lunes, 30 de diciembre de 2013

REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL DOMINGO 5 DE ENERO DE 2014 (EPIFANÍA. CICLO A)

1. Lecturas
Is 60, 1-6: Levántate y brilla, que ha llegado tu luz y la Gloria de Yahvé amaneció sobre ti. Mientras las tinieblas cubrían la tierra y los pueblos estaban en la noche, sobre ti se levantó Yahvé, y sobre ti apareció su Gloria. Los pueblos se dirigen hacia tu luz y los reyes, al resplandor de tu aurora. Levanta los ojos a tu alrededor y contempla: todos se reúnen y vienen a ti; tus hijos llegan de lejos y tus hijas son traídas en brazos. Tú entonces, al verlo, te pondrás radiante, palpitará tu corazón muy emocionado; traerán a ti tesoros del otro lado del mar y llegarán a ti las riquezas de las naciones. Te inundará una multitud de camellos: llegarán los de Madián y Efá. Los de Sabá vendrán todos trayendo oro e incienso, y proclamando las alabanzas de Yahvé.
Sal 71: Comunica, Señor, al rey tu juicio y tu justicia, al que es hijo de reyes; así tu siervo saldrá en defensa de tus pobres y regirá a tu pueblo justamente. Florecerá en sus días la justicia y reinará la paz, era tras era. De mar a  mar se extenderá su reino y de un extremo al otro de la tierra. Los reyes de occidente y de las islas le ofrecerán sus dones. Ante él se postrarán todos los reyes y todas las naciones. Al débil librará del poderoso  y ayudará al que se encuentra en desamparo; se apiadará del desvalido y pobre y salvará la vida al desdichado.
Ef 3, 2-3.5-6: Porque seguramente habrán oído hablar de la gracia de Dios, que me ha sido dispensada en beneficio de ustedes. Fue por medio de una revelación como se me dio a conocer este misterio, tal como acabo de exponérselo en pocas palabras. Al leerlas, se darán cuenta de la comprensión que tengo del misterio de Cristo, que no fue manifestado a las generaciones pasadas, pero que ahora ha sido revelado por medio del Espíritu a sus santos apóstoles y profetas. Este misterio consiste en que también los paganos participan de una misma herencia, son miembros de un mismo Cuerpo y beneficiarios de la misma promesa en Cristo Jesús, por medio del Evangelio.
Mt 2, 1-12: Jesús había nacido en Belén de Judá durante el reinado de Herodes. Unos Magos que venían de Oriente llegaron a Jerusalén preguntando: « ¿Dónde está el rey de los judíos recién nacido? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo.» Herodes y toda Jerusalén se sobresaltaron al oír esto. Reunió de inmediato a los sumos sacerdotes y a los que enseñaban la Ley al pueblo, y les hizo precisar dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: «En Belén de Judá, pues así lo escribió el profeta:<< Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres en absoluto la más pequeña entre los pueblos de Judá, porque de ti saldrá un jefe, el que apacentará a mi pueblo, Israel. >> Entonces Herodes llamó en privado a los Magos, y les hizo precisar la fecha en que se les había aparecido la estrella.
Después los envió a Belén y les dijo: «Vayan y averigüen bien todo lo que se refiere a ese niño, y apenas lo encuentren, avísenme, porque yo también iré a rendirle homenaje.» Después de esta entrevista con el rey, los Magos se pusieron en camino; y fíjense: la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño.  ¡Qué alegría más grande: habían visto otra vez la estrella! Al entrar a la casa vieron al niño con María, su madre; se arrodillaron y le adoraron. Abrieron después sus cofres y le ofrecieron sus regalos de oro, incienso y mirra. Luego se les avisó en sueños que no volvieran donde Herodes, así que regresaron a su país por otro camino.
