. Jesús mirando alrededor, dijo a sus discípulos: "¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!" Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: "Hijos, ¡que difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios." Ellos se espantaron y comentaban: "Entonces, ¿quién puede salvarse?"
Jesús se les quedo mirando y les dijo: "Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo." Pedro se puso a decirle: "Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido." Jesús dijo: "Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más- casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones-, y en la edad futura, vida eterna". >>
2. REFLEXIÓN
Dejar las riquezas, la clave de la vida
Jorge Arévalo Nájera
El genial Federico Nietzsche afirmaba que el cristianismo era para los débiles, para los mediocres y cobardes que se contentaban con las promesas de una infame mentira (el cielo) mientras que dejaban para los verdaderos hombres la construcción de la historia. << ¿Qué es más perjudicial que cualquier vicio? La acción compasiva hacia todos los fracasados y los débiles: el cristianismo. >>
 Por ello, concluía el filósofo alemán << el cristianismo representa la corrupción esencial. Ha erigido en tipo ideal al hombre débil, la “bestezuela de rebaño”, al animal humano domesticado y enfermo, que practica sistemáticamente el autocastigo. >>
 Dos mundos radicalmente opuestos, uno, representado por Nietzsche, en el que los criterios del poder y de la fuerza que se impone a los más débiles constituyen el eje fundamental de la vida humana. Por otro lado el cristianismo, cuyas líneas fundamentales son precisamente la renuncia al poder y el amor como la única realidad que cualifica la vida.
Las lecturas de este domingo son claras y no es posible buscar subterfugios para minimizar su impacto: en el libro de la Sabiduría, se proclama a ésta como el tesoro más preciado, superior a cualquier otra riqueza del mundo, ya sea dinero, joyas, salud, belleza. La sabiduría –que cabe notar es suplicada e invocada, es decir, se reconoce su procedencia del Otro, que es quien la concede- es la fuente de donde mana todo bien. Y “bienes” en la Biblia, son todas aquellas realidades que hacen crecer al hombre en el conocimiento de Dios hasta alcanzar la estatura del varón perfecto << Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la edad de la plenitud de Cristo. >>
Y no se trata de polemizar sobre el añejo problema de la riqueza, ¿hasta donde es lícito o no tenerla?, etc. Pues quien así pregunta, yerra desde el principio y no ha comprendido el <<quid>> del asunto y confunde la luna con el dedo que la apunta. La sabiduría no es el objetivo en sí mismo, crecer en plenitud al conocer a Dios –y hablo, evidentemente de un conocimiento existencial y no meramente intelectual- es el fin de toda vida humana. <<Enséñanos a ver lo que es la vida, y seremos sensatos>> ruega el Salmo, enfatizando la sabiduría como un don y no como un logro humano. Es un ruego, pero al mismo tiempo una advertencia sobre el peligro mortal que entraña arrogarse el conocimiento que lleva a la vida en plenitud.
Ya desde antiguo, la reflexión teológica israelita, en el libro del Génesis, nos presenta en una escena llena de dramatismo y  ubicada en los albores de la creación, la advertencia –siempre salvífica por cierto- acerca de la identidad dependiente del hombre con respecto a la Palabra mediante la cual Dios dispensa su sabiduría y la necesaria disposición para la escucha por parte del hombre. La autosuficiencia absoluta es la falacia por excelencia, el gran triunfo de la serpiente y el origen de la caída del <<Adam>>
Ahora bien, esa Palabra, que es al mismo tiempo vehículo y contenido de la sabiduría que salva, de acuerdo a la carta a los Hebreos, es << viva, eficaz y más penetrante que una espada de dos filos>>  La espada de doble filo escinde, separa los tejidos y deja al descubierto lo más íntimo del ser –el alma-, los criterios sobre los que se sostiene la vida –los huesos- y las decisiones que marcan su rumbo definitivo –el corazón-.
Ante la Palabra, hay que tomar opciones, no es posible esconderse como antaño lo hizo Adán en el huerto, pues ante ella nos encontramos desnudos e indefensos, tal como somos, pequeños y miserables, ambiguos y egoístas…pero al mismo tiempo, la Palabra suscita precisamente en el doloroso reconocimiento de lo que somos, la posibilidad de levantar la mirada hacia el Señor y descubrir aquello que podemos ser…¡hijos del Padre celestial, nuevas creaturas a imagen del Hijo bienamado en el cual Dios tiene su complacencia!
El pasaje evangélico de Marcos, sirve a la Comisión Litúrgica para delimitar el tema de la riqueza como obstáculo insalvable para entrar en la dinámica del Reino. En efecto, la primera lectura (del libro de la Sabiduría) abre la inclusión afirmando que la sabiduría es el medio para obtener la verdadera riqueza, mientras que la lectura tomada del evangelio de Marcos, de manera enfática asegura que la posesión de muchos bienes es obstáculo para seguir a Jesús.
El Salmo es la respuesta del creyente que suscita el anhelo por poseer la sabiduría y la segunda lectura, revela la fuente de la cual el hombre puede beber la sabiduría: ¡La Palabra! El Evangelio no conoce medias tintas, Jesús no dice algo así como <<vendan algo de lo mucho que poseen y dénselo a los pobres, así tendrán un tesoro en el cielo, y después, síganme>> ¡Cómo nos gustaría a los católicos acomodaticios – aquellos que pensamos que con unas cuantas monedas dadas de lo que nos sobra ya nos estamos ganando un lugarcito en el cielo y además ya somos discípulos del Maestro- que esas hubieran sido las palabras de Jesús dichas al joven rico, pues de esa manera estaríamos todos tan tranquilos!
Pero resulta que lo que dijo Jesús fue << Ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en los cielos. Después, ven y sígueme. >> De estas palabras autoritativas de Jesús, se deducen al menos dos cosas: Por un lado, la exigencia es total en cuanto a la disponibilidad del discípulo para compartir todos sus bienes con los pobres y por el otro, es ese desprendimiento el que posibilita la obtención de la auténtica riqueza, que es de un orden distinto al modo en el que la concibe el hombre natural.
Parafraseando al apóstol Pablo, podemos decir legítimamente que “Nuestra riqueza está escondida con Cristo, en Dios” y si esto es así, entonces la riqueza del hombre nuevo es a los ojos del hombre viejo la ruina humana, la debilidad del hijo de Dios es espacio para que se manifieste el poder divino, la fuerza del hombre caduco es la manifestación de su indigencia y la locura del amor que se entrega en cruz es la posibilidad para que el victimario sea redimido. De aquí, que dejar las riquezas sea la clave de la vida definitiva.
                                                                                                  Gracia y paz.

