lunes, 17 de diciembre de 2012

REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 23 DE DICIEMBRE DE 2012 (4° DOMINGO DE ADVIENTO CICLO C)


REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 23 DE DICIEMBRE DE 2012 (4° DOMINGO DE ADVIENTO CICLO C)

1.     LECTURAS

Mi 5,1-4: << Así dice el Señor: "Pero tú, Belén de Efrata, pequeña entre las aldeas de Judá, de ti saldrá el jefe de Israel. Su origen es desde lo antiguo, de tiempo inmemorial. La entrega hasta el tiempo en que la madre dé a luz, y el resto de sus hermanos retornará a los hijos de Israel. En pie, pastoreará con la fuerza del Señor, por el nombre glorioso del Señor, su Dios. Habitarán tranquilos, porque se mostrará grande hasta los confines de la tierra, y éste será nuestra paz". >>
Sal 79: << Pastor de Israel, escucha, tú que te sientas sobre querubines, resplandece. Despierta tu poder y ven a salvarnos. Dios de los ejércitos, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó, y que tú hiciste vigorosa. Que tu mano proteja a tu escogido, al hombre que tú fortaleciste. No nos alejaremos de ti: danos vida, para que invoquemos tu nombre. >>
Heb 10,5-10: << Hermanos: Cuando Cristo entró en el mundo dijo: "Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: "Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad." Primero dice: "No quieres ni aceptas sacrificios ni ofrendas, holocaustos ni víctimas expiatorias", que se ofrecen según la Ley. Después añade: "Aquí estoy yo para hacer tu voluntad." Niega lo primero, para afirmar lo segundo. Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre. >>
Lc 1,39-45: << En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: "¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá". >>

  1. REFLEXIÓN

¿Pequeños gigantes o gigantes  pequeños?

Jorge Arévalo nájera

Los polos opuestos en la visión que el hombre tiene de si mismo son, por un lado, la consideración de que es un ser creado para la grandeza, que los límites son para los mediocres, que si se lo propone puede lograr cualquier cosa, solo hace falta “bucear” en el inmenso cúmulo de posibilidades que anidan en su interior y aprender a desarrollarlas. En esta visión antropológica ya todo ha sido dado, solo es cuestión de esfuerzo y perseverancia (huele a “deísmo” ¿no?)

Por otro lado, y me temo que con demasiada insistencia en la evangelización y predicación cristiana, se mira al hombre como absoluta indigencia, mediocridad e incapacidad para lograr nada por sí mismo. No hay nada que hacer, el hombre es pecado de continuo y solo la frustración acecha por los vericuetos de la historia para fagocitar al hombre de una vez y para siempre. Todo es por tanto vanidad y falacia, la vacuidad de la vida se hace intolerable y el hombre se abandona en un derrotismo existencial (esto huele a mezcla de luteranismo exacerbado y existencialismo ateo ¿verdad?)

Evidentemente estoy “cargando las tintas” y exagerando hasta extremos que probablemente no se den en la cotidianidad de los hombres comunes y corrientes, como usted o como yo, y sin embargo la influencia de ambas ideologías sí que ha sido y es fundamental en la construcción del entramado social dentro del cual nos desarrollamos en nuestra vida y desde luego en una sana espiritualidad cristiana.

Ambas presentaciones padecen de graves defectos en la concepción humana que aportan y las lecturas de este Domingo 4° de Adviento, nos ayudan a corregir. Siendo el Adviento un tiempo de preparación para recibir al Kyrios, Señor de cielos y tierra, al dominador de todo, al que rige con justicia y salva a su pueblo, y que también es (no lo olvidemos) el primer “hombre nuevo” en la resurrección, él mismo es el nuevo Adán de cuyo sustrato nace una nueva humanidad. En Cristo, el “homo absconditus” es transformado en “homo revelatus”, él es pues el “ecce homo”, el auténtico y definitivo hombre, aquello que el Padre soñó para su criatura se cumple perfectamente en Cristo.

Así pues, en él y solo en él el hombre puede vislumbrar su auténtica identidad y vocación, y como de alguna manera toda palabra revelada, aún la consignada en el Antiguo Testamento, es manifestación de Cristo puesto que él es la Palabra, dejemos que las lecturas nos conduzcan de la mano en la revelación que hoy Cristo nos hace acerca de nosotros, pues no es de poca importancia precisar lo que en Cristo se ilumina del hasta entonces encriptado misterio antropológico.

Según Miqueas, es de Belén de Efrata, calificada como “pequeña entre las aldeas de Judá” (y miren que es ya decir mucho, puesto que las aldeas de Judá no eran precisamente emporios en ningún sentido), como haciendo énfasis en la insignificancia del “lugar” donde comienza todo, donde Dios hace su irrupción definitiva en la historia para conducir a la humanidad hasta las alturas de la vida definitiva. ¿Qué importancia puede tener que “el jefe de Israel” como dice el profeta, hubiera nacido en ese insignificante lugar o en otro cualquiera?

