lunes, 30 de junio de 2014

REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 6 DE JULIO DE 2014 14° DOMINGO ORDINARIO CICLO A

1. LECTURAS

Za 9,9-10 << Así dice el Señor: "Alégrate, hija de Sión; canta, hija de Jerusalén; mira a tu rey que viene a ti justo y victorioso; modesto y cabalgando en un asno, en un pollino de borrica. Destruirá los carros de Efraín, los caballos de Jerusalén, romperá los arcos guerreros, dictará la paz a las naciones; dominará de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra." >>

Sal 144 << Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; / bendeciré tu nombre por siempre jamás. / Día tras día, te bendeciré / y alabaré tu nombre por siempre jamás. El Señor es clemente y misericordioso, / lento a la cólera y rico en piedad; / el Señor es bueno con todos, / es cariñoso con todas sus criaturas. Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, / que te bendigan tus fieles; / que proclamen la gloria de tu reinado, / que hablen de tus hazañas. El Señor es fiel a sus palabras, / bondadoso en todas sus acciones. / El Señor sostiene a los que van a caer, / endereza a los que ya se doblan.  >>

Ro 8,9.11-13 << Hermanos: Vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros. Así, pues, hermanos, estamos en deuda, pero no con la carne para vivir carnalmente. Pues si vivís según la carne, vais a la muerte; pero si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis. >>

Mt 11, 25-30 << En aquel tiempo, exclamó Jesús: "Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera." >>

2. REFLEXIÓN

Morir según la carne para hallar el descanso en el yugo del Hijo

Jorge Arévalo Nájera

¿Un rey montado en un pollino, cría de asna?, ¿Al mismo tiempo victorioso y humilde?, ¿Cómo puede dominar al orbe entero e implantar la paz un soberano con estas características?
 Hoy, igual que en el tiempo del profeta Zacarías (seguramente por eso en la presentación que del Rey-Mesías hace la teología israelita este texto fue prácticamente ignorado y se dio prioridad a los textos mesiánicos de estilo davídico) el pensamiento generalizado va exactamente en la línea contraria, la línea del poder y la imposición como único camino para alcanzar las metas que anhela el corazón humano. Y no importa el ropaje que pongamos a esta ideología, puede estar revestido de piadosas y religiosas costumbres o de ancestrales tradiciones familiares, si éstas están al servicio de la intolerancia y la exclusión, son manifestaciones del ejercicio del poder al que Jesús llamaba demoníaco.

No cabe duda, la mentalidad imperante, los criterios y valores con los que interpretamos la realidad poco o nada tienen que ver con el eje axiológico (conjunto de valores) de Jesús, más aún me atrevo a decir que el Evangelio escandaliza a muchos “cristianos” ultra-religiosos (los cuales seguramente mandarían al mismísimo Jesús a la hoguera por radical y pervertidor de las buenas costumbres).

Precisamente porque el marco interpretativo con que nos acercamos a la realidad constituye un enorme obstáculo para entrar en la dinámica de una recta comprensión de la propuesta de Dios (que no es otra cosa que el Reino predicado por Jesús), es absolutamente necesario cambiar la mentalidad para poder adherirse a la Buena Nueva.

Las palabras con las que Jesús inicia su predicación según el Evangelio de Marcos: <<El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios ha llegado; convertíos y creed en la Buena Nueva>> (Mc 1, 15), son la clave para penetrar en la comprensión de las siempre paradójicas enseñanzas de la Sagrada Escritura. La primera parte del versículo en cuestión es declarativa, anuncia el presente de una promesa largamente añorada: el tiempo de la definitiva implantación del Reino de Dios y el gozo que éste trae a los hombres.

La segunda parte posee un carácter al mismo tiempo imperativo y exhortativo en la que se revelan como absolutamente necesarias dos condiciones para hacer experiencia de ese Reino: por un lado está la conversión y por otro la adhesión irrestricta (fe) al anuncio de la Buena Nueva. Ahora bien, si ambas son exigidas significa que son realidades por alcanzar, que requieren el concurso de la voluntad para lograrse, y por lo tanto, en último análisis la experiencia (aunque no la realidad que se experimenta) de la <<Basileia tou Theou>> (Reino de Dios) depende en buena medida del hombre.

 Pero la conversión es mucho más que el mero cambio exterior de un determinado código ético o moral o de un conjunto doctrinal con carácter dogmático. Cambiar de mentalidad significa un giro copernicano de 180º que implica una trastocación total de los valores que percibimos como verdaderos y apetecibles y con los cuales regimos nuestra vida. Convertirse significa creer irrenunciablemente que el amor oblativo es la única fuerza capaz de transformar el mundo, que la renuncia a toda forma de poder impositivo para abrazar la humildad como forma de conquistar el orbe entero (el rey sobre un pollino y por eso victorioso y dominador de todo). Creer es la consecuencia lógica del convertirse, uno solo se adhiere existencialmente a aquello que considera fírmemente como única posibilidad de salvación o plenitud.

Uno sólo puede alegrarse con el anuncio de la Palabra cuando ésta trae la noticia de algo completamente nuevo que es capaz de hacer exultar al corazón precisamente porque no puede brotar de la iniciativa humana y por ello tiene el poder de salvar, de llevar hacia una dimensión inimaginable de armonía “El suprimirá los cuernos de Efraín y los caballos de Jerusalén (los cuernos y los caballos son imagen del poder mundano); será suprimido el arco de combate y él proclamará la paz a las naciones”

Aquí existen un cúmulo de aplicaciones espirituales para nuestra vida: me pregunto que pasaría si en lugar de enseñar a nuestros hijos que la felicidad se encuentra en lograr escalar los peldaños del escalafón social hasta alcanzar la cima donde se encuentra la elite socio-económica, les enseñáramos (sobre todo con el ejemplo) que la plenitud de la vida se encuentra más bien en el no retener ávidamente los bienes obtenidos sino en el abrir los brazos para compartirlos.

