martes, 29 de abril de 2014

AUDIO/REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 4 DE MAYO DE 2014 3° DOMINGO DE PASCUA CICLO A

Les comparto el audio de mi reflexión para el próximo domingo 4 de mayo de 2014, sobre el texto de Lc 24, 13-35: << CAMINANDO HACIA EMAÚS ES COMO SE REGRESA A JERUSALÉN >>

VÍNCULO AUDIO: http://www.ivoox.com/reflexion-3er-domingo-de-pascua-4-mayo-2014-audios-mp3_rf_3068750_1.html

REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 4 DE MAYO DE 2014 3° DOMINGO DE PASCUA CICLO A

1. LECTURAS
Lc 24,13-35: << Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. Él les dijo: "¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?" Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó: "¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?" Él les pregunto: "¿Qué?" Ellos le contestaron: "Lo de Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron." Entonces Jesús les dijo: "¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?" Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura. Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo: "Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída." Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció. Ellos comentaron: "¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?" Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: "Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón." Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. >>
2. REFLEXIÓN

CAMINANDO HACIA EMAÚS ES COMO SE REGRESA A JERUSALÉN
LIC. JORGE ARÉVALO NÁJERA
Los relatos bíblicos deben ser abordados –si se quiere obtener de ellos una enseñanza y aplicación para la vida- en un sentido que vaya más allá de una supuesta literalidad histórica. En el caso de los relatos que abordan el tema de la resurrección de Jesús, la intencionalidad de los escritores bíblicos es doble; por un lado manifiestan una dimensión cristológica (revelan las diversas aristas de las apariciones del Resucitado a sus discípulos) y por otro lado,  poseen también una dimensión eclesiológica (revelan las repercusiones existenciales para la vida discipular).
El relato de Lucas es muy propicio para reflexionar sobre estos dos aspectos. Lo primero que llama la atención es que los dos discípulos (símbolo de la comunidad cristiana) son ubicados en el “primer día de la semana” –tema abordado por Juan el domingo pasado, cuando los discípulos están reunidos y reciben la manifestación del Resucitado-, pero aquí no están reunidos, todo lo contrario, van en camino hacia Emaús (símbolo del regreso a la vida anterior de los discípulos, previa al encuentro con Jesús).
Esta indicación de Lucas hace alusión al hecho histórico del desencanto y la dispersión de los discípulos posterior a la muerte del Maestro. Pero también, es una indicación con carácter simbólico y universalista (aplicación espiritual a la vida de fe de los discípulos de todos los tiempos). ¿Quién no ha emprendido un camino de retorno a la vida anterior al encuentro con Jesús porque no responde a sus expectativas?  Sin embargo, ellos van comentando, discutiendo sobre lo sucedido y esta actitud posibilita el acercamiento del Resucitado.
En la vida espiritual es necesario replantearnos cosas, inquirir con los hermanos sobre el sentido de la pasión y muerte de Jesús. Incluso en los momentos aciagos de la fe los discípulos no afrontan las crisis en solitario, la comunidad es un referente imperdible para descubrir o redescubrir el sentido salvífico de la cruz. Jesús entonces se pone a caminar con ellos, aún incapaces de reconocerlo. Será “en el camino” que se hará la luz en sus corazones. “El camino” es la forma que tienen los evangelios de decir “discipulado, vida cristiana”, que es un permanente movimiento, a veces inclusive se vale un “movimiento a la inversa” si esto tiene como fin retornar a la búsqueda de sentido de la pasión y muerte de Jesús, como lo hacen los que van a Emaús, lo que no puede hacerse es detener el camino, anquilosarse en lo requetesabido por miedo o comodidad.
Jesús les pregunta sobre el contenido de su discusión y su preguntar no es a causa de su ignorancia, sino a modo de hacerles reflexionar sobre dichos acontecimientos y en esa reflexión se revelan dos impedimentos graves para la fe; ellos esperaban una liberación distinta a la que propone Jesús y un tipo de resurrección evidente a los sentidos.
Para estas dos patologías de la fe, Jesús dará la medicina adecuada;
1.      Lectura biunívoca de todo el Antiguo Testamento (interpretación cristológica del A.T e interpretación veterostamentaria del misterio de Cristo) para comprender espiritualmente el sentido liberador de la pasión y muerte de Jesús. Es en la lectura meditada e interpretada a la luz de Cristo donde el corazón de los discípulos se enciende de amor y se descubre la unidad maravillosa del plan salvífico de Dios, plan de amor y entrega, de perdón y pasión por el hombre. Cristo ilumina el sentido del Antiguo Testamento, pero sin este, el misterio de Jesús resulta incomprensible, sin incidencia en la vida humana.

