sábado, 30 de marzo de 2013

SOLEMNE VIGILIA PASCUAL


REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL SÁBADO 30 DE MARZO DE 2013

1.     LECTURAS
*Debido a la cantidad y extensión de las lecturas que se proclaman en esta Solemnidad, remito al lector al misal mensual o anual o inclusive a los textos mismos en la Biblia.
2. REFLEXIÓN
De la vieja creación al sepulcro vacío
Jorge Arévalo Nájera
La noche lóbrega ha pasado, el Getsemaní y el Gólgota son mudos testigos del horror y la ignominia infligidos al Justo cuyo crimen fue pasar por el mundo haciendo el bien, sanando las heridas, reconciliando al hombre con Dios y consigo mismo. La sociedad violenta y excluyente lo convirtió en “chivo expiatorio” sobre el cual descargar sus propias culpas.
Es ya la mañana del domingo, todos –incluso sus más cercanos discípulos- creen que el Hijo del Hombre reposa en su fracaso, envuelto en su traje mortuorio en una tumba. Las mujeres –símbolo de la Iglesia- acuden presurosas para embalsamar con aromas y ungüentos a aquel que aman…pero, ¿qué es lo que encuentran?
Vayamos por partes, porque para comprender en toda su hondura el extraordinario texto del evangelio de Lucas, con el que culmina la proclamación de la Palabra de esta festividad, es necesario echar al menos una mirada a todos los textos que le preceden y que preparan el corazón y el entendimiento de la asamblea para la plena revelación de Cristo que se dice a sí mismo en su Evangelio.
El criterio hermenéutico que utilizaremos para esta reflexión es el de una lectura cristológica de los pasajes del Antiguo Testamento, en los que buscaremos los elementos prefigurativos que anuncian a Cristo, para después mirar la forma en que se cumplen plenamente en el Nuevo Testamento.
En la primera lectura, del libro del Génesis (1,1-2,2), la creación aparece como una obra portentosa de Dios cuya culminación es el hombre. Todo es pensado y dicho por el Señor en vistas a proveer al hombre de un espacio vital para que ejerza su señorío. Cuando Dios contempla su creación, después de crear al hombre, exulta de alegría y exclama ¡Todo es muy bueno!, es decir, todo corresponde exactamente a su identidad, todo es tal y como Dios lo ha querido. Al hombre se le otorga la capacidad y la encomienda –don y tarea- de ser fecundo y dominar la tierra. La primera creación es pues un proyecto y no una labor terminada. Queda abierta la posibilidad y un horizonte de realización es presentado al hombre. Cristo es el telos, la finalidad de la creación, el punto omega hacia el cual se dirige y el hombre es el encargado en la historia de encaminar por buen rumbo al cosmos mismo sumergiéndolo con su testimonio en el torrente de vida divina.
En la segunda lectura, también del libro del Génesis (22,1-18), aparece la prueba terrible de Abraham al cual Dios le pide el sacrificio de su hijo amado Isaac. Si vamos más allá de una lectura superficial del texto, podemos descubrir que el problema de fondo es la idolatría; Abraham ha entronizado en su corazón al hijo de la promesa y éste ha desplazado a Dios. Ese es el gran drama del hombre de todos los tiempos, presta atención a la voz tentadora de las creaturas, que le han sido dadas para que las someta y él pervierte el orden divino y las convierte en amas esclavizantes, en señores y dueños de su vida. Dios previene en esta noche santa de la Pascua/liberación a todos los discípulos sobre la gran amenaza que se cierne sobre ellos y al mismo tiempo les hace vislumbrar el horizonte de resolución para ese peligro… ¡mata al ídolo en tu corazón, aprende a vivir en libertad y Dios te devolverá de un modo nuevo lo que amas!¡En Cristo todo es recapitulado, asumido y recuperado porque él mismo ha crucificado la idolatría en su cuerpo colgado del madero!
