lunes, 28 de octubre de 2013

Audio/reflexión sobre las lecturas del domingo 3 de noviembre de 2013.

Les comparto el audio de mi reflexión para el domingo XXXI del tiempo Ordinario, Ciclo C 2013. Sigan el vínculo para escuchar o bajar el audio a su ordenador.

VÍNCULO AUDIO: http://www.ivoox.com/reflexion-3-noviembre-2013-31-ordinario-ciclo-c-audios-mp3_rf_2494558_1.html


REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 3 DE NOVIEMBRE DE 2013 31° DOMINGO ORDINARIO CICLO C

A.- LECTURAS
Sb 11, 22-12,2 << Señor, el mundo entero es ante ti como grano de arena en la balanza, como gota de rocío mañanero que cae sobre la tierra. Pero te compadeces de todos, porque todo lo puedes, cierras los ojos a los pecados de los hombres, para que se arrepientan. Amas a todos los seres y no odias nada de lo que has hecho; si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado. Y ¿cómo subsistirían las cosas, si tú no lo hubieses querido? ¿Cómo conservarían su existencia, si tú no las hubieses llamado? Pero a todos perdonas, porque son tuyos, Señor, amigo de la vida. Todos llevan tu soplo incorruptible. Por eso, corriges poco a poco a los que caen, les recuerdas su pecado y los reprendes, para que se conviertan y crean en ti, Señor. >>
Sal 144 << Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; bendeciré tu nombre por siempre jamás. Día tras día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás. El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas. El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan. >>
2 Ts 1, 11-2, 2 << Hermanos: Pedimos continuamente a Dios que os considere dignos de vuestra vocación, para que con su fuerza os permita cumplir buenos deseos y la tarea de la fe; para que así Jesús, nuestro Señor, sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, según la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo. Os rogamos, hermanos, a propósito de la venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con él, que no perdáis fácilmente la cabeza ni os alarméis por supuestas revelaciones, dichos o cartas atribuidas a nosotros, como si afirmásemos que el día del Señor es inminente. >>
Lc 19, 1-10 << En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a un sicómoro, para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: "Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa." Él bajo en seguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: "Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador."
Pero Zaqueo se puso en pie y dijo al Señor: "Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si  a alguno he defraudado, le restituiré cuatro veces más." Jesús le contestó: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa; también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido." >>
2.- REFLEXIÓN
Por su parte, el Señor cierra los ojos ante nuestros pecados, de nuestra parte, ¿nos arrepentiremos?
Jorge Arévalo Nájera
Las lecturas de hoy, establecen principios teológicos inmutables al mismo tiempo que establecen la correspondiente respuesta humana y finalmente la consecuencia soteriológica para el hombre. De tal modo que el mensaje global se articula en una doble línea, la teológica (acción divina) y la antropológica (respuesta humana a esa acción divina) con un colofón en el que se declara la salvación humana. Veamos con mayor detenimiento los elementos de los textos:
Clave de acceso a la vida espiritual (pórtico de entrada):
Reconocimiento de la diferencia ontológica abismal entre Dios y sus creaturas, que son apenas nada ante la majestuosidad del Señor (Sb 11, 22); un elemento indispensable en la experiencia cristiana, es el reconocimiento de la absoluta diferencia entre Dios y el hombre. Parece una verdad de perogrullo, pero a nivel de las consecuencias espirituales (forma concreta de vivir la fe), no parece que esta sea una verdad asumida e interiorizada. La forma de dirigirse a Dios en la oración, por ejemplo, es muy sintomática en muchos cristianos, que acaban convirtiendo a Dios en el remedio infalible para sus males intramundanos, y así, le piden salud, dinero, trabajo, amor, casa, vestido. Este tipo de “relación” con Dios se basa en el << toma y daca>>, << te doy si tú me das>>, <<hago cosas por ti, siempre y cuando tú me correspondas>>. El respeto a Dios –y respeto en teología bíblica es el asombro, el embelesamiento, la estupefacción, la maravilla que causa el Misterio a causa de su otreidad absoluta- tiene una consecuencia práctica inmediata: Ante Dios me postro y espero de él LO QUE ÉL QUIERA DARME, no lo que yo pienso que necesito. Esta es la actitud que abre la puerta a la gracia, ni más ni menos, es el pórtico de entrada a una relación auténtica de comunión con el Señor, solamente así la acción de Dios en el hombre se hace efectiva, transforma y lleva a plenitud el ser.
