martes, 13 de mayo de 2014

REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL DOMINGO 18 DE MAYO DE 2014 5° DE PASCUA, CICLO A

1. LECTURAS
Hechos 6,1-7: << En aquellos días, al crecer el número de los discípulos, los de lengua griega se quejaron contra los de lengua hebrea, diciendo que no atendían bien a sus viudas en el servicio de caridad de todos los días. Los Doce convocaron al grupo de los discípulos y les dijeron: "No nos parece bien descuidar la palabra de Dios para ocuparnos de la administración. Por tanto, hermanos, escoged a siete de vosotros, hombres de buena fama, llenos de espíritu y de sabiduría, y los encargaremos de esta tarea: nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la palabra." La propuesta les pareció bien a todos y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo, a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Pármenas y Nicolás, prosélito de Antioquía. Se los presentaron a los apóstoles y ellos les impusieron las manos orando. La palabra de Dios iba cundiendo, y en Jerusalén crecía mucho el número de discípulos, incluso muchos sacerdotes aceptaban la fe. >>
Salmo 32: << Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos. Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. Que la palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre. >>
I Pedro 2,4-9: << Queridos hermanos: Acercándoos al Señor, la piedra viva desechada por los hombres, pero escogida y preciosa ante Dios, también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo. Dice la Escritura: "Yo coloco en Sión una piedra angular, escogida y preciosa; el que crea en ella no quedará defraudado." Para vosotros, los creyentes, es de gran precio, pero para los incrédulos es la "piedra que desecharon los constructores: ésta se ha convertido en piedra angular", en piedra de tropezar y en roca de estrellarse. Y ellos tropiezan al no creer en la palabra: ése es su destino. Vosotros sois una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada, un pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa. >>
Juan 14,1-12: << En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino." Tomás le dice: "Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?" Jesús le responde: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto." Felipe le dice: "Señor, muéstranos al Padre y nos basta." Jesús le replica: "Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace sus obras. Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre." >>
2. REFLEXIÓN
Jesús, piedra escogida y preciosa o de tropezar y estrellarse
Jorge Arévalo Nájera

