lunes, 26 de mayo de 2014

AUDIO/REFLEXIÓN DOMINGO 1 DE JUNIO DE 2014_ASCENSIÓN DEL SEÑOR_CICLO A.

Les comparto el audio de mi reflexión para el domingo 1 de junio de 2014 << Un Señor que asciende a los cielos para que sus discípulos se entrañen en la tierra. >> 

VÍNCULO AUDIO: http://www.ivoox.com/reflexion-1-junio-2014-ascension-del-senor-audios-mp3_rf_3156638_1.html

Un abrazo.

REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 1 DE JUNIO DEL 2014 LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR CICLO A

1. LECTURAS
 Hch 1,1-11: El primer libro lo escribí, Teófilo, sobre todo lo que Jesús hizo y enseñó desde un principio, hasta el día en que, después de haber dado instrucciones por medio del Espíritu Santo a los apóstoles que había elegido, fue llevado al cielo. A estos mismos, después de su pasión, se les presentó dándoles muchas pruebas de que vivía, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca de lo referente al Reino de Dios. Mientras estaba comiendo con ellos, les mandó que no se ausentasen de Jerusalén, sino que aguardasen la Promesa del Padre, «que oísteis de mí: Que Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados en el Espíritu Santo dentro de pocos días».        Los que estaban reunidos le preguntaron: «Señor, ¿es en este momento cuando vas a restablecer el Reino de Israel?» El les contestó: «A vosotros no os toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad,            sino que recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.» Y dicho esto, fue levantado en presencia de ellos, y una nube le ocultó a sus ojos. Estando ellos mirando fijamente al cielo mientras se iba, se les aparecieron dos hombres vestidos de blanco       que les dijeron: «Galileos, ¿qué hacéis ahí mirando al cielo? Este que os ha sido llevado, este mismo Jesús, vendrá así tal como le habéis visto subir al cielo.»         
Ef 1,17-23; Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os conceda espíritu de sabiduría y de revelación para conocerle perfectamente; iluminando los ojos de vuestro corazón para que conozcáis cuál es la esperanza a que habéis sido llamados por él; cuál la riqueza de la gloria otorgada por él en herencia a los santos, y cuál la soberana grandeza de su poder para con nosotros, los creyentes, conforme a la eficacia de su fuerza poderosa,      que desplegó en Cristo, resucitándole de entre los muertos y sentándole a su diestra en los cielos, por encima de todo Principado, Potestad, Virtud, Dominación y de todo cuanto tiene nombre no sólo en este mundo sino también en el venidero. Bajo sus pies sometió todas la cosas y le constituyó Cabeza suprema de la Iglesia, que es su Cuerpo, la Plenitud del que lo llena todo en todo.       
Mt 28,16-20: Por su parte, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Y al verle le adoraron; algunos sin embargo dudaron. Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra.          
Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.»         
2. REFLEXIÓN
Un Señor que asciende a los cielos para que sus discípulos se entrañen en la tierra.
Jorge Arévalo Nájera
Hoy, la Iglesia entera celebra jubilosa el triunfo definitivo de su Señor, que “sube” allende las fronteras de la historia para volver de su auto-exilio, al lado de su Padre y del Espíritu. Sin embargo, conviene aclarar de inmediato que la Ascensión no puede ni debe interpretarse en sentido “espacial”, como si de un pasar del mundo físico al mundo invisible se tratara.
La resurrección y la ascensión de Cristo (formas diversas de hablar del mismo acontecimiento) no son una fuga del tiempo y la historia, todo lo contrario, constituyen  la más radical presencia en las entrañas del mundo del hombre, del cosmos mismo “He aquí que estoy con vosotros todos los días hasta la consumación del mundo”.
Por eso, la festividad de la Ascensión es la fiesta de la presencia fontal del Hijo en la urdimbre de la historia. Una vez que el Verbo se ha encarnado y asumido la naturaleza caída del hombre, que ha vencido a la muerte y al pecado, a la violencia y al odio mediante su entrega total en la cruz, ahora, en el poder del Espíritu asciende victorioso llevando hacia su Padre al mundo entero.