2.      Vida eucarística para percibir la realidad del Resucitado. Pero no basta meditar en la Escritura Sagrada, es necesario poner en práctica sus enseñanzas alimentándose  con el Pan de Vida. Pan de la Palabra y Pan Eucarístico son los alimentos necesarios para la vida cristiana.

Pero no se trata de un aprendizaje intelectual de la Escritura y de una asistencia legalista a la Celebración Eucarística. Recordemos que todo se da en el contexto del “caminar” y para los cristianos de la primera hora, el poner en práctica las enseñanzas de Jesús era el único modo de aprender y la Eucaristía no era un rito religioso sino un sacramento o signo visible de una vida entregada al Padre, centrada en Cristo y llevada a cabo por el poder del Espíritu. Al  mismo tiempo, la Eucaristía era el alimento indispensable para que pudieran hacer vida la Palabra y transformar el mundo según las categorías de Cristo.
Es entonces, cuando confluyen meditación de la Palabra y vida eucarística que la comunidad puede percibir (se les abrieron los ojos) en la compartición del pan (comunión de vida fraterna) la presencia real de Jesús, que sin embargo, “desaparece” de inmediato, como para poner en marcha a los discípulos, para ir al encuentro de los demás hermanos que están reunidos en Jerusalén y así, juntos proclamar la realidad de la resurrección de Jesús y su presencia real en la vida eucarística.
Hoy, en este tiempo pascual, es más que conveniente hacer una revisión a fondo del modo en el estamos viviendo la fe; ¿Nos cuestionamos acerca de nuestras creencias, no para abandonarlas sino para profundizar en sus contenidos y permitir la novedad que proviene de la explicación que el mismo Jesús nos dará?  ¿Es la Palabra una referencia vital en nuestras vidas? ¿La meditamos diariamente, la ponemos en el corazón, la convertimos en actos concretos? ¿Es nuestra vida realmente eucarística, entregada al Padre en Cristo por el poder del Espíritu? ¿Vivimos conscientemente el significado de la celebración Eucarística o simplemente nos hacemos presentes por costumbre?
Recordemos que si bien el “ver” a Jesús es fruto de su libre iniciativa, las condiciones propicias para gozar de esta experiencia son responsabilidad de todos y cada uno de nosotros, sus discípulos.

Gracia y paz.

lunes, 21 de abril de 2014

AUDIO/REFLEXIÓN 2° DOMINGO DE PASCUA CICLO A_27 ABRIL 2014

Les comparto el audio de mi reflexión para el domingo 27 de abril de 2014_La experiencia de la Pascua pasa en la casa de Dios

VÍNCULO AUDIO: http://www.ivoox.com/reflexion-2-domingo-pascua-ciclo-a-audios-mp3_rf_3042952_1.html

REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 27 DE ABRIL DE 2014 2° DOMINGO DE PASCUA CICLO A

1. Lecturas

Hch 2, 42-47; En los primeros días de la Iglesia, todos los hermanos acudían asiduamente a escuchar las enseñanzas de los apóstoles, vivían en comunión fraterna y se congregaban para orar en común y celebrar la fracción del pan. Toda la gente estaba llena de asombro y de temor, al ver los milagros y prodigios que los apóstoles hacían en Jerusalén. Todos los creyentes vivían unidos y lo tenían todo en común. Los que eran dueños de bienes o propiedades los vendían, y el producto era distribuido entre todos, según las necesidades de cada uno. Diariamente se reunían en el templo, y en las casas partían el pan y comían juntos, con alegría y sencillez de corazón. Alababan a Dios y toda la gente los estimaba. Y el Señor aumentaba cada día el número de los que habían de salvarse.
Juan 20,19-31; Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: "Paz a vosotros." Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: "Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo." Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos." Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor." Pero él les contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo." A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: "Paz a vosotros." Luego dijo a Tomás: "Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente." Contestó Tomás: "¡Señor mío y Dios mío!" Jesús le dijo: "¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto." Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

