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martes, 29 de abril de 2014
AUDIO/REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 4 DE MAYO DE 2014 3° DOMINGO DE PASCUA CICLO A
Les comparto el audio de mi reflexión para el próximo domingo 4 de mayo de 2014, sobre el texto de Lc 24, 13-35: << CAMINANDO HACIA EMAÚS ES COMO SE REGRESA A JERUSALÉN >>
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REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 4 DE MAYO DE 2014 3° DOMINGO DE PASCUA CICLO A
1. LECTURAS
Lc 24,13-35: << Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo
día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos
leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras
conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con
ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. Él les dijo: "¿Qué
conversación es esa que traéis mientras vais de camino?" Ellos se
detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó:
"¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado
allí estos días?" Él les pregunto: "¿Qué?" Ellos le contestaron:
"Lo de Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y
palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos
sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron.
Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace
dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos
han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su
cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles,
que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al
sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo
vieron." Entonces Jesús les dijo: "¡Qué necios y torpes sois para
creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera
esto para entrar en su gloria?" Y, comenzando por Moisés y siguiendo por
los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura. Ya cerca
de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron,
diciendo: "Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de
caída." Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó
el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron
los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció. Ellos comentaron: "¿No
ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las
Escrituras?" Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde
encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:
"Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón." Y
ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían
reconocido al partir el pan. >>
2. REFLEXIÓN
CAMINANDO HACIA EMAÚS ES COMO SE REGRESA A JERUSALÉN
LIC. JORGE ARÉVALO NÁJERA
Los relatos bíblicos deben ser abordados –si se quiere
obtener de ellos una enseñanza y aplicación para la vida- en un sentido que
vaya más allá de una supuesta literalidad histórica. En el caso de los relatos
que abordan el tema de la resurrección de Jesús, la intencionalidad de los
escritores bíblicos es doble; por un lado manifiestan una dimensión
cristológica (revelan las diversas aristas de las apariciones del Resucitado a
sus discípulos) y por otro lado, poseen
también una dimensión eclesiológica (revelan las repercusiones existenciales
para la vida discipular).
El relato de Lucas es muy propicio para reflexionar sobre
estos dos aspectos. Lo primero que llama la atención es que los dos discípulos
(símbolo de la comunidad cristiana) son ubicados en el “primer día de la
semana” –tema abordado por Juan el domingo pasado, cuando los discípulos están
reunidos y reciben la manifestación del Resucitado-, pero aquí no están
reunidos, todo lo contrario, van en camino hacia Emaús (símbolo del regreso a
la vida anterior de los discípulos, previa al encuentro con Jesús).
Esta indicación de Lucas hace alusión al hecho histórico del
desencanto y la dispersión de los discípulos posterior a la muerte del Maestro.
Pero también, es una indicación con carácter simbólico y universalista
(aplicación espiritual a la vida de fe de los discípulos de todos los tiempos).
¿Quién no ha emprendido un camino de retorno a la vida anterior al encuentro
con Jesús porque no responde a sus expectativas? Sin embargo, ellos van comentando, discutiendo
sobre lo sucedido y esta actitud posibilita el acercamiento del Resucitado.
En la vida espiritual es necesario replantearnos cosas,
inquirir con los hermanos sobre el sentido de la pasión y muerte de Jesús.
Incluso en los momentos aciagos de la fe los discípulos no afrontan las crisis
en solitario, la comunidad es un referente imperdible para descubrir o
redescubrir el sentido salvífico de la cruz. Jesús entonces se pone a caminar
con ellos, aún incapaces de reconocerlo. Será “en el camino” que se hará la luz
en sus corazones. “El camino” es la forma que tienen los evangelios de decir “discipulado, vida cristiana”, que es un
permanente movimiento, a veces inclusive se vale un “movimiento a la inversa”
si esto tiene como fin retornar a la búsqueda de sentido de la pasión y muerte
de Jesús, como lo hacen los que van a Emaús, lo que no puede hacerse es detener
el camino, anquilosarse en lo requetesabido por miedo o comodidad.
Jesús les pregunta sobre el contenido de su discusión y su
preguntar no es a causa de su ignorancia, sino a modo de hacerles reflexionar
sobre dichos acontecimientos y en esa reflexión se revelan dos impedimentos
graves para la fe; ellos esperaban una liberación distinta a la que propone
Jesús y un tipo de resurrección evidente a los sentidos.