Pero, ¿de qué manera garantiza su presencia permanente? La respuesta es impresionante y a poco de meditarla causa vértigo, desestabiliza y mete en serios predicamentos, porque confronta fuertemente nuestra vivencia de la fe. Y es que resulta que Jesús encomienda a sus frágiles y temerosos discípulos -en la lectura de los Hechos parece que no comprenden absolutamente nada pues se quedan mirando la subida de Jesús a los cielos, estáticos, pasmados, y se adivina que un sentimiento de desamparo y abandono los inunda- la gloriosa y al mismo tiempo imposible tarea de hacerlo presente a los hombres.
Gloriosa porque se trata ni más ni menos que de ser sus testigos hasta los confines de la tierra y un testigo es alguien cualificado que da testimonio de lo que le consta. De tal manera que no cualquiera puede ni debe hablar de Jesús y su mensaje, solamente aquellos que le han visto y escuchado, que le han tocado, que han mojado su pan en el mismo plato del Señor, que se han recostado sobre su pecho, tienen el derecho de ser sus testigos en el mundo.
Desde luego que no niego que Jesús, de algún modo sea patrimonio universal, sus enseñanzas éticas, su valor profético, su solidaridad con los marginados, la reivindicación que hace de la dignidad de la mujer en medio de una sociedad machista y excluyente, pueden y deben ser asumidos por todas las sociedades que quieran evolucionar hacia una humanización verdadera.
Sin embargo, el testimonio específicamente cristiano no es iniciativa humana, no brota de la admiración por el rabí galileo o por sus enseñanzas éticas. El testimonio del discípulo brota del empoderamiento que Cristo mismo otorga a aquellos que se adhieren existencialmente a su propuesta, que le aman y guardan su mandamiento de amarse los unos a los otros con un amor de entrega y receptividad total y que están dispuestos a dejarse crucificar para derrotar el odio y la violencia imperantes en el mundo.
Precisamente la palabra “mártir” significa “testigo” en el sufrimiento, en el derramamiento de la sangre/vida para hacer presente de una manera viva y eficaz al Hijo de Dios ascendido a los cielos. Mientras la Iglesia –e Iglesia somos todos los bautizados- no asumamos con arrojo y valentía el don/tarea con que Cristo nos ha regalado para el mundo, no pasaremos de ser una institución humana más, eso sí, poderosa y bien organizada, capaz de edificar los más suntuosos recintos y de elaborar las más solemnes y bellas liturgias, pero al fin y al cabo intrascendente, carnal y por ello incapaz de constituir una real alternativa para la sed y el hambre de trascendencia que el mundo tiene.
Si nos quedamos como los varones galileos del texto de los Hechos “mirando fijamente al cielo”, perderemos la oportunidad de mirar el sufrimiento de los hombres que claman a ese mismo cielo por justicia y equidad, por paz y oportunidades. Perderemos la oportunidad de ver los corazones destrozados de nuestros hermanos que imploran nuestra compasión y solidaridad. Y perderemos también la espléndida chance de vivir embelesados recostando nuestra cabeza en el pecho del Señor.
Esa es “la esperanza a la que hemos sido llamados”, esa es “la riqueza de la gloria que nos ha sido otorgada como herencia” ¡la filiación!, don del Hijo en la cruz de donde mana el torrente vivificante del Espíritu. El camino del discípulo es el mismo que el de Cristo: muerto/asesinado-resucitado/exaltado-empoderado/sentado a la diestra del Padre.
En efecto, somos llamados a ser sus testigos (entregando la vida por los enemigos), resucitados por el Poder/Espíritu que levantó a Jesús de entre los muertos (exaltados en el Hijo, por el Hijo y con el Hijo a la diestra del Padre) y empoderados para sumergir a todos en el misterio del amor trinitario, fuente de una sociedad universal, que amando, rompa las cadenas que aprisionan el corazón del mundo.