A) Acción teológica:
 2.-El amor universal compadecido de Dios, que es la expresión más lograda de su omnipotencia; esto significa que Dios no ama por parcelas, a unos cuantos elegidos afortunados, sino que todos los hombres son sujetos de su amor. Pero además, el Señor no ama en abstracto, desde lejos, todo lo contrario, COMPADECE, es decir <<padece con>>, sufre con los hombres, recorre sus caminos, asume sus anhelos y la consecuencia de sus yerros, es un auténtico Emmanuel.
 Es verdad que solamente se le puede ver con la luz de la fe, pero ésta nos permite descubrirlo activamente presente en los momentos más difíciles de nuestra existencia, en el cáncer que va minando poco a poco la salud de nuestro ser amado y que sin embargo sabe abrirse a la Presencia, en la precariedad económica que se descubre como espacio de libertad y solidaridad, en el regocijo inexplicable del amor que se alimenta de sí mismo y que no depende de la respuesta del otro, sí, allí descubrimos al Dios que se compadece de nosotros. El amor de Dios pone en marcha la historia de la salvación y también el itinerario espiritual del creyente.
 3.-El objeto de su longanimidad es el arrepentimiento, la conversión y la fe del pecador; sin embargo, el “movimiento” amoroso universalista, compadecido de Dios hacia los hombres no es un simplón sentimiento, es amor dinámico que exige una respuesta. Dios es paciente –milenios de historia lo demuestran-, incuba el pecado del hombre esperando que por fin la semilla de su Espíritu florezca en el corazón humano. La historia es el tiempo de la misericordia y la longanimidad, pero también es el tiempo del juicio, de la decisión, de la toma de postura ante Dios y su propuesta. Ni el pasado ni el futuro son reales, son una ficción de la mente, una entelequia, un constructo de la mente para ayudarnos a entender nuestro devenir en la historia. El presente –aún con su fugacidad e inaprensibilidad- es lo único real, el aquí y el ahora por ello, son el espacio y el tiempo para la salvación. El amor de Dios urge al arrepentimiento (reconocimiento del propio pecado y la connivencia con el pecado estructural de la sociedad), la conversión (cambio de mentalidad, inversión total de valores, cosmovisión teológica) y la fe (adhesión existencial totalizadora). Dios no es ningún viejito bonachón de  luengas barbas que todo lo tolera, es El Amor que exige crecimiento hacia la plenitud, es El Camino que se propone pero requiere indefectiblemente de la voluntad humana de ponerse a caminar, es La Vida que se comunica gratuitamente pero que para hacerse vida en el hombre requiere que éste abandone sus actitudes de muerte, es La Verdad que destruye la mentira y libera a los hombres para que estos puedan ejercer su libertad responsablemente.
4.- La absolutez y permanente acción de Dios como creador de todas las cosas; esta longanimidad de Dios se manifiesta de manera contundente en el acto creador, que no se reduce a un momento puntual (creatio ex nihilo), sino que es acción permanente de sustentación en la vida, no solamente biológica sino y sobre todo en la vida sobrenatural o definitiva. A nivel espiritual, esta verdad revelada tiene como consecuencia el descubrimiento del sentido de mi vida como obra de Dios. Mi vida no es el resultado azaroso de la combinación cromosómica, no es obra de la casualidad ni de un destino fatal, es un proyecto pensado en la intimidad de Dios, querido y proyectado desde y para el Amor. Mi vida tiene entonces un protos y un telos, un principio y una meta hacia la que se dirige conducida por la providencia del creador de todas las cosas.