¡Que distinto sería el mundo si en lugar de monstruos fagocitantes nos convirtiéramos en fuente de agua viva que mana sin cesar, en dadores permanentes de lo que somos y tenemos! Pero no acabamos de convertirnos y menos de adherirnos a la loca propuesta de Jesús, es un eterno círculo vicioso; no creemos porque no nos convertimos y no nos convertimos porque no nos atrevemos a hacer vida la Palabra, y es que el criterio hermenéutico (interpretativo) del Evangelio es la praxis, pero la praxis es también consecuencia del creer, la una se alimenta del otro y viceversa.

Pablo dice lo mismo aunque con otras categorías teológicas en su carta a los Romanos:Pues si vivía según la carne moriréis. Pero si con el Espíritu hacéis morir las obras del cuerpo, viviréis” Desde luego que Pablo piensa en semita y no en griego, y por lo tanto, la contraposición carne-espíritu no se refiere a lo material versus lo inmaterial,  sino a lo carnal como el hombre cerrado sobre sí mismo, al hombre auto-interpretativo, que excluye todo otro punto de referencia para entenderse a sí mismo y para construir su historia y así y sin saberlo es el hombre débil, caduco y destinado a la aniquilación, mientras que espíritu se refiere al hombre abierto de tajo hacia el infinito, hacia Dios y por lo tanto a la trascendencia que le viene de fuera, de más allá de sus estrechos límites.

Las obras de la carne son pues todas las manifestaciones del ser corpóreo egocéntrico con que impacta al mundo siempre de forma negativa, y las obras del espiritual son las manifestaciones del hombre que abierto a Dios inocula la vida en la historia ya que su propia vida está transida por el Espíritu resucitador del Padre. En este punto se hace necesaria una aplicación espiritual inmediata de las palabras del apóstol: ¡Si tan sólo creyéramos de verdad que nos ha sido dado el Espíritu creador, ese mismo Espíritu que dominó el caos primordial para generar la vida! ¡Si fuéramos capaces de introyectar en lo más profundo de nuestro subconsciente personal y colectivo esta verdad revelada fruto de la acción graciosa y misericordiosa del Padre!

¡Nada es imposible para el espiritual, las aguas del mar se abren ante los hijos de Dios, el miedo a la muerte ha sido vencido y la libertad se hace posible, los viejos atavismos que anquilosaban el corazón han sido hechos trizas, no hay traumas ni dolores que puedan atenazar cual cadenas a la nueva humanidad de los que han nacido del Espíritu! Ya es hora de cambiar nuestro trillado y alienante discurso “¡Es imposible vivir el Evangelio! ¡Yo no puedo con las exigencias de Jesús! ¡El pecado me domina!”, es cierto que para el que vive según la carne es imposible, pero no contristemos al Espíritu negando su acción todopoderosa en nosotros y repitamos con Pablo hasta el cansancio y en todo momento: ¡Todo lo puedo en Cristo Jesús que me fortalece!

Recordemos que de algún modo (y nada despreciable por cierto) la fe se recibe por la predicación, y esto quiere decir que nos llega formulada como un discurso lingüístico que debe ser procesado, asimilado, rumiado, repetido permanentemente hasta que penetre hasta los más recónditos reductos del subconsciente. Esto ya lo entendían a la perfección los cristianos de los orígenes al elaborar reglas de fe, himnos cristológicos, ritos, relatos catequéticos, etc., que tenían la finalidad de mantener viva en la mente y el corazón la fe en Jesucristo muerto y resucitado, Rey del Universo y dominador de todo, Señor de las vidas y camino que conduce al conocimiento del Padre.

Así, el texto de Zacarías encuentra su explicación y cumplimiento último en la persona del Hijo que se manifiesta como el Rey-Mesías humilde y pacificador, descifrador del criptograma divino y humano al mismo tiempo que dador del descanso sabático escatológico en el que el hombre encuentra la quietud necesaria para encontrarse finalmente con aquel que es su origen y meta última. Pero todo esto a condición de que nos convirtamos y creamos, muramos a la carne y viviendo en el Espíritu nos adhiramos al yugo suave del Hijo.


Gracia y paz

lunes, 23 de junio de 2014

AUDIO/REFLEXIÓN DOMINGO 29 DE JUNIO DE 2014.

Les comparto el audio de mi reflexión sobre las lecturas proclamadas en la Asamblea Eucarística del domingo 29 de junio de 2014.

VÍNCULO AUDIO: http://www.ivoox.com/reflexion-29-junio-2014-13-ordinario-ciclo-a-audios-mp3_rf_3249406_1.html

Un abrazo.

REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL DOMINGO 29 DE JUNIO DE 2014 SANTOS PEDRO Y PABLO, APÓSTOLES

1. LECTURAS
Hch 12,1-11: << En aquellos días, el rey Herodes se puso a perseguir a algunos miembros de la Iglesia. Hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos, decidió detener a Pedro. Era la semana de Pascua. Mandó prenderlo y meterlo en la cárcel, encargando su custodia a cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno; tenía intención de presentarlo al pueblo pasadas las fiestas de Pascua. Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él. La noche antes de que lo sacara Herodes, estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel. De repente, se presentó el ángel del Señor, y se iluminó la celda. Tocó a Pedro en el hombro, lo despertó y le dijo: "Date prisa, levántate." Las cadenas se le cayeron de las manos, y el ángel añadió: "Ponte el cinturón y las sandalias." Obedeció, y el ángel le dijo: "Échate el manto y sígueme." Pedro salió detrás, creyendo que lo que hacía el ángel era una visión y no realidad. Atravesaron la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la calle, y se abrió solo. Salieron, y al final de la calle se marchó el ángel. Pedro recapacitó y dijo: "Pues era verdad: el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos." >>
Sal 33: << Bendigo al Señor en todo momento, / su alabanza está siempre en mi boca; / mi alma se gloría en el Señor: / que los humildes lo escuchen y se alegren. Proclamad conmigo la grandeza del Señor, / ensalcemos juntos su nombre. / Yo consulté al Señor, y me respondió, / me libró de todas mis ansias. Contempladlo, y quedaréis radiantes, / vuestro rostro no se avergonzará. / Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha / y lo salva de sus angustias. El ángel del Señor acampa / en torno a sus fieles y los protege. / Gustad y ved qué bueno es el Señor, / dichoso el que se acoge a él. >>
2 Tim 4,6-8,17-18: << Querido hermano: Yo estoy a punto de ser sacrificado, y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida. El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén. >>
Mt 16,13-19: << En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?" Ellos contestaron: "Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas." Él les preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" Simón Pedro tomó la palabra y dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo." Jesús le respondió: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo:
Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo." >>
2. REFLEXIÓN
Confiar en Dios, ¿Acto suicida o radical liberación?
Jorge Arévalo Nájera
Este domingo, la Iglesia universal celebra la festividad de San Pablo y San Pedro apóstoles y las lecturas que se nos proclaman cumplen dos objetivos; por un lado continúan de manera natural la temática del domingo pasado (la persecución discipular) y al mismo tiempo nos presentan dos testimonios (Primera y segunda lectura) de la vida de Pedro y Pablo respectivamente. Así, la vida de éstos aparece como paradigma en la espiritualidad de todo seguidor de Jesús.
En la reflexión de la semana pasada hemos abordado la necesaria conflictividad que el discípulo tiene que asumir en su seguimiento del Cristo de cara a la sociedad en que se encarna el Evangelio. Ya entonces descubríamos la invitación que nos hace Jesús a desechar el temor abandonados en la plena confianza en el amor providente del Padre. Pero, ¿Cómo debemos entender más precisamente la acción protectora de Dios, su asistencia permanente para aquel que decide vivir con radicalidad su proyecto?
Una interpretación asistencialista de la providencia divina no puede ser sostenida por más tiempo, la mera realidad objetiva hace añicos todo intento por entender la providencia como una especie de protección cuasi-mágica que protegería al creyente tanto de los peligros propiamente “naturales” que amenazan la vida biológica (terremotos, accidentes, enfermedades, etc.) como de los ataques específicos que sufre el cristiano por su seguimiento de Cristo( persecución por sus creencias y testimonio de vida, por su enfrentamiento directo con los poderes que oprimen a los pobres, por su denuncia profética en contra de toda actitud que atente contra la caridad, etc.), y esto queda patente en la forma en que el mismísimo Jesús y después, a lo largo de dos milenios, sus seguidores fieles han muerto. Pareciera que la constante es más bien la desprotección divina en el momento del martirio y la muerte y suenan a burla (o al menos a mentira piadosa) frases bíblicas como las siguientes: “He buscado a Yahvé, y me ha respondido: me ha librado de todos mis temores…cuando el pobre grita, Yahvé oye, y le salva de todas sus angustias, etc.” (Salmo)
No podemos olvidar desde luego el grito que brota de la boca de Jesús colgado del madero: “Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?”, palabras éstas que siguen calando hondo en la conciencia y el corazón de los cristianos y que exigen una denodada búsqueda teológica y espiritual. El interrogante, más que la respuesta certera e inequívoca se perfila en el horizonte y se invita al creyente a penetrar más allá de la razón en el oscuro misterio de la fe. Pero dejemos que la Palabra nos proporcione pautas interpretativas que nos conduzcan a vislumbrar caminos que recorrer aunque no respuestas de recetario de cocina.
El libro de los Hechos de los Apóstoles, nos presenta un relato con rasgos de leyenda (relato con fines catequéticos y motivantes) acerca de la liberación de Pedro estando encarcelado como resultado de la persecución de Herodes a la Iglesia. La perícopa deja bien en claro que la libertad de Pedro no puede provenir de su propio esfuerzo (las condiciones de seguridad de su prisión hacen ver a Alcatraz y Almoloya como parque de diversiones).
En contraposición, se encuentra la pequeña, frágil, disminuida y perseguida comunidad cristiana, que sólo acierta a realizar una actividad que a los ojos de muchos es inútil: ¡Orar!, ¡Pedir a Dios por su pastor y guía! Son dos mundos contrapuestos, por un lado está la facticidad de los poderes mundanos capaces de aplastar despóticamente a la nueva humanidad que en Cristo ha nacido y por otro lado, está la única arma que al cristiano le es permitida para confrontar  esos poderes, ¡la fe que se expresa en una oración!
¿No es verdad que esta paradigmática situación ha sido vivida en múltiples ocasiones por muchos de nosotros, amables lectores? ¿No es verdad que a veces la implacable enfermedad que va destruyendo poco a poco al ser amado sin que podamos hacer apenas nada por él, aparece a nuestros ojos como un enemigo invencible? ¿No es verdad que cuando la traición, la difamación y la violencia nos son aplicadas parece que una cárcel custodiada por cuatro escuadras de cuatro soldados y unas cadenas que nos atan nos mantienen encerrados en el sinsentido y la amargura?
Y es que la persecución al discípulo seguidor de Cristo no es sólo, ni necesariamente una persecución y martirio físicos, toda relación interpersonal cuando quiere ser vivida desde las categorías evangélicas corre el riesgo de producir persecución y sufrimiento en el cristiano.
Sin embargo, estando en esta situación desesperada, cuando no cabe pensar en ninguna posibilidad que provenga de la mera iniciativa humana, surge la oportunidad para Dios, la situación se abre a la posibilidad de ser trascendida y convertirse en espacio de salvación: <<De pronto, se presentó el Ángel del Señor y la celda se llenó de luz. Le dio el ángel a Pedro en el costado, le despertó y le dijo: “Levántate aprisa” Y cayeron las cadenas de sus manos>>
 Hasta aquí pura gracia, solo acción de Dios que hace caer las cadenas, pasar entre los centinelas que guardan la prisión y abrir su puerta de hierro. Pero la gracia no basta, al liberto le corresponde responder a la gratuidad del don: <<Levántate aprisa>>, <<Cíñete y cálzate las sandalias>>, <<Ponte el manto y sígueme>> La situación que le corresponde al que ha sido desatado de las cadenas que le mantienen atado a su prisión, es la de los resucitados (de pie, sin dilación), presto para el servicio (ceñido), listo para iniciar la salida de la opresión hacia la tierra que mana leche y miel (calzadas las sandalias), con la nueva identidad de hijo (el manto puesto) y la actitud de relativización y desprendimiento de todo lo adquirido (seguirlo). <<Cristo nos ha liberado para ser libres>> afirma el apóstol de las gentes en Gal 5,1.
Los contenidos de la libertad de la que se nos habla en Hechos de los Apóstoles y que es fruto de la asistencia providente de Dios que socorre al perseguido, se profundiza y aclara en 2 Tim: no se puede tratar de la libertad física puesto que Pablo mismo reconoce estar a punto de morir a manos de los Romanos << Porque estoy a punto de ser derramado en libación y el momento de mi partida es inminente>> y sus palabras suenan a despedida.
Sin embargo, se manifiesta la firme esperanza del que ha <<competido en la noble competencia>> (de la vida evangélica, se sobreentiende) y aguarda la victoria que el Señor le ha asegurado <<Y desde ahora me aguarda la corona de la justicia que aquel día me entregará el Señor, el justo Juez...>> Y aunque su esperanza habla de un cumplimiento definitivo ubicado en un futuro metahistórico <<El Señor me librará de toda obra mala y me salvará guardándome para su Reino celestial>>, nada más lejos del pensamiento y la fe del apóstol que una esperanza desvinculada de la historia, pues ya ha experimentado en el pasado <<Y fui librado de la boca del león>> la asistencia y fortaleza que de Dios proceden.
Precisamente porque la salvación es experimentada en la historia, es posible la apertura del corazón a un futuro insospechado de plena realización. Es interesante notar como esa esperanza escatológica que se fundamenta en la libérrima y graciosa acción de Dios, también tiene un punto de inserción en la respuesta que Pablo ha dado a la gracia <<Pero el Señor me asistió para que, por mi medio, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todos los gentiles>>. Así, gracia y respuesta articulan la espiritualidad y esperanza paulina, que siendo paradigmática, se abre a todos y cada uno de los creyentes de todas las épocas <<...y no solamente a mí, sino también a todos los que hayan esperado con amor su manifestación>>.
De este modo, la libertad que genera la providencia divina va más allá de las parciales y puntuales liberaciones históricas, y aunque las asume, las supera lanzando al hombre hacia una vida esperanzada porque definitivamente libre de todas las ataduras. Es verdad que en muchas ocasiones, la persecución (externa o interna) que sufre todo discípulo realmente comprometido con el Evangelio provoca sufrimiento, y también es verdad que tenemos que habérnosla con el hecho de que en ocasiones Jesús parece dormir en medio de las tempestades que amenazan la barca, pero también es cierto que si somos valientes y perseverantes en el testimonio y fijamos la mirada con los ojos luminosos de la fe en el horizonte redimido de nuestra vida, se manifestará la paz que solo Dios da y que supera todo entendimiento y lógica humana.
Sólo el que es capaz de asumir la vida desde esta perspectiva podrá responder, ya no con respuestas aprendidas de memoria en el catecismo o en algún curso de Cristología sino desde el testimonio y la existencia, al cuestionamiento vital que nos hace Jesús en el Evangelio de Mateo y en el que el discípulo se juega el todo por el todo: << ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre? y vosotros, ¿quién decís que soy yo?>>