En la tercera lectura, del libro del Éxodo (Ex 14, 15-15,1), mediante una narración de género épico, se nos presenta el glorioso pasaje del paso del pueblo israelita a través del mar y la victoria de Yahvé sobre el ejército egipcio. Dos elementos importantes a tomar en cuenta: la libertad a la que nos llama Dios (liberación de Egipto) es una tarea permanente, siempre habrá un “mar” (símbolo de las fuerzas opositoras al proyecto liberador de Dios) por delante, un muro que parece infranqueable y Dios nos invita a la confianza total y absoluta <<Diles a los israelitas que se pongan en marcha>>. Imagine el lector la escena; detrás está el ejército más poderoso del mundo con toda su fuerza y delante está el mar imponente esperando abrir sus fauces para devorar al pueblo. Para el pueblo no hay opción, debe caminar hacia adelante confiado solamente en el Dios que le invita a la libertad. Detrás solamente hay esclavitud y opresión, fracaso existencial.
Este pasaje se repite una y otra vez en la vida del discípulo de Cristo, los “egiptos” multiformes de la actualidad amenazan con toda su potencia esclavizante y el “mar” siempre está delante con todo su aparato ideológico que nos hace pensar que la muerte es una muralla infranqueable y que la tierra de la promesa es una utopía inalcanzable. Pero recordemos que la Pascua de Cristo es nuestra pascua y que es la prueba irrefutable de que para Dios nada es imposible.
La cuarta lectura (Is 54,5-14) se abre con la solemne afirmación de que el Dios creador es el mismo que quiere hacer una alianza de amor irrompible a pesar del fracaso del pueblo de cara al proyecto liberador del Padre. Tal fracaso no se reduce al que se constata históricamente en el pueblo de Israel sino que adquiere tintes prototípicos y alcanza la experiencia de todos los hombres. Pero la misericordia del tiempo presente (el de la historia) aplaza para el ésjaton el juicio final y Dios vuelve una y otra vez a proponerse como alianza permanente de amor y fidelidad, él quiere desposarse con el hombre, hacerlo suyo en el tálamo nupcial y sembrar en él la semilla de la vida y desterrar para siempre el miedo a la muerte. ¿Qué otra cosa es la Pascua de Cristo sino la constatación solemne de que el último y más temible enemigo –la muerte- ha sido ya derrotado?
En la quinta lectura es otra vez Isaías (55,1-11) el que nos habla en nombre de Dios; la escucha de la Palabra es la actitud que permite al hombre satisfacer sus más hondas necesidades (simbolizadas en el texto por el hambre y la sed). No busques en otras realidades lo que solamente se encuentra en Dios, no gastes tu energía y tus dones en lo que no alimenta, no busques con tu esfuerzo lo que se te otorga gratuitamente. La más honda necesidad humana es la libertad y esa sólo está en Dios. El hombre libre del miedo a la muerte es invencible, nada le ata, ninguna amenaza puede condicionar su actuar y su pensar y por ello, puede construir sociedades alternativas justas y humanas. Este es el gran sueño, la utopía polarizadora de todos los sueños y anhelos.
Y el logro de esta utopía es precisamente lo que anuncia Isaías para los tiempos mesiánicos mediante una nueva alianza definitiva y perpetua. Pero si bien, este pacto será absolutamente gratuito, el hombre debe asumir una actitud fundamental para hacer suya dicha alianza: ¡la escucha atenta de la Palabra y el cambio de mentalidad!…<< Como bajan del cielo la lluvia y la nieve y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar,…así será la Palabra que sale de mi boca: no volverá a mí sin resultado, sino que hará mi voluntad y cumplirá su misión >> y <<mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, sus caminos no son mis caminos >>. Ya puede intuirse que esta profecía de Isaías anuncia a Cristo mismo, Palabra viviente del Padre que se auto-exilia del seno Trinitario y no ha de volver a él hasta haber consumado la plenitud del género humano.
El profeta Baruc (3,9-15.32-4,4) hace hincapié en la escucha/adhesión atenta a la Palabra que Dios dirige a su pueblo como el único medio para adquirir la sabiduría que lleva a la vida, es decir que solamente mediante la escucha es posible discernir y asumir los caminos que coadyuvan a lograr el desarrollo pleno de la identidad humana. ¡Cuan difícil nos resulta la escucha, acostumbrados a la verborrea superficial para ocultar nuestro profundo terror a lo que el silencio pueda revelarnos! Y sin embargo, Dios es Palabra, comunicación, invitación a la receptividad de su Misterio que se nos dice en Cristo.
