lunes, 2 de julio de 2012

REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 8 DE JULIO DE 2012 XIV DOMINGO ORDINARIO CICLO B



1.      LECTURAS
Ezequiel 2,2-5: << En aquellos días, el espíritu entró en mí, me puso en pie, y oí que me decía: "Hijo de Adán, yo te envió a los israelitas, a un pueblo rebelde que se ha rebelado contra mí. Sus padres y ellos me han ofendido hasta el presente día. También los hijos son testarudos y obstinados; a ellos te envió para que les digas: "Esto dice el Señor." Ellos, te hagan caso o no te hagan caso, pues son un pueblo rebelde, sabrán que hay un profeta en medio de ellos". >>
Salmo 122: << A ti levanto mis ojos, / a ti que habitas en el cielo. / Como están los ojos de los esclavos / fijos en la manos de sus señores. Como están los ojos de la esclava / fijos en las manos de su señora, / así están nuestros ojos / en el Señor, Dios nuestro, / esperando su misericordia. Misericordia, Señor, misericordia, / que estamos saciados de desprecios; / nuestra alma está saciada / del sarcasmo de los satisfechos, / del desprecio de los orgullosos. >>
2 Corintios 12,7b-10: << Hermanos: Para que no tenga soberbia por la sublimidad de las revelaciones que he tenido, llevo una espina en la carne: un ángel de Satanás que me apalea, para humillarme. Tres veces he pedido al Señor verme libre de él; y me ha respondido: "Te basta mi gracia; mi poder se manifiesta en la debilidad." Por eso, muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo. Por eso, vivo contento en medio de mis debilidades, de los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte. >>
Marcos 6,1-6: << En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: "¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?" Y esto les resultaba escandaloso. Jesús les decía: "No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa." No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando. >>



