lunes, 17 de febrero de 2014

REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 23 DE FEBRERO DE 2014 VII DOMINGO ORDINARIO CICLO A

1.     LECTURAS

Levítico 19,1-2.17-18: << El Señor habló a Moisés: "Habla a la asamblea de los hijos de Israel y diles: "Sed santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo. No odiarás de corazón a tú hermano. Reprenderás a tu pariente, para que no cargues tú con su pecado. No te vengarás ni guardarás rencor a tus parientes, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor."" >>
Salmo 102: << Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor,  y no olvides sus beneficios. Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; no nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas. Como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos. Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles. >>
I Corintios 3,16-23: << Hermanos: ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: ese templo sois vosotros. Que nadie se engañe. Si alguno de vosotros se cree sabio en este mundo, que se haga necio para llegar a ser sabio. Porque la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios, como está escrito: "Él caza a los sabios en su astucia." Y también: "El señor penetra los pensamientos de los sabios y conoce que son vanos." Así, pues, que nadie se gloríe en los hombres, pues todo es vuestro: Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo presente, lo futuro. Todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios. >>
Mt 5,38-48: << En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Habéis oído que se dijo: "Ojo por ojo, diente por diente." Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica; dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas. Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto." >>
2.     REFLEXIÓN

¿SER SANTOS Y PERFECTOS COMO NUESTRO PADRE LO ES?
LIC. JORGE ARÉVALO NÁJERA
El domingo pasado nos preguntábamos si sería realmente posible vivir los preceptos del Señor, y ese cuestionamiento nos incomodaba, pero de plano el Señor hoy quiere ponernos los pelos de punta, pues ahora resulta que a modo de imperativo, nos intima a ¡ser santos y perfectos como lo es Dios!
En efecto, en el libro del Levítico, Moisés, por encargo de Dios, habla a su pueblo y le manda <<  “Sed santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo…” >>… ¿pues qué no se da cuenta el buen Señor que ya suficientemente difícil es habérnosla con la penosa necesidad de cumplir los 10 mandamientos y los restantes de la santa madre Iglesia, como para que ahora nos salga con que eso no basta y tenemos –y vaya usted a saber de qué modo eso sea posible- que ser santos cómo Él?
 Esta es sin duda la primera sensación y consideración que se hace el creyente ante textos tan exigentes como el de la primera lectura, y tranquilícese usted amable lector, que ya el Señor cuenta con esta reacción y se hace cargo de ella. El Salmo 102 viene a ser como un remanso de calma, como una bocanada de aire puro, como una palmada cariñosa de aliento y esperanza por parte de nuestro Padre: Él nos dice que para con nosotros, débiles y miedosos, incapaces de vivir la santidad de Dios, es compasivo y misericordioso, él mismo aleja de nosotros el pecado y no nos paga de acuerdo a nuestras culpas.
Él sabe de nuestras limitaciones y eso no le preocupa –y a nosotros tampoco debería preocuparnos por cierto-, pues no está buscando héroes capaces de proezas inmortales, busca y quiere corazones atentos y escuchantes, confiados, abiertos y receptivos a su gracia, fieles que le digan ¡sí Señor, yo nada puedo, pero si tú lo mandas yo estoy dispuesto, haz tu obra en mí!
Por su parte, San Pablo parece que está mirando nuestras caras estupefactas y llenas de miedo al escuchar la proclamación de la primera lectura y ni tardo ni perezoso –y no sin un cierto sabor dubitativo- sale a nuestro rescate en su primera carta a los Corintios: Hermanos: << ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? >> y << Así, pues, que nadie se gloríe en los hombres, pues todo es vuestro: Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo presente, lo futuro. Todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios. >>
Veamos a groso modo estas dos importantes afirmaciones de Pablo. En la pregunta que formula, se afirman dos cosas. En primer lugar, que la comunidad es templo de Dios y en segundo lugar, consecuente, es que precisamente porque Dios ha decidido constituir a su comunidad en su templo, habita en ella. La consecuencia es lógica, dado que Dios es Santo, su Comunidad es participada de dicha santidad. No es que posea una santidad independiente que le venga de su esfuerzo o capacidad personal, es un regalo que le es dado, un estatuto ontológico que le es otorgado por pura gracia.
En otras palabras, si decimos bobaliconamente –como es tan común escuchar entre los que formamos parte de la Iglesia, cualquiera que sea la denominación a la que pertenezcamos-: ¡La santidad no es para mí, eso está reservado para unos pocos privilegiados, yo pues voy tirando de la carreta, hago lo que puedo, etc., etc., lo que estamos haciendo es cerrarle a Dios la puerta en las divinas narices, es decirle “pues vivirás en mí, pero aquí mando yo y tú te quedas quietecito”! Pero eso, mis queridos hermanos, es precisamente lo que Jesús llama el pecado contra el Espíritu Santo, el que no puede perdonarse, porque simplemente el hombre se cierra toda posibilidad de transformación al negarle al Espíritu la ocasión de actuar en el interior.
En cambio, para el que se abre a la potencia imparable del Espíritu de Jesús, un universo de insospechadas maravillas e inefables experiencias se abre ante sus ojos, se le revela un misterio oculto desde la eternidad y reservado a los pequeños, el misterio de la realeza, del señorío sobre todo lo creado… ¡todo es vuestro, porque vosotros sois de Cristo y Cristo es de Dios!
Quiere decir que no hay realidad creada que no se someta al señorío de los hijos de Dios en Cristo, y por lo tanto, TODO ESTÁ BAJO SU DOMINIO, enfermedad, sufrimiento, muerte, traiciones, pobreza, intolerancia, rencor, todo queda asumido y vencido, no hay nada que le quite la paz, porque su paz está escondida con Cristo en Dios.
¿Cuál es la realidad que hoy atormenta tu corazón? ¿Cuál es la razón que piensas que te impide abrazar a tu enemigo o compartir todo lo que tienes y eres? A partir de hoy, ya no tienes pretexto ninguno, puedes asumir la perfección a las que nos exhorta Jesús en el evangelio de Mateo; poner la otra mejilla, responder al mal con el bien, orar por los que te calumnian, no retener ávidamente nada –porque solo Dios basta-, no rehusar ayudar a nadie…y ser perfecto como tu Padre es perfecto en el amor y la entrega de la vida.

Gracia y paz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario