lunes, 11 de febrero de 2013

REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 17 DE FEBRERO DEL 2013 (1er DOMINGO DE CUARESMA CICLO C)


REFLEXIÓN SOBRE  LAS LECTURAS DEL 17 DE FEBRERO DEL 2013 (1er DOMINGO DE CUARESMA CICLO C)

1.     LECTURAS

Dt 26,4-10: << Dijo Moisés al pueblo: -El sacerdote tomará de tu mano la cesta con las primicias y la pondrá ante el altar del Señor, tu Dios. Entonces tú dirás ante el Señor, tu Dios: «Mi padre fue un arameo errante, que bajó a Egipto, y se estableció allí, con unas pocas personas. Pero luego creció, hasta convertirse en una raza grande, potente y numerosa. Los egipcios nos maltrataron y nos oprimieron, y nos impusieron una dura esclavitud. Entonces clamamos al Señor, Dios de nuestros padres; y el Señor escuchó nuestra voz, miró nuestra opresión, nuestro trabajo y nuestra angustia. El Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, en medio de gran terror, con signos y portentos. Nos introdujo en este lugar, y nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y miel. Por eso ahora traigo aquí las primicias de los frutos del suelo, que tú, Señor, me has dado.» Lo pondrás ante el Señor, tu Dios, y te postrarás en presencia del Señor, tu Dios. >>

Sal 90: << Tú que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la sombra del Omnipotente, di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío, Dios mío, confío en ti.» No se te acercará la desgracia, ni la plaga llegará hasta tu tienda, porque a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos. Te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra; caminarás sobre áspides y víboras, pisotearás leones y dragones. Se puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré porque conoce mi nombre, me invocará y lo escucharé. Con él estaré en la tribulación, lo defenderé, lo glorificaré. >>

Ro 10,8-13: << Hermanos: La Escritura dice: «La palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón.» Se refiere al mensaje de la fe que os anunciamos. Porque si tus labios profesan que Jesús es el Señor y tu corazón cree que Dios lo resucitó, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justicia, y por la profesión de los labios, a la salvación. Dice la Escritura: «Nadie que cree en él quedará defraudado.» Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues «todo el que invoca el nombre del Señor se salvará.» >>

Lc 4,1-13: << En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo. Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: -Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan. Jesús le contestó: -Está escrito: «No sólo de pan vive el hombre.» Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo, y le dijo: -Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo. Jesús le contestó: -Está escrito: «Al Señor tu Dios adorarás y a él sólo darás culto.» Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: -Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: «Encargará a los ángeles que cuiden de ti», y también: «te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras.»
Jesús le contestó: -Está mandado: «No tentarás al Señor tu Dios.» Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión. >>

  1. REFLEXIÓN

LA DESQUICIANTE REVELACIÓN DE DIOS COMO ÚNICA POSIBILIDAD SALVADORA

JORGE ARÉVALO NÁJERA

En un mundo pluralista y globalizado como en el que hoy día vivimos, un mundo en el que se exige tengan cabida toda clase de pensamientos, credos religiosos, ideologías, sistemas políticos y filosóficos etc., el que una voz se erija como poseedora de la verdad absoluta parece intolerable y desfasada, arrogante y estúpida o al menos indigna de crédito como propuesta viable para construir un mundo más armónico y pacífico, ayudando al hombre a responder positivamente a las inquietantes preguntas sobre su identidad y su quehacer en la historia.

No podemos dejar de lado la exigencia que el mundo plantea a la Iglesia sobre la validez y actualidad de su existencia si queremos ser tomados en cuenta y ser verdaderamente luz refleja de Dios que ilumina y discierne el espíritu humano. Hemos de entablar para ello un diálogo con la cultura y los hombres de buena voluntad sea cual sea su idiosincrasia, filiación política o credo religioso. Sin embargo aquí se plantea la aporía inherente a la fe cristiana, la irrenunciable creencia de ser el pueblo al que se le ha revelado el único camino que lleva  a la plenitud, no solo humana sino también cósmica, a saber Jesús Mesías, el Hijo del Dios vivo. La pregunta es: ¿Cómo presentar al mundo nuestra fe sin caer en el dogmatismo a ultranza que renuncia al respeto por el credo del otro desestimando a priori su postura? ¿Cómo afirmar ser poseedores de una verdad absoluta sin negar la parte de verdad que con certeza tienen los demás?