5.- La participación de la fuerza divina a todas sus creaturas; el hombre no ha sido abandonado a sus solas fuerzas, ha sido creado como dialogante válido y corresponsable en la obra creadora de Dios –al menos como administrador de lo creado- y para ello ha sido dotado de una capacidad, el hombre es capax Dei, capaz de Dios, apto para responder a sus requerimientos. Desde luego que esto también es gracia, pero lo que importa es que ha sido dotado del pneuma, de la fuerza divina para vivir las exigencias del Amor con que es amado. Las cosas participan de esa fuerza en la medida en que el hombre vive la alianza, la comunión de vida con Dios y con sus hermanos, entonces, la fuerza divina se manifiesta esplendorosa en la creación entera, que así se dirige hacia su culminación en Cristo para llegar finalmente a su origen, El Padre.
B) Respuesta antropológica:
1.- Alabanza, bendición y acción de gracias (Salmo); la respuesta humana al amor universal, compadecido, creador y longánime de Dios, se articula en tres vertientes: Alabanza (no se trata de la mera alabanza verbal al estilo de las comunidades carismáticas, sino del reconocimiento existencial mediante las obras del amor que responde al Amor. Bendición (que cuando se trata de la bendición del hombre hacia Dios es siempre declarativa, se trata de un decir humano que testimonia la transformación interior que el Señor ha producido, por lo tanto, la bendición tiene toda la fuerza del testimonio mediante la palabra, testimonio que declara que el Amor es el único camino para que se logre la plenitud ansiada).
Acción de gracias (se trata de una vida entregada, oblativa, de un darse por entero en servicio a los hombres, es a fin de cuentas una vida que testimonia su nueva creación por la sangre y el agua que han brotado del costado abierto de Cristo).
2.- Reconocimiento de la insuficiencia, esforzarse por lograr la visión teológica en Cristo, la comunión de vida con él mediante la renuncia a la riqueza injusta y el compartir con los necesitados (Lc); la plenitud humana brota de la gracia, nunca del esfuerzo humano, sin embargo, la gracia antecedente, el movimiento de Dios que se encarna dirigiéndose hacia el hombre, no excluye el movimiento del hombre dirigiéndose hacia Dios (Jesús entra a Jericó y Zaqueo sube al sicomoro para ver a Jesús). Claro que inclusive ese subir de Zaqueo es ya una respuesta a la gracia antecedente, pero es también movimiento libre del hombre, es acción antropológica en búsqueda del Trascendente. Zaqueo reconoce su insuficiencia (es de corta estatura), pero eso no le amilana, al contrario, le impulsa a buscar metas más altas, él quiere “ver” a Jesús para “ver” como Jesús (visión teológica). Una vez encontradas las miradas (momento místico) viene la invitación de Jesús a Zaqueo para que le hospede en su casa. Bien sabemos que la hospitalidad entre los pueblos semitas es mucho más que un gesto de amabilidad, es una declaración de comunión de vida. Entre las tribus nómades del desierto, acogerse a la hospitalidad de una tribu significaba una petición de comunión de vida, de protección y aceptación para siempre. Violar la hospitalidad traía como consecuencia la muerte.
La vida cristiana no es otra cosa que aceptar a Jesús en la propia vida, recibirle en la propia casa es decirle que de ahora en adelante su suerte es la mía, que sus valores y principios son los míos, que mi vida no la entenderé sino es a partir de él, de sus opciones y preferencias. Recibir a Jesús es mucho más que entronizar una imagen en el centro de la sala o en un oratorio, recibir a Jesús es comulgar con su cuerpo (servicio por amor a los hombres en obediencia total al Padre) y con su sangre (vida entregada hasta el extremo).
Y el primer signo de la libertad que se consigue al comulgar con Cristo, es la pobreza, el reconocimiento de que sólo él basta, de que él es la perla por la cual vale la pena vender todo lo que se tiene para adquirirla. Desde luego que sólo entonces, cuando el centro de gravedad se desplaza a Cristo es posible desprenderse de lo que antes se consideraba como propio para compartirlo con los indigentes y restituir lo defraudado, es decir, aquello que por derecho le correspondía a otros y nos lo hemos apropiado, y el fraude no solamente lo cometemos con bienes materiales, también podemos defraudar a los que tienen derecho a nuestro tiempo, a nuestra presencia, a nuestra palabra de consuelo.
C.- Consecuencia soteriológica (salvífica): la plenitud humana (Lc), sólo entonces, cuando el hombre se ve liberado de sus esclavitudes y descubre que la fraternidad compartida es el camino de la comunión con Cristo, el hombre es declarado como salvo, es decir hombre pleno que vive con y para los demás.