Y no nos apresuremos a la fácil respuesta que apunta a un cumplimiento literal de las profecías mesiánicas en las que se alude a Belén, pues también existen fuertes y nada despreciables testimonios en las fuentes neotestamentarias que señalan a Nazaret como aldea natal de Jesús. A mi entender, y alejándonos un poco de la especializada discusión al respecto, me parece que hay dos puntos de particular importancia que vale la pena rescatar. Por un lado, entender el cumplimiento literal de las profecías bíblicas es (por decir lo menos) una falta total de conocimiento del fenómeno profético israelita y nos lleva directamente a un falseamiento del mensaje fundamental entrañado en el mensaje del profeta. Estos importantísimos personajes bíblicos no son vulgares adivinos al estilo de Nostradamus o las ridículas pitonisas modernas que tanto venden en los medios de comunicación y que explotan un concepto inexistente en la teología israelita: EL FUTURO como una realidad ya prefijada y a la cual es posible acceder mediante alguna facultad especial.

Sin abundar en el tema puesto que eso rebasaría la intención de estas reflexiones, debo precisar que los profetas proclaman un futuro bienaventurado o desastroso siempre POSIBLE según la fidelidad del pueblo a la alianza pactada con Yahvé. Ahora bien, según esta perspectiva la profecía de Miqueas bien podría interpretarse en otra línea, que es la del contenido SIMBÓLICO-TEOLÓGICO del nombre hebreo “Bet-lehem”, que literalmente significa “casa del pan” y allí si que encontramos una riqueza interpretativa extraordinaria, sobre todo en una lectura cristológica.

En el Nuevo Testamento, la palabra “pan” es referida en primerísimo lugar a Cristo mismo (sobre todo en la teología joánica): Cristo es el pan de vida bajado del cielo (encarnación), quien come de ese pan no vuelve a tener hambre (quien hace suya la encarnación del Hijo hace suyo el fruto, que es la vida definitiva), en tanto que Cristo es el pan y él da el pan, es su carne lo que da por la vida del mundo (su carne es él en cuanto impactó exteriormente el mundo y esto quedo patentizado plásticamente en la dramaticidad de la crucifixión del justo por antonomasia)  Desde luego que la tradición sinóptica (Mateo, Marcos y Lucas-Hechos) ya contiene elementos que apuntan en la misma dirección y el pasaje del saciamiento del hambre por parte de Jesús hacia las multitudes derrengadas (mal llamado “multiplicación de los panes”) es muestra de esto, allí Jesús es presentado como el único capaz de satisfacer la profunda hambre del mundo. Por otro lado, en el evangelio de Marcos, Jesús es “aldea del consuelo” (Cafarnaún) y por ello, donde está Jesús, está el consuelo escatológico de Dios anunciado por Isaías y por ello, inicia su itinerario práxico-proclamador precisamente en el Cafarnaún histórico.

Jesús es pues aldea-casa y pan-vida. Anuncio de bienaventuranza (El Reino de Dios está ya al alcance de la mano y es anunciado a los pequeños) y vida definitiva que se alcanza en la consumición de su carne (asumir la misma vida de Jesús) Así, la pequeñez geográfica y sociológica de Belén es aprovechada para prefigurar a Cristo, que abraza la pequeñez como única opción y camino hacia la plenitud y la consecución del proyecto del Padre. Y es precisamente la pequeñez, la insignificancia ante el mundo aquello que posibilita la manifestación de la loca grandeza de Dios. Es la impotencia el germen del poder, la debilidad el triunfo del amor, el fracaso del don la eficacia del Evangelio, la estupidez de Dios (la cruz del Hijo) la sabiduría escondida que hará florecer al cosmos en la consumación de la historia.

Claro que a estas alturas, quizás el lector haya empezado a pensar que así las cosas, el Evangelio no parece apetecible y más bien es bastante desagradable o mejor aún, Jorge desvaría envuelto en calentura. Bueno, si he logrado al menos eso me doy por satisfecho. Y es que realmente se requiere una inversión total de los valores que nos han sido enseñados en los diversos ámbitos de la cultura, la religión, la familia etc. Y que nos han hecho pensar que el camino del evangelio es hacia arriba, que el cielo está arriba y lógicamente hay que “subir” para llegar y claro que subir significa escalar posiciones sociales y económicas y alcanzar un cierto “status” de prestigio para desde allí mirar dubitativamente a los desgraciados del mundo para “echarles una manita” (claro, siempre y cuando no afecte seriamente nuestro bolsillo y seguridad) ¡y ahora resulta que todo empieza en Belén, que el hacerse como niños es presupuesto ineludible para ser discípulo y entrar en el Reino, que la forma de ser reyes de la creación es mediante el servicio a los excluidos del mundo, que los seguidores de Jesús van en pos de la cruz y que en ella son más que vencedores, que la cruz no es el presupuesto para la resurrección sino que ella es ya la vida que nace de lo alto!