Para estas dos patologías de la fe, Jesús dará la medicina
adecuada;
1.
Lectura
biunívoca de todo el Antiguo Testamento (interpretación cristológica del A.T e
interpretación veterostamentaria del misterio de Cristo) para comprender
espiritualmente el sentido liberador de la pasión y muerte de Jesús. Es en la
lectura meditada e interpretada a la luz de Cristo donde el corazón de los
discípulos se enciende de amor y se descubre la unidad maravillosa del plan
salvífico de Dios, plan de amor y entrega, de perdón y pasión por el hombre.
Cristo ilumina el sentido del Antiguo Testamento, pero sin este, el misterio de
Jesús resulta incomprensible, sin incidencia en la vida humana.
2.
Vida
eucarística para percibir la realidad del Resucitado. Pero no basta meditar en
la Escritura Sagrada, es necesario poner en práctica sus enseñanzas
alimentándose con el Pan de Vida. Pan de
la Palabra y Pan Eucarístico son los alimentos necesarios para la vida
cristiana.
Pero no se trata de un aprendizaje
intelectual de la Escritura y de una asistencia legalista a la Celebración
Eucarística. Recordemos que todo se da en el contexto del “caminar” y para los
cristianos de la primera hora, el poner en práctica las enseñanzas de Jesús era
el único modo de aprender y la Eucaristía no era un rito religioso sino un
sacramento o signo visible de una vida entregada al Padre, centrada en Cristo y
llevada a cabo por el poder del Espíritu. Al
mismo tiempo, la Eucaristía era el alimento indispensable para que
pudieran hacer vida la Palabra y transformar el mundo según las categorías de
Cristo.
Es entonces, cuando confluyen meditación de la Palabra y vida
eucarística que la comunidad puede percibir (se les abrieron los ojos) en la
compartición del pan (comunión de vida fraterna) la presencia real de Jesús,
que sin embargo, “desaparece” de inmediato, como para poner en marcha a los
discípulos, para ir al encuentro de los demás hermanos que están reunidos en
Jerusalén y así, juntos proclamar la realidad de la resurrección de Jesús y su
presencia real en la vida eucarística.
Hoy, en este tiempo pascual, es más que conveniente hacer una
revisión a fondo del modo en el estamos viviendo la fe; ¿Nos cuestionamos
acerca de nuestras creencias, no para abandonarlas sino para profundizar en sus
contenidos y permitir la novedad que proviene de la explicación que el mismo
Jesús nos dará? ¿Es la Palabra una
referencia vital en nuestras vidas? ¿La meditamos diariamente, la ponemos en el
corazón, la convertimos en actos concretos? ¿Es nuestra vida realmente
eucarística, entregada al Padre en Cristo por el poder del Espíritu? ¿Vivimos
conscientemente el significado de la celebración Eucarística o simplemente nos
hacemos presentes por costumbre?
Recordemos que si bien el “ver” a Jesús es fruto de su libre
iniciativa, las condiciones propicias para gozar de esta experiencia son
responsabilidad de todos y cada uno de nosotros, sus discípulos.
Gracia y paz.
lunes, 21 de abril de 2014
AUDIO/REFLEXIÓN 2° DOMINGO DE PASCUA CICLO A_27 ABRIL 2014
Les comparto el audio de mi reflexión para el domingo 27 de abril de 2014_La experiencia de la
Pascua pasa en la casa de Dios
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REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 27 DE ABRIL DE 2014 2° DOMINGO DE PASCUA CICLO A
1. Lecturas
Hch 2, 42-47; En los primeros días de la
Iglesia, todos los hermanos acudían asiduamente a escuchar las enseñanzas de
los apóstoles, vivían en comunión fraterna y se congregaban para orar en común
y celebrar la fracción del pan. Toda la gente estaba llena de asombro y de
temor, al ver los milagros y prodigios que los apóstoles hacían en Jerusalén.
Todos los creyentes vivían unidos y lo tenían todo en común. Los que eran
dueños de bienes o propiedades los vendían, y el producto era distribuido entre
todos, según las necesidades de cada uno. Diariamente se reunían en el templo,
y en las casas partían el pan y comían juntos, con alegría y sencillez de
corazón. Alababan a Dios y toda la gente los estimaba. Y el Señor aumentaba
cada día el número de los que habían de salvarse.