La experiencia de la Pascua pasa en la casa de Dios
Jorge Arévalo Nájera
Seguramente que Usted, amable lector ha escuchado en algún lugar la siguiente expresión: “Creo en Dios (o en Jesús), pero no en la Iglesia”, yo se lo he escuchado decir explícitamente a personas que se consideran creyentes y que aseguran tener una relación personal con Jesús, pero también de modo implícito se lo he escuchado decir a personas que pertenecen nominalmente y de facto a iglesia cristianas (Católica Romana, Ortodoxa, Luterana, etc.)
Cuando alguien –hablaré de la iglesia a la que pertenezco- se dice católico  pero desoye las enseñanzas oficiales de su Iglesia a través de las pronunciaciones del Papa o de sus obispos, e inclusive toma una postura antagónica ante esta enseñanza, está afirmando que cree en Jesús pero no en su Iglesia. Un caso –gracias a Dios no típico- muy claro en el que ésta idea es llevada hasta el extremo es el del grupo autodenominado “Católicas por el Derecho a Decidir” que se muestran totalmente a favor del aborto bajo ciertas condiciones que ellas mismas han decidido lo justifican, a pesar de que la Iglesia ha enseñado siempre y sin vacilaciones que el aborto realizado premeditadamente es un asesinato flagrante que atenta contra el Evangelio al atentar contra la sagrada vida humana.
Pues bien, en el contexto de la Pascua, las lecturas de hoy apuntan hacia una característica irrenunciable de la manifestación del Resucitado a sus discípulos: ¡La experiencia pascual es una experiencia que se da en comunidad o lo que es lo mismo, en eclesialidad! ¡Sí, digámoslo claramente y sin ambigüedades, a Jesús resucitado o se le experimenta en la Iglesia o no se le experimenta de ningún modo, y formar parte de la Iglesia no es cuestión de nominalismo, sino de adhesión a la fe de la Iglesia!
Y esto no es capricho o “manipulación de los oscuros poderes de la jerarquía que quiere aprovecharse y mantener oprimidos a las masas incultas incapaces de pensar y decidir por sí mismas” como me dijo alguna vez un feroz –pero ignorante- detractor de la Iglesia.
¿Es posible separar al cuerpo físico de la conciencia personal sin matarla? Evidentemente que no, y lo mismo pasa si consideramos a la Iglesia como el “cuerpo de Cristo”, imagen eclesiológica típicamente paulina o si recordamos la imagen jesuana de la vid (él mismo) en la que están arraigados los sarmientos (la Iglesia). No cabe duda que Jesús estableció una relación indefectible, permanente, irreductible entre él y sus discípulos. Mucho me temo que la negación de este vínculo y la falaz ideología de que es posible relacionarse con Jesús sin una referencia vital a su Iglesia es fruto, por una parte, del desconocimiento de la eclesiología del Nuevo Testamento.  ¡El cristiano en términos generales no sabe lo que es la Iglesia!
Por otro lado, hay un profundo desencanto –no podemos negarlo- hacia las autoridades eclesiales, a las que el pueblo siente lejanas, ajenas, desvinculadas de su vida. Además, los medios de comunicación se han encargado de divulgar a nivel masivo los errores y pecados de algunos miembros del clero y eso ha provocado una falsa imagen general de la jerarquía eclesiástica.
Y para acabar de cerrar el círculo, el hombre contemporáneo tiende hacia una comprensión autoafirmante e individualista de la persona, de tal modo que él posee el derecho de autoerigirse como criterio absoluto de la moral y por lo tanto, siente como una imposición arbitraria y despótica cualquier norma que venga de fuera de él.
Estos son errores que urge corregir, divulgando una imagen adecuada del misterio eclesial y favoreciendo la comprensión de la persona humana en términos de relación, de solidaridad, de autoafirmación relativa que atiende para el logro de éste proceso a los otros, a los prójimos que no son simples objetos a su servicio, sino espacio fundamental de encuentro humanizador. Pero dejemos que sean los mismos textos bíblicos (específicamente Hch 2,42-47 y Jn 20, 19-31) quienes nos iluminen al respecto.
La primera lectura, tomada del libro de los Hechos de los Apóstoles, nos aporta una imagen paradigmática de la Iglesia, en la cual las notas esenciales son: acudir asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, fraternidad, oración comunitaria y vida eucarística.
Tanto los apóstoles (los que enseñan) como el pueblo (los que acuden a recibir la enseñanza) forman parte de la única Iglesia de Cristo, pero en este caso, los apóstoles garantizan la transmisión íntegra y sin desviaciones de la Buena Nueva que les ha sido comunicada por Cristo. Pero los apóstoles no son un grupo que ha quedado encerrado en el pasado, en la Palestina del siglo I de nuestra era, sino que la nota apostólica se ha ido actualizando en los legítimos sucesores de todos los tiempos y lugares, que continúan enseñando al pueblo de hoy, mediante el magisterio ordinario y extraordinario la única doctrina y praxis emanada de Cristo mismo.