Gracia y paz.

martes, 15 de octubre de 2013

Audio/reflexión sobre las lecturas del domingo 20 de octubre de 2013.

Les comparto el audio de mi reflexión sobre el tema de la misión cristiana, a partir de las lecturas del Domingo Mundial de las Misiones 2013.

VÍNCULO AUDIO: http://www.ivoox.com/reflexion-20-octubre-2013-domingo-mundial-naciones-audios-mp3_rf_2451878_1.html

REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 20 DE OCTUBRE DE 2013 DOMINGO MUNDIAL DE LAS MISIONES

1.     LECTURAS
 Za 8, 20-23 <<Así habla el Señor de los ejércitos: Vendrán asimismo pueblos y habitantes de muchas ciudades.  Los habitantes de una ciudad irán a otra, diciendo: “Vamos a apaciguar el rostro del Señor y a buscar al Señor de los ejércitos; yo también quiero ir”.  Pueblos numerosos y naciones poderosas vendrán a Jerusalén a buscar al Señor de los ejércitos y a apaciguar el rostro del Señor.  Así habla el Señor de los ejércitos: En aquellos días, diez hombres de todas las lenguas que hablan las naciones, tomarán a un judío por el borde de sus vestiduras y le dirán: “Queremos ir con ustedes, porque hemos oído que Dios está con ustedes”. >>
Sal 66 << Ten piedad de nosotros y bendícenos; vuelve, Señor, tus ojos a nosotros. Que conozca la tierra tu bondad y los pueblos tu obra salvadora. Las naciones con júbilo te canten, porque juzgas al mundo con justicia; con equidad tú juzgas a los pueblos y riges en la tierra  a las naciones. La tierra ha producido ya sus frutos, Dios nos ha bendecido. Que nos bendiga Dios y que le rinda honor el mundo entero. >>
Ro 10,9-18 <<  Porque si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvado.  Con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con la boca se confiesa para obtener la salvación.  Así lo afirma la Escritura: El que cree en él, no quedará confundido.  Porque no hay distinción entre judíos y los que no lo son: todos tienen el mismo Señor, que colma de bienes a quienes lo invocan.  Ya que todo el que invoque el nombre del Señor se salvará.  Pero, ¿cómo invocarlo sin creer en él? ¿Y cómo creer, sin haber oído hablar de él? ¿Y cómo oír hablar de él, si nadie lo predica?  ¿Y quiénes predicarán, si no se los envía? Como dice la Escritura: ¡Qué hermosos son los pasos de los que anuncian buenas noticias!  Pero no todos aceptan la Buena Noticia. Así lo dice Isaías: Señor, ¿quién creyó en nuestra predicación?  La fe, por lo tanto, nace de la predicación y la predicación se realiza en virtud de la Palabra de Cristo. Yo me pregunto: ¿Acaso no la han oído? Sí, por supuesto: por toda la tierra se extiende su voz y sus palabras llegan hasta los confines del mundo. >>
Mc 16,15-20 <<  Entonces les dijo: «Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación.  El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará.  Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán».
Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios.  Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban. >>
2.     REFLEXIÓN
DECLARAR CON LA BOCA Y CREER CON EL CORAZÓN PARA PODER SALVARSE
Lic. Jorge Arévalo Nájera
Hoy, la Iglesia celebra el Domingo Mundial de las Naciones y nos exhorta a recuperar en toda su densidad el imperativo con que Cristo mismo envía a sus discípulos a predicar la Buena Noticia. Predicar la Palabra de Cristo no es algo optativo, no está reservado a unos cuantos privilegiados, es una nota característica fundamental e irrenunciable de todos los bautizados.