Gracia y paz. 

martes, 17 de junio de 2014

AUDIO/REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 22 DE JUNIO DE 2014 12° DOMINGO ORDINARIO CICLO A

Les comparto el audio de mi reflexión para el domingo 22 de junio de 2014 << Declarantes del Hijo y perseguidos por el mundo >>

VÍNCULO AUDIO: http://www.ivoox.com/reflexion-22-junio-2014-12-ordinario-ciclo-a-audios-mp3_rf_3230954_1.html

REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 22 DE JUNIO DE 2014 12° DOMINGO ORDINARIO CICLO A

1. LECTURAS

Jr 20, 10-13 << Oía los rumores de la gente: “¡Terror por todas partes! ¡Denúncienlo! ¡Sí, lo denunciaremos!”. Hasta mis amigos más íntimos acechaban mi caída: “Tal vez se lo pueda seducir; prevaleceremos sobre él y nos tomaremos nuestra venganza”. Pero el Señor está conmigo como un guerrero temible: por eso mis perseguidores tropezarán y no podrán prevalecer; se avergonzarán de su fracaso, será una confusión eterna, inolvidable. Señor de los ejércitos, que examinas al justo, que ves las entrañas y el corazón, ¡que yo vea tu venganza sobre ellos!, porque a ti he encomendado mi causa. ¡Canten al Señor, alaben al Señor, porque él libró la vida del indigente del poder de los malhechores! >>

Sal 68 << Por ti he sufrido oprobios y la vergüenza cubre mi semblante. Extraño soy y advenedizo, aun para aquellos de mi propia sangre; pues me devora el celo de tu casa, el odio del que te odia, en mí recae. A ti, Señor, elevo mi plegaria, ven en mi ayuda pronto; escúchame conforme a tu clemencia, Dios fiel en el socorro. Escúchame, Señor, pues eres bueno y en tu ternura vuelve a mí tus ojos. Se alegrarán al verlo los que sufren; quienes buscan a Dios tendrán más ánimo, porque el Señor jamás desoye al pobre ni olvida al que se encuentra encadenado. Que lo alaben por esto cielo y tierra, el mar y cuanto en él habita. >>