Desde luego que esta vinculación a los orígenes apostólicos mediante la enseñanza de los obispos no significaría nada si se quedara en una mera transmisión doctrinal sin incidencia transformadora en el mundo. De aquí, que la siguiente nota esencial de la Iglesia, la fraternidad, resulte ser la concreción visible y garantía de que se está recibiendo auténticamente la tradición apostólica.
En efecto, la fraternidad es el subversivo modo en el que la Iglesia confronta al mundo al mismo tiempo que le muestra la realidad histórica del señorío de Cristo, el Reino de Dios. Pero la fraternidad –relación interpersonal entre hermanos porque hijos del mismo Padre- no es una utopía más, en realidad es una forma de vida con referencia comunitaria permanente al Padre (oración) y la compartición efectiva de la vida y las posesiones (fracción del pan, eucaristía).
 Sin esto, es imposible que la Iglesia sea existencialmente lo que ya es ontológicamente por acción del Espíritu Santo, una comunidad alternativa para la sociedad y por ello estimada en su especificidad, una comunidad que así se convierta en polo de atracción irresistible porque en ella se refleja la luz que “alumbra a todo hombre viniendo a este mundo[1]”.
Por su parte, el evangelio de Juan corre en nuestro auxilio para evitar una actitud patológica de centralismo en el ejercicio de la autoridad apostólica y ensancha la visión hacia una Iglesia en la que todos los discípulos y no solamente el grupo de los Doce, reciben el don de la Paz. Encerrados están “todos los discípulos”, indicación simbólica que alude a la totalidad de la Iglesia y todos están llenos de miedo. Jesús se presenta “en medio de ellos” –no es una precisión espacial sino existencial; Jesús es el Árbol de la vida y del conocimiento,  realidad central e irrenunciable de la humanidad nueva que ha surgido del costado abierto del crucificado- y el primer don que concede a su Iglesia es el Shalom escatológico, la plenitud en los cuatro ejes relacionales de la vida humana (relación con Dios, consigo mismo, con el Cosmos y con los otros).
Esta Paz acaba con el miedo. Pero es muy interesante la indicación que hace el evangelista… “Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría”, ¡sólo son capaces de descubrir la identidad del que se hace presente cuando ven las heridas, signos indelebles de su pasión y muerte, de su vida entregada por amor y es entonces que el miedo da paso a la alegría! ¡El que es capaz de entregar la vida no muere para siempre, el sepulcro no pudo retener a Jesús y esto garantiza la propia resurrección! ¡La muerte deja de ser una amenaza!
Por eso, el Shalom (Paz) no es un don para contemplar y guardar en lo profundo del alma, es un regalo que se comparte, que se convierte en envío, que se comunica con alegría, que es generador de vida y que se recibe en comunidad, nunca en solitario.
Después Jesús sopla sobre ellos y reciben el Espíritu Santo, que les convierte en una comunidad “canceladora de pecados”. La traducción litúrgica dice “a los que les perdonen los pecados les quedarán perdonados y a los que no se los perdonen les quedarán sin perdonar”, pero en el griego original, la palabra utilizada significa “cancelar”, restaurar la relación con el otro desde cero, como si nunca hubiera sucedido nada.
Es tremendo lo que esto significa, el poder dado por Cristo a su Iglesia; comunicar al mundo, mediante la vivencia alegre del Shalom (testimonio de vida) que no hay ninguna ofensa que no pueda ser cancelada, que no hay ninguna relación rota que no pueda ser restaurada, que no hay límite para el perdón y el amor. Pero también, recibe la potestad de declarar que la contumacia (persistencia culpable) en el pecado (daño al prójimo) impide la restauración de las relaciones humanas y por consecuencia, la relación con Dios… ¡en estas circunstancias, no hay perdón posible!
En la tradición católica romana, el Presbítero ordenado es quien representa sacramentalmente a la comunidad cristiana y ejerce la potestad del perdón/retención que Cristo le ha conferido. En otras palabras, la potestad del sacerdote le viene por su pertenencia a la Iglesia/Pueblo de Dios, depositaria del don del Espíritu. No obstante, esto no va en menoscabo de otras tradiciones cristianas, para las cuales se mantiene en pie el mandato de Jesús, de hacer visible y concreto el poder perdonador del Resucitado.
Termino esta reflexión haciendo notar que Jesús se hace presente en el día de reunión de los discípulos, es decir, en la asamblea eucarística del domingo (primer día de la semana). En la primera ocasión en que se hace presente el Resucitado no se encuentra Tomás, podríamos decir que “no asistió a la Celebración Eucarística”, que es el punto culminante de la vida comunitaria. Es solamente cuando acude a la Eucaristía, ocho días después, que Tomas puede –una vez que mete sus dedos en las heridas- reconocer a Jesús como su Dios.
Así pues, la experiencia reconciliadora del Resucitado se da en la casa viva de Dios, que es la comunidad cristiana y desde ella se expande al mundo entero.
Gracia y paz.



