lunes, 8 de octubre de 2012

REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 14 DE OCTUBRE DE 2012, XXVIII DOMINGO ORDINARIO, CICLO B


1. LECTURAS

Sabiduría 7, 7-11: << Supliqué, y se me concedió la prudencia; invoqué, y vino a mí el espíritu de sabiduría. La preferí a cetros y tronos, y, en su comparación, tuve en nada la riqueza. No le equiparé a la piedra más preciosa, porque todo el oro, a su lado, es un poco de arena, y, junto a ella, la plata vale lo que el barro. La quise más que la salud y la belleza, y me propuse tenerla por luz, porque su resplandor no tiene ocaso. Con ella me vinieron todos los bienes juntos, en sus manos había riquezas incontables. >>
Salmo 89: << Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato. Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?  Ten compasión de tus siervos. Por la mañana sácianos de tu misericordia, y toda nuestra vida será alegría y júbilo. Danos alegría, por los días en que nos afligiste, por los años en que sufrimos desdichas. Que tus siervos vean tu acción, y sus hijos tu gloria. Baje a nosotros la bondad del Señor y haga prosperas la obras de nuestras manos. >>
Hebreos 4, 12-13: << La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, penetrante hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos. Juzga los deseos e intenciones del corazón. No hay criatura que escape a su mirada. Todo está patente y descubierto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas. >>
Marcos 10, 17 – 30: << En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?" Jesús le contestó: "¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre. "Él replico: "Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño." Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: "Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme." A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico. Jesús mirando alrededor, dijo a sus discípulos: "¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!" Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: "Hijos, ¡que difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios." Ellos se espantaron y comentaban: "Entonces, ¿quién puede salvarse?"
Jesús se les quedo mirando y les dijo: "Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo." Pedro se puso a decirle: "Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido." Jesús dijo: "Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más- casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones-, y en la edad futura, vida eterna". >>
2. REFLEXIÓN
Dejar las riquezas, la clave de la vida
Jorge Arévalo Nájera
El genial Federico Nietzsche afirmaba que el cristianismo era para los débiles, para los mediocres y cobardes que se contentaban con las promesas de una infame mentira (el cielo) mientras que dejaban para los verdaderos hombres la construcción de la historia. << ¿Qué es más perjudicial que cualquier vicio? La acción compasiva hacia todos los fracasados y los débiles: el cristianismo. >>
 Por ello, concluía el filósofo alemán << el cristianismo representa la corrupción esencial. Ha erigido en tipo ideal al hombre débil, la “bestezuela de rebaño”, al animal humano domesticado y enfermo, que practica sistemáticamente el autocastigo. >>
 Dos mundos radicalmente opuestos, uno, representado por Nietzsche, en el que los criterios del poder y de la fuerza que se impone a los más débiles constituyen el eje fundamental de la vida humana. Por otro lado el cristianismo, cuyas líneas fundamentales son precisamente la renuncia al poder y el amor como la única realidad que cualifica la vida.
Las lecturas de este domingo son claras y no es posible buscar subterfugios para minimizar su impacto: en el libro de la Sabiduría, se proclama a ésta como el tesoro más preciado, superior a cualquier otra riqueza del mundo, ya sea dinero, joyas, salud, belleza. La sabiduría –que cabe notar es suplicada e invocada, es decir, se reconoce su procedencia del Otro, que es quien la concede- es la fuente de donde mana todo bien. Y “bienes” en la Biblia, son todas aquellas realidades que hacen crecer al hombre en el conocimiento de Dios hasta alcanzar la estatura del varón perfecto << Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la edad de la plenitud de Cristo. >>