Por lo tanto, resulta de vital importancia ahondar y meditar con toda seriedad sobre la Palabra que hoy, Dios nos dirige para iluminar nuestro ser misionero. La primera lectura, tomada del libro del profeta Zacarías enfatiza el aspecto teleológico (final) de la misión: << Queremos ir contigo, pues hemos oído decir que Dios está con ustedes. >>  El pueblo de Israel ha sido puesto por Dios en medio de las naciones para que haga resplandecer su gloria y atraiga hacia sí a todos los hombres, sin distingos de razas, credos, sexo, etc. Todos deben verse atraídos irresistiblemente por el Dios que habita en medio de su pueblo.
Es verdad que Israel no se ha caracterizado nunca por su afán proselitista o misionero, pero Zacarías deja bien en claro que la Palabra debe ser predicada, que las maravillas que Dios ha hecho y sigue haciendo en su pueblo deben ser anunciadas y compartidas con todos los hombres. De este anuncio brota en el corazón de todos aquellos buscadores de Dios, el deseo irrefrenable por conocerle más a fondo, de sumergirse en el Misterio inefable de su amor. Zacarías nos aporta además un dato eclesiológico de vital importancia; el que de verdad quiera encontrarse con el Dios de la vida, no puede prescindir de su pueblo. La relación con el Dios de la Biblia pasa indefectiblemente por la relación con la Iglesia.
Pero ojo, que quede bien claro que cuando digo “Iglesia” no me refiero solamente a los curas o religiosos consagrados, ni tampoco a rituales, doctrinas o dogmas, estoy haciendo referencia sobre todo, al pueblo pequeño, a ese resto fiel a Yahvé del que tan elogiosamente habla la tradición profética, a esos pequeñines insignificantes a los ojos del mundo pero que en realidad son la niña de los ojos de Yahvé, su especial tesoro y germen del nuevo mundo que se gesta en la entrañas de la historia. Me refiero a todos aquellos que esperan confiadamente y contra toda lógica mundana la salvación que solamente puede provenir de Dios y que en medio de su opresión levantan su clamor confiado a su Padre/Madre de los cielos. Si se prescinde de ellos en la búsqueda de Dios, entonces solamente se encontrarán fetiches, amuletos, ídolos creados a nuestra imagen y semejanza, que podrán tranquilizar momentáneamente la conciencia e inclusive hacernos creer que tenemos una relación real con el Señor, pero en el fondo, son quimeras alienantes que destruyen, sofocan y oprimen la vida.
Pero volvamos a nuestro tema, el del anuncio de la Buena Nueva. En la segunda lectura, tomada de la carta de San Pablo a los Romanos, el apóstol de los gentiles –ciertamente un epíteto que le viene muy bien a colación en este Domingo de las Misiones- hace una afirmación que debe ser muy bien entendida para no caer en errores teológicos y espirituales muy graves: << Basta que cada uno declare con su boca que Jesús es el Señor y que crea en su corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, para que pueda salvarse. >>
Si creemos que Pablo está diciendo que es suficiente pronunciar una cierta confesión de fe acerca del señorío de Jesús y tener una convicción sentimental sobre la realidad de su resurrección para sentirnos libres de la condenación, simple y sencillamente NO HEMOS ENTENDIDO A PABLO.
Para entenderlo, debemos “bucear” un poco en la mentalidad semita del apóstol (recordemos que era un fariseo de pura cepa y que su forma mentis fue moldeada en las tradiciones ancestrales de Israel, a pesar de que se haya criado en ambiente griego). En primer lugar, para un semita, la palabra no es un simple sonido articulado que posee un sentido práctico y que sirve para comunicarse con los demás. La palabra es la expresión verbal de la interioridad de quien la pronuncia y por ello, es reveladora del misterio personal. Una palabra mentirosa revela vacuidad, inconsistencia, dilución de la identidad, mientras que una palabra que se verifica en acciones concretas, habla de consistencia, identidad bien definida, autoconocimiento y autoposesión.