Creo sinceramente que una lectura honesta (científica) y sin prejuicios de la Sagrada Escritura es un camino seguro hacia la unidad en la diversidad. Estas reflexiones tienen ese objetivo, aportar un granito de arena para la comprensión a mayor profundidad de las gloriosas páginas de la Biblia, donde late el corazón amante del Cristo que dirige nuestros pasos al abrazo filial con el Padre y al encuentro fraterno con todos los hombres bajo el influjo del Espíritu. Las lecturas que hoy día se nos proponen en el primer Domingo de Cuaresma, están articuladas precisamente por una línea teológica muy clara y contundente: Es el Señor quien salva, por ello hay que adorarlo, invocarlo y permanecer fieles a él en el momento de la prueba.

Profundicemos en el mensaje que los textos proclamados nos ofrecen: en el texto del Deuteronomio, Moisés invita al pueblo a recordar el itinerario espiritual que Israel ha vivido, desde sus orígenes en Abraham (“un arameo errante”) hasta su entrada como pueblo libre en la tierra que mana leche y miel, sin olvidar que ha sido la misericordiosa y potente acción de Dios quien los ha liberado de la esclavitud en Egipto. Y como consecuencia lógica, el corazón del pueblo reconoce que todo pertenece a Dios, que todo es don benéfico, y por ello se rinde en adoración a él. Nada escapa a su acción providente, él es la fuente de todo bien. Ya se nos ha dicho en algún domingo anterior que “maldito es el hombre que confía en el hombre” y “bendito el hombre que pone su confianza en el Señor”.
Ahora, el salmista afirma que la protección, liberación y salvación del hombre se reservan para aquellos que le invocan. Y el apóstol Pablo en su Carta a los Romanos asegura que la salvación está cerca, al alcance de la mano, que basta con declarar con la boca y creer en el corazón que Jesús es el Señor. Los únicos que no son defraudados esperando lo imposible (a saber la salvación), son los que creen en Jesús y lo confiesan como a su Dios.

Y en el Evangelio de Lucas, se nos muestra al tipo del hombre, Jesús, permaneciendo fiel ante las tentaciones que el poder (poseer todos lo reinos), la magia, o sea el intento de manipular a Dios para provecho personal en detrimento del esfuerzo humano (convertir las piedras en panes) y finalmente la grotesca tentación de “probar” a Dios para comprobarle a los demás su mesianismo (arrojarse desde el alero del templo). Todas ellas tentaciones demoníacas que tienen como fin apartar a Jesús del único modo de ser Hijo, el modo de la entrega de la vida.

En resumen, se puede concluir que no hay para donde hacerse cuando de la salvación se trata: sólo hay un camino que lleva hacia la plenitud definitiva y ese camino es el que se ha revelado en la persona del Verbo encarnado, Jesús de Nazaret. Decir esto ya son palabras mayores, porque es mucho mayor el número de hombres que pueden convenir sin problema que “Dios” es el único camino, después de todo el concepto de “Dios” es tan variado como seres humanos habitan el globo terráqueo. Pero hablar del profeta carismático Jehoshúa Bar Josef  como la encarnación de Dios, pone los pelos de punta a  cualquiera, porque esto significa que se está afirmando que en ese hombre y solo en ese hombre se puede descubrir el rostro de Dios, que él es la historización y materialización del innombrable, que los hombres y mujeres que le vieron, oyeron y tocaron, estaban en realidad viendo, oyendo y tocando al hacedor de universos. Más aún, que en ese hombre y sólo en ese hombre se revela el significado de lo humano, o como dice bellamente René Latourelle “Jesús es la exégesis del hombre y sus problemas”.

