lunes, 26 de noviembre de 2012

Audio reflexión domingo 2 de diciembre de 2012_1er domingo de Adviento.

Les invito a escuchar mi reflexión sobre las lecturas que serán proclamadas el domingo 2 de diciembre de 2012, 1er domingo de Adviento Ciclo C.
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REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 2 DE DICIEMBRE DE 2012


1er DOMINGO DE ADVIENTO CICLO “C”

  1. LECTURAS

Jr 33, 14-1<< "Mirad que llegan días -oráculo del Señor- en que cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá. En aquellos días y en aquella hora, suscitaré a David un vástago legítimo, que hará justicia y derecho en la tierra. En aquellos días se salvará Judá, y en Jerusalén vivirán tranquilos, y la llamarán así: "Señor-nuestra-justicia". >>

Sal 24 << Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes. Las sendas del Señor son misericordia y lealtad para los que guardan su alianza y sus mandatos. El Señor se confía con sus fieles y les da a conocer su alianza. >>

1 Tes 3,12-4,2 <<Hermanos: Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos. Y que así os fortalezca internamente, para que, cuando Jesús, nuestro Señor, vuelva acompañado de todos sus santos, os presentéis santos e irreprensibles ante Dios, nuestro Padre. En fin, hermanos, por Cristo Jesús os rogamos y exhortamos: habéis aprendido de nosotros cómo proceder para agradar a Dios; pues proceded así y seguid adelante. Ya conocéis las instrucciones que os dimos, en nombre del Señor Jesús. >>

Lc 21,25-28.34-36 << En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación. Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre". >>

  1. REFLEXIÓN

Para mantenerse en pie cuando estemos ante el Hijo del hombre.
Jorge Arévalo Nájera

La festividad de Cristo Rey, celebrada el domingo pasado, debió habernos llenado de esperanza y regocijo por tener tan fascinante soberano y ahora, en este primer domingo de Adviento, que inicia un tiempo fuerte de preparación para celebrar fructíferamente la venida histórica de Jesús y la viniente llegada en su Parusía, no nos vendría nada mal hacer un alto en el camino, echar una mirada en retrospectiva y analizar desde la óptica de Dios, mediante la maravillosa e irrenunciable herramienta de la Palabra, nuestra situación actual en el renglón de la espiritualidad y así, poder lanzarnos decididamente hacia el Cristo que viene.

 ¿Cómo iniciar un viaje sin un itinerario? ¿Cómo buscar los medios para llegar a un cierto destino si ni siquiera sabemos el lugar en donde nos encontramos? ¿Cómo determinar si necesito un barco, un auto o un ferrocarril?

En la vida espiritual, es menester conocer el “estadio” en el que nos encontramos para tomar las medidas pertinentes para emprender el éxodo hacia la tierra prometida. Por doloroso que pueda ser, debemos dejar que la Palabra nos muestre exactamente donde estamos y nos aporte las herramientas para cruzar el desierto y encontrarnos con “el más fuerte”.

Todas las lecturas de este domingo son extraordinariamente ricas en su contenido teológico y espiritual, por lo cual sería imposible -dada la brevedad del espacio que esta reflexión debe tener-, que abordáramos y desarrolláramos todas ellas. Por ello, solo nos fijaremos en algunos aspectos que considero de particular relevancia. Reflexionemos pues sobre las lecturas que nos serán proclamadas:

 El contexto histórico en el que se escribe el oráculo de Jeremías que se nos proclama como primera lectura, no puede ser (en su manifestación histórica) más desalentador. La conquista de la tierra santa de Judá por parte de los Babilonios, que trae como consecuencia dos deportaciones (la primera en el 597 a.C. y la segunda, que comporta la destrucción total de Jerusalén y de todas las instituciones y realidades pilares de la religiosidad judía, como son el templo, el sacerdocio, la tierra etc., en el 586-87 a.C.) es el marco desde el cual el profeta anuncia el cumplimiento de la promesa que Dios hizo a su pueblo en el nacimiento de un vástago santo que ejercerá la salvación.

El primer fruto de la era mesiánica (la expresión “por aquellos días” contiene el sema de la definitividad escatológica y por lo tanto no se trata de una promesa cumplida parcialmente o con defecto, sino de un cumplimiento pleno que solo se podía esperar como fruto de la era mesiánica) es la unificación del pueblo de Dios. Recordarán ustedes que años atrás, la tierra prometida fue dividida en dos reinos, el del norte o Israel y el del sur o Judá. Dios les recuerda que son un solo pueblo unido por su promesa. La división derriba cualquier reino y destruye cualquier identidad. De hecho, la destrucción del pueblo fue interpretada por los profetas como resultado de la prevaricación, de la infidelidad a la alianza y el servicio a los ídolos.

Así pues, somos invitados, -siendo la esclavitud y pecaminosidad el presupuesto para el anuncio gozoso del cumplimiento de la promesa- a descubrir nuestras esclavitudes, nuestras ataduras, todas aquellas realidades que atenazan nuestros corazones y nos impiden caminar hacia la libertad. Por el momento no se nos exige más, solo que reconozcamos nuestro estado de esclavos, de pecadores y por lo tanto de seres en absoluta dependencia de una acción externa (que desde luego viene de Dios) para vernos salvados, libres y plenos. Mientras permanezcamos en la ideología satánica de creer que “estamos bien”, que nuestra gestión religiosa nos alcanza para una relación “razonablemente buena” con el Señor, que ya somos lo suficientemente abiertos a su acción providente (porque tampoco se trata de ser fanáticos ¿no?), no seremos capaces de recibir lo que necesitamos para ser libres, o en lenguaje más teológico, salvados. 