Gracia y paz.            

lunes, 19 de mayo de 2014

Audio reflexión domingo 25 de mayo de 2014.

Les comparto el audio de mi reflexión para el domingo 25 de mayo de 2014 (6 de Pascua, Ciclo A).
Vínculo audio: http://www.ivoox.com/3131625

REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 25 DE MAYO DE 2014 6° DOMINGO DE PASCUA CICLO A

1. LECTURAS
Hch 8,5-8.14-17: << En aquellos días, Felipe bajo a la ciudad de Samaría y predicaba allí a Cristo. El gentío escuchaba con aprobación lo que decía Felipe, porque habían oído hablar de los signos que hacía, y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se llenó de alegría. Cuando los apóstoles, que estaban en Jerusalén, se enteraron de que Samaría había recibido la palabra de Dios, enviaron a Pedro y a Juan; ellos bajaron hasta allí y oraron por los fieles, para que recibieran el Espíritu Santo; aún no había bajado sobre ninguno, estaban sólo bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo. >>
Salmo 65: << Aclamad al Señor, tierra entera; tocad en honor de su nombre, cantad himnos a su gloria. Decid a Dios: "¡Qué temibles son tus obras!”. Que se postre ante ti la tierra entera,  que toquen en tu honor, que toquen para tu nombre. Venid a ver las obras de Dios, sus temibles proezas en favor de los hombres. Transformó el mar en tierra firme, a pie atravesaron el río. Alegrémonos con Dios, que con su poder gobierna eternamente. Fieles de Dios, venid a escuchar, os contaré lo que ha hecho conmigo. Bendito sea Dios, que no rechazó mi suplica ni me retiró su favor. >>
1 Pedro 3,15-18: << Queridos hermanos: Glorificad en vuestros corazones a Cristo Señor y estad siempre prontos para dar razón de vuestra esperanza a todo el que os la pidiere; pero con mansedumbre y respeto y en buena conciencia, para que en aquello mismo en que sois calumniados queden confundidos los que denigran vuestra buena conducta en Cristo; que mejor es padecer haciendo el bien, si tal es la voluntad de Dios, que padecer haciendo el mal. Porque también Cristo murió por los pecados una vez para siempre: el inocente por los culpables, para conducirnos a Dios. Como era hombre, lo mataron; pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida. >>
Juan 14,15-21: << En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive con vosotros y está con vosotros. No os dejaré huérfanos, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, y vosotros conmigo y yo con vosotros.
 El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él." >>
2. REFLEXIÓN
El Espíritu de Dios, principio de universalidad, verdad y vida definitiva
Jorge Arévalo Nájera
A quince días de que termine la cincuentena pascual, la Iglesia comienza a prepararnos para la gran celebración que la concluirá: la de Pentecostés, la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles. La manifestación pública de la Iglesia. Podríamos decir que su inauguración.
La 1ª lectura, tomada del libro de los Hechos, nos presenta a Felipe predicando a los samaritanos en su capital. Es una noticia inusitada si tenemos en cuenta la enemistad tradicional entre judíos y samaritanos, tan presente en los evangelios, en pasajes como la parábola del buen samaritano (Lc 10,29-37), o la conversación de Jesús con la samaritana (Jn 4,1-42) o en otros pasajes más breves (Mt 10,5; Lc 9,51-56; 17,16; Jn 8,48). Los judíos consideraban a los samaritanos como herejes y extranjeros (Cfr. 2Re 17,24-41) pues, aunque adoraban al único Dios y vivían de acuerdo con su ley, no querían rendir culto en Jerusalén, ni aceptaban ninguna revelación ni otras normas que las contenidas en el Pentateuco.
Los samaritanos pagaban a los judíos con la misma moneda pues los habían hostigado en los períodos de su poderío y habían llegado a destruir su templo en el monte Garizim. Por todo esto nos parece sorprendente encontrar a Felipe predicando entre ellos, en su propia capital, y con tanto éxito como testimonia el pasaje que hemos leído, hasta concluir con un hermoso final: que su ciudad, la de los samaritanos, "se llenó de alegría".
Esta obra evangelizadora que rompe fronteras nacionales, que supera odios y rivalidades ancestrales, provocando en cambio la unidad y la concordia de los creyentes, es obra del Espíritu Santo, como comprueban los apóstoles Pedro y Juan, que con su presencia en Samaria confirman la labor de Felipe. Se trata de una especie de Pentecostés, de venida del Espíritu Santo sobre estos nuevos cristianos procedentes de un grupo tan despreciado por los judíos. Para el Espíritu divino, no hay barreras ni fronteras. Es Espíritu de unidad y de paz.
