lunes, 22 de octubre de 2012

REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL DOMINGO 28 DE OCTUBRE DE 2O12


XXX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO B
1. LECTURAS
Jeremías 31, 7-9: << Así dice el Señor: "Gritad de alegría por Jacob, regocijaos por el mejor de los pueblos: proclamad, alabad y decid: El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel. Mirad que yo os traeré del país del norte, os congregaré de los confines de la tierra. Entre ellos hay ciegos y cojos, preñadas y paridas: una gran multitud retorna. Se marcharon llorando, los guiaré entre consuelos: los llevaré a torrentes de agua, por un camino llano en que no tropezarán. Seré un padre para Israel, Efraín será mi primogénito". >>
Salmo 125: << Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares. Hasta los gentiles decían: "El Señor ha estado grande con ellos." El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. Que el Señor cambie nuestra suerte,  como los torrentes del Negueb. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares. Al ir, iban llorando,  llevando la semilla: al volver, vuelven cantando,  trayendo sus gavillas. >>
Hebreos 5, 1-6: << Hermanos: Todo sumo sacerdote, escogido entre los hombres, está puesto para presentar a los hombres en el culto a Dios: para ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, ya que él mismo está envuelto en debilidades. A causa de ellas, tiene que ofrecer sacrificios por sus propios pecados, como por los del pueblo. Nadie puede arrogarse este honor: Dios es quien llama, como en el caso de Aarón. Tampoco Cristo se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote, sino aquel que le dijo: "Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy", o, como dice otro pasaje de la Escritura: "Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec". >>
Marcos 10, 46-52: << En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: "Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí." Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: "Hijo de David, ten compasión de mí." Jesús se detuvo y dijo: "Llamadlo." Llamaron al ciego, diciéndole: "Ánimo, levántate, que te llama." Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: "¿Qué quieres que haga por ti?" El ciego le contestó: "Maestro, que pueda ver." Jesús le dijo: "Anda, tu fe te ha curado." Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino. >>
2. REFLEXIÓN
La marcha de los ciegos que retornan al camino
Jorge Arévalo Nájera
Habría que imaginarse –para poder entender el significado que para el pueblo de Israel tenía el retorno del destierro- los años de sufrimiento, de sequedad y desesperanza de los israelitas que se negaban a abandonar la fe y tradiciones de sus padres. Largo tiempo lejos de su tierra, aquella tierra que Yahvé había prometido a sus antepasados y que ahora solo era un doloroso recuerdo que incluso se desdibujaba en la mente de las generaciones que habían nacido en Babilonia.
La voz profética de Jeremías anuncia un tiempo de gozo y de salvación: << Esto dice el Señor: "Griten de alegría por Jacob, regocíjense por el mejor de los pueblos>> Entre los que regresan vienen << el ciego y el cojo >>, es decir, aquellos que no han sido capaces de inteligir la voluntad de Dios manifestada en los acontecimientos de la historia y por ello, han sido incapaces de caminar como hombres libres abriéndose paso hacia la tierra de la libertad. Sin embargo -nos dice el profeta- también vienen la mujer encinta y la que acaba de dar a luz, es decir que el retorno trae consigo la esperanza y el horizonte de futuro que parecía haber desaparecido en tierra extranjera.
La multitud de los que retornan viene llorando, todavía esta formada por ciegos y cojos aunque la esperanza viene con ellos. La consolación de Dios, caro tema profético que en el fondo significa no solamente ni en primer lugar, una suerte de “apapacho” en las espaldas de los israelitas, sino sobre todo, la destrucción definitiva de la idolatría para hacer del hombre un ser libre, capaz de entregar su corazón al único que merece recapitular las ansias y los sueños ancestrales humanos.
Dios promete también guiar a su pueblo por un camino llano en el que no tropezarán en su éxodo hacia los torrentes de agua. Es claro el simbolismo utilizado, << el torrente de agua >>, significa la dínamis del Espíritu de Dios mediante el cual el pueblo será conducido por un <<camino>>, -a su vez símbolo del seguimiento-. Así, el retorno físico a la tierra de los ancestros es solamente el pretexto de Jeremías para hablarnos de un itinerario espiritual que se propone a los creyentes de todos los tiempos. ¿No es verdad que todos en algún momento somos hijos que se exilian de la casa del Padre por hacer suyos los criterios del mundo y así, nos convertimos en ciegos y cojos? ¡Pues para nosotros es el anuncio del profeta! ¡Anuncio de esperanza y alegría!...siempre y cuando en nuestro corazón anide, aún exiliados, la nostalgia del amor paterno y de algún modo seamos “sobrevivientes de Israel”.
El Salmo es la expresión litúrgica del gozo que provoca la contemplación del glorioso retorno: << Cuando el Señor nos hizo volver del cautiverio, creíamos soñar…>> ¡Ensoñación, risa, canto, júbilo!, emociones multiformes que estallan en el corazón de los que han experimentado la liberación que Dios les otorga.
La lectura de la Carta a los Hebreos parece interrumpir abruptamente la alegre ensoñación en que nos han metido tanto Jeremías como el Salmo. Un lenguaje cultual que habla de sumos sacerdotes, ofrecimiento de dones y sacrificios por los pecados, elección sacerdotal, nos introduce en un mundo un tanto ajeno a nuestra mentalidad. Lo importante es descubrir el por qué la Comisión Litúrgica ha colocado este pasaje como segunda lectura, precisamente después del Salmo y antes del Evangelio.
 Me parece que la palabra/concepto que hace de liga entre la primera y segunda lectura es <<hijo>>, ya que en Jeremías leemos << Yo soy para Israel un Padre y Efraín es mi primogénito>> y en Hebreos << Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy>>, con lo cual queda claro que Israel es tipo filial, anticipación y prefigura del Hijo por antonomasia, que es Jesús. Israel es así, paradigma y anuncio figurativo del sumo sacerdote que habrá por fin de introducir en el mundo divino al universo entero. Al ser Jesús víctima propiciatoria y oferente sacerdotal, se convierte en camino que lleva a la Vida.
Queda así preparado el ambiente para el mensaje del evangelio de Marcos; Bartimeo, personificación de aquella multitud derrengada y exiliada, postrada a la orilla del camino/seguimiento, impulsado por la esperanza en las promesas que se habrían de cumplir en la persona del <<hijo de David>>, grita, anhelando recibir el don de la vista/inteligencia para poder reconocer el único camino que vale la pena recorrer, el único camino por el que vale la pena dejar todas las seguridades (representadas por el manto).
El auténtico milagro radica en la revelación que Jesús hace a Bartimeo: <<Tu fe te ha salvado>>, es verdad que la salvación/plenitud humana es gracia de Dios revelada en Jesucristo, pero es la fe/adhesión del hombre la que hace operativa esa salvación, es la fe la que ilumina y da una visión teológica a los antes enceguecidos ojos, permitiendo así iniciar el seguimiento de aquel que con toda seguridad puede conducir la marcha de los ciegos que retornan al camino, y llevarnos hacia los torrentes de agua que vivifican el desierto. Como dice bellamente el Cardenal Hans Urs von Balthasar “El que estaba excluido de la luz, encuentra el camino de vuelta a casa”
Gracia y paz.

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