Les comparto el audio de mi reflexión para el domingo 28 de julio de 2013. Sobre el tema de la oración de intercesión y su verdadero sentido en la espiritualidad cristiana.
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Un abrazo.
martes, 23 de julio de 2013
REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 28 DE JULIO DE 2013 17° DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
LECTURAS
Gn 18, 20-32 << En aquellos
días, el Señor dijo: "La acusación contra Sodoma y Gomorra es fuerte, y su
pecado es grave; voy a bajar, a ver si realmente sus acciones responden a la
acusación; y si no, lo sabré." Los hombres se volvieron y se dirigieron a
Sodoma, mientras el Señor seguía en compañía de Abrahán. Entonces Abrahán se
acercó y dijo a Dios: "¿Es que vas a destruir al inocente con el culpable?
Si hay cincuenta inocentes en la ciudad, ¿los destruirás y no perdonarás al
lugar por los cincuenta inocentes que hay en él? ¡Lejos de ti hacer tal cosa!,
matar al inocente con el culpable, de modo que la suerte del inocente sea como
la del culpable; ¡lejos de ti! El juez de todo el mundo, ¿no hará
justicia?" El Señor contestó: "Si encuentro en la ciudad de Sodoma
cincuenta inocentes, perdonaré a toda la ciudad en atención a ellos." Abrahán
respondió: "Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza.
Si faltan cinco para el número de cincuenta inocentes, ¿destruirás, por cinco,
toda la ciudad?" Respondió el Señor: "No la destruiré, si es que
encuentro allí cuarenta y cinco." Abrahán insistió: "Quizá no se
encuentren más que cuarenta." Le respondió: "En atención a los
cuarenta, no lo haré." Abrahán siguió: "Que no se enfade mi Señor, si
sigo hablando. ¿Y si se encuentran treinta?" Él respondió: "No lo
haré, si encuentro allí treinta." Insistió Abrahán: "Me he atrevido a
hablar a mi Señor. ¿Y si se encuentran sólo veinte?" Respondió el Señor:
"En atención a los veinte, no la destruiré." Abrahán continuo:
"Que no se enfade mi Señor si hablo una vez más. ¿Y si se encuentran
diez?" Contestó el Señor: "En atención a los diez, no la
destruiré." >>
Sal 137 << Te doy gracias,
Señor, de todo corazón; delante de los ángeles tañeré para ti, me postraré
hacia tu santuario. Daré gracias a tu nombre, por tu misericordia y tu lealtad.
Cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma. El Señor es
sublime, se fija en el humilde, y de lejos conoce al soberbio. Cuando camino
entre peligros, me conservas la vida; extiendes tu brazo contra la ira de mi
enemigo. Y tu derecha me salva. El Señor completará sus favores conmigo: Señor,
tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos. >>
Col 2,12-14 << Hermanos:
Por el bautismo fuisteis sepultados con Cristo, y habéis resucitado con él,
porque habéis creído en la fuerza de Dios que lo resucitó de entre los muertos.
Estabais muertos por vuestros pecados, porque no estabais circuncidados; pero
Dios os dio vida en él, perdonándoos todos los pecados. Borró el protocolo que
nos condenaba con sus cláusulas y era contrario a nosotros; lo quitó de en
medio, clavándolo en la cruz. >>
Lc 11,1-13 << Una vez que
estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le
dijo: "Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos. "Él
les dijo: "Cuando oréis decid: "Padre, santificado sea tu nombre,
venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros
pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no
nos dejes caer en la tentación."
Y les dijo: "Si alguno de
vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche para decirle:
"Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y
no tengo nada que ofrecerle." Y, desde dentro, el otro le responde:
"No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados;
no puedo levantarme para dártelos." Si el otro insiste llamando, yo os
digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la
importunidad se levantará y le dará cuanto necesite. Pues así os digo a
vosotros: Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque
quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre. ¿Qué padre
entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide
un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si
vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos,
¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo
piden?">>
- REFLEXIÓN
LA 0RACIÓN DE PETICIÓN…
¿UNA FORMA DE MANIPULAR A DIOS O UN MODO DE ASUMIRNOS COMO SERES EN DEPENDENCIA
DEL PADRE?
Jorge Arévalo Nájera
El tema teológico que
las lecturas de hoy día desarrollan es clarísimo: La oración en su modalidad de
petición. El tema no es trivial ni mucho menos, aunque la mayor parte de los
cristianos dan por descontado que este tipo de oración en la que se dirigen a
Dios para hacerle peticiones debe ser cosa cotidiana, a poco de indagar a mayor
profundidad sobre esta forma de orar, uno no puede menos que sorprenderse de
las incongruencias teológicas y espirituales que dichas oraciones contienen.
Así por ejemplo, es muy
común escuchar peticiones por el trabajo, la salud, el bienestar familiar,
siempre acompañadas del agradecimiento por los beneficios obtenidos
anteriormente. No parece haber ningún problema en este tipo de oración
¿verdad?, después de todo, desde pequeños nos enseñaron que a Dios había que
pedirle cosas pues es nuestro Padre providente.
Sin embargo, ¿será
verdad que a Dios se le deben pedir cosas? ¿Es eficaz este tipo de oración? ¿Realmente
enseña la Biblia este modo de orar? Vayamos por partes. Desde luego que cuando
las cosas van bien y se tiene un buen y redituable trabajo, salud, amor, una
casa donde guarecerse del frío y sustanciosos alimentos en nuestra mesa, es
fácil decir que Dios nos ha provisto de todo ello, en esta situación no puede
haber conflicto, el cuestionamiento no tiene cabida, la vida de fe transcurre
tranquila y esto provoca una falsa sensación de privilegio y consentimiento
hacia nuestra persona por parte de Dios, que nos cumple hasta los más
superfluos caprichos.