Juan 20,19-31; Al anochecer de aquel día, el
primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas
cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les
dijo: "Paz a vosotros." Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el
costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús
repitió: "Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os
envío yo." Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
"Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les
quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos." Tomás,
uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y
los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor." Pero él les
contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el
dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo
creo." A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con
ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
"Paz a vosotros." Luego dijo a Tomás: "Trae tu dedo, aquí tienes
mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino
creyente." Contestó Tomás: "¡Señor mío y Dios mío!" Jesús le
dijo: "¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto."
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista
de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías,
el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.
La experiencia de la
Pascua pasa en la casa de Dios
Jorge Arévalo Nájera
Seguramente que Usted,
amable lector ha escuchado en algún lugar la siguiente expresión: “Creo en Dios (o en Jesús), pero no en la
Iglesia”, yo se lo he escuchado decir explícitamente a personas que se
consideran creyentes y que aseguran tener una relación personal con Jesús, pero
también de modo implícito se lo he escuchado decir a personas que pertenecen nominalmente
y de facto a iglesia cristianas (Católica Romana, Ortodoxa, Luterana, etc.)
Cuando alguien –hablaré
de la iglesia a la que pertenezco- se dice católico pero desoye las enseñanzas oficiales de su
Iglesia a través de las pronunciaciones del Papa o de sus obispos, e inclusive
toma una postura antagónica ante esta enseñanza, está afirmando que cree en
Jesús pero no en su Iglesia. Un caso –gracias a Dios no típico- muy claro en el
que ésta idea es llevada hasta el extremo es el del grupo autodenominado “Católicas por el Derecho a Decidir” que
se muestran totalmente a favor del aborto bajo ciertas condiciones que ellas
mismas han decidido lo justifican, a pesar de que la Iglesia ha enseñado
siempre y sin vacilaciones que el aborto realizado premeditadamente es un
asesinato flagrante que atenta contra el Evangelio al atentar contra la sagrada
vida humana.
Pues bien, en el
contexto de la Pascua, las lecturas de hoy apuntan hacia una característica
irrenunciable de la manifestación del Resucitado a sus discípulos: ¡La
experiencia pascual es una experiencia que se da en comunidad o lo que es lo
mismo, en eclesialidad! ¡Sí, digámoslo claramente y sin ambigüedades, a Jesús
resucitado o se le experimenta en la Iglesia o no se le experimenta de ningún
modo, y formar parte de la Iglesia no es cuestión de nominalismo, sino de
adhesión a la fe de la Iglesia!
Y esto no es capricho o
“manipulación de los oscuros poderes de
la jerarquía que quiere aprovecharse y mantener oprimidos a las masas incultas
incapaces de pensar y decidir por sí mismas” como me dijo alguna vez un
feroz –pero ignorante- detractor de la Iglesia.
¿Es posible separar al
cuerpo físico de la conciencia personal sin matarla? Evidentemente que no, y lo
mismo pasa si consideramos a la Iglesia como el “cuerpo de Cristo”, imagen
eclesiológica típicamente paulina o si recordamos la imagen jesuana de la vid
(él mismo) en la que están arraigados los sarmientos (la Iglesia). No cabe duda
que Jesús estableció una relación indefectible, permanente, irreductible entre
él y sus discípulos. Mucho me temo que la negación de este vínculo y la falaz
ideología de que es posible relacionarse con Jesús sin una referencia vital a
su Iglesia es fruto, por una parte, del desconocimiento de la eclesiología del
Nuevo Testamento. ¡El cristiano en
términos generales no sabe lo que es la Iglesia!
Por otro lado, hay un
profundo desencanto –no podemos negarlo- hacia las autoridades eclesiales, a
las que el pueblo siente lejanas, ajenas, desvinculadas de su vida. Además, los
medios de comunicación se han encargado de divulgar a nivel masivo los errores
y pecados de algunos miembros del clero y eso ha provocado una falsa imagen
general de la jerarquía eclesiástica.
Y para acabar de cerrar
el círculo, el hombre contemporáneo tiende hacia una comprensión autoafirmante
e individualista de la persona, de tal modo que él posee el derecho de
autoerigirse como criterio absoluto de la moral y por lo tanto, siente como una
imposición arbitraria y despótica cualquier norma que venga de fuera de él.