Nuestro esfuerzo es del todo insuficiente, nuestro “sentido común” nos impide abrirnos a la confianza absoluta en el único que es capaz de dotar de sentido trascendente a nuestro ser. Israel y Judá prefirieron escuchar a los falsos profetas, que lisonjeaban al pueblo y a la “sabiduría” de sus gobernantes, que fueron infieles a su alianza con Dios y se acostaron con sus amantes espurios. La voz de Jeremías nos alerta al respecto y nos conmina a la esperanza de que “Se acercan los días, dice el Señor, en que cumpliré la promesa a la casa de Israel y a la casa de Judá.”, y  de que “El Señor es nuestra justicia”.

La respuesta lógica de un creyente atento a este anuncio queda plasmada perfectamente en el Salmo: “Descúbrenos Señor tus caminos, guíanos con la verdad de tu doctrina”. La petición nos pone en el camino de la receptividad, de la sensibilización hacia la gratuita acción reveladora de Dios que nos muestra “sus caminos”. Es interesante que el Salmo nos hable en plural, no dice “tu camino” sino “tus caminos”.

Es cierto que Cristo es El Camino, pero el seguimiento se articula históricamente en tantos caminos particulares como individuos reciben el llamado. Una es La Verdad, pero su manifestación concreta es plural y multiforme. Y no se trata de relativismo, como si existieran muchas verdades o caminos, se trata de la necesaria (y teológicamente indispensable) diferencia ontológica y fenomenológica del que decide abrazar la única Verdad y el único Camino.

Por lo tanto, la segunda disposición  que se nos exige según la Palabra, es la aceptación de la responsabilidad. Estar dispuestos a asumir la dificultad inherente al discipulado, a la conversión, a la vida evangélica. El seguimiento de Cristo no es de ningún modo el cumplimiento infantil de una serie de preceptos que puedan ser cumplidos sin apelar a la iniciativa, al ejercicio de todas las capacidades humanas (sensibilidad, intuición, psicología, voluntad etc.)  El Evangelio no es cosa matemática, Jesús (y la Biblia en general) no nos dejan recetas de cocina espirituales, infalibles y clasificadas para ser aplicadas en cada caso particular que el camino discipular presente.

La cristificación o configuración en Cristo, es un proceso lento y fatigoso en el que la Gracia va transformando al hombre según la apertura que éste va logrando para permitir que el Espíritu lo guíe hacia la liberación total, de tal manera que un día sea imposible distinguir lo que son acciones humanas y la acción de Cristo. O dicho de otra forma, el estado crístico consiste no solo en una transformación ontológica, sino también existencial, de tal modo que cuando el hombre actúa, actúa también Cristo, en el mismo momento y lugar, juntos irreductiblemente. San Pablo lo expresa de mucha mejor manera al afirmar “Ya no soy yo, sino Cristo que vive en mí”.

Sin embargo, a pesar de la gravísima responsabilidad que la libertad comporta, no basta el esfuerzo humano, y para guiarnos en las opciones decisivas que afrontaremos en las encrucijadas de la vida, Dios nos ha dado “la verdad de su doctrina”.

¿Pero, que debemos entender por “doctrina”? No desde luego un conjunto de enunciados religiosos que debemos aprender de memoria y creer ciegamente. La doctrina de Dios es más bien la enseñanza que guía al hombre en su caminar histórico hacia la consecución del Shalom, de la paz escatológica, del estado de plenitud definitivo. Y esta enseñanza de Dios, primero se hace experiencia y en un segundo momento, al expresarse para comunicarse a otros, se tematiza en enunciados, en palabras humanas dichas por hombres que vehiculan la Palabra divina que salva. La Biblia es esto precisamente y por ello no se entiende una comunidad que pretenda llamarse cristiana, sin una referencia implícita y explícita a la Palabra de Dios, lo cual constituye la siguiente disposición o condición que se nos exige para preparar la venida del Señor.

Todo desemboca en la captación de la revelación de Dios: “El Señor se descubre a quien lo teme y le enseña el sentido de su alianza” ¿Qué otra cosa es la venida de Cristo sino la manifestación definitiva de Dios y la revelación del sentido auténtico de lo que la alianza antigua prefiguraba?

En Cristo, el hombre es revelado al mismo hombre, el conocimiento de Dios se hace posible en tanto que se entremete en la historia y es posible hacer experiencia histórica de él. Digamos que el interrogante eterno del hombre tiene la respuesta anhelada en Cristo. Él es la llave que abre el arcón del misterio de la interioridad de Dios y la hace accesible al hombre. Sin embargo, volvemos a la eterna paradoja de la vida cristiana: Aunque Dios es quien se revela, y entonces es pura gratuidad sin merecimiento humano, para recibir dicha revelación se hace necesaria una cierta disposición espiritual: responsabilidad y docilidad (“Descúbrenos Señor tus caminos, guíanos con la verdad de tu doctrina”), el reconocimiento de que Dios es el único que puede llevarnos a la plenitud (“Tú eres nuestro Dios y salvador”) y la firme convicción de alcanzar las promesas del mañana y que sin embargo ya de alguna manera se degustan en el aquí y el ahora (“Tenemos en ti nuestra esperanza”), el reconocimiento de nuestro pecado, la humildad, la pobreza y la fidelidad al pacto de amor (“…indica a los pecadores el sendero, guía por la senda recta  a los humildes y descubre a los pobres sus caminos”), y todo esto para recibir como fruto el conocimiento de Dios y del sentido último de la vida (“El Señor se descubre a quien lo teme y le enseña el sentido de la alianza”)

La primera carta a los Tesalonicenses establece el criterio que permite reconocer una auténtica experiencia de Dios: ¡Rebosar de un amor mutuo y hacia todos los demás! ¡No solo al interior de la comunidad (que para nosotros ya sería mucho), sino hacia todos, hacia afuera de la comunidad en un movimiento expansivo y universal, sin importar la diferencia sino más bien abrazándola gozosos como un don irrenunciable que permite mi pleno desarrollo!