El encuentro con Jesús no es inocuo, siempre conlleva un enorme riesgo para el hombre. La vida no puede seguir siendo la misma después de toparse con el profeta de fuego de Galilea, con ese rabino itinerante que recorrió los caminos de la Palestina del Siglo I llevando alegría, consuelo y paz a los hombres de buena voluntad, pero también llevando en sí el juicio severo a los que se cierran sobre sí mismos y todo lo apuestan por el poder y las riquezas.
Desde luego que me refiero a un encuentro profundo, en la intimidad de la conciencia. Oír acerca de Jesús no necesariamente significa hacer una experiencia profunda, pero cuando el simple oír se traduce en un escuchar, en un considerar seriamente su propuesta de vida como camino de plenitud –al menos por un momento-, entonces él se mete hasta la médula del alma, hasta lo más recóndito de la persona, más allá de las barreras psicológicas y culturales, allí donde reside el núcleo del misterio personal y entonces, no hay nada que hacer, o se recoge con él o se desparrama, o se acoge su mensaje o se le rechaza, no hay medias tintas ni componendas.
Lo dice lapidariamente la 1 Pe: << "Yo coloco en Sión una piedra angular, escogida y preciosa; el que crea en ella no quedará defraudado." Para vosotros, los creyentes, es de gran precio, pero para los incrédulos es la "piedra que desecharon los constructores: ésta se ha convertido en piedra angular", en piedra de tropezar y en roca de estrellarse. Y ellos tropiezan al no creer en la palabra. >> Se ponen en contraposición a dos tipos de hombre; lo creyentes y los incrédulos. Pero ¡cuidado con poner etiquetas!, no sea que resulte que aquellos a los que llamemos incrédulos resulten ser los creyentes y nosotros, los que nos hacemos llamar pomposamente discípulos/creyentes, resultemos ser los incrédulos.
Porque conviene preguntarse ¿quién es creyente?, ¿el que recita de memoria citas bíblicas, está adscrito formalmente a una religión y realiza muchas obras? ¿o el que incluso sin pertenecer a ninguna confesión cristiana vive luchando día a día por crear un ambiente más justo y alegre, se pone de lado de los más desfavorecidos y se convierte así en signo de esperanza para los que sufren? ¡Estos son los que proclaman las hazañas del que los llamó a salir de la tiniebla para entrar en su luz admirable! ¡Es para estos que Jesús es piedra preciosa sobre la que construyen sólidamente su existencia!
De acuerdo a la teología del Nuevo Testamento, todo hombre que vive desde las categorías del amor, aunque no esté adscrito formalmente al selecto grupo de escogidos por Jesús para formar lo que será el núcleo de su Iglesia, está del lado de Jesús porque está del lado del hombre y por lo tanto, forma parte del Reino de Dios. Al mismo tiempo, todo aquel que vive desde las categorías del egoísmo, de la indiferencia ante el que sufre y de la búsqueda del poder para sojuzgar y explotar, vive en contra de Jesús, sin importar su ideología religiosa… ¡Estos son los que desoyen el llamado de Jesús para abandonar la tiniebla y penetrar en el mundo de la luz! ¡Es para estos que Jesús es piedra con la que tropiezan y su vida se despedaza!
Entonces, se preguntará usted amable lector, ¿para qué carambas sirve adscribirse a la Iglesia Católica, la Luterana, La Presbiteriana o cualquier otra? ¿Basta entonces amar y la Iglesia (sólo hay una Iglesia de Cristo, por el pecado fraccionada) es superflua? ¡En modo alguno!, creo sinceramente que la fe tiene que plasmarse mediante un sistema religioso formado por un conjunto de gestos simbólicos y una doctrina diseñados para ayudar al creyente a expresar y alimentar su encuentro con el Dios de la vida. Lo que afirmo es que si ese sistema religioso no ayuda a ir encontrándose cada vez más profundamente con Dios sino que acaba siendo su sucedáneo barato, entonces, tal sistema religioso NO SIRVE PARA NADA, o mejor dicho, sirve para oprimir y alienar al ser humano.
En el evangelio de Juan, Jesús anuncia a sus discípulos su partida, su asesinato es inminente y debe preparar a sus discípulos para superar la prueba de su ausencia temporal. Su partida no es solamente fruto del pecado del hombre, sino y sobre todo, fruto de su libre voluntad de entregarse por amor para provecho salutífero del género humano. Él se va a prepararles un sitio (existencial, no físico) a su lado y después, volverá para llevarlos con él (comunión escatológica).
Pero este “llevar” de Jesús exige una actitud responsable de parte de los discípulos, ellos deben seguir el camino que Jesús les ha mostrado con su propio ejemplo; han de entregar la vida por amor, exactamente como él lo ha hecho. No existe otro modo de encontrarse con el Padre –origen y meta de la vida humana- que seguir los pasos del Hijo.
La única búsqueda del hombre es encontrarse cara a cara con Dios, mirarlo, dejarse abrazar por sus cálidos y amantes brazos, reposar la cabeza en sus entrañas maternas de misericordia y realizar por fin el sueño tan largamente anhelado. Pues bien, de acuerdo al Nuevo Testamento, eso sólo es posible siguiendo a Jesús, asumiendo sus opciones, principios y valores… ¡Él es el camino, la verdad y la vida, quien lo ve a él ve al Padre!
Más aún, la ida al Padre por parte de Jesús, garantiza algo que parecía imposible al hombre ¡libertad sin límites, plenitud existencial, paz y gozo definitivos…! << El que cree en mí, hará las mismas obras que yo hago y aún mayores, porque yo voy al Padre. >>, lo único que se pide es tener fe, es decir, adherirse con todo el ser a Jesús, hacerle la opción fundamental de la vida, seguirle a pesar de todas las dudas, en la oscuridad de la noche y en la luminosidad del día, levantarse tras cada caída para continuar el camino en pos de la verdad y la vida.

Gracia y paz. 

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