[1] Jn 1,9

miércoles, 16 de abril de 2014

AUDIOS REFLEXIONES SEMANA SANTA 2014

En esta ocasión les comparto los audios correspondientes a las reflexiones de Semana Santa (Jueves y Viernes Santo, Vigilia Pascual y Primer Domingo de Pascua, Ciclo A) mediante un vínculo que les llevará al podcast donde están  alojados dichos audios.

VÍNCULO AUDIOS SEMANA SANTA 2014: http://www.ivoox.com/podcast-teologia-internet_sq_f126128_1.html

REFLEXIONES SEMANA SANTA 2014 (JUEVES Y VIERNES SANTO, VIGILIA PASCUAL Y PRIMER DOMINGO DE PASCUA CICLO A)

En esta ocasión, les comparto mis reflexiones para la Semana Santa mediante un vínculo que les permitirá acceder a todos los textos y desde allí leerlos o bajarlos a su ordenador.

VÍNCULO TEXTOS REFLEXIONES SEMANA SANTA: http://1drv.ms/Qb1KGf

lunes, 7 de abril de 2014

AUDIO/REFLEXIÓN DOMINGO 13 DE ABRIL DE 2014_DOMINGO DE RAMOS.

Les comparto el audio de mi reflexión para el Domingo de Ramos. Reflexión teológico/espiritual sobre el himno cristológico de Filipenses 2,6-11.

VÍNCULO AUDIO: http://www.ivoox.com/reflexion-13-marzo-2014-domingo-ramos-ciclo-a-audios-mp3_rf_3002023_1.html 

REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL DOMINGO 13 DE ABRIL DE 2014 DOMINGO DE RAMOS CICLO A

1. Lectura
Flp 2,6-11: << Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo: El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre;  y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz.  Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús, toda rodilla se doble, en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es Señor para gloria de Dios Padre.>>         
2. Reflexión
La Paradoja Cristiana: ¡Que el camino hacia la grandeza consiste en descender!
Jorge Arévalo Nájera
En esta ocasión, quisiera centrar la reflexión en una sola de las lecturas que la liturgia del domingo de Ramos nos ofrece, y esta lectura es el conocidísimo himno cristológico de Filipenses 2,6-11.
El Domingo de Ramos marca el comienzo de la Semana Santa. Desde hace muchos siglos, los cristianos meditan en esta semana sobre la pasión, muerte y resurrección de Jesús. La semana comienza con una entrada mesiánica, pasa por momentos de despedida y por la traición, llega a su punto más bajo al morir Jesús en la cruz, y concluye con la victoria sobre la muerte y el pecado y la constitución de Jesucristo como Señor del mundo.
Insertado en el marco de la liturgia de la Palabra del domingo de Ramos, este himno cristológico pre-existente en la tradición cristiana y que Pablo incorpora en su carta a los Filipenses, tiene una significación especial que marca un itinerario espiritual del discípulo. Aunque el himno comienza propiamente en el verso 6, Pablo coloca como pórtico la exhortación del verso 5: << Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo>>
La palabra griega “fronein”, que es traducida por “sentimientos”, hace alusión a una realidad que incluye la dimensión emotiva, pero que va más allá del mero sentimiento, y se refiere a la mentalidad, a la forma en que se elaboran los juicios mediante los cuales se interpreta el mundo. El hombre es un ser que aprehende lo real mediante la observación y el contacto sensorial, para después elaborar juicios que le permiten integrar la información en un marco interpretativo que provee de significado a las cosas o acontecimientos.
Para la mentalidad bíblica, la forma de pensar impacta necesariamente la relación con las cosas o con las personas, es decir, en la forma de enjuiciar lo real se determina mi ética, mi aproximación vital a lo real. Lo que quiere decir Pablo al exhortarnos a asumir la misma forma de enjuiciar, ver o entender lo real que tiene Cristo es que debemos vivir del mismo modo. ¿Y cuál es ese modo? Veámoslo con mayor detenimiento:
El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre: se afirma de Cristo su preexistencia y su igualdad ontológica con Dios (en la teología de Pablo, la palabra Theós/Dios se refiere siempre al Padre). Este es el punto de partida, el Ser de Cristo. Ahora bien, la praxis de Jesús, su acción, es un movimiento de abajamiento (kénosis en griego) y ese abajamiento consiste en un despojamiento de su condición divina para asumir la de siervo, la de esclavo, abandonando su Ser Espíritu purísimo como Verbo increado del Padre. Estamos hablando, claro está, de la encarnación del Verbo eterno que asume la naturaleza humana del hombre Jesús de Nazaret, haciéndose en todo semejante a los hombres menos en el pecado.
Desde luego que esta afirmación ya es escandalosa, para los judíos y paganos de su tiempo, pero también para nosotros, hombres del siglo XXI. A muchos cristianos les resulta fácil aceptar cierta imagen de la divinidad de Jesús (poderes sobrenaturales que todo lo curan, dominio sobre las leyes naturales, conocimiento del futuro, lectura de la mente humana, etc.), pero de hecho no aceptan una plena humanidad, con todas las limitaciones inherentes a la creatureidad, con toda su radical indigencia y debilidad, la ausencia de un conocimiento totalizador de lo real, etc. En este sentido, la antiquísima herejía docetista que negaba la realidad de la humanidad del Verbo y afirmaba que Jesús era simplemente una máscara, una fachada tras la cual se escondía el Eterno.
El himno de Filipenses nos coloca de frente a la crudeza de la realidad de la encarnación, el Verbo se ha anonadado, se ha encarnado y toda su divinidad cohabita con la humanidad en Jesús de Nazaret. Pero decíamos que el himno marca un derrotero espiritual para el discípulo, y he aquí el primer paso que hay que dar en el seguimiento del Nazareno: abandonar toda pretensión ególatra, descentrarnos, bajarnos del idolátrico pedestal en que nos tenemos para hacernos siervos de los otros. Sin esta actitud de fondo, no hay cristianismo posible y el inicio de la semana mayor es un buen momento para recordar que el camino hacia la Pascua inicia con el abajamiento.