¡Ah!, pero cuando el
trabajo escasea, la salud merma de forma importante o definitiva, cuando el
amor se escapa entre las manos sin que nada podamos hacer para detenerlo,
cuando no tenemos un lugar donde reposar y el alimento escasea, cuando nos
hemos extenuado de tanto pedir al Padre por un trabajo digno, por recuperar la
salud, por pan que llevar a la mesa de nuestros hijos, por una caricia que
calme nuestra fría soledad y un techo
que nos cobije, y no parece que hayamos obtenido ninguna respuesta, entonces,
desde lo más profundo de nuestro ser puede surgir la duda, que de no ser
respondida satisfactoriamente, va minando cual carcoma maligno la esperanza y
la confianza en Dios y en sí mismo.
Esta reflexión pretende
aportar un granito de arena en el descubrimiento de una imagen de Dios más
bíblica, una imagen que sepa rescatar la esperanza en un Dios providente pero
no providencialista, tan cercano como un Padre pero nunca manipulable, amoroso
pero por ello mismo tremendamente exigente, un Dios absolutamente libre y por
ello profundamente respetuoso de la libertad humana, en fin, una imagen menos
deformada por la cultura y por la pésima evangelización y catequesis de nuestro
sufrido pueblo y también, -por qué no decirlo- de la minoría más favorecida del
país.
La primera lectura, del
libro del Génesis,
ese delicioso texto en el que el anciano patriarca se toma la libertad de
regatearle a Dios el castigo que merecidamente se han ganado los habitantes de
Sodoma y Gomorra es una extraordinaria catequesis sobre el tema de la oración
de petición. ¿Qué hace Abrahán? En efecto, pide a Dios, eso es innegable, el quid
del asunto está en el contenido de dicha petición, mejor aún, en la direccionalidad de la petición. El
patriarca no pide para sí mismo, sino que dirige la atención de Dios hacia los
posibles justos que habitan en Sodoma y Gomorra.
Es realmente una
oración de intercesión que se caracteriza por el descentramiento anti-egoísta
para abrirse a la necesidad de los otros, específicamente a su necesidad de
salvación. ¿Y qué es lo primero y fundamental que el hombre necesita para su
salvación? ¡La misericordia de Dios! Pero con esto no queda dicho todo, habrá
que responder a otra pregunta, ¿será necesario recordarle a Dios su justicia y
misericordia, como podría entenderse en una lectura superficial del texto
genesíaco? ¡Evidentemente que no!, Dios no padece ningún tipo de Alzheimer o
debilidad senil, tampoco está tan ocupado en otros asuntos que la suerte de
unos cuantos hombres le parezca poca cosa y solamente por la intervención de
algún personaje ilustre le ponga atención al asunto. La narración es un recurso
literario/teológico que hace hincapié en la relación de profunda intimidad
entre Abrahán –tipo de todo creyente- y Dios.
El Salmo es un cántico de profunda
confianza y esperanza en el Dios que escucha la plegaria, y aunque en el texto
el salmista habla en primera persona y evidentemente parte de su experiencia
personal, no debemos olvidar el carácter de personalidad corporativa en el
pensamiento bíblico, es decir, la profunda solidaridad ontológica del individuo
con el pueblo, de tal modo que el pecado, la justicia, el sufrimiento, el gozo
del individuo son también del pueblo y viceversa, la suerte del pueblo es la
del individuo, de tal modo, que no hay salvación en solitario, pues aunque la
salvación es personal, la persona está vinculada indefectiblemente a la
comunidad de salvación.
De pronto, la segunda
lectura, de la Carta a los Colosenses, parece romper el ritmo y la temática
tan clara sobre la oración, y nos presenta una densa reflexión cristológica y
soteriológica. Para entender el por qué, me fijaré solamente en la enigmática
frase de Pablo que declara nulo el “documento que nos era contrario” por su
enclavamiento en la cruz de Cristo.
El “documento” no puede
ser otra cosa sino la imagen de la antigua alianza, que también era entendida
como el testamento o pacto que Dios había hecho con su pueblo. El problema no
era evidentemente la Ley en sí misma, que continua siendo santa y justa, pero
que los dirigentes religiosos convirtieron en su aplicación práctica en una
carga insoportable y esclavizante para el pueblo. Sin embargo, no obstante su
santidad y justicia, dicho pacto o Ley no podía transformar el corazón de los
hombres, pues era un paradigma externo, escrito en tablas de piedra e imposible
de cumplir. Para liberar al hombre del yugo de la Ley, Jesús no la suprimió,
sino que la llevó a su plenitud en el sacrificio de su vida entregada por amor,
de modo que ahora, la Ley se manifiesta en todo su esplendor en el crucificado,
esa es la nueva Ley.
Ahora sí podemos
responder a la pregunta sobre el porqué de la inserción de este texto en la
estructura teológica que la Comisión Litúrgica propone para este domingo.
Solamente desde la cruz le es lícito al creyente pedir cosas al Padre, la cruz
es como el punto de inflexión entre la petición del hombre y la escucha
solícita del Padre que no sabe escuchar a los que no asumen el amor como forma
de vida.
Los hijos de Dios ya saben bien que su Padre
se encarga de su manutención y en esa confianza pueden levantar sus ojos y
mirar más allá de sí mismos y dirigirse hacia los hambrientos, los olvidados,
los desnudos y encarcelados, hacia todos aquellos cuya vida corre peligro y
alzar su voz al Buen Dios para rogar por ellos al mismo tiempo que desde la
cruz de cada día se empeñan en construir un mundo según los criterios del
Evangelio.
El trozo del evangelio
de Lucas
debe ser leído desde esta perspectiva, solamente el que sabe ser discípulo,
co-crucificado con Cristo tiene derecho a pedir, porque jamás pedirá lo que
sabe de antemano concedido. Pedir a Dios la comida o el vestido es como dudar
de la providencia amorosa del Padre, los discípulos se esfuerzan por construir
el reino de Dios y vivir la justicia mayor, la que brota del Espíritu derramado
por Jesús en la cruz del Gólgota.