2. Reflexión
La gloria de Yahvé brilla entre los despreciados del mundo
Jorge Arévalo Nájera
Levántate y brilla” dice el profeta Isaías al pueblo que se encuentra entre tinieblas. Hemos dicho en nuestra reflexión del domingo pasado que “levantarse” significa –teológicamente- “resucitar” y el “brillar” hace referencia a la capacidad de iluminar la realidad. Israel está siendo llamado a vivir de tal modo, que su simple existencia sea criterio de discernimiento… ¿para quién?, el texto dice que “la tierra estaba cubierta por las tinieblas y los pueblos estaban en la noche”, si tomamos en cuenta que las tinieblas y la noche tienen la connotación de incomprensión y/o rechazo al proyecto de Dios[1], entonces resulta evidente que para Isaías, el mundo entero estaba sumido en la incomprensión, en la incapacidad para lograr su plenitud hasta el momento en que Dios confiere a Israel la capacidad de brillar e iluminar esa tiniebla: << sobre ti apareció su Gloria>>
Y ¿qué es esa Gloria? La Gloria de Yahvé es la manifestación de su acción salvadora. Cuando Dios logra que un hombre se abra a su dinámica salvífica y viva de acuerdo a sus mociones, entonces, al mismo tiempo que brilla el hombre/pueblo, brilla la Gloria de Dios. Por lo tanto, la Gloria tiene un objetivo, y ese objetivo es la plenitud del pueblo y por derivación, la plenitud de todo el género humano. ¡Glorioso y fascinante papel nos encomienda el Señor! ¡Ser polo de atracción hacia el cual confluyen todos los hombres, pueblos y reyes, pobres y poderosos, propios y ajenos, cercanos y lejanos!
Vale la pena preguntarnos amables lectores si nuestra vivencia de la fe ha logrado salir del mero intimismo y la autosatisfacción para impactar con la Gloria de Yahvé al mundo que nos rodea, ¿podríamos decir que hemos permitido que Dios, mediante nosotros haya iluminado la vida de otros? Si no vienen a nuestra mente rostros concretos, entonces es momento de hacer una profunda revisión de nuestra vida cristiana e implorar al Señor que nos conceda el abrirnos a su gracia para llegar a ser luz del mundo.
El Salmo 71 es una súplica para que Dios conceda al pueblo un pastor, un rey que le rija con justicia y sabiduría y sea capaz de llevarlo precisamente al logro de su misión en el mundo ¡comunicar a los hombres la Gloria de Yahvé! El pueblo de Israel fue siempre consciente de la imperiosa e irrenunciable presencia de un pastor que hiciera resonar su callado en las rocas de las escarpadas montañas de la vida para llevarlos a pastizales buenos.
Este es un grave y acuciante problema del cristianismo contemporáneo; ¡se quiere vivir un cristianismo sin  pastoreo!, por doquier se escucha decir que se ama a Jesús pero que no se necesita un pastor humano, y este sentir no necesariamente se formula explícitamente, basta con no prestar atención a las enseñanzas del pastor (que es en primer lugar la autoridad religiosa suprema –para los católicos el Papa, para los cristianos de la Reforma el Ministro que preside, etc.- o el pastor que la misma Iglesia concede a la comunidad específica.
Simplemente, el común de los cristianos no escuchan lo que el pastor dice y mucho menos le obedecen.  En el fondo, se trata de falta de fe en el carisma que Dios concede al pastor para conducir a la comunidad, carisma que ésta no posee. No prestar obediencia a la conducción pastoral es dejarse envolver por la tiniebla y la noche y por lo tanto, exponerse a perder el rumbo y despeñarse por la ladera de las montañas.
Es verdad que Jesús es el único y suficiente Pastor de la Comunidad, pero él mismo ha decidido ejercer su pastoreo a través de hombres –y cuando digo “hombres” me refiero al género humano, no estoy haciendo distinción entre hombres y mujeres- elegidos de entre la misma Comunidad, ¡fatigoso ejercicio de obediencia y humildad resulta asumir que otros seres humanos nos conduzcan y renunciar a nuestras pretensiones de autosuficiencia! Desde luego que el pastor delegado debe asumir el tipo de pastoreo de Jesús: ¡Al débil librará del poderoso y ayudará al que se encuentra en desamparo; se apiadará del desvalido y pobre y salvará la vida al desdichado! Y esto, por sí mismo atraerá los corazones de las derrengadas ovejas.
En la carta a los Efesios, Pablo expone el misterio que le ha sido revelado por el Espíritu –a él y a los santos apóstoles y profetas-  y que permaneció oculto en el pasado. La palabra griega misterion –que años después será traducido al Latín por sacramentum- hace alusión a la acción salvífica inédita de Dios que solamente ha sido revelada plenamente en Jesús Mesías.