Valdría la pena echar una mirada en retrospectiva, hacia nuestro pasado y hacer un recuento  de las divisiones, de los enconos que nos han tenido separados de familiares, amigos, vecinos o simplemente conocidos y haciendo un esfuerzo para ser congruentes con lo que decimos ser (discípulos de Cristo), atrevernos a dar ese paso que nos haga salir de nuestro egoísmo y dirigirnos a la “Samaria” en donde se encuentran todos aquellos a los que les negamos hasta el saludo por considerarlos “gente indeseable”, “samaritanos impíos” y dejémonos mover por el Espíritu que seguramente alegrará los corazones de aquellos que dejarán de ser ajenos para convertirse en hermanos.
La 2ª lectura sigue siendo, como en los domingos anteriores, un pasaje de la 1ª carta de Pedro. Escuchamos una exhortación que con frecuencia se nos repite y recuerda: que los cristianos debemos estar dispuestos a dar razón de nuestra esperanza a todo el que nos la pida.
¿Por qué creemos, por qué esperamos, por qué nos empeñamos en confiar en la bondad de Dios en medio de los sufrimientos de la existencia, las injusticias y opresiones de la historia? Porque hemos experimentado el amor del Padre, y porque Jesucristo ha padecido por nosotros y por todos, para darnos la posibilidad de llegar a la plenitud de nuestra existencia en Dios.
Por esta misma razón el apóstol nos exhorta a mostrarnos pacientes en los sufrimientos, contemplando al que es modelo perfecto para nosotros, a Jesucristo, el justo, el inocente, que en medio del suplicio oraba por sus verdugos y los perdonaba. La breve lectura termina con la mención del Espíritu Santo por cuyo poder Jesucristo fue resucitado de entre los muertos.
Hoy, más que nunca, nuestro México –y el mundo entero- necesita esperanza, no un optimismo absurdo, irresponsable e infantil, sino la esperanza madura de aquellos que han acrisolado su fe en el sufrimiento, que esperan la salvación final y definitiva luchando llenos de alegría, codo a codo con Dios y con todos los hombres, por construir en la historia un mundo más justo y digno
En la lectura del evangelio de san Juan, tomada de los discursos de despedida de Jesús que encontramos en los capítulos 13 a 17 de su evangelio, el Señor promete a sus discípulos el envío de un "Paráclito", un defensor o consolador, que no es otro que el Espíritu mismo de Dios, su fuerza y su energía, Espíritu de verdad porque procede de Dios que es la verdad en plenitud, no un concepto, ni una fórmula, sino el mismo Ser Divino que ha dado la existencia a todo cuanto existe y que conduce la historia humana a su plenitud.
Los grandes personajes de la historia permanecen en el recuerdo agradecido de quienes les sobreviven, tal vez en las consecuencias benéficas de sus obras a favor de la humanidad. Cristo permanece en su Iglesia de una manera personal y efectiva: por medio del Espíritu divino que envía sobre los apóstoles y que no deja de alentar a los cristianos a lo largo de los siglos. Por eso puede decirles que no los dejará solos, que volverá con ellos, que por el Espíritu establecerá una comunión de amor entre el Padre, los fieles y Él mismo.
El «mundo» (en el lenguaje de Juan) no puede recibir el Espíritu divino. El mundo de la injusticia, de la opresión contra los pobres, de la idolatría del dinero y del poder, de las vanidades de las que tanto nos enorgullecemos a veces los humanos. En ese mundo no puede tener parte Dios, porque Dios es amor, solidaridad, justicia, paz y fraternidad. El Espíritu alienta en quienes se comprometen con estos valores, esos son los discípulos de Jesús.
Esta presencia del Señor resucitado en su comunidad ha de manifestarse en un compromiso efectivo, en una alianza firme, en el cumplimiento de sus mandatos por parte de los discípulos, única forma de hacer efectivo y real el amor que se dice profesar al Señor. No es un regreso al legalismo judío, ni mucho menos. En el evangelio de San Juan ya sabemos que los mandamientos de Jesús se reducen a uno solo, el del amor: amor a Dios, amor entre los hermanos. Amor que se ha de mostrar creativo, operativo, salvífico.