<< y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz>> : pero el movimiento descendente de Cristo no acaba con el simple hecho de hacerse hombre/siervo con los demás y para los demás, Él va más abajo: en su obediencia al Padre que “quiere que todos los hombres se salven y lleguen al pleno conocimiento de la verdad” [1] llega hasta el extremo de la cruz, que se hace necesaria para la salvación cuando el pecado del hombre le lleva al deicidio. No es que la cruz estuviera pensada por el Padre como designio cruel desde todos los siglos, sino que al rechazar el hombre la propuesta liberadora de Dios tal cual se manifiesta en las obras y en la predicación de Jesús (Reino/reinado de Dios), y al crucificar a su Hijo, el Padre asume el sacrificio obediencial de Jesús e incorpora la cruz a su economía salvífica y de tal manera que ahora, todos los sufrientes y sacrificados por los poderes establecidos encuentran sentido en el sacrificio del Hijo que así les redime en la muerte.
He aquí el segundo momento en el itinerario espiritual del discípulo según Flp 2,6-11: la obediencia irrestricta a la voluntad del Padre. La voluntad es aquella virtud que mueve al hombre hacia la consecución de un fin, de una meta que se considera sumamente valiosa. En Dios, esa voluntad no es algo ajeno a Él, es Él mismo saliendo al encuentro de los hombres en la persona del Espíritu Santo, de tal modo que Espíritu Santo y voluntad de Dios son una y misma cosa.
Y el Espíritu es vida, capacidad de realizar lo imposible, creatividad sin límites, esperanza invencible. La obediencia que se espera del hombre no es la obediencia servil del esclavo que acríticamente acepta una disposición que le viene de fuera, más bien es la conformación de la propia voluntad/espíritu con la Voluntad/Espíritu de Dios, pues después de todo, el mismo Espíritu con que el Padre resucitó a Jesucristo de entre los muertos nos ha sido donado en el bautismo [2]
El que obedece al Padre es auténticamente libre porque obedece al Espíritu de libertad que mora en él como fruto de la pascua del Hijo, que le permite vivir en la libertad obediencial de los hijos de Dios.
<< Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús, toda rodilla se doble, en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es Señor para gloria de Dios Padre. >>: Sólo cuando el Hijo se anonada y asume la obediencia absoluta al proyecto salvífico del Padre y muere en la cruz, es exaltado, otorgándosele toda potestad y señorío. Es el triunfo escatológico del Hijo y al mismo tiempo es el triunfo definitivo del amor oblativo sobre las potencias opositoras al Reino de Dios, que es la plenitud humana.
 Fijémonos que al principio del himno, el sujeto de la kénosis es Cristo preexistente, es él quien toma la iniciativa y al final, el sujeto de la exaltación es Jesús, a quien Dios da el Nombre que está sobre todo nombre y finalmente, se unen los dos sujetos y así, es Cristo Jesús quien es declarado como  Kyrios (Señor) para la gloria de Dios Padre.
He aquí la tercera pauta espiritual: si bien la kénosis/abajamiento y la asunción de la cruz/amor oblativo que fracasa en el mundo, son parte irrenunciable de la vida cristiana, y corresponden al esfuerzo del hombre (es él quien tiene que bajar y amar hasta entregar la vida). Hasta aquí la pelota está en la cancha del hombre, le toca jugar con las reglas de Dios, pero es él quien juega.
Sin embargo, todo el que juega quiere ganar, es ésa la motivación de todo participante en una justa deportiva. En el caso del juego cristiano –que se llama liberación y plenitud humana- el triunfo está asegurado, no importa que las apariencias y el marcador digan lo contrario, Dios es quien le da el triunfo y le comparte el señorío de Cristo Jesús, su filiación, su Ser Hijo, su herencia.
Por lo tanto, el horizonte del cristiano está puesto en el triunfo que le espera, en la confianza absoluta de que ese triunfo no lo logra él con sus esfuerzos, pero sabiendo al mismo tiempo que el esfuerzo no le es dispensado, se lanza hacia la meta compartiendo la misma forma de pensar que tiene Jesús.
Gracia y paz.



[1] 1 Tm 2,4
[2] Ro 8,11 “Y si el Espíritu de Aquél que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó a Cristo de entre los muertos, vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. “