Sin embargo, con estas afirmaciones no todo problema queda zanjado, de modo que ya no habría más que decir y todo diálogo tendría como objetivo convencer a los demás de la verdad cristiana, lo cual por cierto no sería de ningún modo un diálogo, sino un monólogo irrespetuoso, ya que de entrada se estaría descalificando la creencia del otro. Para que un diálogo sea eso precisamente, un diálogo, es necesario que ambas partes conozcan su identidad, ya que no se trata de claudicar ante la propuesta del otro, sino de mostrar con nitidez “la razón de nuestra esperanza”, enriquecernos con las aportaciones del otro y dejar que el Espíritu una lo diferente.

No obstante, aún hay que decir una palabra sobre la especificidad cristiana: si bien es cierto (y hay que afirmarlo contundentemente) que Cristo es el camino, la verdad y la vida, esto no significa que en Jesús de Nazaret se agote el misterio ontológico y la economía del Verbo. Ya el Magisterio Conciliar ha hablado de las “semillas del Verbo”, es decir que ya el Cristo se manifestó aunque incipientemente en la historia de los hombres para llamarlos a la luz esplendorosa del Padre.

El Cristo ha ido revelándose paulatinamente, hablando mediante los profetas de Dios y en las tradiciones culturales y religiosas de la humanidad. Y no pretendo afirmar que todas las “verdades” puedan equipararse cayendo en un relativismo a todas luces traidor a las afirmaciones bíblicas y a la tradición bi-milenaria del pueblo de Dios, lo que me atrevo a afirmar es que en todas ellas puede vislumbrarse el rostro del Cristo cósmico aunque en el rabino de Galilea haya adquirido su máxima densidad histórica. Y siguiendo la misma lógica, el resucitado no tiene porque limitarse ni a la acción de la comunidad Católica ni a ninguna otra comunidad cristiana, su campo de acción es la humanidad entera, su Espíritu sopla donde quiere. Esto no repugna con la fe de la Iglesia, queda salvaguardado el depósitum fidei con respecto a la unicidad salvífica de Cristo y se abre la posibilidad de la acción salvadora en otras manifestaciones religiosas.

Ahora bien, me parece también que el diálogo interreligioso no se debe dar solamente a nivel de las ideas doctrinales, debe realizarse sobre todo al nivel de la praxis, de la fe que obra por amor, y en esta dimensión si que se encuentran implicados todos y cada uno de los miembros del pueblo de Dios. La comunidad alternativa que Jesús soñó y sigue esperando es la única posibilidad que tiene el mundo para encontrarse cara a cara con el Dios capaz de transformar el corazón humano y elevarlo a las alturas inconmensurables de la vida divina.

No olvidemos nunca que la sangre derramada por los mártires, testigos fieles de la Palabra y de Jesucristo nuestro Señor, fue capaz de convertir miles de corazones y es el cimiento de la Iglesia. Evidentemente que no todos los cristianos están llamados a derramar literalmente su sangre en testimonio de Cristo, pero el significado teológico y espiritual que la expresión “derramar la sangre” implica, abarca toda forma de entregar la vida por los otros, sobre todo por los enemigos. Poner en práctica el amor evangélico es siempre entrega que va más allá de la reciprocidad y la recompensa, que hace estallar las fronteras que impone un simple intercambio de dones para abrirse a la locura vertiginosa de la entrega sin límites desde la fuerza de Dios.

Solo así, dando razón de nuestra esperanza, tanto desde una inteligencia más profunda de la Palabra revelada a nivel racional y desde la vivencia radical del amor que convierte al enemigo en prójimo, es posible realizar el anhelo del corazón de Cristo: Todos unidos bajo un mismo pastor y un mismo Espíritu, reconociendo la desquiciantemente bella revelación de Dios en Cristo como único y eficiente camino de salvación.

Gracia y paz.

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