Estos son errores que
urge corregir, divulgando una imagen adecuada del misterio eclesial y
favoreciendo la comprensión de la persona humana en términos de relación, de
solidaridad, de autoafirmación relativa que atiende para el logro de éste
proceso a los otros, a los prójimos que no son simples objetos a su servicio,
sino espacio fundamental de encuentro humanizador. Pero dejemos que sean los
mismos textos bíblicos (específicamente Hch 2,42-47 y Jn 20, 19-31) quienes nos
iluminen al respecto.
La primera lectura,
tomada del libro de los Hechos de los Apóstoles, nos aporta una imagen
paradigmática de la Iglesia, en la cual las notas esenciales son: acudir
asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, fraternidad, oración comunitaria y
vida eucarística.
Tanto los apóstoles
(los que enseñan) como el pueblo (los que acuden a recibir la enseñanza) forman
parte de la única Iglesia de Cristo, pero en este caso, los apóstoles
garantizan la transmisión íntegra y sin desviaciones de la Buena Nueva que les
ha sido comunicada por Cristo. Pero los apóstoles no son un grupo que ha
quedado encerrado en el pasado, en la Palestina del siglo I de nuestra era,
sino que la nota apostólica se ha ido actualizando en los legítimos sucesores
de todos los tiempos y lugares, que continúan enseñando al pueblo de hoy,
mediante el magisterio ordinario y extraordinario la única doctrina y praxis
emanada de Cristo mismo.
Desde luego que esta
vinculación a los orígenes apostólicos mediante la enseñanza de los obispos no
significaría nada si se quedara en una mera transmisión doctrinal sin
incidencia transformadora en el mundo. De aquí, que la siguiente nota esencial
de la Iglesia, la fraternidad, resulte ser la concreción visible y garantía de
que se está recibiendo auténticamente la tradición apostólica.
En efecto, la
fraternidad es el subversivo modo en el que la Iglesia confronta al mundo al
mismo tiempo que le muestra la realidad histórica del señorío de Cristo, el
Reino de Dios. Pero la fraternidad –relación interpersonal entre hermanos
porque hijos del mismo Padre- no es una utopía más, en realidad es una forma de
vida con referencia comunitaria permanente al Padre (oración) y la compartición
efectiva de la vida y las posesiones (fracción del pan, eucaristía).
Sin esto, es imposible que la Iglesia sea existencialmente
lo que ya es ontológicamente por acción del Espíritu Santo, una comunidad
alternativa para la sociedad y por ello estimada en su especificidad, una
comunidad que así se convierta en polo de atracción irresistible porque en ella
se refleja la luz que “alumbra a todo hombre viniendo a este mundo[1]”.
Por su parte, el evangelio de Juan
corre en nuestro auxilio para evitar una actitud patológica de centralismo en
el ejercicio de la autoridad apostólica y ensancha la visión hacia una Iglesia
en la que todos los discípulos y no solamente el grupo de los Doce, reciben el
don de la Paz. Encerrados están “todos
los discípulos”, indicación simbólica que alude a la totalidad de la
Iglesia y todos están llenos de miedo. Jesús se presenta “en medio de ellos” –no
es una precisión espacial sino existencial; Jesús es el Árbol de la vida y del
conocimiento, realidad central e
irrenunciable de la humanidad nueva que ha surgido del costado abierto del
crucificado- y el primer don que concede a su Iglesia es el Shalom escatológico,
la plenitud en los cuatro ejes relacionales de la vida humana (relación con
Dios, consigo mismo, con el Cosmos y con los otros).
Esta Paz acaba con el
miedo. Pero es muy interesante la indicación que hace el evangelista… “Dicho esto, les mostró las manos y el
costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría”, ¡sólo
son capaces de descubrir la identidad del que se hace presente cuando ven las
heridas, signos indelebles de su pasión y muerte, de su vida entregada por amor
y es entonces que el miedo da paso a la alegría! ¡El que es capaz de entregar
la vida no muere para siempre, el sepulcro no pudo retener a Jesús y esto
garantiza la propia resurrección! ¡La muerte deja de ser una amenaza!
Por eso, el Shalom
(Paz) no es un don para contemplar y guardar en lo profundo del alma, es un
regalo que se comparte, que se convierte en envío, que se comunica con alegría,
que es generador de vida y que se recibe en comunidad, nunca en solitario.
Después Jesús sopla
sobre ellos y reciben el Espíritu Santo, que les convierte en una comunidad “canceladora
de pecados”. La traducción litúrgica dice “a
los que les perdonen los pecados les quedarán perdonados y a los que no se los
perdonen les quedarán sin perdonar”, pero en el griego original, la palabra
utilizada significa “cancelar”, restaurar la relación con el otro desde cero, como
si nunca hubiera sucedido nada.
Es tremendo lo que esto
significa, el poder dado por Cristo a su Iglesia; comunicar al mundo, mediante la
vivencia alegre del Shalom (testimonio de vida) que no hay ninguna ofensa que
no pueda ser cancelada, que no hay ninguna relación rota que no pueda ser
restaurada, que no hay límite para el perdón y el amor. Pero también, recibe la
potestad de declarar que la contumacia (persistencia culpable) en el pecado
(daño al prójimo) impide la restauración de las relaciones humanas y por
consecuencia, la relación con Dios… ¡en estas circunstancias, no hay perdón
posible!
En la tradición católica
romana, el Presbítero ordenado es quien representa sacramentalmente a la
comunidad cristiana y ejerce la potestad del perdón/retención que Cristo le ha
conferido. En otras palabras, la potestad del sacerdote le viene por su
pertenencia a la Iglesia/Pueblo de Dios, depositaria del don del Espíritu. No
obstante, esto no va en menoscabo de otras tradiciones cristianas, para las
cuales se mantiene en pie el mandato de Jesús, de hacer visible y concreto el poder
perdonador del Resucitado.
Termino esta reflexión
haciendo notar que Jesús se hace presente en el día de reunión de los discípulos,
es decir, en la asamblea eucarística del domingo (primer día de la semana). En
la primera ocasión en que se hace presente el Resucitado no se encuentra Tomás,
podríamos decir que “no asistió a la Celebración Eucarística”, que es el punto
culminante de la vida comunitaria. Es solamente cuando acude a la Eucaristía,
ocho días después, que Tomas puede –una vez que mete sus dedos en las heridas-
reconocer a Jesús como su Dios.
Así pues, la experiencia
reconciliadora del Resucitado se da en la casa viva de Dios, que es la
comunidad cristiana y desde ella se expande al mundo entero.
Gracia y paz.
miércoles, 16 de abril de 2014
AUDIOS REFLEXIONES SEMANA SANTA 2014
En esta ocasión les comparto los audios correspondientes a las reflexiones de Semana Santa (Jueves y Viernes Santo, Vigilia Pascual y Primer Domingo de Pascua, Ciclo A) mediante un vínculo que les llevará al podcast donde están alojados dichos audios.
VÍNCULO AUDIOS SEMANA SANTA 2014: http://www.ivoox.com/podcast-teologia-internet_sq_f126128_1.html
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REFLEXIONES SEMANA SANTA 2014 (JUEVES Y VIERNES SANTO, VIGILIA PASCUAL Y PRIMER DOMINGO DE PASCUA CICLO A)
En esta ocasión, les comparto mis reflexiones para la Semana Santa mediante un vínculo que les permitirá acceder a todos los textos y desde allí leerlos o bajarlos a su ordenador.
VÍNCULO TEXTOS REFLEXIONES SEMANA SANTA: http://1drv.ms/Qb1KGf
VÍNCULO TEXTOS REFLEXIONES SEMANA SANTA: http://1drv.ms/Qb1KGf
lunes, 7 de abril de 2014
AUDIO/REFLEXIÓN DOMINGO 13 DE ABRIL DE 2014_DOMINGO DE RAMOS.
Les comparto el audio de mi reflexión para el Domingo de Ramos. Reflexión teológico/espiritual sobre el himno cristológico de Filipenses 2,6-11.
VÍNCULO AUDIO: http://www.ivoox.com/reflexion-13-marzo-2014-domingo-ramos-ciclo-a-audios-mp3_rf_3002023_1.html
VÍNCULO AUDIO: http://www.ivoox.com/reflexion-13-marzo-2014-domingo-ramos-ciclo-a-audios-mp3_rf_3002023_1.html
REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL DOMINGO 13 DE ABRIL DE 2014 DOMINGO DE RAMOS CICLO A
1. Lectura
Flp
2,6-11: << Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo: El
cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios.
Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose
semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la
muerte y muerte de cruz. Por lo cual
Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre. Para que al
nombre de Jesús, toda rodilla se doble, en los cielos, en la tierra y en los
abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es Señor para gloria de Dios
Padre.>>
2. Reflexión
La Paradoja Cristiana:
¡Que el camino hacia la grandeza consiste en descender!