Audio Homilía P. César Corres_7 octubre 2012

Te invito a escuchar la homilía pronunciada por el P. César Corres el domingo 7 de octubre de 2012, para la Comunidad del Camino. Sigue el vínculo:

http://www.ivoox.com/homilia-p-corres-07-octubre-2012-audios-mp3_rf_1480819_1.html

viernes, 5 de octubre de 2012

Audio_Los hermanos (Tania Libertad)

Les invito a escuchar esta bella melodía interpretada por Tania Libertad. Puede ser una escelente descripción de la fraternidad de los discípulos de Cristo.

http://www.ivoox.com/hermanos-audios-mp3_rf_1475180_1.html

jueves, 4 de octubre de 2012

Hermosa meditación de Fray Miguel Ángel E., sobre la oración como espacio de encuentro con aquel que sabemos nos ama.

http://www.ivoox.com/solo-dios-meditacion-audios-mp3_rf_1471126_1.html

La sabiduría que procede del silenciamiento interior


La sabiduría es el fruto del silenciamiento interior y de la soledad buscada aún en medio del barullo exterior. La ética cristiana debe ser el resultado del encuentro íntimo con "aquel que sabemos nos ama" en el desierto de nuestra conciencia.

miércoles, 3 de octubre de 2012

¿Por qué en domingo?


¿Por qué los católicos -y muchas otras denominaciones cristianas- celebramos la Eucaristía en domingo? Desde la primera hora, los seguidores de Jesús celebraban, además del sábado judío, al día siguiente, una reunión fraterna en la casa de alguno de ellos, donde partían el pan, tomaban del mismo cáliz y recordaban las palabras y obras de Jesús. Cuando los cristianos -entonces llamados nazarenos- fueron expulsados de las sinagogas, a finales de los años 80, se vieron forzados a repensar su identidad y entonces sin Shabat que celebrar, empezaron a celebrar solemnemente el "Día del Señor" o domingo. La justificación teológica que se buscó fue que, de acuerdo a la tradición cristiana, Jesús resucitó "al tercer día" y si murió en viernes, entonces resulta que resucitó el domingo.