Ante la venida del Señor, que es siempre juicio y crisis para el hombre, ésta es la única forma de mantenerse “irreprochables en la santidad ante Dios, nuestro Padre, hasta el día en que venga nuestro Señor Jesús…” No se trata entonces de ser muy religiosos en este tiempo de Adviento, de cumplir escrupulosamente ciertos ritos por piadosos que parezcan. Se trata de iniciar un proceso espiritual en el que nos hagamos conscientes del grandioso amor con el que Dios nos obsequia sin importar nuestras miserias e incapacidades, sin importar lo terrible o mediocre de nuestro pasado. En la medida que descubramos esto y lo aceptemos como una realidad en nuestra persona podremos “rebosar de un amor mutuo y hacia todos los demás” asumiendo su dificultosa otreidad con la alegría sobrenatural de saber que así permanecemos santos e irreprochables ante Dios.

Las imágenes de terror y angustia que nos presenta Lucas (y que por otro lado son propias del género literario llamado Apocalipsis y que por lo tanto no deben ser interpretadas como anuncio anticipado de ciertas catástrofes cósmicas que sobrevendrán en el fin del mundo) son ante todo dirigidas como advertencia a todos aquellos que obstinadamente se mantengan fuera del ámbito del amor al que nos ha invitado Pablo. Para aquellos que se sumerjan en el torrente vivificante de la vida del Padre, del Hijo y del Espíritu, se avecina la hora de la liberación. Solo basta permanecer alertas y perseverar, vivir en continua referencia al Padre (orar) para permanecer de pie ante el Hijo del hombre.

Gracia y Paz.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Invitación al curso bíblico << ¿Quién es el Dios de la Biblia? >>

Les invito cordialmente al curso bíblico << ¿Quién es el Dios de la Biblia?, destruyendo las falsas imágenes de Dios y descubriendo su rostro en la Sagrada Escritura >> que impartiré vía Internet, a partir del próximo día 5 de enero de 2013.

Sigue el vínculo para mayor información: http://www.facebook.com/video/video.php?v=465263516857990

lunes, 19 de noviembre de 2012

Audio reflexión domingo 25 de noviembre de 2012_Cristo Rey del Universo

Les invito a escuchar mi reflexión sobre las lecturas del próximo domingo 25 de noviembre de 2012_Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo.

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REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 22 DE NOVIEMBRE DE 2012.


NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO

1.      LECTURAS
Dn 7, 13-14: << Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin. >>
Sal 92: << El Señor reina, vestido de majestad, el Señor, vestido y ceñido de poder. Así está firme el orbe y no vacila. Tu trono está firme desde siempre,  y tú eres eterno.  Tus mandatos son fieles y seguros;  la santidad es el adorno de tu casa,  Señor, por días sin término. >>
Ap 1,5-8: << Jesucristo es el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el príncipe de los reyes de la tierra. Aquel que nos amó, nos ha librado de nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre. A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén. Mirad: Él viene en las nubes. Todo ojo lo verá; también los que lo atravesaron. Todos los pueblos de la tierra se lamentarán por su causa. Sí. Amén. Dice el Señor Dios: "Yo soy el Alfa y la Omega, el que es, el que era y el que viene, el Todopoderoso". >>
Jn 18,33b-37: <<En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús: "¿Eres tú el rey de los judíos?" Jesús le contestó: "¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?" Pilato replicó: "¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?" Jesús le contestó: "Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí." Pilato le dijo: "Conque, ¿tú eres rey?" Jesús le contestó: "Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz". >>
  1. REFLEXIÓN
UN REINO QUE NO ES DE ESTE MUNDO
Jorge Arévalo Nájera
Hoy, la Iglesia  celebra el misterio del reinado universal de Cristo, y las lecturas nos permitirán profundizar en el significado, no solamente a nivel de la persona de Cristo, sino y sobre todo en las profundas imbricaciones que para el discípulo tiene dicho reinado. En la primera lectura, tomada del libro de Daniel, se nos presenta la llegada de un extraño personaje << semejante a un hijo de hombre >> al que Dios le ha dado poder real y dominio universal y eterno, en contraposición a la caducidad de los reinados humanos.
La figura del <<hijo del hombre>> posee dos valencias teológico-simbólicas, por un lado, es en efecto un personaje singular, histórico, esperado para los tiempos mesiánicos definitivos en los cuales Dios restauraría los privilegios de su pueblo y establecería un reinado eterno. Sin embargo, la figura también posee una connotación corporativa, es decir, es una representación del pueblo de Israel en cuanto resto fiel que ha sobrevivido a la tribulación y ha sabido permanecer firme en la vivencia de la alianza a pesar de la idolatría y las tentaciones que le circundan.
Ambas dimensiones de la figura del <<hijo del hombre>> son aplicables, en una interpretación cristológica a la persona de Jesús, ya que en efecto, Jesús es una singular persona, pero al mismo tiempo su Misterio abraza, incluye y genera un nuevo pueblo, el nuevo Israel de los tiempos definitivos, la Iglesia. Podríamos decir entonces, que << el hijo del hombre >> no es un título solamente aplicable a Jesús, sino que también es aplicable a la Iglesia, a todos y cada uno de los bautizados que decimos ser discípulos de Jesucristo.
Veamos algunos elementos claves del texto de Daniel: en primer lugar, en la visión profética, es de noche (símbolo de las potencias malignas que parecen engullirlo todo), las sombras oscurecen, parece que el mal triunfa y el sinsentido de la persecución amenaza con ahogar definitivamente la esperanza. Sin embargo, es precisamente en la noche que el poder salvífico de Dios se abre paso y aparece la gloriosa visión del que “viene sobre las nubes”. Las nubes simbolizan la presencia del Dios que acompaña a su pueblo precisamente en las vicisitudes de la historia, especialmente en la tribulación que provoca la fidelidad a la alianza.
En efecto, en el Éxodo se nos narra como Dios acompaña  a su pueblo en el difícil tránsito por el desierto, escondido en la <<nube>>, que traza rumbo y destino para Israel. Pues bien, ahora, es uno <<como un hijo de hombre>>, expresión que denota una ambigüedad mistérica, por un lado es en efecto un hombre, pero su Misterio no se reduce a una mera antropología, pues viene <<sobre nubes>>, es decir, pertenece a la esfera de lo numinoso, de lo divino, de lo inconmensurable.  Hasta aquí llega el escritor del libro de Daniel, sería pedir demasiado que fuera más allá de esta primera intuición cristológica, habrá que esperar la revelación definitiva que se nos da en la persona de Jesús varios siglos después. Sin embargo, el carácter numinoso de este personaje se patentiza y confirma cuando se nos dice que se acercó al anciano que estaba en el trono y le dieron poder real y dominio. Se sobreentiende que el pasivo teológico <<le dieron>> nos indica que es Dios quien le confiere ese poder y dominio universal.
Es pues Jesús, el << hijo del hombre >> el nuevo criterio de discernimiento para la nueva humanidad que recorre el desierto de la vida con rumbo a la tierra escatológica que mana leche y miel.
El Salmo responde a las mociones que suscita la primera lectura y prorrumpe en un canto de reconocimiento y alabanza al poder omnímodo y la estabilidad eterna del reinado de Dios sobre la creación. La consecuencia lógica del orden en que nos han sido colocadas por la Comisión Litúrgica la primera lectura y el Salmo, es que ahora, Dios gobierna mediante el misterioso <<hijo del hombre>>, ésa es su manera de estar en el mundo a partir de los tiempos mesiánicos.
El nuevo pueblo levantará su campamento de acuerdo a las indicaciones de este << hijo del hombre >>, la palabra de éste será el motor que ponga en movimiento y oriente definitivamente el existencial de la nueva humanidad surgida en el ésjaton.
La segunda lectura es tomada del libro del Apocalipsis, es decir la revelación de Jesús Mesías para los atribulados que blanquean su túnica con la sangre del Cordero. Veamos, aunque sea someramente, la descripción de los atributos de Jesucristo, ya identificado totalmente con el <<hijo del hombre>> anunciado por Daniel:
En primer lugar, Él es el <<testigo fiel>>, es decir, este hijo de hombre no es uno que solamente hable, es ante todo, mártir (testigo vivencial) de algo que aún no se nos dice, por ahora basta saber que su testimonio es fiable porque ya antes él ha vivido lo que anuncia.
En segundo lugar, es <<el primogénito de entre los muertos >>, es decir, es el que inaugura y abre la posibilidad a los muchos de una vida definitiva, plena en sentido cualitativo, totalmente inédita y que brota de la muerte, que así se convierte en germen de esperanza y no en palabra definitiva en la historia.
Es también << el príncipe de los reyes de la tierra>>, todos los poderes del mundo quedan sometidos bajo su dominio de manera definitiva e irrevocable. Esto permite al cristiano atribulado levantar la mirada hacia un horizonte escatológico que le asegura el carácter relativo de la historia y la definitividad del triunfo de Cristo. Más aún, de la muerte del cristiano fiel al evangelio en los momentos de prueba, surge incesantemente el Cristo y se da a luz un mundo nuevo.
Por otro lado, el gobierno de ese príncipe no es al estilo de los gobernantes humanos que desde su regio pedestal imponen leyes y decretos que hacen cumplir despóticamente, este príncipe gobierna desde una categoría posicional llamada <<amor>>: << Aquel que nos ama, nos ha librado de nuestros pecados por su sangre… >>, no se trata de un amor bucólico, insustancial y finalmente alienante, es un amor que se torna en decisión de dar la vida para rescatar a sus súbditos de una vida vacua, carente de significado y destinada a la frustración existencial permanente. Es entonces el amor oblativo, entregado hasta el extremo lo que puede generar vida en abundancia y elevar a los hombres a las alturas de lo divino. No es con consejitos piadosos o sermones teológicos que podemos aliviar el sufrimiento del oprimido, es la solidaridad extrema de compartir lo que somos y tenemos la única acción capaz de devolver  la esperanza a los que la han perdido.
No podemos, por la extensión del texto y su riquísimo contenido teológico y espiritual, continuar ahondando en este maravilloso texto del Apocalipsis, pero no quisiera dejar de comentar las maravillosas palabras con que se cierra la solemne doxología: << Sí. Amén. Dice el Señor Dios: «Yo soy el Alfa y la Omega, el que es, el que era y el que viene, el Todopoderoso. >> Jesucristo es el principio (Alfa), en el sentido de principio rector de la existencia y también en sentido cronológico como principio histórico de una nueva era. También es el fin << Omega>> en el sentido de finalidad, de sentido de identidad plena y de culminación histórico/cronológica de una evolución crística. Así, abarca con su Misterio salvífico (acción rescatadora permanente) todo el arco de la historia (el que es, el que era y el que viene), y nada escapa a su dominio amoroso <<el Pantocrátor, el Todopoderoso >>
Finalmente, el evangelio de Juan define  la trascendencia del reinado de Jesucristo frente a la cortedad de miras de Pilato (acaso representante de todos aquellos que seguimos buscando las categorías de Dios entre la mundanidad). ¡Ay de nosotros cuando confundimos el reino de Cristo con las categorías humanas del poder y la gloria vana! ¡Ay de nosotros cuando creemos que el reinado de Dios consiste en la imposición de una doctrina o de una cierta imagen de Dios! Pues cuando tal cosa hacemos, impedimos que los hombres se dejen llevar por el polo de atracción que es el reino que escapa a las categorías intrahistóricas y desde su total otreidad pulsiona y embelesa el corazón humano, y le hace anhelar las cosas del cielo mientras trabaja denodadamente y codo a codo con sus hermanos los hombres para construir un mundo que sepa dar cabida al Hijo del hombre que viene sobre las nubes.
Gracia y paz. 

