martes, 20 de agosto de 2013

REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL DOMINGO 25 DE AGOSTO DE 2013. 21° ORDINARIO CICLO “C”

1. Lecturas
Is 66, 18-21: << Así dice el Señor: "Yo vendré para reunir a las naciones de toda lengua: vendrán para ver mi gloria, les daré una señal, y de entre ellos despacharé supervivientes a las naciones: a Tarsis, Etiopía, Libia, Masac, Tubal y Grecia, a las costas lejanas que nunca oyeron mi fama ni vieron mi gloria; y anunciarán mi gloria a las naciones. Y de todos los países, como ofrenda al Señor, traerán a todos vuestros hermanos a caballo y en carros y en literas, en mulos y dromedarios, hasta mi monte santo de Jerusalén -dice el Señor-, como los israelitas, en vasijas puras, traen ofrendas al templo del Señor. De entre ellos escogeré sacerdotes, y levitas" -dice el Señor-. >>
Salmo 116: << Alabad al Señor, todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos. Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre. >>
Heb 12, 5-7.11-13: << Hermanos: Habéis olvidado la exhortación paternal que os dieron: "Hijo mío, no rechaces la corrección del Señor, no te enfades por su reprensión; porque el Señor reprende a los que ama y castiga a sus hijos preferidos. "Aceptad la corrección, porque Dios os trata como a hijos, pues, ¿qué padre no corrige a sus hijos? Ninguna corrección nos gusta cuando la recibimos, sino que nos duele; pero, después de pasar por ella, nos da como fruto una vida honrada y en paz. Por eso, fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, y caminad por una senda llana: así el pie cojo, en vez de retorcerse, se curará. >>
Lc 13, 22-30: << En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando. Uno le preguntó: "Señor, ¿serán pocos los que se salven?" Jesús les dijo: "Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos"; y él os replicará: "No sé quiénes sois. "Entonces comenzaréis a decir. "Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas." Pero él os replicará: "No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados." Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos." >>

2. Reflexión

Sobre un anuncio de salvación universal y una advertencia que corrige
Jorge Arévalo Nájera