Ro 5, 12-15 << Por lo tanto, por un solo hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron. En efecto, el pecado ya estaba en el mundo, antes de la Ley, pero cuando no hay Ley, el pecado no se tiene en cuenta. Sin embargo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso en aquellos que no habían pecado, cometiendo una transgresión semejante a la de Adán, que es figura del que debía venir. Pero no hay proporción entre el don y la falta. Porque si la falta de uno solo provocó la muerte de todos, la gracia de Dios y el don conferido por la gracia de un solo hombre, Jesucristo, fueron derramados mucho más abundantemente sobre todos. >>

Mt 10, 26-33 << No les teman. No hay nada oculto que no deba ser revelado, y nada secreto que no deba ser conocido. 27 Lo que yo les digo en la oscuridad, repítanlo en pleno día; y lo que escuchen al oído, proclámenlo desde lo alto de las casas. 28 No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien a aquel que puede arrojar el alma y el cuerpo a la Gehena. 29 ¿Acaso no se vende un par de pájaros por unas monedas? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae en tierra, sin el consentimiento del Padre que está en el cielo. 30 Ustedes tienen contados todos sus cabellos. 31 No teman entonces, porque valen más que muchos pájaros. 32 Al que me reconozca abiertamente ante los hombres, yo lo reconoceré ante mi Padre que está en el cielo. 33 Pero yo renegaré ante mi Padre que está en el cielo de aquel que reniegue de mí ante los hombres. >>

2. REFLEXIÓN


Declarantes del Hijo y perseguidos por el mundo

Jorge Arévalo Nájera

El hombre busca por tendencia natural la homeostasis, el equilibrio, la seguridad de lo inmutable y por lógica consecuencia, rehuye la conflictividad que generan los cambios. Sobre todo, esto se hace evidente cuando se experimenta una situación de comodidad, ya sea económica, social, familiar o de cualquier otro tipo. Nadie quiere cambiar lo que percibe como satisfactorio aunque quizá un análisis más profundo revele la falacia racional de dicha satisfacción, lo importante es la percepción (“percepción es realidad” reza un aforismo en psicología).

Puede ser que, por ejemplo, una cierta dinámica relacional familiar sea percibida por sus miembros como buena, funcional e inclusive ejemplar aunque observadores objetivos descubran imbricaciones patológicas en dicha estructura relacional...de cualquier modo cualquier intento por cambiarla será interpretado como un atentado a la homeostasis lograda, a la seguridad que en el seno familiar se encuentra.

En la dimensión religiosa las cosas no difieren mucho y en este sentido la religión (entendida como el constructo formado por una serie de ritos, palabras, códigos morales y éticos, etc., mediante los cuales el hombre expresa históricamente su experiencia del Misterio) es un peligro permanente para la fe. Pero esta afirmación exige de mi parte una explicación más amplia: la fe, en tanto que es una realidad esencialmente humana, es necesariamente dinámica, abierta al cambio, a la actualización en cada momento del proceso evolutivo del “homo viator”, del hombre en devenir que se va construyendo incesantemente en el arco de la historia. La fe, lo mismo que el hombre, no son realidades que se agoten en momentos puntuales, ambas realidades exigen un plus de realización, se ven atraídas por una realidad supramundana y absoluta (Dios) en la cual encuentran su punto omega.

Ahora bien, cuando la fe cualifica y da origen a la religión, esta encuentra su sentido y función adecuada, pero cuando la religión se convierte en sucedáneo de la fe se torna detestable y diabólica, cárcel opresora y alienante, y Dios la abomina porque sofoca el Espíritu que debería alentarla. La historia humana bien que da cuenta de como la religión así vivida ha causado tanto sufrimiento en millones de personas.

Cuando el hombre pretende garantizar su futuro mediante la manipulación mágica de Dios, granjearse la benevolencia divina mediante actos religiosos que lo único que hacen es mantenerlo en el infantilismo del supuesto intercambio de bienes con el Absoluto (Yo comulgo, voy a misa o a cualquier otro servicio religioso, me confieso, doy limosna y a cambio Dios me tiene que corresponder dándome las cosas que necesito o creo necesitar). Esta falsa relación con Dios es la que viven muchísimos hombres religiosos y lo peor del caso es que viven engañados y creyendo que en verdad se relacionan con Dios.

Un factor más, sin embargo alienta esta grotesca y blasfema “religiosidad”: la religión así entendida y vivida ocupa un lugar especial en la burguesía que gobierna y domina nuestra sociedad. En ella, la religión es connivente con la explotación de los pobres pues calla lo que debería gritar desde las azoteas y debido a su “fachada” divina, legitima sacralmente la inmisericorde trasquilación de las ovejas derrengadas y sin pastor. Así, la religión no solo es tolerada por el Estado, sino que inclusive le concede privilegios y canonjías, lugar al lado de los poderosos y una relativa autonomía mientras no se meta a criticar o denunciar sus bajezas.

La Palabra de Dios es sin embargo espada de doble filo que escudriña hasta lo más profundo del corazón humano y desvela las intenciones ocultas. Este domingo las lecturas se articulan sobre la idea eje de la confrontación ineludible del creyente con los hombres que se adhieren a una mentalidad contrapuesta al proyecto salvífico de Dios. Cuchicheos y difamaciones en contra de Jeremías por el simple hecho de que la palabra profética que pronuncia denunciando sus connivencias con los poderes mundanos que desoyen la palabra divina les dejan al descubierto sus miserias y traiciones. Oprobios y vergüenza sufre el obediente de Yahvé (Salmo), desconocido incluso por los de su propia sangre que en el fondo odian al fiel porque odian (repudian sus exigencias y viven contrariamente a su palabra) a Dios.

El pecado social (de una vida social orientada, dirigida y determinada por una realidad que no es Dios) es aludido en la Carta a los Romanos como un hábitat de muerte con el que se encuentra todo hombre que viene a este mundo. Y dado que el Evangelio es fuerza liberadora totalizadora, la historia es espacio de batalla entre el Evangelio de Dios y la estructura social pecaminosa. Huelga decir que el conflicto entre el discípulo que encarna el Evangelio y la sociedad que lo rechaza es inevitable.