Así pues, pedir a Dios
sólo es válido cuando asumimos desde la libertad, el amor como una forma de
vida permanente, entregada al servicio de los otros. Entonces, la petición se
transforma en reconocimiento de la majestuosa e irrenunciable providencia
paterna al mismo tiempo que de nuestra radical indigencia.
Gracia y paz.
lunes, 15 de julio de 2013
AUDIO/REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL DOMINGO 21 DE JULIO DE 2013
Les comparto el audio de mi reflexión sobre las lecturas del próximo domingo 16° Ordinario, Ciclo C.
Vínculo audio: http://www.ivoox.com/reflexion-21-julio-2013-16-ordinario-ciclo-c-audios-mp3_rf_2213886_1.html
Un abrazo.
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Un abrazo.
REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL DOMINGO 21 DE JULIO DE 2013 16° DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO “C”
1.- Lecturas
Génesis
(18,1-10a): <<
En aquellos días, el Señor se apareció a Abrahán junto a la encina de Mambré,
mientras él estaba sentado a la puerta de la tienda, porque hacía calor. Alzó
la vista y vio a tres hombres en pie frente a él. Al verlos, corrió a su
encuentro desde la puerta de la tienda y se prosternó en tierra, diciendo:
«Señor, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo. Haré que
traigan agua para que os lavéis los pies y descanséis junto al árbol. Mientras,
traeré un pedazo de pan para que cobréis fuerzas antes de seguir, ya que habéis
pasado junto a vuestro siervo.» Contestaron: «Bien, haz lo que dices.» Abrahán
entró corriendo en la tienda donde estaba Sara y le dijo: «Aprisa, tres
cuartillos de flor de harina, amásalos y haz una hogaza.» El corrió a la
vacada, escogió un ternero hermoso y se lo dio a un criado para que lo guisase
en seguida. Tomó también cuajada, leche, el ternero guisado y se lo sirvió.
Mientras él estaba en pie bajo el árbol, ellos comieron. Después le dijeron: «
¿Dónde está Sara, tu mujer?» Contestó: «Aquí, en la tienda.» Añadió uno:
«Cuando vuelva a ti, dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un
hijo.» >>
Sal
14,2-3ab.3cd-4ab.5: << El que procede honradamente y
practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su
lengua. El que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino, el que considera
despreciable al impío y honra a los que temen al Señor. El que no presta dinero
a usura ni acepta soborno contra el inocente. El que así obra nunca fallará. >>
Colosenses
(1,24-28): << Ahora
me alegro de sufrir por vosotros: así completo en mi carne los dolores de
Cristo, sufriendo por su cuerpo que es la Iglesia, de la cual Dios me ha
nombrado ministro, asignándome la tarea de anunciaros a vosotros su mensaje
completo: el misterio que Dios ha tenido escondido desde siglos y generaciones
y que ahora ha revelado a sus santos. A éstos ha querido Dios dar a conocer la
gloria y riqueza que este misterio encierra para los gentiles: es decir, que
Cristo es para vosotros la esperanza de la gloria. Nosotros anunciamos a ese
Cristo; amonestamos a todos, enseñamos a todos, con todos los recursos de la sabiduría,
para que todos lleguen a la madurez en su vida en Cristo. >>
Lectura del
santo evangelio según san Lucas (10, 38-42): << En
aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en
su casa. Ésta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del
Señor, escuchaba su palabra.
Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el
servicio; hasta que se paró y dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me
haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano.» Pero el Señor le
contestó: «Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una
es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán.» >>
2.-
Reflexión
Recibiendo a Dios en
casa…viviendo de acuerdo a la esperanza de la gloria
Jorge Arévalo Nájera
La línea teológica
fundamental del mensaje salvífico que las lecturas de este domingo nos proponen,
viene determinado por la primera y última lecturas, en las cuales se nos habla
de la hospitalidad del creyente –en el texto del Génesis es Abrahán y en el
evangelio es Marta- para con Dios. Tanto el Salmo como Colosenses desarrollan
la ética que se desprende como resultado del binomio visita/hospitalidad.
Veámoslo con mayor detenimiento.
Tres rasgos fundamentales caracterizan el
texto del Génesis:
la fe de Abraham al reconocer al Señor, la hospitalidad con que se recibe al
Señor y la familiaridad de Dios con Abraham y su familia. Es un bello ejemplo
de la relación y acogida de Dios por el ser humano, la única posible para
caminar. Algunos comentaristas han querido ver en los tres varones la prefigura
de la Trinidad, lo cual me parece que es forzar al texto y por otro lado, no es
necesario, lo que importa es rescatar la imagen de Dios –los varones reciben el
título de “Señor”- que visita a Abrahán.
El tema de la
visitación de Dios a su pueblo es recurrente y sumamente importante en la
teología bíblica. Esta visitación tendrá su manifestación plena y definitiva
con la encarnación del Verbo. La visita de Dios es continua, no se da en un
solo momento histórico o de modo intermitente y por lo tanto, el creyente se
verá permanentemente llamado a tomar una decisión: hospedar a Dios o dejarlo
pasar de largo.
La actitud de Abrahán
es paradigmática y ejemplifica el modo de responder por parte de todo creyente:
en primer lugar, la visita se da en un momento de reposo del patriarca, que
está “sentado a la puerta de la tienda,
porque hacía calor”. Esta indicación del autor bíblico no es trivial ni
anecdótica, es una referencia teológica. El calor del desierto agobia e impide
realizar actividades, es el momento de reposar, de refrescarse.