Ese misterion consiste en la acogida de Dios a los paganos, que son hechos coherederos de las promesas en Cristo Jesús hechas a Israel. Jesús es la manifestación perfecta de la Gloria, en él, todos los hombres son convocados a lograr su plenitud creatural, en Jesús se besan la paz y la justicia, el Reino de Dios se hace historia y los anhelos arquetípicos se ven cumplidos de un modo inesperado, la reconciliación universal es posible y real en Cristo Jesús, porque él ha unido dos mundos antes irreconciliables –el del hombre y el de Dios- y ha clavado en la cruz la enemistad de los pueblos.
El evangelio de Mateo, nos narra el conocidísimo –y generalmente mal interpretado- relato de los magos de Oriente.  La tradición religiosa popular ha convertido la fiesta de la Epifanía en un pintoresco relato de tres reyes magos (Melchor, Gaspar y Baltasar) que emprenden un largo camino desde tierras lejanas para adorar al niño Jesús y entregarle sus obsequios.
Como medio evangelizador, está bien, no pretendo que la costumbre de los regalos que los magos traen a los niños cada año sea abolida –yo mismo disfruté enormemente cuando niño de la emoción de dicha costumbre y permanecí en vela, hasta que el sueño me vencía, esperando ansiosamente escuchar las pisadas del camello, el elefante y el caballo-, pero creo que es necesario profundizar en la teología y espiritualidad del bellísimo texto de Mateo para madurar en nuestra fe y poder transmitir más adecuadamente su mensaje salvífico.
Antes que nada, hay que ubicar el texto dentro de la estructura de la introducción teológica (capítulos 1 y 2) que comúnmente se llama “Evangelio de la Infancia”, y que es en realidad una presentación cristológica del misterio de Jesús que retrotrae a su infancia lo que la comunidad cristiana ha descubierto en el Resucitado. Entonces, hay que leer el texto de Mt 2,1-12 desde esta perspectiva.
Herodes, los sumos sacerdotes y los letrados concretizan  en su dimensión histórica las tinieblas y la noche anunciadas por Isaías en la primera lectura, y en su doble matiz de significado: incomprensión y oposición violenta. En efecto, Herodes quiere averiguar sobre el nacimiento del niño Mesías -y para ello convoca al poder religioso e intelectual- simplemente porque se siente amenazado por el estilo de vida y los valores que ese niño representa (la insignificancia y la humildad como piedra fundamental de una nueva sociedad basada en el amor y la renuncia al poder). Es claro que Mateo prefigura en su relato de la infancia lo que ya ha sucedido cuando escribe su introducción: Jesús ha sido perseguido y finalmente asesinado por el contubernio[2] de los poderes políticos (Herodes) y religiosos (sumos sacerdotes e intelectuales de la ley).
Los magos simbolizan a los buscadores[3] paganos, sabios y entendidos en las ciencias humanas que buscan afanosamente el sentido de la vida y que escrutan los signos de Dios en la historia (la estrella). En efecto, ¿Quiénes finalmente se abrieron y aceptaron el mensaje de Jesús una vez que las autoridades judías y romanas le rechazaron? ¿No fueron acaso los paganos y los despreciados y segregados sectores de la población? Sin embargo, para Mateo, la verdadera sabiduría no reside en el conocimiento intelectual de la Ley ni en la realización de un culto sacrificial, sino en el alma que busca afanosamente en la pequeñez (la insignificante comunidad cristiana simbolizada por María que guarda en su regazo al aún más insignificante recién nacido) el significado trascendente de la vida y que es capaz de abandonar sus seguridades (el periplo de los magos) para seguir los signos de Dios en la historia.
¡Cuánto sufrimiento y pesar nos ahorraríamos nosotros, tan aferrados a la grandeza, al brillo mundano, al prestigio y al poder si supiéramos descubrir que la Gloria de Yahvé brilla entre los despreciados del mundo y que el camino a la grandeza es hacia abajo y no hacia arriba, que es en el dar y no en el recibir que se esconde el secreto de la bienaventuranza, que las ideologías del mundo son falacias alienantes y que sólo el Evangelio de Jesucristo es la Verdad que ilumina a todo hombre viniendo a este mundo.
                                                                                                     Gracia y paz.



[1] En la teología sinóptica la tiniebla o tinieblas es una incomprensión que se opone incluso violentamente a Jesús, mientras que en la teología joánica, se trata simplemente de una incapacidad para comprender el proyecto de Dios manifestado en Jesús.
[2] Alianza o liga vituperable.
[3] Ver en Corres Cadavieco César, Domingo 53, el Evangelio domingo a domingo. Ed. Tiro Corto, México, 2010, pp. 57-64.

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