El aparato ideológico, cultural, económico y político se siente amenazado por los valores evangélicos que asume de forma irreductible la pequeña y profética comunidad discipular, que sólo fundamentada en la gracia de Dios y libre del temor con que los poderes diabólicos atenazaban el corazón humano, se transforma en germen de destrucción del viejo eón  y testigo de una Palabra que ya realiza una nueva humanidad confiada y arraigada en la permanente providencia del Padre y capaz de declarar con hechos y palabras al Hijo delante de los hombres.

Hoy, más que nunca el mundo clama por una Iglesia formada por hombres nuevos, profetas valientes cuyas vidas sean referentes claros de la liberación graciosa que Jesucristo ha obrado en el cosmos. No podemos (si queremos llamarnos con justicia “cristianos”) seguir siendo testigos de un sistema injusto y demoníaco, el llamado es urgente para dejar que Jesús nos haga llegar a ser pescadores de hombres, pescadores que saquen de las aguas esclavizantes de una sociedad alienada e inconsciente a los hombres. Ser testigos es la esencia del discípulo, cualquier otra actividad de la Iglesia debe realizarse en función de esta nota esencial.

Las palabras con que termina el Evangelio son al mismo tiempo dulce esperanza y acicate de las conciencias adormiladas. No debería resultarnos fácil dormir tranquilamente la noche del domingo si tomamos en serio a Jesús: <<A quien me reconozca delante de los hombres (quien viva radicalmente mi propuesta de amor oblativo y solidario con los desposeídos del mundo, mostrando con su vida que me reconoce como Señor y realidad absoluta), yo también lo reconoceré (como hermano y discípulo) delante de mi Padre, pero al que me niegue delante de los hombres (viva por y desde categorías cerradas sobre sí mismas e insolidarias con los sufrientes) yo también le negaré delante de mi Padre, que está en los cielos>>

No hay para donde hacerse, declarantes del Hijo y por ello perseguidos por el mundo o aceptados por el mundo y negados por el Hijo. La pelota parece estar en nuestro terreno.


Gracia y paz.

lunes, 9 de junio de 2014

AUDIO/REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 15 DE JUNIO DE 2014 SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD CICLO A

Les comparto el audio de mi reflexión para la Solemnidad de La Santísima Trinidad, Ciclo A: << El Dios que se nos ha manifestado es el Dios que se ha entregado por amor >>

VÍNCULO AUDIO: http://www.ivoox.com/reflexion-15-junio-2014-santisima-trinidad-audios-mp3_rf_3204496_1.html

REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 15 DE JUNIO DE 2014 SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD CICLO A