El Evangelio nos
presenta a María sentada a los pies de Jesús escuchando atenta la Palabra
mientras que Marta aparece en frenética actividad que obnubila su
discernimiento acerca de las cosas que verdaderamente importan. Tal parece que
lo que identifica a María con Abrahán –ambos son figuras tipo del creyente- es
la actitud de quietud, de apaciguamiento, en la que es posible el
reconocimiento de la visita de Dios. El texto dice que Abrahán “levantó la vista y al verlos, corrió hacia
ellos y se postró”, pasa al movimiento, prepara un banquete/comunión para
Dios y de estar sentado mientras ellos están de pie, acaba de pie mientras
ellos se sientan a comer. El desenlace de la perícopa es la promesa recibida de
descendencia, de apertura al futuro (el hijo).
El Salmo hace una presentación apodíctica
(incondicionalmente cierta, necesariamente válida) de la ética creyente, la
pregunta es: ¿Por qué la Comisión Litúrgica ha escogido este Salmo para
colocarlo como respuesta del pueblo de Dios a la proclamación de la primera
lectura? Es que la mística cristiana está indisolublemente ligada a una ética concreta, tiene una manifestación
histórico-social.
Si bien se fija el
lector, todas las características que enumera el salmista y que dan como
resultado la infalibilidad del creyente, son interrelacionales, tienen que ver
con el modo de plantarnos ante el prójimo. La espiritualidad cristiana es un
ethos místico o una mística ética, hospedar a Dios en la casa propia no es cosa
de ponerle un nicho o un altar precioso para presumirlo a las amistades.
Hospedar a Dios implica un cambio de vida que incide en la transformación de
nuestra conducta ante los otros.
Colosenses nos dibuja el perfil del apóstol de los gentiles,
pero si bien es cierto que en primer lugar se refiere a la forma de ser apóstol
de Pablo, no es menos cierto que por extensión, todos los cristianos estamos
llamados a actualizar en nuestras vidas las características del apostolado de
Pablo. Enumeremos algunas:
1.- Sufrimiento por los otros (aquí, los hermanos de
la Iglesia): no se
trata de una postura dolorista o masoquista, pues se trata de los mismos
dolores de Cristo por su Iglesia y que provienen de su obra salvadora, obra que
al mismo tiempo manifiesta su gloria, pues ¿Qué es la gloria de Jesús sino la
salvación del hombre? Y ¿Cómo se manifiesta la gloria de Jesús sino mediante la
cruz?
2.- Dar a conocer que Cristo es la esperanza de la
gloria: mediante el
paciente sufrir que el mensaje de la cruz como único camino de plenitud provoca
en el mensajero, se da a conocer a los hermanos que Cristo es la esperanza de
la gloria, ¿y qué es la esperanza sino la fuerza que permite vivir el desgaste
cotidiano que el amor provoca poniendo la mirada en aquello –la gloria- que ya
se mira en virtud de la fe pero cuyo cumplimiento definitivo se dará más allá
de la historia?
3.- Anunciar a Cristo implica la amonestación
–corrección fraterna- y la enseñanza, todo con el fin de ayudar a que la comunidad
crezca hacia su maduración en Cristo. ¡Cuánta falta nos hace recuperar estas
dos dimensiones de la vida cristiana!
¿Cuántas veces nos quedamos callados ante la
evidente falta de algún hermano a los preceptos cristianos por miedo a entrar
en conflicto?, por poner un ejemplo, ¿acaso no preferimos guardar silencio en
la reunión familiar o comunitaria cuando se empieza a hablar mal de alguien, es
decir a difamarlo –recordemos que difamar es destruir la fama de alguien, no
importando la veracidad de lo que se dice- por miedo a sentirnos rechazados o
tildados de mochos y fanáticos?
Lucas, en su escrito evangélico nos presenta la
centralidad de la Palabra en la vida discipular, o dicho de otro modo, hospedar
a Dios en la propia casa significa sentarse a los pies de Jesús para escuchar
la Palabra. La verdadera acción, el punto de partida para la transformación del
mundo y por lo tanto el auténtico servicio a Dios es la postración ante Jesús
para dejarse penetrar y maravillar por la Palabra que santifica, empodera,
capacita para ponerse en el camino de Jesús y ser su discípulo.
La Biblia no puede permanecer guardada en un cajón
mientras nosotros nos ahogamos en el interminable torbellino de los quehaceres
cotidianos. La Palabra de Dios está hecha para caminar con nosotros paso a
paso, día a día, minuto a minuto. Para enseñarnos a vivir en comunidad la
solidaridad que hace efectivo aquí y ahora el reinar de Dios. Para ayudarnos a
escuchar la Palabra que Dios nos dirige en la difícil realidad de nuestros
pueblos: en las inhumanas condiciones de las grandes ciudades, en la soledad y
el aislamiento de los campos. Debemos pues optar por las actitudes que nos
conviertan en verdaderos discípulos de Jesús y auténticos cristianos.
Así pues, recibamos a Dios en nuestra casa para
vivir de acuerdo a la esperanza de la gloria que nos aguarda.
Gracia y paz
lunes, 8 de julio de 2013
Audio/reflexión sobre las lecturas del domingo 14 de julio de 2013.
Les comparto el audio de mi reflexión para el domingo 15° del Tiempo Ordinario, Ciclo C.
Sigan el vínculo: http://www.ivoox.com/reflexion-14-julio-2013-15-ordinario-ciclo-c-audios-mp3_rf_2195600_1.html
Un abrazo.
REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL DOMINGO 14 DE JULIO DE 2013 (15° ORDINARIO CICLO C)
- LECTURAS
Dt 30,10-14:
<< Moisés habló al pueblo, diciendo: «Escucha la voz del Señor, tu Dios,
guardando sus preceptos y mandatos, lo que está escrito en el código de esta
ley; conviértete al Señor, tu Dios, con todo el corazón y con toda el alma.