Y no se trata de polemizar sobre el añejo problema de la riqueza, ¿hasta donde es lícito o no tenerla?, etc. Pues quien así pregunta, yerra desde el principio y no ha comprendido el <<quid>> del asunto y confunde la luna con el dedo que la apunta. La sabiduría no es el objetivo en sí mismo, crecer en plenitud al conocer a Dios –y hablo, evidentemente de un conocimiento existencial y no meramente intelectual- es el fin de toda vida humana. <<Enséñanos a ver lo que es la vida, y seremos sensatos>> ruega el Salmo, enfatizando la sabiduría como un don y no como un logro humano. Es un ruego, pero al mismo tiempo una advertencia sobre el peligro mortal que entraña arrogarse el conocimiento que lleva a la vida en plenitud.
Ya desde antiguo, la reflexión teológica israelita, en el libro del Génesis, nos presenta en una escena llena de dramatismo y  ubicada en los albores de la creación, la advertencia –siempre salvífica por cierto- acerca de la identidad dependiente del hombre con respecto a la Palabra mediante la cual Dios dispensa su sabiduría y la necesaria disposición para la escucha por parte del hombre. La autosuficiencia absoluta es la falacia por excelencia, el gran triunfo de la serpiente y el origen de la caída del <<Adam>>
Ahora bien, esa Palabra, que es al mismo tiempo vehículo y contenido de la sabiduría que salva, de acuerdo a la carta a los Hebreos, es << viva, eficaz y más penetrante que una espada de dos filos>>  La espada de doble filo escinde, separa los tejidos y deja al descubierto lo más íntimo del ser –el alma-, los criterios sobre los que se sostiene la vida –los huesos- y las decisiones que marcan su rumbo definitivo –el corazón-.
Ante la Palabra, hay que tomar opciones, no es posible esconderse como antaño lo hizo Adán en el huerto, pues ante ella nos encontramos desnudos e indefensos, tal como somos, pequeños y miserables, ambiguos y egoístas…pero al mismo tiempo, la Palabra suscita precisamente en el doloroso reconocimiento de lo que somos, la posibilidad de levantar la mirada hacia el Señor y descubrir aquello que podemos ser…¡hijos del Padre celestial, nuevas creaturas a imagen del Hijo bienamado en el cual Dios tiene su complacencia!
El pasaje evangélico de Marcos, sirve a la Comisión Litúrgica para delimitar el tema de la riqueza como obstáculo insalvable para entrar en la dinámica del Reino. En efecto, la primera lectura (del libro de la Sabiduría) abre la inclusión afirmando que la sabiduría es el medio para obtener la verdadera riqueza, mientras que la lectura tomada del evangelio de Marcos, de manera enfática asegura que la posesión de muchos bienes es obstáculo para seguir a Jesús.
El Salmo es la respuesta del creyente que suscita el anhelo por poseer la sabiduría y la segunda lectura, revela la fuente de la cual el hombre puede beber la sabiduría: ¡La Palabra! El Evangelio no conoce medias tintas, Jesús no dice algo así como <<vendan algo de lo mucho que poseen y dénselo a los pobres, así tendrán un tesoro en el cielo, y después, síganme>> ¡Cómo nos gustaría a los católicos acomodaticios – aquellos que pensamos que con unas cuantas monedas dadas de lo que nos sobra ya nos estamos ganando un lugarcito en el cielo y además ya somos discípulos del Maestro- que esas hubieran sido las palabras de Jesús dichas al joven rico, pues de esa manera estaríamos todos tan tranquilos!
Pero resulta que lo que dijo Jesús fue << Ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en los cielos. Después, ven y sígueme. >> De estas palabras autoritativas de Jesús, se deducen al menos dos cosas: Por un lado, la exigencia es total en cuanto a la disponibilidad del discípulo para compartir todos sus bienes con los pobres y por el otro, es ese desprendimiento el que posibilita la obtención de la auténtica riqueza, que es de un orden distinto al modo en el que la concibe el hombre natural.
Parafraseando al apóstol Pablo, podemos decir legítimamente que “Nuestra riqueza está escondida con Cristo, en Dios” y si esto es así, entonces la riqueza del hombre nuevo es a los ojos del hombre viejo la ruina humana, la debilidad del hijo de Dios es espacio para que se manifieste el poder divino, la fuerza del hombre caduco es la manifestación de su indigencia y la locura del amor que se entrega en cruz es la posibilidad para que el victimario sea redimido. De aquí, que dejar las riquezas sea la clave de la vida definitiva.
                                                                                                  Gracia y paz.

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