De aquí, que cuando Pablo afirma que BASTA con declarar con la boca el señorío de Jesús, está hablando de que dicha declaración es la expresión verbal de algo que ya sucede en el interior del individuo y que supone una verificación empírica mediante acciones concretas de cara a la propuesta de Jesús. La palabra explica la causa de los actos y los actos confirman la verdad de la palabra. Si pongo la otra mejilla cuando me golpean y al mismo tiempo declaro la causa de mi actitud ante la violencia, entonces estoy declarando con mi boca que Jesús es el Señor. Si mis acciones contradicen mi declaración, entonces mi palabra es blasfema por mucho que ponga cara de misticismo cuando hablé de Jesús.
Por otro lado, “creer” para un semita, no significa simplemente la aceptación acrítica de una serie de postulados doctrinales, creer o tener fe, significa adherirse existencialmente a una propuesta de vida, en este caso la de Jesús.  En suma, proclamar –o declarar- y vivir –creer- son realidades dialécticas que se iluminan y juntas forman una sola realidad, la del hombre salvado que glorifica con su palabra y su obrar al Señor Jesús.
Es precisamente así que Jesús encomienda a sus discípulos ir por el mundo, anunciando la Buena Nueva a toda la creación, haciendo llegar de palabra y obra el amor liberador y salvífico de Dios manifestado en Cristo Jesús.
Ahora bien, Marcos hace hincapié en la respuesta que espera de los destinatarios ante la predicación del Evangelio; bautizarse y creer. Luego entonces, aquí no se trata del bautismo y la fe como dones de Dios, sino como respuesta del hombre ante dichos dones.
Bautizarse significa en este texto de Marcos “dejarse sumergir en el Misterio de amor anunciado por los discípulos”, Misterio que será explicitado por Mateo “bautizarse en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”. Pero sólo se bautiza el que se abandona confiadamente –cree- en el Señor Jesús como única posibilidad de salvación, de plenitud, de liberación integral, de paz y gozo infinito.
Los frutos que devienen de esta fe/inmersión son abundantes y sorprendentes; arrojar demonios en su Nombre (expulsar eficazmente ideologías opresoras y alienantes que impiden a los hombres ser felices), hablar lenguas nuevas (pronunciar palabras con plenitud de sentido para todos, palabras que realizan lo que anuncian, paz y bien para todos), cogerán serpientes en sus manos (dominio total sobre las criaturas, que así pasan de ser ídolos a árboles deleitosos a la vista y buenos para comer), beberán veneno mortal sin que les haga daño (estarán en el mundo, con sus ideologías mortales, pero no serán del mundo sino que poseerán la sabiduría que viene de lo alto) y sanarán a los enfermos (los signos visibles del pecado, -que así eran consideradas las enfermedades- desaparecerán porque la palabra sana desde la raíz al ser humano.)

Gracia y paz.

martes, 1 de octubre de 2013

Audio/reflexión sobre las lecturas del domingo 6 de octubre de 2013.

Reflexión teológico/espiritual sobre las lecturas del domingo 6 de octubre de 2013. El mal en el mundo y la esperanza como fuerza transformadora.

VÍNCULO AUDIO: http://www.ivoox.com/reflexion-6-octubre-2013-27-ordinario-ciclo-c-audios-mp3_rf_2407137_1.html

Un abrazo.