Porque el precepto que yo te mando hoy no es cosa que te exceda, ni
inalcanzable; no está en el cielo, no vale decir: "¿Quién de nosotros
subirá al cielo y nos lo traerá y nos lo proclamará, para que lo
cumplamos?"; ni está más allá del mar, no vale decir: "¿Quién de nosotros
cruzará el mar y nos lo traerá y nos lo proclamará, para que lo
cumplamos?" El mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu
boca. Cúmplelo.» >>
Sal 68:
<< Mi oración se dirige a ti, Dios mío, el día de tu favor; que me
escuche tu gran bondad, que tu fidelidad me ayude. Respóndeme, Señor, con la bondad de tu
gracia; por tu gran compasión, vuélvete hacia mí. Yo soy un pobre malherido; Dios mío, tu
salvación me levante. Alabaré el nombre de Dios con cantos, proclamaré su
grandeza con acción de gracias. Miradlo, los humildes, y alegraos, buscad al
Señor, y revivirá vuestro corazón. Que el Señor escucha a sus pobres, no
desprecia a sus cautivos. El Señor
salvará a Sión, reconstruirá las ciudades de Judá. La estirpe de sus siervos la heredará, los
que aman su nombre vivirán en ella. >>
Col 1,15-20:
<< Cristo Jesús es imagen de Dios invisible, primogénito de toda
criatura; porque por medio de él fueron creadas todas las cosas: celestes y
terrestres, visibles e invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados,
Potestades; todo fue creado por él y para él. Él es anterior a todo, y todo se
mantiene en él. Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia. Él es el
principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Y por él quiso reconciliar
consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por
la sangre de su cruz. >>
Lc 10,25-37:
<< En aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a
Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la
vida eterna?» Él le dijo: « ¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?» Él
contestó: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y
con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo.» Él le
dijo: «Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida.» Pero el maestro de la Ley,
queriendo justificarse, preguntó a Jesús: « ¿Y quién es mi prójimo?» Jesús
dijo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos,
que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto.
Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y
pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio
un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde
estaba él, y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas,
echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a
una posada y lo cuidó.
Al día siguiente, sacó dos
denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: "Cuida de él, y lo que gastes
de más yo te lo pagaré a la vuelta." ¿Cuál de estos tres te parece que se
portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?» Él contestó: «El que
practicó la misericordia con él.» Díjole Jesús: «Anda, haz tú lo mismo.»
>>
- REFLEXIÓN
Escuchar para compadecer
Jorge Arévalo Nájera
Se podría afirmar sin temor a equivocarse que la capacidad de la palabra
constituye el elemento fundamental en el proceso de la hominización. A nivel
antropológico, la capacidad de escuchar la palabra que otros nos dirigen y de
expresar verbalmente la interioridad, posibilita y desarrolla los dinamismos
psicológicos que van formando gradualmente lo que hoy llamamos “la persona
humana”, aquello que le hace ser único e irrepetible entre millones de seres
semejantes.
La palabra es el verdadero peldaño que separa a la simple criatura
humana del “Homo Sapiens”, porque el raciocinio solo es posible mediante la
palabra que se genera en el pensamiento para después manifestarse en la
historia mediante sonidos verbales que
revelan y descifran la realidad circundante. Y esto que es evidente en el plano
meramente humano, es igualmente cierto a nivel teológico y antropo-teológico,
es decir en la dimensión de Dios y en el misterio del hombre en relación con su
creador y develado por La
Palabra divina.
En cuanto a Dios, Él se nos revela ante todo como Palabra, comunicación,
desentrañamiento de sí mismo. A lo largo de toda la Escritura , desde el
Génesis hasta el Apocalipsis Dios se nos dice como una realidad centrípeta,
dinámica expansiva que todo lo penetra mediante la donación de su ser: Dios
crea mediante su Palabra omnipotente: << Y dijo Dios…>>
(Génesis) y anuncia solemnemente la consumación de su creación con la segunda
venida de La Palabra
encarnada <<El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve.
Amén; sí, ven, Señor Jesús>>
La Palabra enmarca entonces el principio y la consumación de todo. Es
fácil entonces comprender que siendo imagen de Dios, el hombre se encuentra
determinado tanto por la palabra humana como (y en primerísimo lugar) por La
Palabra; su origen es el Logos y su logos está llamado a expresar su origen, es
lo que llamamos “cristificación”, identificación total con el Hijo. Pero este
ser para La Palabra, se refleja también en la vida discipular, que también
conoce su punto de arranque en La Palabra: el Libro del Deuteronomio nos ilumina al respecto; “Escucha la voz del Señor, tu Dios, que te
manda guardar sus mandamientos…” La Palabra omnipotente, creadora de
universos se hace depender en su eficacia de una actitud espiritual por parte
de su más excelsa criatura, se da por descontada su libertad y por ello se presenta
como invitación (aunque en su formulación lingüística adopte el imperativo)
Y es que “escuchar” en la mentalidad bíblica significa mucho más que el
simple acto de recibir pasivamente un estímulo audible. “Escuchar” implica
dinamismo, disposición a dejarse mover por la Palabra, atención desmedida hacia
una palabra que se descubre como absoluta y con carácter de definitividad.
Sin embargo, la escucha no basta, es una disposición del corazón
absolutamente necesaria porque La
Palabra es la forma principal en la que Dios entra en la
historia y sin referencia existencial a ella no es posible el camino
discipular. Y no obstante, la escucha es en sí misma insuficiente si está
desvinculada de la conversión o quizá incluso deberíamos dudar de que en
realidad haya habido tal escucha. Resultando pues que “escucha” y “conversión”
son actitudes indisolubles, que podemos por razones metodológicas separar
conceptualmente, pero que en la concreción de la vida espiritual de cada
particular discípulo, son inseparables: “Y conviértete al Señor tu Dios, con todo tu
corazón y con toda tu alma” La escucha y la conversión son la respuesta
exigida a La Palabra
que Dios dirige, y entonces hay que decir algo al menos sobre que es eso de la
conversión.