Sin embargo, no debemos olvidar que la expresión profética "al tercer día" no tiene una connotación cronológica, no se trata de días de 24 horas, sino que es un cliché teológico que significa "el día de la salvación definitiva, cuando Yahvé se levantará para hacer justicia a su pueblo" Así pues, la resurrección de Jesús no aconteció en un domingo cronológico, sino que él inaugura el domingo escatológico, atemporal, y toda la historia se convierte en un domingo permanente.

En definitiva, no importa si celebras tu fe en sábado o domingo, lo que importa es que en tu corazón celebres al lado de tus hermanos la redención que ya el Señor ha inaugurado con su Pascua.

lunes, 1 de octubre de 2012

AUDIO/Reflexión sobre las lecturas del domingo 7 de octubre de 2012 XXVII Ordinario, Ciclo B

Les invito a escuchar el audio de mi reflexión sobre las lecturas del domingo 7 de octubre de 2012. Sobre el tema de la solidaridad humana en el proyecto creacional de Dios.

Sigue el vínculo: http://www.ivoox.com/reflexion-sobre-lecturas-del-domingo-7-de-audios-mp3_rf_1463855_1.html


Reflexión sobre las lecturas del domingo 7 de octubre de 2012 XXVII Ordinario, Ciclo B


1. LECTURAS
Gn 2,18-24: << El Señor Dios se dijo: - «No está bien que el hombre esté solo; voy a hacerle alguien como él que le ayude.» Entonces el Señor Dios modeló de arcilla todas las bestias del campo y todos los pájaros del cielo y se los presentó al hombre, para ver qué nombre les ponía. Y cada ser vivo llevaría el nombre que el hombre le pusiera. Así, el hombre puso nombre a todos los animales domésticos, a los pájaros del cielo y a las bestias del campo; pero no encontraba ninguno como él que lo ayudase. Entonces el Señor Dios dejó caer sobre el hombre un letargo, y el hombre se durmió. Le sacó una costilla y le cerró el sitio con carne. Y el Señor Dios trabajó la costilla que le había sacado al hombre, haciendo una mujer, y se la presentó al hombre. El hombre dijo: - «Ésta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne.» Su nombre será Mujer, porque ha salido del hombre. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.» >>
Sal 127,1-2.3.4-5.6: << Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa. Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida. Que veas a los hijos de tus hijos. ¡Paz a Israel! >>
Hb 2,9-11: << Hermanos: Al que Dios había hecho un poco inferior a los ángeles, Jesús, lo vemos ahora coronado de gloria y honor por su pasión y muerte. Así, por la gracia de Dios, ha padecido la muerte para bien de todos. Dios, para quien y por quien existe todo, juzgó conveniente, para llevar a una multitud de hijos a la gloria, perfeccionar y consagrar con sufrimientos al guía de su salvación. El santificador y los santificados proceden todos del mismo. Por eso no se avergüenza de llamarlos hermanos. >>
Mc 10,2-16: << En aquel tiempo, se acercaron unos fariseos y le preguntaron a Jesús, para ponerlo a prueba: - « ¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?» Él les replicó: - « ¿Qué os ha mandado Moisés?» Contestaron: - «Moisés permitió divorciarse, dándole a la mujer un acta de repudio.» Jesús les dijo: -«Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación Dios "los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne". De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.» En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. Él les dijo: - «Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio.» Le acercaban niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban.
Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: - «Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él.» Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos. >>
2. REFLEXIÓN
De la solidaridad original a la ruptura pecaminosa
Jorge Arévalo Nájera
Erraríamos en la interpretación del conjunto de lecturas que nos serán proclamadas el domingo venidero, si nos quedáramos en la superficie de un moralista mensaje acerca de la prohibición absoluta al divorcio. Hay que “bucear” más profundo para encontrarnos con el revolucionario mensaje de la Palabra divina.    
En la primera lectura, tomada del Libro del Génesis, Es Dios en primera persona quien solemnemente habla  y sentencia: “No es bueno que el hombre esté solo”  ¿Cuántas veces habremos escuchado estás palabras a lo largo de nuestra vida cristiana? Y sin embargo, no parece que la hayamos comprendido muy bien que digamos a decir por el testimonio que seguimos dando.
Y es que dichas palabras las ubicamos en un contexto reduccionista (el matrimonio) que limita el alcance antropológico de las mismas, que tendrán una fuerza profundamente transformadora si las dejamos salir del estrecho cerco en que las hemos metido y las dejamos afectar todo nuestro ser.
Analicemos pues algunos elementos de nuestras lecturas; Empecemos diciendo que lo “bueno” en la Biblia, es aquello que permite al hombre su promoción hacia la plenitud, aquello que lo llena de alegría imperecedera, que lo hace crecer hacia el infinito de Dios, que le hace ser cada vez más imagen de su creador y que le lleva al cada vez más perfecto conocimiento de su identidad. La bondad en la Biblia no es una cualidad moral que se alcanza por el ejercicio de las cláusulas de un cierto código ético y moral. Se es bueno cuando la esencia se corresponde con la existencia, cuando la identidad se expresa diáfanamente en un modo de ser en y para el mundo.
Pues bien, la soledad no es buena, no corresponde a la identidad original con la que Dios dotó al hombre. La formulación “no es bueno que el hombre esté solo” es la forma negativa de decir “es bueno que el hombre esté acompañado” No obstante, es necesaria una compañía adecuada, no cualquier presencia puede erradicar la soledad humana.