Gracia y paz.

martes, 13 de mayo de 2014

AUDIO/REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL DOMINGO 18 DE MAYO DE 2014 5° DE PASCUA, CICLO A

Les comparto el audio de mi reflexión para el 5° Domingo de Pascua, Ciclo A. << Jesús, piedra escogida y preciosa o de tropezar y estrellarse. >>

REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL DOMINGO 18 DE MAYO DE 2014 5° DE PASCUA, CICLO A

1. LECTURAS
Hechos 6,1-7: << En aquellos días, al crecer el número de los discípulos, los de lengua griega se quejaron contra los de lengua hebrea, diciendo que no atendían bien a sus viudas en el servicio de caridad de todos los días. Los Doce convocaron al grupo de los discípulos y les dijeron: "No nos parece bien descuidar la palabra de Dios para ocuparnos de la administración. Por tanto, hermanos, escoged a siete de vosotros, hombres de buena fama, llenos de espíritu y de sabiduría, y los encargaremos de esta tarea: nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la palabra." La propuesta les pareció bien a todos y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo, a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Pármenas y Nicolás, prosélito de Antioquía. Se los presentaron a los apóstoles y ellos les impusieron las manos orando. La palabra de Dios iba cundiendo, y en Jerusalén crecía mucho el número de discípulos, incluso muchos sacerdotes aceptaban la fe. >>
Salmo 32: << Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos. Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. Que la palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre. >>
I Pedro 2,4-9: << Queridos hermanos: Acercándoos al Señor, la piedra viva desechada por los hombres, pero escogida y preciosa ante Dios, también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo. Dice la Escritura: "Yo coloco en Sión una piedra angular, escogida y preciosa; el que crea en ella no quedará defraudado." Para vosotros, los creyentes, es de gran precio, pero para los incrédulos es la "piedra que desecharon los constructores: ésta se ha convertido en piedra angular", en piedra de tropezar y en roca de estrellarse. Y ellos tropiezan al no creer en la palabra: ése es su destino. Vosotros sois una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada, un pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa. >>
Juan 14,1-12: << En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino." Tomás le dice: "Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?" Jesús le responde: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto." Felipe le dice: "Señor, muéstranos al Padre y nos basta." Jesús le replica: "Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace sus obras. Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre." >>
2. REFLEXIÓN
Jesús, piedra escogida y preciosa o de tropezar y estrellarse
Jorge Arévalo Nájera