Digamos en primer lugar que la palabra griega “metanoéite” que traducimos por “conversión”
hace referencia a una mentalidad que va más allá de lo humano, que hinca sus
raíces en la “mente” de Dios, es una inversión total de los valores que la
cultura nos propone como camino para alcanzar la plenitud, “convertirse” es
asumir como único camino los valores y principios que en Cristo, Dios nos revela,
por lo tanto, es mucho más que adscribirse intelectualmente a un cierto código
ético y moral o inclusive más que cumplir legalmente dicho código.
Convertirse es vivir en todas las dimensiones relacionales del complejo
existencial humano desde la decisión de amar, sin límites y sin cortapisas
<<con todo tu corazón y con toda tu alma>> Convertirse es
empuñar el arado del Reino y no volver nunca la vista atrás, es “endurecer el
rostro” y “subir a Jerusalén”, sabiendo que la muerte aguarda pero confiando totalmente
en que Dios cumplirá su promesa de darnos la verdadera vida.
Desde luego, que ante tal propuesta/mandato de Dios, la reacción del hombre
natural es de rechazo y repugnancia, se siente totalmente inadecuado e incapaz
de vivir de tal manera pues en el fondo el Evangelio no es humano, es un modo
de vida que sobrepasa toda expectativa y no encuentra analogía en el marco
hermenéutico (interpretativo) que el hombre tiene para dar sentido al mundo que
le rodea y al interrogante sobre su propio misterio. La reacción del hombre con
un espíritu inmundo “¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios altísimo? Te conjuro por
Dios que no me atormentes.”
En el Evangelio de Marcos (Mc 5,7) parece paradigmática e ilustra la
respuesta intuitiva de todos los hombres cuando se topan cara a cara con Jesús
y su mensaje. Lo percibimos como amenazante, como una propuesta destructiva que
nos atormenta y lleva directamente a la aniquilación. Y no debemos sentirnos
demasiado lejanos a la figura de éste dominado por el espíritu impuro, pues en
el fondo cada vez que nos cerramos al amor y elegimos el egoísmo estamos
gritando a los cuatro vientos lo mismo que él.
Y no obstante, las palabras del Deuteronomio son sumamente
esperanzadoras aunque también desconcertantes: “Estos mandamientos que te doy, no
son superiores a tus fuerzas ni están fuera de tu alcance…por el contrario,
todos mis mandamientos están muy a tu alcance, en tu boca y en tu corazón, para
que puedas cumplirlos” La exigencia solo es razonable y justa cuando en
el exigido existe la potencia correspondiente para realizar lo que se le exige,
¿Qué clase de Dios sería uno que nos viene a dar enseñanzas impracticables y
además nos amenaza con la condenación eterna si no las hacemos vida? Póngale
Usted el adjetivo que más le guste sin miedo ni remordimiento, porque finalmente
tal “dios” ¡No existe! ¡Gracias a Dios!
Es verdad que la nueva ley (El Evangelio de Dios) viene de lo alto, que
es una Palabra de origen divino y que por lo tanto está más allá de la
comprensión racional del hombre; Eso de perdonar 70 veces 7, de amar al
enemigo, de entregar la vida con tal de lograr el bien supremos del otro, de
abandonar toda pretensión de grandeza y brillo según las categorías del mundo…
no parece razonable y mucho menos practicable, pero también es verdad que la
actitud de escucha ante esa palabra imposible va preparando al hombre para
“conocer” (en el sentido bíblico del término) a un nivel mucho más profundo que
el mero raciocinio, la verdad liberadora y totalmente posible del Evangelio (y
de eso dan testimonio las antorchas que Dios ha encendido para guiar al hombre
en este mundo y que llamamos “santos”)
En Cristo, Sumo Sacerdote, lo imposible del cielo se ha hecho posible en
la tierra, el Cristiano ha recibido el Espíritu, la potencia para lograr lo
impensable; “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”, “Todo es posible para el que
cree”, “Confía en el Señor y Él hará”, “En Dios somos, nos movemos y
existimos”, “Porque Dios quiso que en Cristo habitara toda plenitud y por él
quiso reconciliar consigo todas las cosas, del cielo y de la tierra, y darles
la paz por medio de su sangre, derramada en la cruz”
Es por ello que no hay excusas, por Cristo, con él y en él, es posible
lograr el anhelo que el hombre no sabe que anhela ¡El cabal cumplimiento de la
ley! En el Evangelio de Lucas se precisa la consecuencia indefectible del
amor a Dios que se anuncia en el Deuteronomio; amar a Dios con todo el corazón,
con todas las fuerzas y con toda el alma, lleva derechamente al compromiso con
el necesitado, con el sufriente tirado a la vera del camino ¡Fuera las máscaras
de la religión de la pureza ritualista! ¡No hay reglas sagradas que valgan
cuando el otro sufre! ¡Una ética que rescata al prójimo, que no es más el que
comparte nuestros ideales o credos religiosos sino todo aquel que sufre por la
causa que sea! ¡Hay que moverse hacia los desfavorecidos que pululan por todas
partes y nos salen al encuentro en cada esquina!...de la escucha a la
compasión, al compartir lo que somos y tenemos con esos cuyo dolor clama al
cielo por justicia, he allí el reto para los que decimos amar a Dios…armas
tenemos, las de Dios, las únicas y suficientes herramientas para transformar el
mundo y apresurar el Reino en nuestra vida.
Gracia y paz.
lunes, 1 de julio de 2013
Audio/reflexión sobre las lecturas del 7 de junio de 2013_14° Ordinario Ciclo C.
Les comparto el audio de mi reflexión semanal. Sigan el vínculo:http://www.ivoox.com/reflexion-7-julio-2013-14-ordinario-ciclo-c-audios-mp3_rf_2178532_1.html
Un abrazo.
Un abrazo.
REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL DOMINGO 7 DE JULIO DEL 2013 14° ORDINARIO CICLO C
1. LECTURAS
Is 66,10-14c
<< Festejad a Jerusalén, gozad con ella,
todos los que la amáis, alegraos de su alegría, los que por ella llevasteis
luto. Mamaréis a sus pechos y os saciaréis de sus consuelos, y apuraréis las
delicias de sus ubres abundantes. Porque así dice el Señor: «Yo haré derivar
hacia ella, como un río, la paz, como un torrente en crecida, las riquezas de
las naciones. Llevarán en brazos a sus criaturas y sobre las rodillas las
acariciarán; como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo, y
en Jerusalén seréis consolados. Al verlo, se alegrará vuestro corazón, y
vuestros huesos florecerán como un prado; la mano del Señor se manifestará a
sus siervos.» >>
Sal 65: << Aclamad al Señor, tierra entera; tocad en honor de su
nombre; cantad himnos a su gloria; decid a Dios: "¡Qué temibles son tus
obras!" Que se postre ante ti la tierra entera, que toquen en tu honor,
que toquen para tu nombre. Venid a ver las obras de Dios, sus temibles proezas
en favor de los hombres. Transformó el mar en tierra firme, a pie atravesaron
el río. Alegrémonos con Dios, que con su poder gobierna eternamente. Fieles de
Dios, venid a escuchar, os contaré lo que ha hecho conmigo. Bendito sea Dios,
que no rechazó mi suplica, ni me retiró su favor. >>
Gal 6,14-18 << Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de
nuestro Señor Jesucristo, en la cual el mundo está crucificado para mí, y yo
para el mundo. Pues lo que cuenta no es circuncisión o incircuncisión, sino una
criatura nueva. La paz y la misericordia de Dios vengan sobre todos los que se
ajustan a esta norma; también sobre el Israel de Dios. En adelante, que nadie
me venga con molestias, porque yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús. La
gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con vuestro espíritu, hermanos. Amén.
>>
Lc
10,1-12,17-20 << En aquel
tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en
dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: «La mies
es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande
obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio
de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a
saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero:
"Paz a esta casa." Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos
vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed
de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de
casa.
Si
entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los
enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de
Dios." Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y
decid: "Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies,
nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino
de Dios." Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para
ese pueblo.» Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron: «Señor,
hasta los demonios se nos someten en tu nombre.» Él les contestó: «Veía a
Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear
serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño
alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus;
estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.» >>
- REFLEXIÓN
Tiempos de plenitud,
tiempos de inscribir nuestros nombres en el cielo
Jorge
Arévalo Nájera
El tercer Isaías o
Trito Isaías[1]
nos presenta una imagen vigorosa y exultante de los tiempos mesiánicos,
caracterizados por cuatro ideas fundamentales según este autor: en primer lugar, el gozo que sustituye el
luto. Una buena noticia siempre causa en el corazón una reacción de
alegría. Cuando alguien que padece estrecheces económicas y deja las fuerzas y
la salud en un trabajo inmisericorde con tal de llevar el pan de cada día a su
familia, y de pronto recibe la inesperada noticia de que ha obtenido el premio
mayor de la lotería o alguna tía rica le ha dejado una cuantiosa fortuna, lo
primero que experimenta es una alegría inmensa, un gozo que parece no caberle
en el pecho le inunda y ante sus ojos se abren horizontes ignotos de dicha
inusitada.
Cuando lo has perdido
todo y de pronto, por pura gracia, alguien te tiende la mano para que te
levantes y puedas empezar de nuevo, cuando te han dado la terrible noticia de
que tu ser amado pronto partirá y negros nubarrones oscurecen el sol ante tus
ojos y todo parece perder sentido, la inesperada noticia de que milagrosamente
el cáncer se ha ido te hace saltar de gozo y retomar el camino de la vida. Esto
tendría que provocar en nosotros la Buena Noticia que el profeta anuncia de
parte de Dios. ¿Y que vemos en lugar de alegría? ¡Caras tristes y pesimismo!
¡No hay nada nuevo bajo el sol! ¡A qué esforzarse si la corrupción nunca
acabará, si la violencia lo engulle todo!
Y sin embargo, lo
primero que anunció Jesús fue la alegría sobrenatural que trae la cercanía del
Reino de Dios, por eso, de inmediato realizó el gesto profético del banquete,
de la fiesta escatológica compartida con los pobres, los despreciados de la
sociedad, los “sin ley” que eran discriminados o declarados malditos de quien
sabe que “dios”. Fiesta que debe anticiparse en la historia por parte de los
discípulos de Jesús. Desde luego que para percibir como auténtica Buena Noticia
la irrupción de Dios en la historia, lo primero que se necesita es descubrirse
indigente, necesitado en grado extremo de su acción salvadora, y tristemente
–digo yo- la mayoría de las veces, solamente los pobres, los excluidos,
aquellos que pasan por situaciones extremas de precariedad saben abrirse a la
única posibilidad de plenitud que les queda, ¿será por eso que Jesús afirmaba
que era más fácil que un camello pasara por el ojo de una aguja a que un rico
entrara en el Reino de los Cielos?
En
segundo lugar, la saciedad: la leche, en la
imaginería bíblica es símbolo del alimento. La leche alimentaba el espíritu al igual
que los cuerpos de las personas en los tiempos bíblicos. La miel y la leche juntas simbolizaban buena
salud, prosperidad y bendiciones de Dios. Yo me pregunto ¿Por qué será que los
cristianos seguimos esperando que venga de algún lado el tiempo de la plenitud?
¡Ya los tiempos mesiánicos llegaron hace casi dos mil años en la persona de
Jesús!
La leche espiritual
perfecta se ha hecho nuestra y sin embargo, nuestra manera de vivir grita a los
demás que el cristianismo no es más que una utopía y damos pie a que los nuevos
“Nietzsches” del mundo griten con su maestro ¡El cristianismo murió con Jesús,
pues él fue el primer y único cristiano! [2]
En el fondo, la cuestión es acerca del por qué los cristianos continuamos
buscando con afán la plenitud en otras realidades que no son Jesús mismo y así,
vamos dejando la vida –como la hemorroísa- corriendo desenfrenadamente tras el
poder, el dinero, la juventud que ya ha quedado atrás, la belleza que queremos
conservar aún a costa de la salud, el prestigio, etc., pues bien, el único que
puede saciar el hambre de infinito que subyace a todas las búsquedas humanas es
Dios, ese Dios que muestra el tercer Isaías con la figura del parto y los hijos
recién nacidos que necesitan de la madre para mamar de sus pechos y recibir sus
consuelos.