Jorge Arévalo Nájera
En esta ocasión,
quisiera centrar la reflexión en una sola de las lecturas que la liturgia del
domingo de Ramos nos ofrece, y esta lectura es el conocidísimo himno
cristológico de Filipenses
2,6-11.
El Domingo de Ramos
marca el comienzo de la Semana Santa. Desde hace muchos siglos, los cristianos
meditan en esta semana sobre la pasión, muerte y resurrección de Jesús. La
semana comienza con una entrada mesiánica, pasa por momentos de despedida y por
la traición, llega a su punto más bajo al morir Jesús en la cruz, y concluye
con la victoria sobre la muerte y el pecado y la constitución de Jesucristo
como Señor del mundo.
Insertado en el marco
de la liturgia de la Palabra del domingo de Ramos, este himno cristológico
pre-existente en la tradición cristiana y que Pablo incorpora en su carta a los
Filipenses, tiene una significación especial que marca un itinerario espiritual
del discípulo. Aunque el himno comienza propiamente en el verso 6, Pablo coloca
como pórtico la exhortación del verso 5: << Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo>>
La palabra griega “fronein”, que es traducida por “sentimientos”, hace alusión a una
realidad que incluye la dimensión emotiva, pero que va más allá del mero
sentimiento, y se refiere a la mentalidad, a la forma en que se elaboran los
juicios mediante los cuales se interpreta el mundo. El hombre es un ser que
aprehende lo real mediante la observación y el contacto sensorial, para después
elaborar juicios que le permiten integrar la información en un marco
interpretativo que provee de significado a las cosas o acontecimientos.
Para la mentalidad
bíblica, la forma de pensar impacta necesariamente la relación con las cosas o
con las personas, es decir, en la forma de enjuiciar lo real se determina mi
ética, mi aproximación vital a lo real. Lo que quiere decir Pablo al
exhortarnos a asumir la misma forma de enjuiciar, ver o entender lo real que
tiene Cristo es que debemos vivir del mismo modo. ¿Y cuál es ese modo? Veámoslo
con mayor detenimiento:
El cual, siendo de
condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó
de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y
apareciendo en su porte como hombre: se afirma de
Cristo su preexistencia y su igualdad ontológica con Dios (en la teología de
Pablo, la palabra Theós/Dios se refiere siempre al Padre). Este es el punto de
partida, el Ser de Cristo. Ahora bien, la praxis de Jesús, su acción, es un
movimiento de abajamiento (kénosis en griego) y ese abajamiento consiste en un
despojamiento de su condición divina para asumir la de siervo, la de esclavo,
abandonando su Ser Espíritu purísimo como Verbo increado del Padre. Estamos
hablando, claro está, de la encarnación del Verbo eterno que asume la
naturaleza humana del hombre Jesús de Nazaret, haciéndose en todo semejante a
los hombres menos en el pecado.
Desde luego que esta
afirmación ya es escandalosa, para los judíos y paganos de su tiempo, pero
también para nosotros, hombres del siglo XXI. A muchos cristianos les resulta
fácil aceptar cierta imagen de la divinidad de Jesús (poderes sobrenaturales
que todo lo curan, dominio sobre las leyes naturales, conocimiento del futuro,
lectura de la mente humana, etc.), pero de hecho no aceptan una plena
humanidad, con todas las limitaciones inherentes a la creatureidad, con toda su
radical indigencia y debilidad, la ausencia de un conocimiento totalizador de
lo real, etc. En este sentido, la antiquísima herejía docetista que negaba la
realidad de la humanidad del Verbo y afirmaba que Jesús era simplemente una
máscara, una fachada tras la cual se escondía el Eterno.
El himno de Filipenses
nos coloca de frente a la crudeza de la realidad de la encarnación, el Verbo se
ha anonadado, se ha encarnado y toda su divinidad cohabita con la humanidad en
Jesús de Nazaret. Pero decíamos que el himno marca un derrotero espiritual para
el discípulo, y he aquí el primer paso que hay que dar en el seguimiento del
Nazareno: abandonar toda pretensión ególatra, descentrarnos, bajarnos del
idolátrico pedestal en que nos tenemos para hacernos siervos de los otros. Sin
esta actitud de fondo, no hay cristianismo posible y el inicio de la semana
mayor es un buen momento para recordar que el camino hacia la Pascua inicia con
el abajamiento.