El encuentro con Jesús no es inocuo, siempre conlleva un enorme riesgo para el hombre. La vida no puede seguir siendo la misma después de toparse con el profeta de fuego de Galilea, con ese rabino itinerante que recorrió los caminos de la Palestina del Siglo I llevando alegría, consuelo y paz a los hombres de buena voluntad, pero también llevando en sí el juicio severo a los que se cierran sobre sí mismos y todo lo apuestan por el poder y las riquezas.
Desde luego que me refiero a un encuentro profundo, en la intimidad de la conciencia. Oír acerca de Jesús no necesariamente significa hacer una experiencia profunda, pero cuando el simple oír se traduce en un escuchar, en un considerar seriamente su propuesta de vida como camino de plenitud –al menos por un momento-, entonces él se mete hasta la médula del alma, hasta lo más recóndito de la persona, más allá de las barreras psicológicas y culturales, allí donde reside el núcleo del misterio personal y entonces, no hay nada que hacer, o se recoge con él o se desparrama, o se acoge su mensaje o se le rechaza, no hay medias tintas ni componendas.
Lo dice lapidariamente la 1 Pe: << "Yo coloco en Sión una piedra angular, escogida y preciosa; el que crea en ella no quedará defraudado." Para vosotros, los creyentes, es de gran precio, pero para los incrédulos es la "piedra que desecharon los constructores: ésta se ha convertido en piedra angular", en piedra de tropezar y en roca de estrellarse. Y ellos tropiezan al no creer en la palabra. >> Se ponen en contraposición a dos tipos de hombre; lo creyentes y los incrédulos. Pero ¡cuidado con poner etiquetas!, no sea que resulte que aquellos a los que llamemos incrédulos resulten ser los creyentes y nosotros, los que nos hacemos llamar pomposamente discípulos/creyentes, resultemos ser los incrédulos.
Porque conviene preguntarse ¿quién es creyente?, ¿el que recita de memoria citas bíblicas, está adscrito formalmente a una religión y realiza muchas obras? ¿o el que incluso sin pertenecer a ninguna confesión cristiana vive luchando día a día por crear un ambiente más justo y alegre, se pone de lado de los más desfavorecidos y se convierte así en signo de esperanza para los que sufren? ¡Estos son los que proclaman las hazañas del que los llamó a salir de la tiniebla para entrar en su luz admirable! ¡Es para estos que Jesús es piedra preciosa sobre la que construyen sólidamente su existencia!
De acuerdo a la teología del Nuevo Testamento, todo hombre que vive desde las categorías del amor, aunque no esté adscrito formalmente al selecto grupo de escogidos por Jesús para formar lo que será el núcleo de su Iglesia, está del lado de Jesús porque está del lado del hombre y por lo tanto, forma parte del Reino de Dios. Al mismo tiempo, todo aquel que vive desde las categorías del egoísmo, de la indiferencia ante el que sufre y de la búsqueda del poder para sojuzgar y explotar, vive en contra de Jesús, sin importar su ideología religiosa… ¡Estos son los que desoyen el llamado de Jesús para abandonar la tiniebla y penetrar en el mundo de la luz! ¡Es para estos que Jesús es piedra con la que tropiezan y su vida se despedaza!
Entonces, se preguntará usted amable lector, ¿para qué carambas sirve adscribirse a la Iglesia Católica, la Luterana, La Presbiteriana o cualquier otra? ¿Basta entonces amar y la Iglesia (sólo hay una Iglesia de Cristo, por el pecado fraccionada) es superflua? ¡En modo alguno!, creo sinceramente que la fe tiene que plasmarse mediante un sistema religioso formado por un conjunto de gestos simbólicos y una doctrina diseñados para ayudar al creyente a expresar y alimentar su encuentro con el Dios de la vida. Lo que afirmo es que si ese sistema religioso no ayuda a ir encontrándose cada vez más profundamente con Dios sino que acaba siendo su sucedáneo barato, entonces, tal sistema religioso NO SIRVE PARA NADA, o mejor dicho, sirve para oprimir y alienar al ser humano.
En el evangelio de Juan, Jesús anuncia a sus discípulos su partida, su asesinato es inminente y debe preparar a sus discípulos para superar la prueba de su ausencia temporal. Su partida no es solamente fruto del pecado del hombre, sino y sobre todo, fruto de su libre voluntad de entregarse por amor para provecho salutífero del género humano. Él se va a prepararles un sitio (existencial, no físico) a su lado y después, volverá para llevarlos con él (comunión escatológica).
Pero este “llevar” de Jesús exige una actitud responsable de parte de los discípulos, ellos deben seguir el camino que Jesús les ha mostrado con su propio ejemplo; han de entregar la vida por amor, exactamente como él lo ha hecho. No existe otro modo de encontrarse con el Padre –origen y meta de la vida humana- que seguir los pasos del Hijo.
La única búsqueda del hombre es encontrarse cara a cara con Dios, mirarlo, dejarse abrazar por sus cálidos y amantes brazos, reposar la cabeza en sus entrañas maternas de misericordia y realizar por fin el sueño tan largamente anhelado. Pues bien, de acuerdo al Nuevo Testamento, eso sólo es posible siguiendo a Jesús, asumiendo sus opciones, principios y valores… ¡Él es el camino, la verdad y la vida, quien lo ve a él ve al Padre!
Más aún, la ida al Padre por parte de Jesús, garantiza algo que parecía imposible al hombre ¡libertad sin límites, plenitud existencial, paz y gozo definitivos…! << El que cree en mí, hará las mismas obras que yo hago y aún mayores, porque yo voy al Padre. >>, lo único que se pide es tener fe, es decir, adherirse con todo el ser a Jesús, hacerle la opción fundamental de la vida, seguirle a pesar de todas las dudas, en la oscuridad de la noche y en la luminosidad del día, levantarse tras cada caída para continuar el camino en pos de la verdad y la vida.

Gracia y paz. 

martes, 6 de mayo de 2014

AUDIO/REFLEXIÓN DOMINGO 11 DE MAYO 2014_4° DE PASCUA CICLO A

Les comparto el audio de mi reflexión para el 4° domingo de Pascua. Ciclo A: << Sólo Jesús conduce a la plena Libertad >>

VÍNCULO AUDIO: http://www.ivoox.com/reflexion-11-mayo-2014-4-domingo-pascua-audios-mp3_rf_3090181_1.html

REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL DOMINGO 11 DE MAYO DE 2014 4° DE PASCUA, CICLO A