La figura de Dios Madre
es muy querida para los profetas y cuando la Biblia habla de Dios Padre,
ciertamente no está determinando el género masculino de la divinidad. Es cierto
que esta denominación y esta traducción están condicionadas sociológicamente y
sancionadas por una sociedad de carácter varonil. Pero, realmente, a Dios no se
le quiere concebir simplemente como a un varón. Sobre todo en los profetas, Dios
presenta rasgos femeninos maternales.
En
tercer lugar el consuelo: el carísimo tema del
consuelo de Dios para con los pobres es uno de los ejes fundamentales de la
predicación profética. Este consuelo no debe entenderse como la simple y
ridícula “palmadita” que solemos dar a los que sufren y que va acompañada de
alguna palabra más o menos sentida, pero que en el fondo no resuelve nada. El
consuelo de Dios es una acción eficaz que destierra la idolatría del corazón
humano. Este consuelo –ciertamente maternal- desde luego que se acompaña de la
ternura y presencia reconfortante de Dios, pero sobre todo es profundamente
liberadora de la única realidad que sojuzga y aliena al hombre, haciéndole
experimentar el auténtico sufrimiento, la que provoca la rendición del corazón
a las realidades mundanas. El tiempo mesiánico es tiempo de libertad, de gozo y
de saciedad, que juntas, definen la
vida nueva.
En la despedida de su
carta a los Gálatas, Pablo de manera muy sintética reafirma dos de sus temas
preferidos. La salvación no se da por la ley y el hombre en Cristo es una nueva
criatura. La circuncisión era una muestra clara del cumplimiento de la Ley,
pero Pablo les dice a los Gálatas que la salvación no proviene de la ley sino
de Cristo. Y se apoya en la Cruz, signo de ignominia para los romanos, los
paganos y los judíos, que ahora es el signo de la victoria y de la salvación, y
por eso Pablo se gloría en ella, como también todos los cristianos, porque de
ella brota la vida.
Circuncidarse o no
circuncidarse no es lo importante. Lo importante es renacer como nueva
criatura. El mundo de la ley ha muerto. Ya no hay diferencia entre judíos y
paganos. Ya no hay circuncisos e incircuncisos, lo único que cuenta es el
hombre nuevo, el hombre que es capaz de superar la tragedia del pecado y
realizar el proceso de la resurrección de Jesús, para vivir como una persona
nueva.
Por segunda vez en el evangelio de Lucas, Jesús envía
a sus discípulos a la misión. Ahora la época de la cosecha ha llegado y son necesarios muchos obreros para recoger la
mies; son setenta y dos, un número que evoca la traducción de los Setenta en
Génesis 10, en donde aparecen setenta y dos naciones paganas. Jesús va camino
hacia Jerusalén, el camino que debe ser modelo del camino de la Iglesia futura.
Salen de dos en dos para que el testimonio tenga valor jurídico según la ley
judía (cfr. Dt 17,6; 19,15).
La misión no será fácil; debe llevarse a cabo en
medio de la pobreza, sin alforjas ni provisiones. La misión es urgente y nada
puede estorbarla, por eso no pueden detenerse a saludar durante el camino;
tampoco los discípulos deben forzar a nadie para que los escuchen pero sí es el
deber anunciar la proximidad del Reino. Este modelo de evangelización es
siempre actual. Ciertamente es una tarea difícil si se quiere ser fiel al
evangelio de Jesús. Muchas veces por una falsa comprensión de la inculturación
se hacen concesiones que van contra la esencia del evangelio. Cuando los
discípulos regresan de la misión están llenos de alegría.
Hay una expresión que merece un poco de mayor atención:
hasta los demonios se nos someten en tu nombre. ¿Qué significado tienen los
demonios? Son fuerzas opositoras al
proyecto de Dios revelado en Cristo, son ideologías opresoras que hacen
violencia a los hombres y atentan contra su libertad y dignidad. Jesús
manifiesta su alegría porque se han vencido esas fuerzas del mal, porque él
rechaza cualquier forma de dominio, y exhorta a sus discípulos a no
vanagloriarse por someter a los demonios, lo importante es tener el nombre
inscrito en el cielo, es decir participar de las exigencias del Reino y vivir
de acuerdo con ellas (cfr. Ex 32,32).
Gracia y paz
[1] El libro
bíblico llamado “Isaías”, no es un escrito de un solo profeta, es en realidad
la compilación de los oráculos de tres profetas. La primera parte del libro es
obra de un poeta y está escrita con estilo brillante, precisión, composición
armoniosa e imágenes novedosas. Los críticos coinciden en que este autor
redactó con seguridad los capítulos 1 a 12, 15 a 24 y 33 a 35, en tanto que se
discute sobre la autoría del resto del libro. Los capítulos 36 a 39 están
escritos en tercera persona y posiblemente fueron redactados por discípulos del
primer autor. También podrían ser añadidos posteriores los capítulos 13 y 14,
24 a 27 y 33 a 35. La segunda parte del libro, capítulos 44 a 55, es muy
diferente al resto. El tercer Isaías es probablemente un autor postexílico y se
le atribuyen especialmente los capítulos 56, 68 y 66 (después del 538 a. C.).
Ciertos críticos consideran que la introducción y las autobiografías (narradas
en primera persona) no pertenecen a ninguno de los tres autores principales,
sino que parecen haber sido añadidas por un redactor postexílico.
[2]
Friedrich Nietzsche, El Anticristo, Ed. Alianza, Madrid, 1996.
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