<<
y se humilló a sí mismo, obedeciendo
hasta la muerte y muerte de cruz>> : pero el
movimiento descendente de Cristo no acaba con el simple hecho de hacerse
hombre/siervo con los demás y para los demás, Él va más abajo: en su obediencia
al Padre que “quiere que todos los hombres se salven y lleguen al pleno
conocimiento de la verdad” [1]
llega hasta el extremo de la cruz, que se hace necesaria para la salvación
cuando el pecado del hombre le lleva al deicidio. No es que la cruz estuviera
pensada por el Padre como designio cruel desde todos los siglos, sino que al
rechazar el hombre la propuesta liberadora de Dios tal cual se manifiesta en
las obras y en la predicación de Jesús (Reino/reinado de Dios), y al crucificar
a su Hijo, el Padre asume el sacrificio obediencial de Jesús e incorpora la
cruz a su economía salvífica y de tal manera que ahora, todos los sufrientes y
sacrificados por los poderes establecidos encuentran sentido en el sacrificio
del Hijo que así les redime en la muerte.
He aquí el segundo
momento en el itinerario espiritual del discípulo según Flp 2,6-11: la
obediencia irrestricta a la voluntad del Padre. La voluntad es aquella virtud
que mueve al hombre hacia la consecución de un fin, de una meta que se
considera sumamente valiosa. En Dios, esa voluntad no es algo ajeno a Él, es Él
mismo saliendo al encuentro de los hombres en la persona del Espíritu Santo, de
tal modo que Espíritu Santo y voluntad de Dios son una y misma cosa.
Y el Espíritu es vida,
capacidad de realizar lo imposible, creatividad sin límites, esperanza
invencible. La obediencia que se espera del hombre no es la obediencia servil
del esclavo que acríticamente acepta una disposición que le viene de fuera, más
bien es la conformación de la propia voluntad/espíritu con la Voluntad/Espíritu
de Dios, pues después de todo, el mismo Espíritu con que el Padre resucitó a
Jesucristo de entre los muertos nos ha sido donado en el bautismo [2]
El que obedece al Padre
es auténticamente libre porque obedece al Espíritu de libertad que mora en él
como fruto de la pascua del Hijo, que le permite vivir en la libertad
obediencial de los hijos de Dios.
<< Por lo cual
Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre. Para que al
nombre de Jesús, toda rodilla se doble, en los cielos, en la tierra y en los
abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es Señor para gloria de Dios
Padre.
>>: Sólo cuando el Hijo se anonada y asume la
obediencia absoluta al proyecto salvífico del Padre y muere en la cruz, es
exaltado, otorgándosele toda potestad y señorío. Es el triunfo escatológico del
Hijo y al mismo tiempo es el triunfo definitivo del amor oblativo sobre las
potencias opositoras al Reino de Dios, que es la plenitud humana.
Fijémonos que al principio del himno, el sujeto
de la kénosis es Cristo preexistente, es él quien toma la iniciativa y al
final, el sujeto de la exaltación es Jesús, a quien Dios da el Nombre que está
sobre todo nombre y finalmente, se unen los dos sujetos y así, es Cristo Jesús
quien es declarado como Kyrios (Señor)
para la gloria de Dios Padre.
He aquí la tercera
pauta espiritual: si bien la kénosis/abajamiento y la asunción de la cruz/amor
oblativo que fracasa en el mundo, son parte irrenunciable de la vida cristiana,
y corresponden al esfuerzo del hombre (es él quien tiene que bajar y amar hasta
entregar la vida). Hasta aquí la pelota está en la cancha del hombre, le toca
jugar con las reglas de Dios, pero es él quien juega.
Sin embargo, todo el
que juega quiere ganar, es ésa la motivación de todo participante en una justa
deportiva. En el caso del juego cristiano –que se llama liberación y plenitud
humana- el triunfo está asegurado, no importa que las apariencias y el marcador
digan lo contrario, Dios es quien le da el triunfo y le comparte el señorío de
Cristo Jesús, su filiación, su Ser Hijo, su herencia.
Por lo tanto, el
horizonte del cristiano está puesto en el triunfo que le espera, en la
confianza absoluta de que ese triunfo no lo logra él con sus esfuerzos, pero
sabiendo al mismo tiempo que el esfuerzo no le es dispensado, se lanza hacia la
meta compartiendo la misma forma de pensar que tiene Jesús.
Gracia y paz.
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