1. LECTURAS
Hechos 2,14a.36-41: << El día de Pentecostés, Pedro, de pie con los Once, pidió atención y les dirigió la palabra: "Todo Israel esté cierto de que al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías." Estas palabras les traspasaron el corazón, y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles: "¿Qué tenemos que hacer, hermanos?" Pedro les contestó: "Convertíos y bautizaos todos en nombre de Jesucristo para que se os perdonen los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque la promesa vale para vosotros y para vuestros hijos y, además, para todos los que llame el Señor, Dios nuestro, aunque estén lejos." Con estas y otras muchas razones les urgía, y los exhortaba diciendo: "Escapad de esta generación perversa." Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día se les agregaron unos tres mil. >>
Salmo 23: << El Señor es mi pastor, nada me falta. En verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida,  y habitaré en la casa del Señor  por años sin término. >>
I Pedro 2,20b-25: << Queridos hermanos: Si, obrando el bien, soportáis el sufrimiento, hacéis una cosa hermosa ante Dios. Pues para esto habéis sido llamados, ya que también Cristo padeció su pasión por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas. Él no cometió pecado ni encontraron engaño en su boca; cuando lo insultaban, no devolvía el insulto; en su pasión no profería amenazas; al contrario, se ponía en manos del que juzga justamente. Cargado con nuestros pecados subió al leño, para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Sus heridas os han curado. Andabais descarriados como ovejas, pero ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras vidas. >>
Juan 10,1-10: << En aquel tiempo, dijo Jesús "Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda, y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera.
Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños." Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: "Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante." >>
2. REFLEXIÓN
SÓLO JESÚS CONDUCE A LA PLENA LIBERTAD
Lic. Jorge Arévalo Nájera
Para la mentalidad contemporánea, cada vez más abierta a la pluralidad y más consiente sobre la necesidad imperiosa de aceptar lo diverso como parte de la riqueza cultural y antropológica, afirmaciones de exclusividad en cualquier orden, suenan a fanatismo e intolerancia excluyente. Es mi intención demostrar en esta reflexión, que en el cristianismo, la unicidad y la diversidad son sintetizadas admirablemente en Cristo Jesús.
 En el ámbito cristiano, los que prestamos nuestra adhesión a Cristo, proclamamos sin ambigüedades que sólo Jesús salva. Es una declaración de fe irrenunciable la exclusividad de Jesús como único camino de plenitud y realización trascendente del género humano.
Pero una vez dicho y afirmado lo anterior, debemos también afirmar que esto, por paradójico que sea, no significa exclusión ni menosprecio de ninguna otra experiencia y tradición religiosa, y esto es así porque el Misterio infinito de Cristo no puede encajonarse en ningún esquema doctrinal o ritual, él está por encima de cualquier credo o confesión, él es el corazón del mundo y palpita irradiando su influjo salvífico sin excepción de personas, la salvación/plenitud es para todos los hombres de buena voluntad que se abran al amor en sus infinitas aristas, porque Dios es amor… << Porque la promesa vale para vosotros y para vuestros hijos y, además, para todos los que llame el Señor, Dios nuestro, aunque estén lejos. >>
Es verdad que El Verbo Increado y Eterno se encarnó en la persona concreta de Jesús de Nazaret, en un contexto histórico cultural y religioso perfectamente definido y que en este sentido, Jesús fue un judío galileo que vivió entre los años 6-4 a.C y el 30 d.C. Pero él ya actuaba en el mundo, en las diversas manifestaciones culturales, religiosas y filosóficas anteriores a su encarnación. Era, ciertamente, una acción preparatoria a su irrupción definitiva y perfecta en el mundo, pero ya era acción salvífica para la humanidad.
Ya el Verbo se anunciaba y atraía a los hombres en el esplendor de la creación y él mismo está inscrito como ley natural en el corazón de todos ellos para irlos conduciendo hacia la plenitud en el amor.
Es cierto que el libro de los Hechos de los Apóstoles indica que como fruto del arrepentimiento por la felonía del deicidio, se exigen dos cosas; convertirse y hacerse bautizar y se prometen otras dos; perdón de los pecados y don del Espíritu. Sin embargo, no debemos interpretar este texto en clave exclusivamente moral y sacramental, como si Lucas se refiriera a una conversión moral previa al rito llamado bautismo, en el cual se recibirían el perdón de los pecados y el Espíritu Santo. Esta interpretación estaría falseando o al menos mutilando la intención catequética de Lucas, que si bien tiene como trasfondo el sacramento, se refiere más bien a una conversión existencial (cambio de vida) y a una inmersión (bautismo) también existencial en el misterio de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. El rito sacramental es así, fuente y expresión plástica de una existencia convertida e inmersa en Cristo.