2.      REFLEXIÓN
PROFETAS QUE PRESUMEN DE SUS DEBILIDADES
(El fracaso que en realidad es triunfo)
Lic. Jorge Arévalo Nájera
El camino hacia el éxito sólo puede ir hacia arriba”, éste muy bien podría ser el eslogan publicitario que describiría a la perfección la mentalidad en la que hemos sido educados. Nadie en su sano juicio afirmaría lo contrario “el camino hacia el éxito sólo puede ir hacia ABAJO”, porque eso es una locura que atenta contra la lógica, el buen gusto y sobre todo, contra el orden social establecido. Creer que triunfar no es cosa de poseer sino de soltar, que no es cosa de atesorar sino de compartir, creer que servir enaltece y que querer ser servido envilece, que ser pobre (en el sentido bíblico desde luego) es la mayor riqueza y que la libertad consiste en desear poco lo poco que se tiene (estoy parafraseando a San Francisco) no es precisamente lo que la mayoría tienen en mente cuando piensan en el concepto de éxito.
Y en el orden religioso esta mentalidad no varía mucho que digamos. Los altos prelados y autoridades religiosas piensan en categorías de éxito mundano cuando elaboran sus pretenciosos planes pastorales: sólo se ha triunfado cuando se logran llenar los estadios en las visitas papales o cuando el esfuerzo misionero logra que una gran cantidad de paganos (aquellos que están fuera del ámbito de la fe cristiana) se hagan bautizar sacramentalmente.
De igual modo, una mentalidad cuantitativa más que cualitativa permea entre los fieles: muchas comuniones, rezos y confesiones garantizan la entrada directa al cielo o un activismo desenfrenado sustituye la comunión con Dios que aporta la introspección, el silencio y la oración contemplativa.
No estoy diciendo –que quede bien claro- que debamos olvidar la vida sacramental o el compromiso con los más necesitados, lo que estoy afirmando es que la espiritualidad cristiana tiene dos columnas que la sostienen: por un lado la relación místico/sacramental con Jesús y por otro lado la relación que se verifica en el encuentro de amor con los sufrientes. Prescindir de cualquiera de los dos pilares convierte el cristianismo en una falacia, en una ideología intimista (sacramentalismo) o en un activismo materialista y reduccionista del misterio de la salvación.
Pero retomemos el hilo conductor de nuestra reflexión y veamos qué nos aportan al respecto las lecturas de hoy. En la primera lectura, del libro de Ezequiel, el profeta es enviado por Dios a denunciar la obstinación y la rebelión de Israel. El Señor advierte a Ezequiel que muy probablemente lo que le espera es el fracaso. Y uno se preguntaría ¿y entonces para que enviar al profeta? ¿Por qué simplemente no deja Dios que Israel se pierda en su pecado y obtenga lo que ha elegido? ¿O por qué de una buena vez no pasa por encima de la libertad de su pueblo y les obliga a cumplir sus enseñanzas? Lo único que parece importarle a Dios es que haya un profeta en medio de Israel como testimonio y signo de su presencia paciente y amorosa.
El Salmo parece presuponer el sentimiento de dolor y frustración del profeta que ve fracasar sus intentos por lograr la conversión del pueblo. Está harto de los desprecios y de las burlas de sus destinatarios y mira fijamente y sin descanso al cielo esperando recibir la misericordia de Dios.
La 2 carta a los Corintios nos presenta a un Pablo en lucha constante contra la soberbia de saberse privilegiado por las revelaciones de Dios. Una “espina clavada en la carne” “un ángel de satanás que le apalea para humillarlo”  son las expresiones que utiliza el apóstol para referirse a un sufrimiento que le permite mantenerse con los pies bien puestos en el suelo. Algunos estudiosos opinan que podría tratarse de una enfermedad que padecía Pablo, pero tal vez se refiera a su mismo talante de orgulloso ex-fariseo que se enfrenta al fracaso de su predicación y esto lastima su ego.
Tal vez esto explicaría porque Pablo atribuye su sufrimiento al azote de un enviado de satanás (que sería su propio ego inflado hasta el extremo). De cualquier modo, lo que importa es la enseñanza que Pablo saca de esta experiencia dolorosa y permanente (le ha pedido a Dios por tres veces que lo libere de ella y en la Biblia el # 3 simboliza la totalidad de un período): es precisamente en su fracaso, en su debilidad que Dios puede resplandecer glorioso porque no hay duda alguna que es él quien logra la conversión de los corazones y no el esfuerzo misionero o pastoral del apóstol.
¡Si tan solo aprendiéramos esta enseñanza de Pablo, cuánta paz habría en nuestros atribulados corazones que buscan afanosamente el éxito inmediato! Los que somos padres de familia con hijos adolescentes hemos pasado por la dolorosa experiencia de que nuestros antaño dóciles chiquillos se convierten en críticos severos de la institución religiosa y de la misma fe y sentimos que hemos fracasado como portadores de la Palabra, que no hemos sido capaces de suscitar en ellos el deseo por las cosas de Dios.
Desde luego que es cosa sana y deseable que ante esta situación hagamos una profunda revisión de la forma en la que estamos dando testimonio de Jesucristo, tal vez en buena medida sea nuestra culpa el alejamiento de los muchachos. Pero también debemos considerar que finalmente el Evangelio es una propuesta y tarde o temprano el hombre debe dar una respuesta desde su libertad y en el fondo, los padres no somos más que sembradores de la semilla y el fruto será recogido por otros. En nuestra impotencia se manifiesta el poder de Dios. ¡Seamos profetas que presumen de sus debilidades porque en ellas reside la fuerza de Cristo! 
Para terminar esta reflexión, digamos una palabra sobre el trozo del evangelio de Marcos que hoy se nos proclama. Es un texto profundamente subversivo, desestabilizador y clave para la deconstrucción de una imagen falsa de Dios que tienen muchos cristianos y punto de partida para la construcción de una imagen más acorde con el Dios que se revela en la Sagrada Escritura.
La actitud triunfalista y del éxito inmediato que apuntábamos al inicio de esta reflexión, se corresponde con una imagen de Dios construida desde categorías que son ajenas a la Escritura. En efecto, los dioses griegos garantizan el éxito inmediato de sus adeptos. Pero resulta que esos dioses son proyecciones humanas que anhelan el poder, la belleza, el triunfo, el dinero, etc.
Por eso esos dioses son todopoderosos –capaces de hacer hasta lo más absurdo-, bellísimos –según los cánones estéticos de los griegos desde luego- y viven en un olimpo construido de oro. El Dios bíblico es totalmente diferente, no se corresponde con ninguna categoría humana, no se ajusta a sus proyecciones psicológicas y solamente atendiendo al dato revelado es posible saber algo de Él. Y dado que los cristianos afirmamos que Cristo crucificado y resucitado es la culminación de la revelación de Dios, esto significa que sólo en Cristo podemos descifrar el criptograma divino (¿Quién es Dios?)
Pues bien –y eso constituye el gran escándalo del cristianismo- Dios se ha revelado en la carne humana de un hombre concreto, Jesús de Nazaret, sólo en ella es posible conocer y relacionarse con Dios. Estamos hablando del misterio de la encarnación del Verbo Eterno que se anonada –se hace nada- y se solidariza con la debilidad y la impotencia de la creatura. Esto es precisamente de lo que habla el texto de Marcos, que afirma que Jesús NO PUDO hacer en Nazaret milagros.
Algunos comentaristas, con tal de salvar –según ellos- la divinidad de Jesús, traducen “NO QUISO”, pero el original griego dice “NO PUDO”. Es su humanidad lo que causó escándalo a sus paisanos y es su humanidad lo que sigue causando escándalo entre nosotros. Pero al mismo tiempo es su humanidad/carne/debilidad e impotencia lo que causa nuestra salvación. Es de la cruz que brota nuestra salud y es de su existencia crucificada que brota la vida nueva de los hijos de Dios.
Según Jesús, no es por algún tipo de fuerza mágica que salga de él que se obran los milagros, es por la fe de los hombres que se realizan, una fe que es apertura y confianza en Él, una fe que logra cambiar el mundo porque permite entrar en la historia las categorías de lo eterno.
Gracia y paz.

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