Ezequiel (36,16-28) indica la forma concreta en la que Dios ha de llevar a cumplimiento la nueva alianza y asegurarse de que esta vez el hombre no fracase y acabe perdiéndose en la idolatría; ¡infundirá un corazón nuevo en el hombre, un corazón capaz de escuchar y consonar al ritmo del corazón de Dios para que pueda vivir los preceptos que otorgan y conducen por los caminos de libertad! Se prefigura sin duda la donación del Espíritu, la inhabitación trinitaria que transforma el ontos (ser) del hombre caduco y cerrado sobre sí  mismo en un hombre capaz de comunión con Dios desde la libertad.
Se abren entonces las lecturas del Nuevo Testamento que revelan plenamente lo que se prefigura en el Antiguo. Veamos de qué modo:
San Pablo, en su carta a los Romanos (6,3-11), indica con total claridad la acción escatológica y definitiva de Dios en el hombre << ¿No saben ustedes que todos los que hemos sido incorporados a Cristo Jesús por medio del bautismo, hemos sido incorporados a él en su muerte? >> ¿Qué es incorporar sino hacer que algo forme parte de una realidad que antes no era la suya? En efecto, antes del bautismo era imposible vivir la Palabra de Vida, ser fieles a la alianza de amor simple y sencillamente porque ERA AJENA A NOSOTROS, algo externo que había que asumir penosamente, una carga imposible de llevar. La Buena Noticia de parte de Dios es que ahora esa Ley se hace más íntima al hombre que el mismo ser del hombre, es inherente a él, su ontos meramente creatural ha sido transformado en un ontos divinizado, cristificado en virtud del bautismo, cuyo primer efecto es hacer morir el pecado y la muerte para hacer emerger al hombre nuevo que vive al modo de Cristo, en total entrega al Padre y a los hombres. ¿Qué otra cosa es la resurrección sino el nacimiento a una forma de vida cualificada por el Espíritu de Cristo?
Finalmente, el exquisito texto de Lucas (24,1-12), cierra el banquete de la Palabra en esta Noche Santa. El amor es el motor que sigue moviendo a los discípulos (cuyo símbolo en este texto son las mujeres) a pesar del aparente fracaso de Jesús se encaminan a embalsamar su cuerpo. Es verdad, se encuentran sumergidas en la vieja y diabólica mentalidad de creer que la muerte tiene la última palabra en la historia (van buscando el cadáver de Jesús) y por ello se llenan de estupor ante la presencia de los varones resplandecientes, símbolo de Dios mismo que comunica a las mujeres la Buena Noticia de la Resurrección.
Sin embargo, su miedo no significa huida, pues se postran ante el misterio en actitud de adoración y eso posibilita la recepción fértil del anuncio que se da en un contexto litúrgico; Anamnesis (ellas recuerdan las palabras del Señor, que condensan todo el mensaje de la revelación), entonces, la comprensión se hace posible y se abre el horizonte del kerigma. 
Algunos considerarán como desvaríos tu gozoso anuncio y alguno correrá, a comprobar tus palabras y tal vez únicamente encuentre lienzos y regrese a su casa asombrado. Cada hombre tendrá que recorrer el camino hacia el sepulcro y encontrarse con los mensajeros de todos los tiempos. Cada quien deberá decidir si se postra abriéndose al misterio para recibir la alegre noticia… ¡la tumba está vacía, la muerte no pudo retenerlo a Él y no puede retenerte tampoco a ti!  y así empezar a comprender las Palabras del Señor o se quede en pie, queriendo encontrar en la lógica y la razón aquello que por esencia se recibe por la fe.
Tú camina hacia el sepulcro, busca a Jesús a pesar de todo y te llevarás la sorpresa más grande de tu vida, un regalo que cambiará para siempre el rumbo de tu existencia… ¡Deja que resuene en tu corazón el anuncio del joven vestido de blanco; “No está aquí, ha resucitado”! ¡Deja que esas palabras inunden tu corazón y desalojen cualquier otra palabra del mundo, siente renacer la esperanza y abandona el miedo! ¡Ponte en camino porque la vieja creación ha pasado, abandona el sepulcro y encamina tus pasos a la Galilea de la vida cotidiana porque allí te aguarda el autor de la vida para cumplirte sus promesas!
Feliz Pascua de Resurrección.

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