Tanto en el Salmo como en el texto de 1 Pedro y Evangelio de Juan, se tematiza la absolutez de Cristo como Salvador del hombre mediante la figura emblemática del pastor. Evidentemente que estamos haciendo una lectura cristológica del Salmo, en el que en un primer nivel de Lectura, es Yahvé el Pastor por excelencia. Los cristianos, muy pronto releyeron este bellísimo Salmo en clave cristológica, identificando a Jesús como el delegado plenipotenciario y definitivo de su Padre para conducir a su pueblo fiel con su vara y su cayado hacia verdes pastos y aguas de reposo, para infundirles valor y fortaleza al cruzar los valles del terror y la muerte, para ungir su cabeza con el perfume del amor y llenar su vida de gozo y alegría, para poner frente a ellos la mesa repleta con viandas nutricias a despecho de sus enemigos, y para escoltarlos todos los días de su vida con su bondad y su misericordia hasta la consumación en la metahistoria.
En la 1 Pedro, el autor de la carta exhorta a la Iglesia perseguida y sufriente a mantenerse firmes en el testimonio, anclados en la fe de que el sufrimiento de Cristo, entregado por amor a ellos, les ha salvado y ahora deben vivir siguiendo el ejemplo de él, y ya muertos al pecado vivan para la justicia, es decir, para llevar a otros mediante el testimonio, la misma salvación que ellos han experimentado. El texto concluye mostrando a Cristo como el pastor y guardián de las vidas de estos que se mantienen fieles en el sufrimiento.
Finalmente, el evangelio de Juan, nos presenta la gloriosa página en la que Jesús se llama a sí mismo el Buen Pastor. El texto es un primer nivel de lectura, una fuerte invectiva contra las autoridades religiosas que explotan y abusan del pueblo, inculcándoles una malsana ideología opresora en la que Dios aparece como un juez implacable que declara pecadores a todos, excluidos de la comunidad salvífica y cuya única posibilidad de reivindicación es el rito purificador de los sacrificios en el templo, para aplacar su ira. La administración, desde luego, está en manos de las autoridades religiosas para asegurarles pingues ganancias monetarias. Pues bien, Jesús desenmascara a los supuestos pastores y les llama ladrones y bandidos, son usurpadores del único pastoreo válido que es el de Jesús, pastoreo que consiste en entregar la vida por las ovejas.
Es muy importante entender que si bien el texto es eminentemente cristológico, también hace alusión a la vida de la Iglesia, porque Jesús, al llamarse a sí mismo “Puerta del redil” y mencionar a otros que entran por dicha puerta, está hablando de los pastores humanos que son llamados a conducir al pueblo por encargo del mismo Cristo. Estos deben “entrar”, al redil a través de una vida configurada en Cristo, por lo tanto, en el amor solícito, fiel y servicial a las ovejas, hasta el extremo de entregar la vida por ellas. Cualquier otra clase de pastoreo es espurio, y la oveja no está obligada a escuchar la voz de dicho usurpador, más aún, debe ser sorda a su voz.
Estoy seguro de que en buena medida, la razón por la cual el pueblo presta oídos sordos a algunos de los jerarcas de la Iglesia es porque no los percibe como testimonios vivos del Cristo que vivió por y para los pobres y sin embargo, este mismo pueblo reconoce de inmediato la voz de Cristo en pastores que auténticamente viven como él, que le acompañan en sus luchas y sufrimientos, que hablan verdad y que desenmascaran toda clase de triquiñuelas y explotaciones sin importar de quien se trate.
Pero no paran aquí las implicaciones espirituales del texto. También es posible aplicar la invectiva de Jesús a todos aquellos que de una u otra manera poseen un influjo sobre otros, ya sea en el ámbito familiar (padres sobre hijos), laboral (jefes sobre sub-alternos), comunitario (ministerios al servicio de los hermanos). Es un fuerte llamado a revisar y en su caso replantear nuestras relaciones de poder, que deben estar siempre encaminadas a conducir a los demás hacia el encuentro con aquel que es la plenitud y felicidad.
Les dejo algunos cuestionamientos para que en ámbito de oración y reflexión dialoguen con el Señor: ¿Cómo hemos experimentado la conducción pastoral de Cristo en nuestra vida? ¿Cómo vivimos el sufrimiento que causa vivir con radicalidad el seguimiento de Cristo? ¿Cómo vivimos nuestra responsabilidad pastoral con respecto a los que Dios ha puesto bajo nuestro cuidado?

Gracia y paz.