El cosmos entero poseído (nombrar a todas las bestias del campo y a todas las aves del cielo significa ser el dominador del universo, ser rey de la creación) no es capaz de satisfacer la necesidad intrínseca al ser del hombre, de saciar la sed infinita que pulsiona el corazón hacia el encuentro con algo que no se identifica plenamente con lo creado.
Sin dejar de ser criatura, el hombre es un “plus”, un más allá, un  punto de inserción mediante el cual, el creador llevará a plenitud su creación. En nuestro relato, la ayuda idónea para el hombre es presentada mediante la figura de una mujer, pero esto es un recurso literario y teológico que le permite al autor del texto lograr dos objetivos: En primer lugar, en efecto establece las bases teológicas para la indisolubilidad matrimonial, pero al mismo tiempo puede presentarnos la unión conyugal como el modelo de toda relación inter-humana. Toda relación entre seres humanos debe descubrirse desde las bases reveladas por el mismísimo Dios.
La mujer es pues símbolo del “otro”, del “tú”, del que se presenta ante el hombre como una realidad misteriosa y distinta (a ella Adán no le impone un nombre, es decir no puede poseerla) ante la cual solo cabe la perplejidad, el asombro, que se traduce en declinación o suspensión de la capacidad meramente intelectiva (simbolizado en el relato por el sueño en el que Dios hace caer a Adán, que también se dice “postración” ante la maravilla e incomprensibilidad de la inédita creación divina) para finalmente acabar reconociendo que precisamente por ser distinta, la mujer es la única posibilidad para el hombre, de encontrarse a sí mismo y descubrir anonadado que se encuentra graciosa e indefectiblemente unido al misterioso “tú”, ante cuya presencia por fin puede exclamar “Ésta si es hueso de mis huesos y carne de mi carne”.
 Hasta este momento, en el relato del Génesis, el hombre no ha hablado (aunque se nos dice que ha puesto nombre a los animales) porque la palabra pronunciada solo adquiere su categoría de palabra humana cuando brota del reconocimiento del “otro” como criterio hermenéutico que permite descubrir la propia identidad. Adán solo puede saber el significado de “sus huesos” y “su carne” porque lo ha descubierto en “los huesos” y “la carne” de la mujer.
Los huesos simbolizan aquello que da consistencia, aquello que permite al hombre no doblarse ante los embates de la vida, aquello que permite permanecer erguido y emprender la marcha. La carne simboliza la debilidad, la precariedad, la inconsistencia creatural. El otro, paradójicamente es mi consistencia pero también mi debilidad. En el otro me descubro capaz, pero también me reconozco débil y necesitado de los demás.
No hay salida, el único camino (si queremos experimentar el gozo de descubrir nuestra profunda y real identidad) es el encuentro con el otro.  Después de todo, hermanos, las profundas interrogantes que anidan en nosotros: ¿Quién soy? ¿De donde vengo? ¿Hacia donde me dirijo? ¿Cuál es el sentido de mi vida? son los motores que pulsionan nuestra existencia, en todo lo que hacemos, pensamos y decimos subyace el ancestral sueño de encontrar por fin las respuestas que aquieten nuestro atribulado corazón de eternos peregrinos en camino hacia la patria definitiva.