1. LECTURAS

Ex 34, 4-6.8-9 << En aquellos días, Moisés subió de madrugada al monte Sinaí, como le había mandado el Señor, llevando en la mano las dos tablas de piedra. El Señor bajó en la nube y se quedó con él allí, y Moisés pronunció el nombre del Señor. El Señor pasó ante él, proclamando: "Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad". Moisés, al momento, se inclinó y se echó por tierra. Y le dijo: "Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros, aunque ése es un pueblo de cerviz dura; perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya." >>
Sal (Daniel 3) << Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres, bendito tu nombre santo y glorioso. Bendito eres en el templo de tu santa gloria.  Bendito eres sobre el trono de tu reino. Bendito eres tú, que, sentado sobre querubines, sondeas los abismos. Bendito eres en la bóveda del cielo. >>
2 Co 13, 11-13 << Hermanos: Alegraos, enmendaos, animaos; tened un mismo sentir y vivid en paz. Y el Dios del amor y de la paz estará con vosotros. Saludaos mutuamente con el beso ritual. Os saludan todos los santos. La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con todos vosotros. >>
Jn 3,16-18 << Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. >>
2. REFLEXIÓN
El Dios que se nos ha manifestado es el Dios que se ha entregado por amor
Jorge Arévalo Nájera
Hoy, la Iglesia universal celebra el Misterio de la Santísima Trinidad y me parece necesario intentar esbozar una presentación del dogma trinitario desde categorías existenciales más que conceptuales para lograr abrir pautas de aplicación espiritual que incidan y transformen el entorno personal y social de los cristianos del siglo XXI. Con toda seguridad, el dogma de la Santísima Trinidad -cuya aceptación y confesión constituye la esencia más íntima e irrenunciable de la fe cristiana, a tal grado que sin él es imposible llamarse propiamente cristiano- , es sin  la menor duda, el menos comprendido y peor aún , el menos “vivido” en la Iglesia de Cristo.
Y esto desde luego, hinca sus razones en primer lugar en el Misterio mismo de Dios, de suyo inagotable y especialmente si se le pretende abordar desde la mera razón que tiende siempre a reducir la realidad en conceptos, porque el concepto es siempre una limitación de la realidad. Ya puede intuirse que tal pretensión, aplicada al Misterio insondable de Dios resulta no solo temerario sino patético y ha traído resultados lamentables en la vida espiritual de la comunidad creyente y del singular individuo.
Me viene a la mente el conocidísimo relato sobre la experiencia mística de San Agustín, al cual le es revelado en sueños lo ridículo que resulta la pretensión de abarcar racionalmente la totalidad del Ser infinito de Dios (¿puede meterse la totalidad del mar en un diminuto agujero o en la palma de la mano?)
¿Quiere esto decir que debemos renunciar a todo intento por comprender dicho Misterio? ¡De ningún modo!, la fe exige en sí misma la aprehensión intelectual, pues la revelación, al darse en un contexto histórico-cultural, resulta de algún modo inteligible -sería absurdo que Dios se hubiera revelado en categorías humanas y no quisiera que el hombre razonara sobre los contenidos de la revelación-. Sin embargo, el razonamiento cristiano parte del presupuesto de la fe, se elabora un juicio racional no para verificar la veracidad del dato revelado, sino para ir descubriendo las infinitas aristas que ese dato aporta para el enriquecimiento de la vida espiritual.
En este sentido, la teología es servidora de la espiritualidad y debe desembocar siempre en ella, en la mayor comprensión de la revelación con el fin de que el pueblo de Dios que peregrina hacia la patria definitiva, pueda vivir a mayor profundidad lo que ya cree.
Pues bien, la formulación dogmática “Un solo Dios y tres personas divinas” pierde todo sentido y mordente transformador si queremos entenderlo en sentido conceptual, ya que resulta absurdo conjugar la unicidad (un solo Dios) con la existencia tripersonal (tres personas). ¿Cómo entender que una realidad sea al mismo tiempo una y triple?
Sin embargo, si atendemos al sentido que tienen los dogmas en general en la teología católica, podremos atisbar un modo distinto de comprensión. El dogma no pretende agotar el misterio, simplemente delimita la reflexión sobre dicho misterio para asegurar la fidelidad a la revelación sobre determinado tema, en este caso, sobre la Santísima Trinidad.
Pero la formulación lingüística del dogma, que expresa el contenido vinculante (que obliga y norma la doctrina cristiana) puede y de hecho debe actualizarse para resultar inteligible y significativa para el hombre de cada época. En el caso específico del dogma trinitario, es indispensable repensar y reformular el concepto de “unicidad” y de “persona” desde categorías interpretativas RELACIONALES-EXISTENCIALES y no individualistas y ontológicas. Me explico, si pensamos que la unicidad de Dios (un solo Dios) consiste en la supresión de la diferencia (dos seres diferentes no pueden ser una sola realidad), entonces resulta absurdo afirmar que en Dios existen tres personas distintas.
Pero si entendemos la unicidad de Dios como la Comunión de los Diversos, entonces es posible entender que el Misterio de Dios es en esencia unión en la diferencia: el Padre no es el Hijo ni el Espíritu, el Hijo no es el Padre ni el Espíritu y el Espíritu no es ni el Padre ni el Hijo, los Tres divinos son distintos pero en una comunión tal que resultan una unidad perfecta e indisoluble. Ahora bien, es de este Dios y no de otro es del que el hombre hace experiencia, es el “Dios-Comunión-de los Diversos” el que se manifiesta a Moisés y se presenta ante los hombres de la Palestina del Siglo I de nuestra era, les habla, los toca, les permite recostarse en su pecho, comparte el pan y el pescado asado a las brasas, camina con ellos por los polvorientos caminos de la Galilea o por los vericuetos escarpados de la montaña.
Es el Dios que se delinea a sí mismo como “misericordia/no juicio, comunión/no exclusión, paz/no violencia”. Es el Dios al que se le conmueven las vísceras con el sufrimiento y la miseria humanas, el que sienta a su mesa a los excluidos del mundo, a las prostitutas, a los leprosos, a los adúlteros y explotadores, El Dios que se crucifica para derrotar a la violencia del mundo con la entrega de su propia  vida, es el Dios que es poderoso en todo porque vence amando y colgando del madero el pecado del mundo y así, suscita la esperanza, abre horizontes ignotos de libertad a un mundo que parecía condenado a morir ahogado en la sangre de sus víctimas.
Ese, queridos hermanos es el Dios del que somos “imagen y semejanza”, ese es el Dios que nos ha dado como fruto de su Pascua el Espíritu del “Cordero degollado pero puesto en pie”, no para que nos ufanemos de “poseer” en exclusiva la verdad y aducir esta verdad como arma para juzgar y condenar a los que no piensan como nosotros, sino para que no juzgando a nadie, incluyamos a todos en nuestra vida y así como Él es perfecta Comunión de los Diversos, forjemos una sociedad alternativa que sepa reconocer y amar la diferencia como espacio de fraternidad y plenitud.
El camino es posible aunque no sencillo, amar con la entrega y vaciamiento total del ser (amar como el Padre), con la receptividad ilimitada del que acoge amorosamente al otro en su radical diferencia (amar como el Hijo) y sale de sí mismo para impactar el mundo con propuestas creadoras ilimitadas e inéditas (amar como el Espíritu), esa es la gloriosa tarea para la que Dios nos ha preparado con el fuego de su Espíritu, tarea que es al mismo tiempo camino y meta.

Gracia y paz.   

martes, 3 de junio de 2014

AUDIO/REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 8 DE JUNIO DE 2014 DOMINGO DE PENTECOSTÉS CICLO A

Les comparto el audio de mi reflexión para el Domingo de Pentecostés_Ciclo A: << UNIDOS POR EL ESPÍRITU PARA LLEVAR EL PERDÓN DE DIOS A TODOS LOS HOMBRES >>

VÍNCULO AUDIO: http://www.ivoox.com/reflexion-8-junio-2014-pentecostes-audios-mp3_rf_3183030_1.html

UN abrazo.

REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 8 DE JUNIO DE 2014 DOMINGO DE PENTECOSTÉS CICLO A

1. LECTURAS
Hch 2,1-11: << Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería. Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos preguntaban: "¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.">>
Salmo 103: << Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres!  Cuántas son tus obras, Señor; la tierra está llena de tus criaturas. Les retiras el aliento, y expiran  y vuelven a ser polvo;  envías tu aliento, y las creas,  y repueblas la faz de la tierra. Gloria a Dios para siempre, goce el Señor con sus obras. Que le sea agradable mi poema, y yo me alegraré con el Señor. >>
1 Cor 12,3b-7.12-13: << Hermanos: Nadie puede decir "Jesús es Señor", si no es bajo la acción del Espíritu Santo. Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. >>
Jn 20,19-23: << Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en su casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: "Paz a vosotros." Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: "Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envió yo." Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.">>>>
2. REFLEXIÓN
UNIDOS POR EL ESPÍRITU PARA LLEVAR EL PERDÓN DE DIOS A TODOS LOS HOMBRES
Jorge Arévalo Nájera
Celebramos hoy la fiesta solemne de Pentecostés, cincuenta días después de la Pascua. El relato del libro de los Hechos que proclamamos como primera lectura es una construcción del escritor lucano. Su finalidad es eminentemente teológica. No es un acontecimiento cronológico sino kairótico (el término griego kairós significa tiempo, pero con la connotación de tiempo de gracia, de intervención salvífica de Dios que cualifica con tintes de trascendencia el tiempo cronológico), en la misma línea de la fiesta de la Ascensión que celebramos y comentamos el domingo pasado.
Lucas recoge la «fiesta de las semanas» del antiguo Israel. Esta fiesta se celebraba para conmemorar la llegada del pueblo al Sinaí, la entrega de las tablas de la Ley a Moisés en medio de truenos relámpagos y viento huracanado. El redactor de Hechos toma los elementos simbólicos de resonancia cósmica para manifestar que es una intervención de Dios que promulga la nueva y definitiva ley, la del Espíritu que procede del crucificado.
 Quiere significar la irrupción del Espíritu Santo en la historia humana. Es el comienzo de la etapa definitiva en la historia de la salvación. Es el comienzo de la predicación del evangelio por parte de la Iglesia apostólica. Estos elementos también recuerdan el anuncio profético del «Día del Señor». Este pasaje entrelaza elementos históricos y escatológicos. El Espíritu empuja a la Iglesia más allá de las fronteras geográficas y culturales, es por ello que  todos entienden el mensaje en su propia lengua. Allí se han dado cita todos los pueblos hasta entonces conocidos indicando la universalidad del mensaje evangélico. Otro elemento importante es el aspecto comunitario: los discípulos están reunidos en comunidad y el anuncio inaugura una nueva comunidad.
En la primera de Corintios, Pablo enfatiza la acción del Espíritu en la vida de los creyentes y en la construcción de la Comunidad eclesial. Consciente de las divisiones que se vivían al interior de esta comunidad insiste en que los dones, los carismas, los ministerios y los servicios proceden de un mismo Espíritu. Por lo tanto todos los carismas, dones y ministerios están en función del crecimiento de la Iglesia. La acción del Espíritu cualifica la misión de la Iglesia en el mundo y no sólo para la santificación individual. El Espíritu articula interiormente la misión de Jesús y la misión de la Iglesia.
El evangelio según San Juan presenta dos escenas contrastantes. En primer lugar, los discípulos encerrados en una casa, llenos de miedo y al anochecer. En segundo lugar, la presencia de Jesús que les comunica la paz, les muestra sus heridas como signo de su presencia real, se llenan de alegría y Jesús les comunica el Espíritu que los cualifica para la misión.
El miedo, la oscuridad y el encerramiento se transforman ahora, con la presencia de Jesús, en paz, alegría y envío misionero. Son signos tangibles de la acción misteriosa y transformante del Espíritu en el interior del creyente y de la comunidad. Resurrección, ascensión, irrupción del Espíritu y misión eclesial aparecen íntimamente articuladas. No son momentos aislados sino simultáneos, progresivos y dinamizadores en la comunidad creyente.
Jesús cumple sus promesas. Les ha prometido a sus discípulos que pronto regresará, que nos les dejará solos. Les ha dicho que el Espíritu Santo les asistirá para que entiendan todo lo que él les ha anunciado. Así lo hace. Ahora les comunica el Espíritu que todo lo crea y lo hace nuevo. Jesús sopla sobre ellos como Dios sopló para crear al hombre. Ellos son las personas nuevas de la creación restaurada por la entrega amorosa de Jesús.
La violencia, la injusticia, la miseria y la corrupción en todos los ámbitos de la sociedad nos llenan de miedo, desaliento y desesperanza. No vemos salidas y preferimos encerrarnos en nosotros mismos, en nuestros asuntos individuales y olvidarnos del gran asunto de Jesús. Entonces es cuando él irrumpe en nuestro interior, traspasa las puertas del corazón e ilumina el entendimiento para que comprendamos que no nos ha abandonado. El sigue presente en la vida del creyente y en el seno de la comunidad.
Sigue actuando a través de muchas personas y organizaciones que se comprometen a cabalidad para seguir luchando contra todas las formas de pecado que deshumanizan y alienan al ser humano. El Espíritu de Dios sigue actuando en la historia aunque aparentemente no lo percibamos.
La Comunidad toda –y no sólo una élite privilegiada- recibe el encargo de perdonar pecados. El gran don del Espíritu para el mundo es la reconciliación universal, y no podía ser de otra manera, pues el Espíritu es en esencia la comunión intratrinitaria misma, es el que posibilita la comunión de los diversos divinos (el Padre es diferente del Hijo, el Hijo es diferente del Padre y el Espíritu es diferente de ambos) y por ende, la comunión entre los hombres.
El pecado es en efecto, la realidad que disgrega, que divide, que confronta violentamente a los distintos porque les hace percibirlos como enemigos a los cuales hay que destruir si se quiere prevalecer. El Espíritu hace posible la comunión porque hace descubrir y vivir la diferencia como algo deseable y bueno, inclusive necesario en el orden creacional.
Pues bien, la comunidad cristiana, empoderada por el Espíritu está llamada a ser signo de reconciliación, germen de una sociedad alternativa y reconciliadora que con su testimonio profético existencial denuncia el pecado para que los demás, descubriéndolo puedan hacer una opción por el amor o por el odio y ellos mismos decidan el tipo de vida que quieren vivir. La potestad de la Iglesia entonces, consiste en declarar la contumacia del pecador (retener los pecados) y la apertura a la gracia (perdón de los pecados).
Ante la Palabra que desnuda los corazones, conviene preguntarnos: ¿Qué signos de la presencia dinamizadora del Espíritu de Dios podemos percibir en nuestra vida personal, familiar y comunitaria? ¿Conocemos personas que actúan bajo la acción del Espíritu?  ¿Qué influencia tienen en nuestra vida esas personas? ¿Qué podemos hacer para descubrir y potenciar los dones y ministerios que el Espíritu sigue suscitando en personas y comunidades?

Gracia y paz.