lunes, 10 de diciembre de 2012

REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL DOMINGO 16 DE DICIEMBRE DEL 2012 (3° DE ADVIENTO CICLO C)


LECTURAS
So 3,14-18: << Regocíjate, hija de Sión, grita de júbilo, Israel; alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén. El Señor ha cancelado tu condena, ha expulsado a tus enemigos. El Señor será el rey de Israel, en medio de ti, y ya no temerás. Aquel día dirán a Jerusalén: "No temas, Sión, no desfallezcan tus manos. El Señor, tu Dios, en medio de ti, es un guerrero que salva. Él se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta". >>
Is 12,2-6 << El Señor es mi Dios y salvador: confiaré y no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación. Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación. Dad gracias al Señor, invocad su nombre, contad a los pueblos sus hazañas, proclamad que su nombre es excelso. Tañed para el Señor, que hizo proezas, anunciadlas a toda la tierra; gritad jubilosos, habitantes de Sión: "Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel." >>
Flp 4,4-7 << Hermanos: Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres. Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca. Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y súplica con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. >>
Lc 3,10-18 <<En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan: "¿Entonces, qué hacemos?" Él contestó: "El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo." Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron: "Maestro, ¿qué hacemos nosotros?" Él les contestó: "No exijáis más de lo establecido." Unos militares le preguntaron: "¿Qué hacemos nosotros?"
 Él les contestó: "No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga." El pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: "Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizara con Espíritu Santo y fuego; tiene en la mano el bieldo para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga." Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba el Evangelio. >>