lunes, 12 de noviembre de 2012

Homilía P. César Corres_11 de noviembre de 2012.

Te invito a escuchar la homilía del P. César Corres, pronunciada el domingo 11 de noviembre para la Comunidad del Camino, en la Universidad La Salle.

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AUDIO REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL DOMINGO 18 DE NOVIEMBRE DE 2012

Les invito a escuchar mi reflexión sobre las lecturas del próximo domingo 18 de noviembre de 2012. Tema << ¿Fin de la historia o finalidad de la historia? >> Sigue el vínculo:

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REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 18 DE NOVIEMBRE DEL 2012


33° DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO, CICLO B.

  1. LECTURAS
Dn 12, 1-3: << Por aquel tiempo se levantará Miguel, el arcángel que se ocupa de tu pueblo: serán tiempos difíciles, como no los ha habido desde que hubo naciones hasta ahora. Entonces se salvará tu pueblo: todos los inscritos en el libro. Muchos de los que duermen en el polvo despertarán: unos para la vida eterna, otros para ignominia perpetua. Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas, para toda la eternidad. >>
Sal 15: << El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. Me enseñarás el sendero de la vida,  me saciarás de gozo en tu presencia,  de alegría perpetua a tu derecha. >>
Heb 10,11-14.18: << Cualquier otro sacerdote ejerce su ministerio, diariamente, ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, porque de ningún modo pueden borrar los pecados. Pero Cristo ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio; está sentado a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies. Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados. Donde hay perdón, no hay ofrenda por los pecados. >>
Mc 13,24-32: << En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte. Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta. Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre". >>
  1. REFLEXIÓN
¿Fin de la historia o finalidad de la historia?
Jorge Arévalo Nájera
Se acerca el fin…del año litúrgico –no se alarme mi estimado lector, no soy un milenarista ni ave de mal agüero- y tanto la primera lectura, del libro del profeta Daniel como el evangelio de Marcos, tienen tintes evidentemente escatológicos, es decir, referentes al ésjaton, a las realidades que están más allá de la historia, que escapan a las coordenadas espacio-temporales. Y dado que estos textos enmarcan a manera de inclusión la teología y espiritualidad que nos propone la Comisión Litúrgica, es conveniente y necesario aclarar algunas cosas con respecto al ropaje literario de ambos textos, que es el género literario conocido como <<apocalíptico>>.
En primer lugar, una lectura literal de los acontecimientos narrados, sería una auténtica traición a la intencionalidad del autor apocalíptico, que utiliza imágenes y símbolos para dar un mensaje esperanzador a una comunidad perseguida u oprimida por los poderes del mundo. Por otro lado, en realidad, este mensaje de esperanza no invita a la pasividad, sino que por el contrario levanta el corazón de los oprimidos y les anima a afrontar la persecución aferrados a una visión escatológica en la que el triunfo de Dios y su pueblo están asegurados.
De esta manera, en el texto de Daniel, la figura de Miguel representa al mismísimo Dios que guerrea contra las potencias mundanas para salvar a su pueblo. Es interesantísimo notar que en el libro de Daniel se menciona expresamente la resurrección de los muertos como fruto de la acción salvadora de Dios. Es uno de los textos más antiguos en los que se ha introducido el concepto de resurrección que después será adoptada por Jesús y sus discípulos:
 << Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán, unos para la vida eterna, otros para el oprobio, para el horno eterno. >>  Se trata –en el sentido positivo- de la superación del estado de postración de un <<yo>> volcado sobre sí mismo y su precariedad (dormir en el polvo) y en sentido negativo se proclama la total y definitiva frustración existencial (oprobio para el horno eterno). De este modo, el escritor apremia a los perseguidos a tomar una opción radical,  a favor de Dios (inscribir sus nombres en el libro) o contra Él. La angustia de aquellos tiempos es un elemento infaltable en los escritos apocalípticos.
 Pero no se trata de una angustia fruto del pánico a la muerte o a la destrucción del mundo, -categorías superadas en base a la confianza absoluta en el designio amoroso y salvífico de Dios como bien expresa el Salmo responsorial- sino a la tensión desgarradora que en el interior del creyente suscita la irrupción de la absoluta novedad, que introduce una constante aniquilación de las categorías caducas que no pueden ya tenerse en pie (referencia a la conmoción cósmica tan propia de los apocalípticos).
En cuanto al evangelio de Marcos, el trozo que hoy se nos proclama, presenta una mínima parte del «discurso escatológico» del capítulo 13. Un poco antes de comenzar la narración de la pasión, muerte y resurrección de Jesús, los tres sinópticos nos presentan palabras de Jesús cargadas de sabor escatológico. El pasaje de hoy hay que leerlo a la luz de todo el capítulo 13. Es más, conviene que en casa o en el grupo lo leamos completo y, de ser posible, leamos también el discurso escatológico de Mateo y de Lucas, eso nos ayudará a ver mucho mejor las semejanzas y las diferencias entre los tres y, por otro lado, nos facilitará una mejor comprensión del sentido y finalidad que cada uno quiso darle a esta sección.
Tengamos en cuenta que en ningún momento hablan los evangelistas del «fin del mundo», en sentido estricto, esa es una interpretación equivocada que no ha traído los mejores resultados ni a la fe del creyente ni a su compromiso con el prójimo y con la historia. La palabra <<telos>> (τέλος), tiene dos significados: Por un lado posee el sema de <<fin>> como término cronológico, por ejemplo cuando termina una obra de teatro (de aquí la palabra <<telón>>) y por otro lado, significa <<propósito, finalidad>>. La polisemia (más de un significado) de la palabra  τέλος, se corresponde con los dos niveles de lectura de los textos apocalípticos, el nivel del presente histórico de la comunidad destinataria a la que se le anuncia el final inmediato de su persecución (en este caso, la comunidad de Roma) y el nivel a-temporal del mensaje, aplicable a todas las situaciones vitales de opresión y tribulación por las que pasa la comunidad en cualquier tiempo y lugar, para que descubran la finalidad o propósito de la historia, que siempre queda bajo los designios amorosos de Dios.
Jesús no predica el fin del mundo, ése no era su interés. Las imágenes de una conmoción cósmica descrita como estrellas que caen, sol y luna que se oscurecen, etc., son una forma veterotestamentaria de describir la caída de algún rey o de una nación opresora. Para los antiguos, el sol y la luna eran representaciones de divinidades paganas (cf. Dt 4,19-20; Jr 8,2; Ez 8,16), mientras que los demás astros y lo que ellos llamaban «potencias del cielo», representaban a los jefes que se sentían hijos de esas divinidades y en su nombre oprimían a los pueblos, sintiéndose ellos también como seres divinos (Is 14,12-14; 24,21; Dn 8,10).
Pues bien, Jesús describe no tanto la caída de un imperio o cosa por el estilo, para él lo más importante es anunciar los efectos liberadores de su evangelio; y es que el evangelio de Jesús debe propiciar en efecto el resquebrajamiento de todos los sistemas injustos (internos o externos) que de uno u otro modo se van erigiendo como astros en el firmamento humano.
Jesús es consciente y sabe que la única forma de rescatar, de redireccionar el rumbo de la historia por los horizontes queridos por el Padre y su justicia, es haciendo caer los sistemas que a lo largo de la historia intentan suplantar el proyecto de Dios, con un proyecto propio, disfrazado de vida pero que en realidad es de muerte. Esta tarea la debe realizar el discípulo, el que ha aceptado a Jesús y su reino. Recordemos la intencionalidad teológica y catequética de Marcos: a Jesús, el Mesías (cuyo «secreto» se mantiene a lo largo de todo el evangelio) sólo se le puede conocer siguiéndolo; y bien, el seguimiento implica no sólo ir detrás de él, implica además, tomar el lugar de él, asumir su propuesta como propia y luchar hasta el final por su realización.
Todos los discípulos están entonces comprometidos en ese final de los sistemas injustos cuya desaparición causa, no miedo, sino alegría, aquella alegría que sienten los oprimidos cuando son liberados. Esa debiera de ser nuestra preocupación constante y el punto para discernir si en verdad nuestras tareas de evangelización y nuestro compromiso con la transformación de lo injusto en relaciones de justicia está causando de veras ese efecto que debe tener el evangelio o si simplemente estamos ahí a merced de las corrientes del momento esperando quizás que se cumpla lo que no ni siquiera pasó por la mente de Jesús.
Finalmente, en el centro de la Liturgia de la Palabra, la epístola a los Hebreos,  nos insiste (de algún modo ya lo había hecho el domingo pasado) en que el <<centro teológico>> de la nueva vida que surgirá del cataclismo escatológico se halla en Cristo crucificado, <<Él, por el contrario, habiendo ofrecido por los pecados un solo sacrificio, se sentó a la diestra de Dios para siempre, esperando desde entonces hasta que sus enemigos sean puestos por escabel de sus pies.>> Si la victoria nos aguarda es porque Cristo derramó su sangre (literal y teológicamente) en beneficio de <<los muchos>> y ello le significó la entronización a la diestra del Padre. La <<derecha o diestra>> en la simbología del mundo semita hace referencia al poder transformador (en este caso de Dios), o sea que Cristo sacrificado, el Cordero degollado es el <<poder>> de Dios, aquel mediante el cual derrumba las estructuras opresoras que el hombre ha erigido para regir “su” mundo. De aquí que el discípulo sea llamado a participar de ese mismo poder, de esa misma forma de vida capaz de hacer surgir un nuevo orden, el orden crístico.
Gracia y paz.

martes, 6 de noviembre de 2012

Homilía P. César Corres_4 de noviembre de 2012

Te invito a escuchar la profunda y emotiva homilía pronunciada por el P, César Corres el domingo 4 de noviembre de 2012. Sigue el vínculo:

http://teologiaparalavida.podomatic.com/entry/2012-11-06T08_00_49-08_00

lunes, 5 de noviembre de 2012

AUDIO REFLEXIÓN LECTURAS DOMINGO 11 DE NOVIEMBRE DE 2012.