Pues bien, la respuesta empieza  a perfilarse en el encuentro con el hermano que nos marca el éxodo del abandono de la casa paterna (que simboliza el pasado) para unirnos perpetuamente en la plena aceptación y respeto de la diferencia del otro, al que se descubre como horizonte de plenitud abrazando un proyecto de realización en la debilidad, espacio de acción divina y por lo tanto de plenitud humana.
Así, en el Salmo todos podemos cantar  rebosantes de alegría y esperanza porque el creyente puede comer el fruto de su trabajo y admirar la fecundidad que el otro aporta en su vida, que se abre hacia un futuro de permanencia inusitado (los hijos alrededor de su mesa).
El autor de la carta a los Hebreos, nos hace ver que el sometimiento cósmico al hombre no está realizado. ¿Pues que no el Génesis nos acaba de decir que éste ha nombrado a todos los animales? ¿No es esto una contradicción?
Sólo en apariencia, porque los dos primeros capítulos del Génesis deben ser vistos no como un conjunto de realidades un día poseídas y después perdidas, sino como horizontes de realización aún por alcanzar. El Edén, la plena comunión con Dios, la armonía en la relación con todos los ámbitos de lo existente etc., son realidades por alcanzar, y por ello, no debemos sentir nostalgia por un tiempo que fue mejor, sino que decididamente debemos lanzarnos llenos de esperanza en la promesa que nos fue hecha, sabiendo que ya hay alguien que ha anticipado en la historia las mieles de la victoria, alguien que ya ha vencido por nosotros en su muerte: ¡Está Coronado de gloria y honor! ¡Él es no solo el autor, sino también quien nos guía por un camino que previamente ha trazado! Y el camino no es otro que el de la solidaridad, el del servicio que no se agota ni aún con la muerte, más aún, la muerte es ahora posibilidad de plenitud en la solidaridad.
Es por todo esto, que Jesús, en el Evangelio de Marcos, apelando al principio de las cosas, es decir a la intención creadora de Dios, establece la indisolubilidad del vínculo matrimonial, pero más allá de eso, trascendiendo la relación conyugal, abarca toda relación humana (si ésta quiere ser auténticamente cristiana).
En el fondo, el adulterio es la perversión del amor al nivel más profundo y por lo tanto, traicionar, romper e introducir elementos espurios a la esencia del amor, es adulterar toda relación humana y por lo tanto, pervertir el orden querido por Dios.
Pero para amar, aceptar y respetar sin condiciones al otro, al tú que se me presenta delante, es necesario asumir la actitud espiritual que Jesús exige de sus discípulos como condición indispensable para entrar en la dinámica del seguimiento: la asunción de la pequeñez como forma de vida. Por ello, los discípulos que se rehúsan a ello, tratan de impedir que los niños se acerquen a él ¡pues claro, si saben que lo que el Maestro hace, ellos lo tienen que asumir como norma de vida!  Sin embargo es de los niños el reino, es a ellos que Jesús dirige un “bien decir”, o sea es de ellos de quien habla bien, es en ellos en quien Dios se complace porque responden a su identidad más profunda, a aquello para lo cual el hombre fue creado y por lo tanto donde encuentra su plena realización y despliegue de todas sus potencialidades.
¡A ser pues como niños, porque Jesús ya lo hizo posible! ¡A mirar al otro como horizonte de plenitud! ¡A vivir con gozo la diferencia!  ¡A cantar gozosos porque viviendo así, estaremos dando gloria al Señor!  
 Gracia y paz.