Aunque parezca mentira, aún hoy, en pleno siglo XXI, hay algunos sectores eclesiales que continúan afirmando que el único modo de salvarse es perteneciendo nominalmente a la Iglesia Católica. Es algo que mi pobre y raquítico entendimiento no logra descifrar, pues para hacer tal afirmación, es necesario ignorar olímpicamente ciertos textos bíblicos –numerosos por cierto- que hablan claramente de la voluntad salvífica universal por parte de Dios. Un ejemplo claro de esto es el texto de Isaías, que hoy se nos proclama como primera lectura
Pero además, tal afirmación introduce una contradicción teológica insuperable: dado que “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Tm 2,4-5) y dado que no todos los hombres han escuchado ni escucharán explícitamente el anuncio acerca de Jesús y su Buena Nueva –es un hecho que millones han muerto y otros tantos viven sin escuchar tal anuncio- , entonces se sigue como lógica consecuencia que Dios, por medios sólo por él conocidos,  puede hacer llegar su gracia salvífica a todos los hombres que se esfuerzan por vivir el amor, la solidaridad, la justicia, la paz, etc., y por construir un mundo más acorde con los valores universales del Reino de Dios [1]
Esto no quiere decir que la Iglesia resulte entonces una realidad optativa, una opción entre muchas y por lo tanto, no inherente al proyecto salvador del Padre, por el contrario, La Iglesia es la mediadora sacramental del Cristo, su cuerpo, su presencia viva y eficaz en el mundo y así, se torna indispensable para la salvación porque su Cabeza es el Salvador mismo. Digámoslo de otro modo, Cristo y su Iglesia no se confunden, son realidades diferenciadas, pero por voluntad de Cristo mismo, son indisociables en la economía salvífica de Dios. Así, toda salvación viene de Cristo-Cabeza por la Iglesia que es su Cuerpo. Es decir, quien se salve, dentro o fuera de la Iglesia, se salva por la gracia de Cristo y a través de su Iglesia.
Entonces, se puede entender la afirmación “fuera de la Iglesia no hay salvación”, y entonces, es NECESARIA una relación, ya sea sensible o no con la Iglesia de Cristo. Las grandes preguntas que deben responderse una vez dicho lo anterior son las siguientes: ¿Qué es la Iglesia y de qué modo pueden relacionarse todos los hombres con ella?
La Iglesia es un misterio dinámico y relacional, y por lo tanto, es imposible definirla –no en vano en el Nuevo Testamento nunca se le define, se habla de ella mediante figuras aproximativas (Pueblo de Dios, Templo del Espíritu Santo, Esposa, etc.)-, pero sí que podemos decir que la Iglesia es ante todo, la asamblea llamada por Dios para que “esté con él”, viva una estrechísima y mística relación de amor y vaya por el mundo siendo testigo de las maravillas que Dios realiza en ella para beneficio de todos los hombres.
Ahora bien, estos convocados requieren ser bautizados, sumergidos sacramentalmente o por deseo en el Misterio Trinitario. Cuando digo “sacramentalmente” me refiero al rito/sacramento mediante el cual la Iglesia sumerge al individuo en el agua/vehículo del Espíritu para que muera y resucite con Cristo y en Cristo. Cuando digo “por deseo”, sigo la enseñanza magisterial de la Iglesia que afirma que la Iglesia, mediante su deseo explícito y en virtud del Espíritu que la anima, sumerje -sin el signo visible del agua y del óleo santo- a cualquier hombre.
Pero he aquí que el bautismo sacramental no es un acto mágico que otorgue la salvación sin concurso del hombre. En efecto, el bautizado ha recibido el Espíritu y ontológicamente –en su esencia- ha sido transformado en hijo de Dios, pero esta transformación ontológica requiere, exige de sí, la actualización existencial por parte del bautizado, que debe hacer un acto volitivo permanente para irse conformando históricamente como hijo. Es esta dimensión la que acentúan la segunda lectura (de la carta a los Hebreos) y el evangelio de Lucas.
¿Qué dice Jesús respecto del modo de salvarnos? Dos cosas: una negativa, una positiva; primero, lo que no sirve y no basta, después lo que sí sirve para salvarse. No sirve, o en todo caso no basta, para salvarse el hecho de pertenecer a determinado pueblo, a determinada raza o tradición, institución, aunque fuera el pueblo elegido del que proviene el Salvador: "Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas... No sé de donde son ustedes" en el relato de Lucas, es evidente que los que hablan y reivindican privilegios son los judíos; en el relato de Mateo, el panorama se amplía: estamos ahora en un contexto de Iglesia; aquí oímos a cristianos que presentan el mismo tipo de pretensiones: " Profetizamos en tu nombre (o sea en el nombre de Jesús), hicimos milagros... pero la respuesta de Señor es la misma: ¡ no los conozco, apártense de mí! (Mt 7, 22-23). Por lo tanto, para salvarse no basta ni siquiera el simple hecho de haber conocido a Jesús y pertenecer a la Iglesia; hace falta otra cosa.
Justamente esta "otra cosa" es la que Jesús pretende revelar con las palabras sobre la " puerta estrecha". Estamos en la respuesta positiva, en lo que verdaderamente asegura la salvación. Lo que pone en el camino de la salvación no es un título de propiedad (no hay títulos de propiedad para un don como es la salvación), sino una decisión personal. Esto es más claro todavía en el texto de Mateo que contrapone dos caminos y dos puertas - una estrecha y otra ancha - que conducen respectivamente una a la vida y otra a la muerte: esta imagen de los dos caminos Jesús la toma de (Dt 30,15ss) y de los profetas (Jer 21,8); fue para los primeros cristianos, una especie de código moral. Hay dos caminos - leemos en la Didaché - uno de la vida y otro de la muerte; pero la diferencia entre los dos caminos es grande. Al camino de la vida le corresponden el amor a Dios y al prójimo, el bendecir a quien maldice, el mantenerse alejado de los deseos carnales, perdonar a quien te ofende, ser sincero, pobre; en suma; los mandamientos de Dios y las bienaventuranzas de Jesús. Al camino de la muerte le corresponden, por el contrario, la violencia, la hipocresía, la opresión del pobre, la mentira; en otras palabras lo opuesto, a los mandamientos y a las bienaventuranzas.
La enseñanza sobre el camino estrecho encuentra un desarrollo muy pertinente en la segunda lectura de hoy: "El Señor corrige al que ama... “el camino estrecho no es estrecho por algún motivo incomprensible o por un capricho de Dios que se divierte haciéndolo de esa manera, sino porque el pecado se ha introducido en la historia humana y el conflicto de la cruz es el medio predicado por Jesús e inaugurado por él mismo para erradicar el pecado y llevar al hombre a las alturas inefables de la filiación.
Volvamos al hilo del discurso; Jesús rompe el esquema y lleva el tema al plano personal y cualitativo. La pertenencia a una determinada "comunidad" ligada a una serie de prácticas religiosas, no nos dan la garantía de la salvación. Lo importante es atravesar la puerta estrecha es decir el empeño serio y personal por la búsqueda del reino de Dios, esta es la única garantía que nos da la certeza que se está en el camino que nos conduce a la luz de la salvación. Jesús ha repetido muchas veces este concepto " no todos los que me dicen Señor, Señor entraran en el Reino de los cielos, sino aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos".
Al rito se debe unir la vida, la religión debe impregnar toda la vida, la oración debe orientarse a la práctica de la caridad, la liturgia debe abrirse a la justicia y al bien de otra manera, como han dicho los profetas, el culto es hipócrita y es incapaz de llevarnos a la salvación. La imagen que Jesús usa inicialmente es aquella de la "puerta estrecha" ella representa muy bien el empeño que es necesario para alcanzar la meta de la salvación, el verbo griego usado por Lucas agonizesthe es traducido por "esforzarse" indica una lucha, una especie de "agonía " incluye fatiga y sufrimiento, que envuelve a toda la persona en el camino de fidelidad a Dios.
Creer es una actitud seria y radical y no solo se reduce a ciertos actos de devoción, estos pueden ser signos de una adhesión radical; finalmente al Reino de Dios son admitidos todos los justos de la tierra que han luchado, amado y se han esforzado por su fe con sinceridad de corazón, esto significa que el cristianismo se abre a todas las razas, a todas las culturas, a todas las expresiones sociales y personales sin ninguna restricción.
Gracia y paz.



[1] Constitución Dogmática Lumen Gentium, N° 16.

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