lunes, 14 de enero de 2013

REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL DOMINGO 20 DE ENERO DEL 2013 (2° DEL TIEMPO ORDINARIO)



Is 62, 1-5 << Por amor de Sión no callaré, por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que rompa la aurora de su justicia, y su salvación llamee como antorcha. Los pueblos verán tu justicia, y los reyes tu gloria; te pondrán un nombre nuevo, pronunciado por la boca del Señor. Serás corona fúlgida en la mano del Señor y diadema real en la palma de tu Dios. Ya no te llamarán "Abandonada", ni a tu tierra "Devastada"; a ti te llamarán "Mi favorita", y a tu tierra "Desposada", porque el Señor te prefiere a ti, y tu tierra tendrá marido. Como un joven se casa con su novia, así te desposa el que te construyó; la alegría que encuentra el marido con su esposa, la encontrará tu Dios contigo. >>
Sal 95 << Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre. Proclamad día tras día su victoria, contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor. Postraos ante el Señor en el atrio sagrado, tiemble en su presencia la tierra toda. Decid a los pueblos: "El Señor es rey, él gobierna a los pueblos rectamente.” >>
1 Co 12,4-11 <<Hermanos: Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Y así uno recibe del Espíritu el hablar con sabiduría; otro, el hablar con inteligencia, según el mismo Espíritu. Hay quien, por el mismo Espíritu, recibe el don de la fe; y otro, por el mismo Espíritu, don de curar. A éste le han concedido hacer milagros; a aquél, profetizar. A otro, distinguir los buenos y malos espíritus. A uno, la diversidad de lenguas; a otro, el don de interpretarlas. El mismo y único Espíritu obra todo esto, repartiendo a cada uno en particular como a él le parece. >>
Jn 2,1-11 << En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo: "No les queda vino." Jesús le contestó: "Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora." Su madre dijo a los sirvientes: "Haced lo que él diga." Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dijo: "Llenad las tinajas de agua." Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les mandó: "Sacad ahora y llevádselo al mayordomo." Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo:
 "Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora." Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él. >>
Capaces de provocar la alegría de Dios
Jorge Arévalo Nájera
Una instrucción religiosa demasiado estricta, con más dogmatismo que mistagogia (pedagogía que lleve al encuentro vital con el Misterio) puede generar –de hecho genera- mentalidades religiosas fanáticas, miopes o con severos traumas que impiden descubrir el rostro amoroso y estrechamente cercano de Dios. Para algunos cristianos, la imagen de Dios que se les ha introyectado desde pequeños es la que proviene del mundo filosófico neoplatónico y que retomaron importantes teólogos cristianos (San Agustín, por ejemplo) y que ha influido de manera decisiva en el imaginario colectivo cristiano.
Una de las características más relevantes de ese “dios” conceptualizado filosóficamente, es la de la <<perfección>>, que dentro de este marco interpretativo, significa la carencia absoluta de lo que el hombre considera imperfecto o falible –percepción de dolor o sufrimiento, necesidad de cualquier tipo (física, psíquica o emocional), etc.-, de tal manera que Dios no puede sufrir, no puede sentir necesidad porque no carece de nada, -y claro, mucho menos del hombre, criatura despreciable sumida en la porquería de la mundanidad carnal-, su felicidad y alegría son completas y nada puede añadir placer o felicidad a Dios, etc.
De todo lo anterior, no puede más que concluirse que en el fondo, como decía Aristóteles, Dios es un motor inmóvil, una especie de esfera perfectamente redonda y su creación es superflua, innecesaria y fruto de quien sabe qué suerte de designio impenetrable. Pero resulta, que a lo largo y ancho de la Sagrada Escritura, desde el Génesis hasta el Apocalipsis, Dios es presentado como un loco perdidamente enamorado de su máxima creación, el hombre.
Más aún, podríamos decir que la Biblia refleja los esfuerzos denodados de parte de Dios por conquistar a su amado pueblo (y con él, a la humanidad entera), es una historia de encuentros y desencuentros, del desposorio y la traición humana a la alianza de amor y vida, Dios es el amante frenético, encolerizado y al mismo tiempo tardo a la ira y presto al perdón, pero también es el que humilde y suavemente baja al jardín, a la hora de la brisa para encontrarse con su amado, o toca a la puerta con la esperanza de que la remolona casquivana abandone su pereza y se levante del cálido y mullido lecho para abrir.
Las lecturas de hoy, nos proponen un camino espiritual, un proceso que detallaremos a continuación.
En la lectura del profeta Isaías se pueden descubrir muchas cosas al respecto: 1.-Dios ama y el amor en la Biblia nunca es un sentimiento ramplón, es dínamis poderosa que todo lo transforma, es movimiento que desemboca en el bien del hombre, es necesidad de encuentro con el amado, es celo que exige pertenencia, es favoritismo, decantación que privilegia a un pueblo –aunque sin menoscabo de la universalidad salvífica- y que se expresa con categorías nupciales -¿puede acaso haber una relación de mayor exclusividad que la matrimonial, en la que la consumación y manifestación de la radical entrega y receptividad se da en la relación sexual, reservada únicamente al cónyuge?-