Te invito a escuchar mi reflexión sobre las lecturas del domingo 11 de noviembre de 2012. Tema << De viudas que lo dan todo y de un Cristo que se ofrece por todos >>

VÍNCULO: http://www.ivoox.com/reflexion-sobre-lecturas-del-11-noviembre-audios-mp3_rf_1548763_1.html

Reflexión sobre las lecturas del 11 de noviembre de 2012


XXXII del Tiempo Ordinario, Ciclo B.
  1. LECTURAS
1Re 17,10-16: << En aquellos días, el profeta Elías se puso en camino hacia Sarepta, y, al llegar a la puerta de la ciudad, encontró allí una viuda que recogía leña. La llamó y le dijo: "Por favor, tráeme un poco de agua en un jarro para que beba." Mientras iba a buscarla, le gritó: "Por favor, tráeme también en la mano un trozo de pan." Respondió ella: "Te juro por el Señor, tu Dios, que no tengo ni pan; me queda sólo un puñado de harina en el cántaro y un poco de aceite en la alcuza. Ya ves que estaba recogiendo un poco de leña. Voy a hacer un pan para mí y para mi hijo; nos lo comeremos y luego moriremos." Respondió Elías: "No temas. Anda, prepáralo como has dicho, pero primero hazme a mí un panecillo y tráemelo; para ti y para tu hijo lo harás después. Porque así dice el Señor, Dios de Israel: "La tinaja de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra"." Ella se fue, hizo lo que le había dicho Elías, y comieron él, ella y su hijo. Ni la orza de harina se vació, ni la alcuza de aceite se agotó, como lo había dicho el Señor por medio de Elías. >>
Sal 145: << El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente,   hace justicia a los oprimidos,  da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos. El Señor abre los ojos al ciego,  el Señor endereza a los que ya se doblan,  el Señor ama a los justos, el Señor guarda a los peregrinos. Sustenta al huérfano y a la viuda  y trastorna el camino de los malvados.  El Señor reina eternamente,  tu Dios, Sion, de edad en edad. >>
Heb 9, 24-28: << Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres - imagen del auténtico-, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros. Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces- como el sumo sacerdote, que entraba en el santuario todos los años y ofrecía sangre ajena; si hubiese sido así, tendría que haber padecido muchas veces, desde el principio del mundo-. De hecho, él se ha manifestado una sola vez, al final de la historia, para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo. Por cuanto el destino de los hombres es morir una sola vez. Y después de la muerte, el juicio. De la misma manera, Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos. La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, a los que lo esperan, para salvarlos. >>
Mc 12, 38-44: <<En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo: "¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia más rigurosa." Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a los discípulos, les dijo: "Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir". >>
  1. REFLEXIÓN
De viudas que lo dan todo y de un Cristo que se ofrece por todos
Jorge Arévalo Nájera
Ubiquemos el texto de la primera lectura, del libro primero de los Reyes, en su contexto histórico, para después atrevernos a realizar una hermenéutica (aplicación a la vida). Nos encontramos en el reino del Norte, el país está pasando por una de las etapas más difíciles de su historia: la dinastía de Omrí ha ido dejando el país en la miseria; el último de los monarcas de esa monarquía, Ahab, gobierna veintidós años (parece que nunca un largo gobierno es benéfico para nadie), y también él ha hecho su aporte al desastre nacional: se casó con una extranjera, Jezabel, hija de Et-Baal, rey de Sidón, y acabó por adorar y rendir culto a Baal (1Re 16,29-31).
Es fácil entonces imaginar el ambiente del reino en todos sus ámbitos: político, económico, social y religioso. El autor bíblico lo simboliza en una sequía que el profeta hace venir sobre Israel. En esa situación de extrema urgencia, el profeta hará ver que sólo Yahvé es la salvación para el pueblo, y que esa salvación de la que está urgido el pueblo, Dios la realizará con y desde los desheredados, con los pobres, con aquellos que nada tienen, si acaso, lo necesario para comer hoy un pedazo de pan y después esperar la muerte.
Sin embargo, el texto nos advierte sobre el peligro de la idealización <<per se>> de la pobreza sociológica, y lo hace indicándonos la actitud de distanciamiento que en un principio tiene la viuda de Sarepta <<Vive Yahvé tu Dios>>, no hay una identificación con el Dios del cual es portavoz Elías, y es que ese Dios es Yahvé, es decir el Dios que acompaña a su pueblo en las vicisitudes de la historia, y francamente, no parece que la pobre viuda esté siendo muy acompañada por Yahvé hasta antes de la llegada del profeta.
La aparente ausencia de La Presencia en los duros momentos de la vida puede llevarnos a la desesperanza mortal, de tal modo que los horizontes se estrechan, el corazón agoniza y ya solo nos queda aguardar que la muerte nos arrebate del sinsentido…<<tu Dios>>, ya no más el mío, que resultó ser una ilusión, un espejismo alienante…el futuro (representado por el hijo) se desdibuja y lo único que parece seguro –y en el fondo, liberador- es la muerte.