Y sin embargo, es desde estas categorías que Dios ilumina al mundo, que se levanta para pastorear a su pueblo, ¡Que ésa es la fuerza y la majestad del Señor! Y es lo único que permite “habitar tranquilos”, que es ésta y no otra la paz que anhela el corazón humano. Según el Salmo, la fuerza creadora de nuevos mundos está escondida en estas categorías “tú, que estás rodeado de querubines, manifiéstate…” permanece oculta a los ojos del mundo, pero para aquellos que le creen a Dios (hacen existencia sus criterios) se revela aquello que jamás vio ni escuchó ojo ni oído humano y se convierte en fuerza invencible en Cristo Jesús, custodio de su vida.

La voluntad del Señor es que el hombre viva y a eso vino y viene El Mesías, y su forma de dar vida es morir por nosotros, su sacrificio es fuente de vida porque la vida entregada genera vida en abundancia. Los sacrificios antiguos han quedado suprimidos, el único y eterno sacrificio del Hijo “nos santifica por la ofrenda el cuerpo de Jesús Mesías, hecha una vez por todas” ¿Impresionantes palabras verdad?, conmovedoras y desde luego muy sensatas aplicadas a Jesús… después de todo ¡El es el Hijo de Dios! ¿No?, él podía hacer eso y más. Pues resulta que el misterio cristológico no es exclusivo con respecto a sus discípulos, más aún, ES INCLUSIVO  y esto quiere decir que lo que se dice de Jesús tiene repercusiones eclesiológicas y discipulares. Así, Jesús dice “Mayores obras que estas haríais si tuvierais fe” y “Sed perfectos como vuestro Padre es perfecto” y podríamos decir que un gran porcentaje de las frases atribuidas a Jesús y que se dirigen a sus seguidores  están formuladas en imperativo, lo cual implica que el discípulo auténtico está llamado a ser OTRO CRISTO, a ser la concreción sacramental del Ungido por excelencia. Desde luego que dichas palabras del Maestro no deben ser entendidas como un conjunto de preceptos más que cargar al fardo de la ley antigua, sino más bien como expresión verbal de una realidad que ya es posible vivir en virtud de la Gracia y la disposición volitiva del hombre (en ése orden).

En el pasaje evangélico lucano, los personajes mencionados juegan (más allá de su dimensión histórica como personajes de carne y hueso) un papel emblemático-teológico. María es precisamente figura de la pequeña y frágil comunidad cristiana que lleva en su seno al Mesías anunciado desde antiguo. Es de notar que nos es presentada como una pequeñina que corre presurosa entre las montañas (como el alegre mensajero de la buena nueva anunciado por los profetas), y si en la simbología israelita los “montes” significan los ídolos en cuyos brazos se abandona Israel, entonces la noticia es buena porque ha llegado la liberación de la idolatría, que se dice “consuelo” en la teología profética, liberación y consuelo que son don mesiánico que llega mediante una comunidad en apariencia insignificante, frágil barquichuela amenazada por las fuerzas mundanas que ya en más de una ocasión han estado a punto de destruirla. Y sin embargo, la presencia de aquel que es el salvador del mundo, por libérrima decisión divina, depende de la pronunciación de unas palabras humanas que cambiarán para siempre la historia de la humanidad de una manera que aún hoy día no hemos descubierto del todo ¡”Aquí estoy Dios mío; vengo para hacer tu voluntad! Afirma de Jesús la Carta a los Hebreos y la virgen de Sión hará suya la disposición encerrada en ellas “Yo soy la esclava del Señor, que se cumpla en mí tu palabra” (Lc 1,38).

Pensar queridos hermanos que la economía salvífica de Dios dependa en esa forma de la colaboración humana es realmente para poner los pelos de punta, pero también para maravillarnos con la paradójica realidad de la comunidad cristiana a la que pertenecemos. Por un lado somos insignificancia y aparente fracaso de cara al mundo, pero precisamente por ello, espacio privilegiado para llevar a un mundo estéril  y condenado a la muerte (Isabel) a aquel que es La Buena Noticia, para que la savia vital corra por sus anquilosadas arterias y la vida sea suscitada en su ser ¡Somos la oportunidad para que se cumpla lo que el Señor anunció!

Nuestra grandeza pues no radica en nosotros mismos, está fuera, está en la mirada graciosa de Dios que se posa un día sobre nosotros y nos invita a abrazar la pequeñez de los Hijos de Dios, en los cuales se manifiesta la magnificencia radiante de su Señor. He allí la realidad de la identidad humana: ¡Somos pequeños gigantes!

Gracia y paz.

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