  1. REFLEXIÓN
EL DESCENTRAMIENTO DEL SER,  PROVOCA LA COMPARTICIÓN
Lic. Jorge Arévalo Nájera
Estamos ya celebrando el tercer domingo de Adviento y en este tiempo fuerte de preparación para la Navidad, las lecturas nos invitan a iniciar un proceso clave en la espiritualidad cristiana, una actitud permanente de descentramiento del ser.
¿Qué significa esto? Es de suma importancia responder con claridad, ya que sin dicha actitud, la vida cristiana puede ser cualquier otra cosa, pero no vida cristiana. En el tiempo del profeta Sofonías, que profetizó en tiempos de Josías (640-609), justamente antes de que comenzara el ministerio de Jeremías, Judá vivía bajo la dominación Asiria y se vivía en su interior un gran desorden religioso, el orgullo y la rebeldía eran las grandes culpas de Israel que el profeta denuncia.
Sin embargo, se vislumbra –ante el debilitamiento de Asiria- una restauración nacional, acompañada de una reforma religiosa. Sofonías reduce sin embargo, la salvación a un pequeño resto fiel, aquel que precisamente logre el descentramiento del ser. La indicación espacial <<Dios está en medio de ti >> evidentemente que posee valencia simbólica y expresa la centralidad de Dios en la vida del pueblo.
Pero el sentido es muy fuerte, no es simplemente un modo de hablar acerca de una cierta importancia de Dios en la vida humana, se trata de ocupar el centro de esa vida, y eso desde luego significa que no solamente las realidades mundanas deben ser desplazadas, sino que inclusive el mismo “Yo” debe serlo.  Dios no quiere ser una “realidad más o menos importante”, ¡Él quiere serlo todo en tu vida!
Desde luego que, a poco de pensarlo, la idea empieza a inquietar y llega inclusive a ser realmente amedrentadora del espíritu humano, porque resulta que estamos acostumbrados a vivir una religiosidad precisamente inversa, en la que nosotros ocupamos el centro de la relación con Dios, y a Él le dejamos –si bien le va- ser una especie de satélite que gira a nuestro alrededor y al que dejamos intervenir cuando nos conviene (cuando nos ataca alguna enfermedad, perdemos un ser querido, el trabajo no marcha muy bien, etc.) y entonces le invocamos para que acuda ipso facto a remediar nuestras “necesidades”.
Así construimos a nuestra medida al <<dios agencia de colocación de trabajos>>, al <<dios endereza-jorobados>>, al <<dios cumple-caprichos>>, al <<dios permisivo>>, al <<dios asegura estatus>>, <<al dios guardaespaldas>>, etc. Sin darnos cuenta que Dios es el Absoluto, el Totalmente Otro, el Inmanipulable y que siempre que queremos echarle el guante, su rostro se desdibuja hasta convertirse en un fetiche, un ídolo que si bien deja tranquilas nuestras conciencias, es solamente una entelequia ficticia sin sustento en la realidad.
Renunciar al <<Yo>> como centro de la relación con Dios y abrazar el siempre ignoto Misterio, dejando que Él rija mis pasos, marque rumbo y sea el eje rector de mi existencia, la criba por donde pasen todas y cada una de mis decisiones, es el único modo de relacionarse con el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.
Y no es un dios cualquiera, es el Dios revelado plenamente en la persona de su Hijo Jesús. Entonces, como dice el profeta Isaías, << El Señor es mi Dios y salvador, con Él estoy seguro y nada temo. >> se puede estar seguro y libre del miedo, pues Dios se convierte en la fuerza, la alegría y la plenitud del creyente. La kénosis (abajamiento o vaciamiento del yo) no significa desaparecer en la nada ni diluir la humanidad personal asimilándose en la divinidad, más bien significa la eclosión de todas las potencialidades humanas, la libertad más plena y la alegría inefable de descubrir por fin, la identidad del ser, hasta entonces oculto tras la oscuridad del pecado, de una vida errante y sin sentido.
Este estado de total armonía en todo el nodo multirelacional humano es lo que la Biblia llama <<Shalom>> y es lo que en la carta a los Filipenses, Pablo nos invita a alcanzar. Pero desde luego, la gracia del Shalom, su total gratuidad, no exime al hombre de su esfuerzo y en la carta se exigen tres acciones humanas, fruto de su voluntad: <<presentad a Dios vuestras peticiones, mediante la oración y la súplica, acompañadas de la acción de gracias >>
En primer lugar, es necesario presentar peticiones al Padre, la pregunta es ¿Qué significado tiene hacerlo, si por un lado, Dios ya conoce de antemano todo lo que existe en nuestro corazón, sueños, anhelos, tristezas, miedos, etc. y por otro lado, finalmente Él da al hombre lo que le conviene, pues al tener el conocimiento inmediato de todo lo real, sabe exactamente lo que cada quien necesita para que alcance su plenitud creatural?
Pues bien, aún cuando lo anterior es cierto, lo importante en la petición es el reconocimiento de la dependencia del creyente en referencia a la providencia de Dios, a su gracia, a su amor, a su majestad, a su ser fuente de Vida. Al pedir, se reconoce la radical indigencia, pero también la total cercanía con el Padre amoroso, la filiación participada del Hijo. Pido porque soy hijo, pero por eso mismo, pido lo que creo que necesito, pero pido esperando recibir lo que el Padre quiera darme, porque sé que eso es lo conveniente para mí.
Por eso, la petición se hace siempre en forma de oración, y ¿qué es la oración, sino la actitud de escucha permanente de la Palabra que se revela en la historia, en nuestra historia y en la de los demás?, ¿Qué es la oración sino contemplación del Misterio para dejarse arrobar por su inefable belleza/bondad? Si el cristiano se atreve a pedir en oración, esta petición orante tiene forma de súplica (pedir, rogar con sumisión), sometidos por amor a la decisión siempre benevolente del Padre. Nada de jactancias ridículas que pretenden arrancarle a Dios determinadas bendiciones, en cambio, total sumisión ante la suprema Bondad. En el auténtico creyente, la jactancia farisaica del cumplimiento de las prescripciones de la ley religiosa, da paso a una vida eucarística, es decir a una vida toda ella constante acción de gracias, de alabanza y reconocimiento de la acción amorosa de Dios en la historia personal.
El evangelista Lucas, responde con una respuesta sencilla, directa, sin elaboraciones teológicas complicadas, la pregunta esencial del cristianismo ¿Qué debemos hacer?, ¿Qué debemos hacer en este Adviento –tiempo litúrgico que puntualiza la totalidad de la vida cristiana- para preparar el camino del Señor viniente?
Cosas concretas, al alcance de la mano y que inciden directamente en el tejido más profundo de la sociedad; << El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo… No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga. >>  Sencillo, pero no fácil ¿verdad?, para lograrlo, es necesario el descentramiento del “Yo” para dejar que Dios se entronice en el centro del ser, solamente entonces seremos capaces de la liberarnos de los apegos a las cosas materiales, relativizarlas y compartirlas…no cabe duda, el descentramiento pro-voca (hace que se produzca) la compartición.
Gracia y paz.

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