¡Cuánta fe se requiere para seguir aguardando las promesas del pasado cuando la sequía se hace dueña del corazón!...pero he aquí que entonces  la fe es acrisolada y  el creyente es invitado a levantar la mirada y descubrir la providencia permanente de Dios que llega mediante la Palabra –el profeta es eso, portavoz del Hablante-. El Elías del relato, es mucho más que el profeta histórico, es figura del profetismo como estilo de vida, como carisma liberador que se opone al institucionalismo cultico que convierte la relación con Dios en un pacto comercial en el que mediante un ritualismo exacerbado, se obtiene de Dios un cierto beneficio.
El profetismo es ante todo, un movimiento –siempre suscitado por la iniciativa de Yahvé-  de protesta y denuncia contra este estilo de vida <<canonizado>> por los sacerdotes israelitas. El profetismo anuncia una alianza vital, un compromiso de amor que se manifiesta en la solidaridad con las viudas y los huérfanos. No son los sacerdotes/institución los que vienen al rescate de la viuda/pueblo, sino el profeta, es él quien suscita la confianza renovada en el Dios que acompaña al hombre en los momentos límite que le toca vivir, y es que sólo el amor es capaz de devolver la esperanza.
Es importante hacer notar que la acción divina, anunciada por el profeta, no acaba de inmediato con la sequía que amenaza la vida y el futuro de la viuda/pueblo/hijo, nada de providencialismos, al creyente le toca vivir y beber hasta el fondo las amargas experiencias de la historia, Dios no es un ídolo burdo al que se le obliga a derramar la lluvia mediante bailes y rituales, es el Dios que se encarna, que se enfanga los pies con el barro y que comparte con los hambrientos su pan. El pan es símbolo o prefigura de la Palabra, alimento de Dios para los hambrientos del mundo, es la Palabra la que devuelve la vista, ensancha los corazones y relativiza las <<sequías>> del discípulo, es la Palabra el alimento que sustenta al discípulo al mismo tiempo que va actuando en la historia, generando vida y triunfando sobre el caos, hasta que un día, todo quede sometido a su amoroso dominio.
Sin embargo, aunque la Palabra es absoluta gratuidad, es necesario que el hombre realice un acto de acogida, de abandono, de confianza absoluta en la eficacia de la Palabra, la viuda pone en manos del profeta el último alimento que le queda para el sustento de ella y su hijo, su presente y su futuro ¡cosa fácil!...estará pensando el amable lector, ¡ni más ni menos que abandonarse por entero, que poner la vida y las seguridades solamente en esa Palabra! ¡Pues esa es la empresa espiritual que se lleva toda la vida! ¡La clave de la vida está en el entregar y no en el recibir!
El Salmo se hace eco de la certeza del dominio de Dios –verdadero, que aunque no evidente, se hace visible por la fe- <<  hace justicia a los oprimidos, da el pan a los hambrientos, Yahvé suelta a los encadenados. Yahvé abre los ojos a los ciegos, Yahvé a los encorvados endereza, Ama Yahvé a los justos, Yahvé protege al forastero, a la viuda y al huérfano sostiene. Mas el camino de los impíos tuerce; Yahvé reina para siempre, tu Dios, Sión, de edad en edad. >> Es el <<ya, pero todavía no>>, la escatología incoada, el triunfo que se anticipa en la historia, el banquete ya compartido del triunfo definitivo de Dios y del hombre que sólo alcanzará su plenitud definitiva en la meta-historia. Pero ya ahora, en el aquí de la vida cotidiana, es posible vivir la plenitud que se aguarda, la vida nueva de los hijos de Dios.
Ahora bien, la carta a los Hebreos precisa y ahonda en el misterio del cómo ese pan divino sustenta al discípulo. Es Cristo el único que posibilita la entrada en el ámbito de la vida definitiva o plena, y la forma de hacerlo ha sido la cruz del Gólgota – a eso se refiere el sacrificio del que nos habla el texto- y su sacrificio no ha sido parcial, sino que tiene tal carácter de definitividad que no puede repetirse, se ha dado de una vez y para siempre. Es importante aclarar que en la teología de la Carta a los Hebreos, el concepto de “sacrificio” contiene el sema (matiz de significado) de entrega, de oblatividad que abarca la existencia toda y no se reduce por lo tanto, al mero hecho concreto de la crucifixión en el monte de la Calavera, es como decir que Cristo es el entregante de su propia vida, el hombre/Dios para los demás. Pero ésta forma de vivir no queda asfixiada en la persona de Jesús, sino que se torna incluyente y abarca a todos aquellos que se quieran adherir a él. La única forma de ser discípulo de Cristo es entregándose permanentemente a los demás, en virtud del amor al Padre.
El evangelista Marcos, con ese su estilo tan propio de pintar cuadros plásticos en los que nos regala magistrales catequesis teológicas,  nos ilustra precisamente la actitud fundamental del discípulo –representado en la viuda que echa su única monedita en el arca del tesoro- de cara a su relación con Dios. El acento no debe ponerse en el dinero que entregó la viuda, sino en lo que ese dinero representaba para ella –su única seguridad de mantenerse con vida, pues era todo lo que tenía-. El discípulo está llamado a encarnar en su existencia a las viudas que lo dan todo y al Cristo que se entrega por todos.
Gracia y paz.