2.- El amor es alegría que provoca el encuentro con el amado, y por lo tanto, se deduce que el amor provoca una necesidad del otro, necesidad que antes no existía evidentemente, pero que es indefectible al amor. De tal modo –con perdón de los neoplatónicos modernos- que Dios necesita a su amada y ésta puede provocar su alegría.   
El canto del Salmo, hace eco de la respuesta que suscita en el pueblo la noticia de saberse amado de tal modo por Dios: La exhortación del salmista para elevar un canto nuevo, un canto que habla de la gloria de Dios y sus maravillas, brota de la experiencia de ese amor, único modo de gobernar rectamente a los pueblos. En efecto, sabemos ya que la justicia en Dios significa proveer al hombre de lo necesario para salvarse, para vivir en la plenitud de la filiación.
Es interesante notar que el salmista parte de la experiencia que Israel ha hecho del Dios/Amor para abrirse a la universalidad y desbordar así todo posible nacionalismo exacerbado que pretenda acotar a Dios en el estrecho círculo de una religión o un pueblo. Ese universalismo brota, no de un proselitismo religioso, sino de un testimonio de vida que invita a descubrir las maravillas que Dios ha obrado en ese pueblo concreto, testimonio de libertad, de gozo, de plenitud y paz.
En la segunda lectura, tomada de 1 de Corintios, se afirma un aspecto fundamental del proceso espiritual que estamos describiendo, es decir, la experiencia del amor de Dios (Isaías), el gozoso testimonio de las transformaciones que ese amor provoca (Salmo) y ahora, la unidad fundamental de los creyentes. Digámoslo con claridad y contundencia, la única forma de ser cristianos y alegrar a Dios es estando unidos.
Parece una perogrullada, pero al parecer no lo es tanto si nos damos cuenta de la cantidad de disensiones, chismes, envidias, revanchismos y demás lindezas –claro está, disfrazadas y auto-legitimadas de mil modos- que afloran por doquier en las comunidades cristianas.  Las “vacas sagradas” se sienten intocables y amenazadas por los dones de sus hermanos y desde luego que luchan con uñas y dientes por conservar su coto de poder en la Parroquia donde ejercen su ministerio. “Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu” dice Pablo, pero pareciera que hemos entendido “Hay diversidad de espíritus, pero un solo don –y claro, ése es el mío, no faltaba más-.
Mientras no caigamos en cuenta que la fraternidad excluye toda pretensión de superioridad sobre el hermano, y que el servicio humilde y callado es la nota característica de los discípulos, no seremos una comunidad que verdaderamente refleje una realidad distinta, supramundana y por ello alternativa para los demás.
Finalmente, la lectura tomada del Evangelio según san Juan, nos pinta una bellísima,  dramática e inigualablemente plástica escena que nos mete de lleno en la imagen esponsal que ya Isaías nos anunciaba en la primera lectura. En la interpretación estructural o integral que estamos haciendo de las lecturas que la Comisión Litúrgica nos propone este domingo, la lectura evangélica nos presenta las características del punto de llegada del proceso espiritual al que hemos aludido líneas arriba.  Ese punto de llegada se llama desposorio, bodas mesiánicas de Dios con su pueblo o comunidad. Esa comunidad debe cuidarse de los siguientes peligros:
1.- Falta de vino = falta de amor.
2.- Tener tinajas de piedra vacías= vivencia legalista de la alianza a la que le falta la dínamis del Espíritu.
Y promover las siguientes actitudes:
1.- Saber escuchar y aceptar al resto fiel = Escucha y aceptación de cualquier grupo que simplemente viva el amor. Es cierto que la Iglesia es el nuevo pueblo, y en este sentido elegido y predilecto del Señor, pero eso no significa exclusión ni sectarismo fanático.
2.- Poner por obra la Palabra que es Cristo.
3.- Llenar de agua constantemente las tinajas de piedra = Es cierto que el milagro de la conversión del agua/Espíritu en vino/amor oblativo se realiza fuera de las tinajas, pero es absolutamente necesario que el agua sea sacada de las tinajas de piedra (símbolo de la Ley). La Ley debe ser entendida como el conjunto de la revelación, la liberación de Egipto, la Alianza sinaítica, la manutención en el desierto, la entrada en la tierra prometida, etc. Ese bagaje religioso/existencial no debe desecharse, es el receptáculo, la estructura contenedora del Espíritu, que sin embargo, se derrama, sale de esas estructuras para empapar al mundo.
El proceso espiritual cristiano va pues, de la experiencia del amor de Dios hacia la plenitud de la relación, pasando por el testimonio gozoso del impacto que en nuestra historia tiene esa relación y por la vivencia fraterna en la comunidad alternativa formada por Dios. De vivir así, no lo duden Ustedes, estaremos alegrando el corazón del Señor.
Gracia y paz.

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